Impensado es de qué enamorarse

Los supuestos básicos.

16 DIC 2017 - 20:40 | Actualizado

Por Daniela Patricia Almirón

Rafael va y viene sin parar por todo el recorrido de la barra, casi no mira, aunque cuando lo hace se lee su cordialidad. Ambrosio tiene la sonrisa dispuesta y casi adivina lo que pedirán los clientes. Dani mira de frente con profundos ojos negros, quiere parecer serio y solo se queda en el intento. La madera reluce y las estanterías detrás tienen todavía el resabio de lo que fue verdaderamente ese lugar, una tienda de ultramarinos, con apetitosa comida y donde aún cuelgan jamones y paletillas. Hoy lo imperdible de ese lugar son sus tortillas, que han entrado en la categoría de “tortillología”. No son tortillas comunes y el secreto solo se ha mostrado para un programa de televisión argentino que anduvo por esos lares. A poco de estar ahí ya han llegado Paco con Paloma, Alberto y Marieta. Y se suman los que deseen a la tertulia, en el pequeño espacio entre un lugar en la barra o las mesillas contra la pared. Eso no incomoda, hay lugar para todos. ¡Una manzanilla! ¡Una mistela! ¡Un blanco! ¡Un Rivera! Y así se oye entre el murmullo, las risas, los que entran y salen. Hemos llegado ahí, al bar El Veedor, desde la Calle Ancha cruzando la Plaza de San Antonio, que ya está iluminada por la Navidad. Hemos llegado perdidos por el casco antiguo gaditano, preguntando con un atisbo desesperado y al aire ¿Dónde están los bares en este pueblo por Dios y María Santísima?!!! A lo que una pareja con la inmensa cordialidad local nos ha guiado hacia el emblemático bar.
El temporal Ana que ha azotado más cruelmente al Cantábrico por estos días previos a la Navidad del 2017, desplazándose hacia el sur, se ha hecho presente en Cádiz recibiéndonos con frío y lluvia. Por suerte luego ha salido el sol para mostrar esa inmensa y preciosa bahía. Es la ciudad más antigua de occidente. Ha sido castigada, arrasada y reconstruida. Difícil es describir al mismo tiempo su gran riqueza cultural.
La historia de su nombre es particular. A sus vecinos se les llama Gaditanos y eso tienes variados orígenes, en parte de cuando los fenicios llegaron allí y la bautizaron como Gádir. ¡Luego en latín es Gades, sí! Como el maravilloso bailarín Antonio Gades. La ciudad tuvo su muralla de la que aún hay tramos, ya que Cádiz significa también fortaleza. Y aún más curiosidades del origen de su nombre. Gadiro, según la mitología griega, era un rey hijo de Poseidón. También la llaman “La tacita de plata”, por ese mar de plata iluminado que rodea la ciudad.
Tanto hay para contar de Cádiz, de su historia a cada paso, cada monumento, cada obra artística y memorable. A cada palabra, sonrisa y gesto generoso de sus habitantes que no esconden el orgullo de ser gaditanos y mantener sus costumbres y compartirlas.
Cádiz es tan latinoamericana que no deja de impresionar. Marcada está por muchos hechos, aunque hay uno por el que el destino me llevó allí. El 19 de marzo de 1812 los diputados de las Cortes de Cádiz, que habían sesionado en el Oratorio de San Felipe Neri, juraron la Constitución española conocida como “La Pepa”. Ese día se conmemora el onomástico de San José, de la derivación de “Pepe”, así se la conoce a esa Constitución. Carta Magna que ha sido ponderada y criticada. Desde un punto de vista y para la época, fue una Constitución liberal y de avanzada, con reconocimiento de derechos que resultó novedosa. Desde otro lugar también carece de otros reconocimientos que para nosotros, en la actualidad, serían inconcebibles. Ciento setenta y nueve diputados se encontraban presentes, cincuenta y cuatro eran de ultramar. Sus nombres están expuestos en las inmediaciones del hermoso monumento conmemorativo de los 100 años de La Pepa, por orden alfabético y con su nacionalidad de origen tal como se la conoce en la actualidad. Datan tres de Argentina. Sí, fue una Constitución cuyas sesiones de discusión comenzaron en septiembre de 1810 y se promulgó en 1812, pretendiendo abarcar con su vigencia tanto España en Europa, como todos aquellos territorios de la corona fuera del continente europeo. La vigencia de esta Constitución fue breve e interrumpida, aunque ha dejado su marca en la posteridad. Estudiar Derecho Constitucional en ese lugar tiene un plus de significación. Las constituciones de los estados constituyen su piedra fundamental, el basamento organizacional y de garantías de la vida ciudadana. Profundizar en el constitucionalismo, es profundizar en el ejercicio de derechos y deberes de la comunidad y el gobierno del Estado. A La Pepa le tocó nacer ahí, entre americanos, revoluciones, invasiones y fiebre amarilla, discutiendo entre el barrio del Mentidero y la plaza De Mina.
Del Veedor hemos bajado por una manzanilla, porque Pepe ya nos la está sirviendo en su Taberna, tiene el sabor al moscatel de mi tierra natal y que cultivara mi abuelito el andaluz. Nos iremos cantando, a copla viva de enamoramiento, porque luego de estar en Cádiz uno no lo puede olvidar.
“Que tengo un amor en La Habana y el otro en Andalucía,
no te he visto yo a ti, tierra mía,
más cerca que la mañana
que apareció en mi ventana
de La Habana colonial
tó Cádiz, la Catedral, La Viña y El Mentidero...”
Antonio Burgos

