Fernando Savater,muy duro con los independentistas catalanes

En "Contra el separatismo", un texto que tiene más de proclama visceral que de ensayo riguroso, el filósofo español se expide sobre esta variante exacerbada del nacionalismo que encarna actualmente la ofensiva catalana para independizarse de España, una movida a la que acusa de "antidemocrática, retrógrada y nociva para la economía".

24 DIC 2017 - 17:13 | Actualizado


A pocos días de conocerse el resultado de las elecciones en las que dos millones de catalanes reafirmaron su vocación independentista, el autor de "Ética para Amador" divide aguas entre nacionalismo y separatismo: en esa línea inscribe al proyecto liderado por el ex presidente catalán Carles Puigdemont dentro del "indigesto pastel de posverdades" que traza el signo de los tiempos.

"Es indudable el componente de populismo envenenado de 'bullshit' posmoderno en los planteamientos del separatismo catalán -explica Savater en una entrevista con Télam-. El nacionalista español puede ser un problema porque sus consignas pasan por no aceptar la cuota de inmigrantes que les toca o las medidas que le pide la Unión Europea. No quiere dividir el paí­s sino mantenerlo junto. Mientras que el separatismo catalán lo que quiere es romper el paí­s".

"Contra el separatismo" (Ariel) es, tal como lo encuadra el propio filósofo, un "panfleto" escrito en menos de veinte días. No es el primer texto de estas características -en 1978 había publicado el "Panfleto contra el todo"- pero sí uno de los más combativos de los últimos años, en lo que marca a la vez su regreso a la escritura tras la muerte de su esposa Sara Torres en 2015, cuando por entonces había comunicado su decisión de no seguir escribiendo. 


En su texto, insta a disociar separatismo de nacionalismo. Sin embargo, muchas veces están asociados ¿Es el separatismo una secuela indeseada del nacionalismo o hay casos de separatismo que no han sido propiciados por consignas nacionalistas?
En efecto, en ocasiones el nacionalismo identitario llevado a sus más altos niveles es utilizado para separar grupos humanos a los que la historia juntó hace siglos. O para impedir que se formen ligas de paí­ses que, al precio de compartir soberaní­a, obtendrí­an ventajas económicas y polí­ticas. Pero en ocasiones hay grupos radicales no estrictamente nacionalistas pero que parasitan la ideologí­a nacionalista para desmembrar el Estado de Derecho y aprovecharse de su debilitamiento para obtener poder. Por ejemplo la CUP, una secta de ultra izquierda visionaria, en Cataluña.


Entre las razones que identifica para combatir el separatismo señala que es desestabilizador y brinda una oportunidad a las fuerzas polí­ticas antisistema, entre ellas Podemos, a las que le dedica varias crí­ticas ¿Por qué significan una amenaza a las libertades democráticas mucho mayor que cualquier partido nacionalista? 
 Una cosa es oxigenar el panorama polí­tico y otra muy distinta intentar que aprenda a respirar en una cámara de gas totalitario, en este caso de corte comunista. Me cuesta entender por qué casi nadie considera "oxigenantes" los partidos fascistas (aunque hoy en Austria y en la misma Francia cuentan con demasiados partidarios que llaman "viejos" a los partidos tradicionales) y en cambio aceptan a los comunistas como una bocanada de aire fresco.

Los nacionalismos por lo general alternan accesos graves con largos momentos de simple retórica compatible con las instituciones democráticas; en cambio los comunismos y fascismos son mucho mas letales en el poder y sobre todo muy difí­ciles de desalojar de él. A la izquierda española todaví­a le seduce el elemento antisistema: no hay nadie más contra el sistema que los separatistas y cuanto más radicales y feroces, mejor.


En España ocurre un fenómeno singular que tiene que ver con la relación entre el nacionalismo y la izquierda. ¿Esta particularidad es deudora de alguna manera de la composición de bandos durante la Guerra Civil Española? 
 En efecto, solamente en España hay partidos nacionalistas, incluso separatistas, que pasan por fuerzas de la izquierda progresista. En el resto de Europa son vistos como movimientos reaccionarios, que es lo que son. Naturalmente hay matices entre esos grupos porque siempre pueden establecerse grados en lo deplorable, por ejemplo en su relación con los inmigrantes, etc...pero su lección xenófoba y discriminadora es común en todos ellos.


Respecto a la movida separatista catalana ¿Tiene algún asidero esta idea de que históricamente España ha maltratado a Cataluña? 
 España como tal no ha maltratado nunca a Cataluña, una de sus regiones mas privilegiadas estatalmente desde el siglo XIX. La prueba es su alto nivel de riqueza y desarrollo actual, frente al relativo estancamiento de otras regiones.

Otra cosa es que durante la dictadura franquista, uniformizadora por ví­a de fuerza, se hayan perseguido aspectos de su cultura, como otros en el resto del paí­s. Pero el franquismo no fue España, sino una enfermedad dentro de España que contó por cierto con el apoyo de bastantes catalanes.


¿Por qué entonces una porción de los catalanes se embarcaron en esta cruzada?¿Fueron engañados por Puigdemont y sus aliados con ese discurso de que con un Estado propio serí­an más ricos y prósperos y no tendrí­an que mantener a las regiones más pobres?
 Se han juntado muchos factores, el principal de ellos la tarea adoctrinadora de los medios de comunicación de titularidad pública y la educación monolingue y sectaria, que comenzó en los ochenta con la llegada de Pujol a la presidencia de la Generalitat. Y también por supuesto la necesidad de encubrir el constante fraude del tres por ciento y el saqueo llevado a cabo por la familia Pujol.


