Historias del crimen/ De la Navidad y otros demonios

23 DIC 2017 - 19:21 | Actualizado

Por Daniel Schulman, psicólogo forense
Especial para Jornada


Yo soy un convencido de que la Navidad y el Año Nuevo deberían ser festejados a mitad de año, así uno no llega tan cansado y podrido de todo y podría disfrutar mucho más tranquilo las Fiestas. Es frecuente ver a la gente frenética por esta época, haciendo una lista de todo lo que va a precisar, como así también de toda la gente con la que va a pasar los eventos.

En Navidad mucha gente toma y brinda. Algunas personas toman en exceso, lo que genera algunos riesgos. Pero brindar en exceso no existe. El brindis es un momento que se comparte y se puede brindar con cualquier cosa. Si la bebida con la que se brinda tiene alcohol, la cosa se puede poner fulera. Pero si no tiene alcohol, se puede brindar y brindar sin ningún tipo de problemas.

Y además de toda esta jarana navideña, también, en ciertos casos, se come en exceso. Eso también es infaltable. Se brinda en todos los ámbitos sociales en lo que uno se desenvuelve: familia, amigos, trabajo, y largo etcétera. Hay un brindis por grupo. Y el brindis, como dije recién, también viene adornado con comida. Ese exceso es el que hace que la hebilla del cinturón conozca a los primeros agujeros del mismo, y la alarma de quien vio su abdomen un tanto crecido se enciende. Así que una frase frecuente que se oye por esta época es “El año que viene empiezo la dieta”. Esa y “¿Cómo se pasó este año?”. Ambas frases deben ser las más manifestadas hacia esta parte del año, y conllevan cierta cuota de verdad, dependiendo de quién las diga.

Así que la Navidad es un momento de celebración y reunión. Reuniones programadas y esperadas en algunos casos. En otros casos, reuniones forzadas, reuniones postergada, reuniones sorpresa. Y reuniones malignas.

A pesar del espíritu pacífico y amigable de la Navidad, estas fechas suele traer un correlato violento y agresivo. La tasa de suicidios suele elevarse, y los homicidios, cuya motivación tiene que ver con cuestiones vinculares, suelen ser más frecuente.

Así ha pasado a lo largo del tiempo y seguramente (y lamentablemente) algún caso en el futuro no escapará a estas cosas. El tema es estar alerta a las alertas, valga la redundancia.

Esta historia no es vieja. De hecho, quien sea memorioso podrá recordarla como un acontecimiento por demás dramático, espeluznante, y sangriento que sacudió como noticia de la crónica roja, y fue reproducida en varios medios gráficos y televisivos.

No sucedió, insisto, hace mucho tiempo. La fecha no importa, pero sí importa el momento del año. Y el momento del año era similar al que estamos atravesando actualmente, aunque la cosa ya venía mal desde hacía mucho tiempo.

Todo había empezado antes de Navidad y concluyó con la Navidad misma, cuando un sujeto varón, joven, de unos veinticinco años, se encontraba ya separado de su mujer y de los hijos de la pareja ya extinta. La mujer, joven igual que este fulano, había denunciado en algunas oportunidades a su expareja por violencia de género. Se habían celebrado audiencias y el tipo siempre bajaba los decibeles y se mandaba a guardar, hasta que volvía a joder a su exmujer.

Así pasaba la cosa hasta que llegó Navidad, y el tipo, al ver que pasaría solo la Fiesta, se dirigió a la casa de su exsuegra, y como no encontró a la joven en ese lugar, mató a la suegra y a la pareja de la misma, ambas personas que rondaban un poco más de los cuarenta y cinco años.

Más cebado y más encarnizado que como había llegado a la casa de exsuegra, se dirigió a la casa de su exsuegro, lugar en donde tampoco encontró a la ex. Y como venía ya envalentonado, mató no sólo al hombre sino a una excuñada de quince años. Toda una masacre que se había desencadenado en poco más de una hora.

Pero la cosa no terminó ahí. No hubo más muertos, lo cual no es poca cosa, pero sí heridos.

El tipo, ya con cuatro muertos en su haber, se dirigió a la casa de la pareja actual de su exmujer, lugar donde la encontró. No la mató pero sí la hirió, no sólo a ella, sino también a la pareja actual. Y ahí su carrera homicida, afortunadamente, quedó trunca. Fue reducido por un grupo de personas que estaban en el lugar y la policía no tardó en llegar. El Año Nuevo lo pasó detenido, y por mucho tiempo la cosa va a seguir así.

No obstante lo anterior, el caso tomó ribetes muy mediáticos por la aparición en escena de la madre del fulano homicida. Contra todos los pronósticos, la mujer salió a darle más paleadas al lomo, y aportar su granito de arena para hundir más a su hijo, que de hecho ya estaba recontra hundido.

La mujer, entre otras cosas, llegó a pedir por la pena de muerte de su hijo, cosa que llamó la atención en los medios y en la opinión pública, y al día de hoy lo sigue sosteniendo.

Nunca pasó a verlo al penal donde está detenido y durante el juicio declaró en su contra.

Para muchas familias, en ese lugar, las Navidades no serán nunca lo mismo.

