Un millar de heridos por el referéndum por la independencia de Cataluña

A golpe de porras y pelotas de goma, la Policía española intervino ayer en Cataluña para impedir el referéndum sobre la independencia, dejando casi un millar de heridos en cargas contra los manifestantes que querían defender esta consulta prohibida por la Justicia.

Los catalanes intentaban votar ayer en su región y el gobierno español no los quiso dejar. Más violencia.
01 OCT 2017 - 19:25 | Actualizado

Desde primera hora de la mañana, policías y guardias civiles irrumpieron en distintos centros de votación en Cataluña, en ocasiones forzando puertas a golpes, para incautar papeletas y urnas e impedir así la celebración física de la consulta.

En muchos de ellos se habían concentrado desde antes del amanecer cientos de personas, para proteger los centros de la intervención de la policía.

Los agentes tenían orden de cerrar los 2.315 puntos de votación previstos, y al intervenir, no dudaron en cargar contra aquellos que opusieron resistencia, echando mano de porras, empujones y pelotas de goma, según varios testigos interrogados por AFP. “Se han llevado las urnas por la fuerza, porque los presidentes de las mesas agarraban las urnas con las dos manos y se las arrancaban literalmente de las manos mientras nosotros seguíamos cantando Els Segadors (el himno catalán) y gritando Viva la democracia”, explicó Marc Carrasco, apoderado del colegio barcelonés Ramón Llull.

Los servicios regionales de salud atendieron a más de 900 personas, entre las cuales había 844 heridos, uno de ellos grave, alcanzado en un ojo, indicó una portavoz. El ministerio del Interior informó por su lado de 11 agentes heridos: nueve policías nacionales y dos guardias civiles.

En los centros donde sí podía votarse se veían inmensas colas de gente esperando o depositando su papeleta en la urna, aunque el proceso era muy difícil por los numerosos fallos informáticos.

El portavoz del gobierno regional catalán, Jordi Turull, aseguró por su parte a mediodía que el 73% de las mesas electorales estaban funcionando.

En Nou Barris, un barrio barcelonés donde el apoyo a la secesión es escaso, los ánimos eran muy distintos, ilustrando cuán dividida está la sociedad catalana.

Por otro lado, en la capital catalana “la excepcionalidad” de lo ocurrido llevó al FC Barcelona a tomar la decisión de jugar a puerta cerrada el partido de liga contra Las Palmas, explicó el club.

Cruce de acusaciones

El presidente de Cataluña, el independentista Carles Puigdemont, denunció enérgicamente las actuaciones policiales, arremetiendo contra “el uso injustificado, irracional e irresponsable de la violencia por parte del Estado español”.

El propio Puigdemont no pudo votar en el polideportivo donde había previsto hacerlo inicialmente, ya que la Guardia Civil entró en él por la fuerza para incautar el material electoral, ante las imprecaciones de decenas de personas.

El dirigente votó en otro colegio, gracias a que a última hora el gobierno catalán instauró un censo único, por el que los 5,3 millones de catalanes convocados pueden votar en cualquier centro abierto.

La vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, cargó sin paliativos contra él, y acusó a su equipo de actuar “con una absoluta irresponsabilidad”.

El referéndum de ayer, cuya pregunta es “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?”, culmina años de creciente tensión entre Madrid y el gobierno de esta región con lengua propia, que cuenta con 7,5 millones de habitantes y representa el 19% del PIB español.

Aunque dividida sobre la cuestión de la secesión, más del 80% de los catalanes reclama esta consulta, rechazada por el gobierno español de Mariano Rajoy, que la considera anticonstitucional.

Desde su convocatoria a principios de septiembre, rápidamente suspendida por el Tribunal Constitucional, la justicia y el gobierno españoles emplearon todos sus recursos para impedirla, incluyendo el envío de 10.000 refuerzos policiales.

Los catalanes intentaban votar ayer en su región y el gobierno español no los quiso dejar. Más violencia.
01 OCT 2017 - 19:25

Desde primera hora de la mañana, policías y guardias civiles irrumpieron en distintos centros de votación en Cataluña, en ocasiones forzando puertas a golpes, para incautar papeletas y urnas e impedir así la celebración física de la consulta.

En muchos de ellos se habían concentrado desde antes del amanecer cientos de personas, para proteger los centros de la intervención de la policía.

Los agentes tenían orden de cerrar los 2.315 puntos de votación previstos, y al intervenir, no dudaron en cargar contra aquellos que opusieron resistencia, echando mano de porras, empujones y pelotas de goma, según varios testigos interrogados por AFP. “Se han llevado las urnas por la fuerza, porque los presidentes de las mesas agarraban las urnas con las dos manos y se las arrancaban literalmente de las manos mientras nosotros seguíamos cantando Els Segadors (el himno catalán) y gritando Viva la democracia”, explicó Marc Carrasco, apoderado del colegio barcelonés Ramón Llull.

Los servicios regionales de salud atendieron a más de 900 personas, entre las cuales había 844 heridos, uno de ellos grave, alcanzado en un ojo, indicó una portavoz. El ministerio del Interior informó por su lado de 11 agentes heridos: nueve policías nacionales y dos guardias civiles.

En los centros donde sí podía votarse se veían inmensas colas de gente esperando o depositando su papeleta en la urna, aunque el proceso era muy difícil por los numerosos fallos informáticos.

El portavoz del gobierno regional catalán, Jordi Turull, aseguró por su parte a mediodía que el 73% de las mesas electorales estaban funcionando.

En Nou Barris, un barrio barcelonés donde el apoyo a la secesión es escaso, los ánimos eran muy distintos, ilustrando cuán dividida está la sociedad catalana.

Por otro lado, en la capital catalana “la excepcionalidad” de lo ocurrido llevó al FC Barcelona a tomar la decisión de jugar a puerta cerrada el partido de liga contra Las Palmas, explicó el club.

Cruce de acusaciones

El presidente de Cataluña, el independentista Carles Puigdemont, denunció enérgicamente las actuaciones policiales, arremetiendo contra “el uso injustificado, irracional e irresponsable de la violencia por parte del Estado español”.

El propio Puigdemont no pudo votar en el polideportivo donde había previsto hacerlo inicialmente, ya que la Guardia Civil entró en él por la fuerza para incautar el material electoral, ante las imprecaciones de decenas de personas.

El dirigente votó en otro colegio, gracias a que a última hora el gobierno catalán instauró un censo único, por el que los 5,3 millones de catalanes convocados pueden votar en cualquier centro abierto.

La vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, cargó sin paliativos contra él, y acusó a su equipo de actuar “con una absoluta irresponsabilidad”.

El referéndum de ayer, cuya pregunta es “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?”, culmina años de creciente tensión entre Madrid y el gobierno de esta región con lengua propia, que cuenta con 7,5 millones de habitantes y representa el 19% del PIB español.

Aunque dividida sobre la cuestión de la secesión, más del 80% de los catalanes reclama esta consulta, rechazada por el gobierno español de Mariano Rajoy, que la considera anticonstitucional.

Desde su convocatoria a principios de septiembre, rápidamente suspendida por el Tribunal Constitucional, la justicia y el gobierno españoles emplearon todos sus recursos para impedirla, incluyendo el envío de 10.000 refuerzos policiales.


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