Daniela Patricia Almirón. Abogada- Mediadora @almirond

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16 DIC 2017 - 20:40

Por Daniela Patricia Almirón

Rafael va y viene sin parar por todo el recorrido de la barra, casi no mira, aunque cuando lo hace se lee su cordialidad. Ambrosio tiene la sonrisa dispuesta y casi adivina lo que pedirán los clientes. Dani mira de frente con profundos ojos negros, quiere parecer serio y solo se queda en el intento. La madera reluce y las estanterías detrás tienen todavía el resabio de lo que fue verdaderamente ese lugar, una tienda de ultramarinos, con apetitosa comida y donde aún cuelgan jamones y paletillas. Hoy lo imperdible de ese lugar son sus tortillas, que han entrado en la categoría de “tortillología”. No son tortillas comunes y el secreto solo se ha mostrado para un programa de televisión argentino que anduvo por esos lares. A poco de estar ahí ya han llegado Paco con Paloma, Alberto y Marieta. Y se suman los que deseen a la tertulia, en el pequeño espacio entre un lugar en la barra o las mesillas contra la pared. Eso no incomoda, hay lugar para todos. ¡Una manzanilla! ¡Una mistela! ¡Un blanco! ¡Un Rivera! Y así se oye entre el murmullo, las risas, los que entran y salen. Hemos llegado ahí, al bar El Veedor, desde la Calle Ancha cruzando la Plaza de San Antonio, que ya está iluminada por la Navidad. Hemos llegado perdidos por el casco antiguo gaditano, preguntando con un atisbo desesperado y al aire ¿Dónde están los bares en este pueblo por Dios y María Santísima?!!! A lo que una pareja con la inmensa cordialidad local nos ha guiado hacia el emblemático bar.
El temporal Ana que ha azotado más cruelmente al Cantábrico por estos días previos a la Navidad del 2017, desplazándose hacia el sur, se ha hecho presente en Cádiz recibiéndonos con frío y lluvia. Por suerte luego ha salido el sol para mostrar esa inmensa y preciosa bahía. Es la ciudad más antigua de occidente. Ha sido castigada, arrasada y reconstruida. Difícil es describir al mismo tiempo su gran riqueza cultural.
La historia de su nombre es particular. A sus vecinos se les llama Gaditanos y eso tienes variados orígenes, en parte de cuando los fenicios llegaron allí y la bautizaron como Gádir. ¡Luego en latín es Gades, sí! Como el maravilloso bailarín Antonio Gades. La ciudad tuvo su muralla de la que aún hay tramos, ya que Cádiz significa también fortaleza. Y aún más curiosidades del origen de su nombre. Gadiro, según la mitología griega, era un rey hijo de Poseidón. También la llaman “La tacita de plata”, por ese mar de plata iluminado que rodea la ciudad.
Tanto hay para contar de Cádiz, de su historia a cada paso, cada monumento, cada obra artística y memorable. A cada palabra, sonrisa y gesto generoso de sus habitantes que no esconden el orgullo de ser gaditanos y mantener sus costumbres y compartirlas.
Cádiz es tan latinoamericana que no deja de impresionar. Marcada está por muchos hechos, aunque hay uno por el que el destino me llevó allí. El 19 de marzo de 1812 los diputados de las Cortes de Cádiz, que habían sesionado en el Oratorio de San Felipe Neri, juraron la Constitución española conocida como “La Pepa”. Ese día se conmemora el onomástico de San José, de la derivación de “Pepe”, así se la conoce a esa Constitución. Carta Magna que ha sido ponderada y criticada. Desde un punto de vista y para la época, fue una Constitución liberal y de avanzada, con reconocimiento de derechos que resultó novedosa. Desde otro lugar también carece de otros reconocimientos que para nosotros, en la actualidad, serían inconcebibles. Ciento setenta y nueve diputados se encontraban presentes, cincuenta y cuatro eran de ultramar. Sus nombres están expuestos en las inmediaciones del hermoso monumento conmemorativo de los 100 años de La Pepa, por orden alfabético y con su nacionalidad de origen tal como se la conoce en la actualidad. Datan tres de Argentina. Sí, fue una Constitución cuyas sesiones de discusión comenzaron en septiembre de 1810 y se promulgó en 1812, pretendiendo abarcar con su vigencia tanto España en Europa, como todos aquellos territorios de la corona fuera del continente europeo. La vigencia de esta Constitución fue breve e interrumpida, aunque ha dejado su marca en la posteridad. Estudiar Derecho Constitucional en ese lugar tiene un plus de significación. Las constituciones de los estados constituyen su piedra fundamental, el basamento organizacional y de garantías de la vida ciudadana. Profundizar en el constitucionalismo, es profundizar en el ejercicio de derechos y deberes de la comunidad y el gobierno del Estado. A La Pepa le tocó nacer ahí, entre americanos, revoluciones, invasiones y fiebre amarilla, discutiendo entre el barrio del Mentidero y la plaza De Mina.
Del Veedor hemos bajado por una manzanilla, porque Pepe ya nos la está sirviendo en su Taberna, tiene el sabor al moscatel de mi tierra natal y que cultivara mi abuelito el andaluz. Nos iremos cantando, a copla viva de enamoramiento, porque luego de estar en Cádiz uno no lo puede olvidar.
“Que tengo un amor en La Habana y el otro en Andalucía,
no te he visto yo a ti, tierra mía,
más cerca que la mañana
que apareció en mi ventana
de La Habana colonial
tó Cádiz, la Catedral, La Viña y El Mentidero...”
Antonio Burgos

Daniela Patricia Almirón. Abogada- Mediadora @almirond


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