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23 DIC 2017 - 19:21

Por Daniel Schulman, psicólogo forense
Especial para Jornada


Yo soy un convencido de que la Navidad y el Año Nuevo deberían ser festejados a mitad de año, así uno no llega tan cansado y podrido de todo y podría disfrutar mucho más tranquilo las Fiestas. Es frecuente ver a la gente frenética por esta época, haciendo una lista de todo lo que va a precisar, como así también de toda la gente con la que va a pasar los eventos.

En Navidad mucha gente toma y brinda. Algunas personas toman en exceso, lo que genera algunos riesgos. Pero brindar en exceso no existe. El brindis es un momento que se comparte y se puede brindar con cualquier cosa. Si la bebida con la que se brinda tiene alcohol, la cosa se puede poner fulera. Pero si no tiene alcohol, se puede brindar y brindar sin ningún tipo de problemas.

Y además de toda esta jarana navideña, también, en ciertos casos, se come en exceso. Eso también es infaltable. Se brinda en todos los ámbitos sociales en lo que uno se desenvuelve: familia, amigos, trabajo, y largo etcétera. Hay un brindis por grupo. Y el brindis, como dije recién, también viene adornado con comida. Ese exceso es el que hace que la hebilla del cinturón conozca a los primeros agujeros del mismo, y la alarma de quien vio su abdomen un tanto crecido se enciende. Así que una frase frecuente que se oye por esta época es “El año que viene empiezo la dieta”. Esa y “¿Cómo se pasó este año?”. Ambas frases deben ser las más manifestadas hacia esta parte del año, y conllevan cierta cuota de verdad, dependiendo de quién las diga.

Así que la Navidad es un momento de celebración y reunión. Reuniones programadas y esperadas en algunos casos. En otros casos, reuniones forzadas, reuniones postergada, reuniones sorpresa. Y reuniones malignas.

A pesar del espíritu pacífico y amigable de la Navidad, estas fechas suele traer un correlato violento y agresivo. La tasa de suicidios suele elevarse, y los homicidios, cuya motivación tiene que ver con cuestiones vinculares, suelen ser más frecuente.

Así ha pasado a lo largo del tiempo y seguramente (y lamentablemente) algún caso en el futuro no escapará a estas cosas. El tema es estar alerta a las alertas, valga la redundancia.

Esta historia no es vieja. De hecho, quien sea memorioso podrá recordarla como un acontecimiento por demás dramático, espeluznante, y sangriento que sacudió como noticia de la crónica roja, y fue reproducida en varios medios gráficos y televisivos.

No sucedió, insisto, hace mucho tiempo. La fecha no importa, pero sí importa el momento del año. Y el momento del año era similar al que estamos atravesando actualmente, aunque la cosa ya venía mal desde hacía mucho tiempo.

Todo había empezado antes de Navidad y concluyó con la Navidad misma, cuando un sujeto varón, joven, de unos veinticinco años, se encontraba ya separado de su mujer y de los hijos de la pareja ya extinta. La mujer, joven igual que este fulano, había denunciado en algunas oportunidades a su expareja por violencia de género. Se habían celebrado audiencias y el tipo siempre bajaba los decibeles y se mandaba a guardar, hasta que volvía a joder a su exmujer.

Así pasaba la cosa hasta que llegó Navidad, y el tipo, al ver que pasaría solo la Fiesta, se dirigió a la casa de su exsuegra, y como no encontró a la joven en ese lugar, mató a la suegra y a la pareja de la misma, ambas personas que rondaban un poco más de los cuarenta y cinco años.

Más cebado y más encarnizado que como había llegado a la casa de exsuegra, se dirigió a la casa de su exsuegro, lugar en donde tampoco encontró a la ex. Y como venía ya envalentonado, mató no sólo al hombre sino a una excuñada de quince años. Toda una masacre que se había desencadenado en poco más de una hora.

Pero la cosa no terminó ahí. No hubo más muertos, lo cual no es poca cosa, pero sí heridos.

El tipo, ya con cuatro muertos en su haber, se dirigió a la casa de la pareja actual de su exmujer, lugar donde la encontró. No la mató pero sí la hirió, no sólo a ella, sino también a la pareja actual. Y ahí su carrera homicida, afortunadamente, quedó trunca. Fue reducido por un grupo de personas que estaban en el lugar y la policía no tardó en llegar. El Año Nuevo lo pasó detenido, y por mucho tiempo la cosa va a seguir así.

No obstante lo anterior, el caso tomó ribetes muy mediáticos por la aparición en escena de la madre del fulano homicida. Contra todos los pronósticos, la mujer salió a darle más paleadas al lomo, y aportar su granito de arena para hundir más a su hijo, que de hecho ya estaba recontra hundido.

La mujer, entre otras cosas, llegó a pedir por la pena de muerte de su hijo, cosa que llamó la atención en los medios y en la opinión pública, y al día de hoy lo sigue sosteniendo.

Nunca pasó a verlo al penal donde está detenido y durante el juicio declaró en su contra.

Para muchas familias, en ese lugar, las Navidades no serán nunca lo mismo.


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