Cree viable como advirtió hace un tiempo la escritora Almudena Grandes que las banderas levantadas por la izquierda para la independencia de Cataluña puedan agitar el fantasma de la extrema derecha?
 Es cierto que los nacionalismos extremistas suelen provocar reacciones de signo opuesto, pero son malos en sí­ aunque sean muy de izquierdas. Y no son extremistas de derechas los que alertados por este ataque a las instituciones sobre las que se apoya la ciudadaní­a democrática salen a la calle a defenderla, junto a sus símbolos nacionales.


¿Cuál ha sido la responsabilidad del gobierno español en la escalada de este conflicto? Dejó avanzar demasiado el asunto y reaccionó tarde o este retraso respondió a un estrategia? 
 El Gobierno de España ha tardado mucho en reaccionar y lo ha hecho de modo lánguido y tímido. Produce risa oir que se tacha de "autoritario" a un ejecutivo cuyo vicio durante años (Ay, hoy mismo!) es mas bien la falta de autoridad. Las voces de quienes alertábamos desde hace año de lo que estaba pasando y a qué podí­a llevarnos fueron descartadas como alarmismos injustificados".


La ensayista alemana Caroline Emcke habla en su ensayo "Contra el odio" de que el racismo y el rechazo al diferente están en el centro de las sociedades. ¿En las consignas separatistas enarboladas por Cataluña se filtra lateralmente parte de ese odio?
 Sin la menor duda. Ha habido un adoctrinamiento en el odio a todo aquello que se consideraba "español", es decir se ha formateado a los catalanes para que se autodetestasen en cuanto españoles, que de hecho lo son. La mayor fractura no es entre España y Cataluña, sino dentro de Cataluña misma y dentro de cada catalán.

24 DIC 2017 - 17:13


A pocos días de conocerse el resultado de las elecciones en las que dos millones de catalanes reafirmaron su vocación independentista, el autor de "Ética para Amador" divide aguas entre nacionalismo y separatismo: en esa línea inscribe al proyecto liderado por el ex presidente catalán Carles Puigdemont dentro del "indigesto pastel de posverdades" que traza el signo de los tiempos.

"Es indudable el componente de populismo envenenado de 'bullshit' posmoderno en los planteamientos del separatismo catalán -explica Savater en una entrevista con Télam-. El nacionalista español puede ser un problema porque sus consignas pasan por no aceptar la cuota de inmigrantes que les toca o las medidas que le pide la Unión Europea. No quiere dividir el paí­s sino mantenerlo junto. Mientras que el separatismo catalán lo que quiere es romper el paí­s".

"Contra el separatismo" (Ariel) es, tal como lo encuadra el propio filósofo, un "panfleto" escrito en menos de veinte días. No es el primer texto de estas características -en 1978 había publicado el "Panfleto contra el todo"- pero sí uno de los más combativos de los últimos años, en lo que marca a la vez su regreso a la escritura tras la muerte de su esposa Sara Torres en 2015, cuando por entonces había comunicado su decisión de no seguir escribiendo. 


En su texto, insta a disociar separatismo de nacionalismo. Sin embargo, muchas veces están asociados ¿Es el separatismo una secuela indeseada del nacionalismo o hay casos de separatismo que no han sido propiciados por consignas nacionalistas?
En efecto, en ocasiones el nacionalismo identitario llevado a sus más altos niveles es utilizado para separar grupos humanos a los que la historia juntó hace siglos. O para impedir que se formen ligas de paí­ses que, al precio de compartir soberaní­a, obtendrí­an ventajas económicas y polí­ticas. Pero en ocasiones hay grupos radicales no estrictamente nacionalistas pero que parasitan la ideologí­a nacionalista para desmembrar el Estado de Derecho y aprovecharse de su debilitamiento para obtener poder. Por ejemplo la CUP, una secta de ultra izquierda visionaria, en Cataluña.


Entre las razones que identifica para combatir el separatismo señala que es desestabilizador y brinda una oportunidad a las fuerzas polí­ticas antisistema, entre ellas Podemos, a las que le dedica varias crí­ticas ¿Por qué significan una amenaza a las libertades democráticas mucho mayor que cualquier partido nacionalista? 
 Una cosa es oxigenar el panorama polí­tico y otra muy distinta intentar que aprenda a respirar en una cámara de gas totalitario, en este caso de corte comunista. Me cuesta entender por qué casi nadie considera "oxigenantes" los partidos fascistas (aunque hoy en Austria y en la misma Francia cuentan con demasiados partidarios que llaman "viejos" a los partidos tradicionales) y en cambio aceptan a los comunistas como una bocanada de aire fresco.

Los nacionalismos por lo general alternan accesos graves con largos momentos de simple retórica compatible con las instituciones democráticas; en cambio los comunismos y fascismos son mucho mas letales en el poder y sobre todo muy difí­ciles de desalojar de él. A la izquierda española todaví­a le seduce el elemento antisistema: no hay nadie más contra el sistema que los separatistas y cuanto más radicales y feroces, mejor.


En España ocurre un fenómeno singular que tiene que ver con la relación entre el nacionalismo y la izquierda. ¿Esta particularidad es deudora de alguna manera de la composición de bandos durante la Guerra Civil Española? 
 En efecto, solamente en España hay partidos nacionalistas, incluso separatistas, que pasan por fuerzas de la izquierda progresista. En el resto de Europa son vistos como movimientos reaccionarios, que es lo que son. Naturalmente hay matices entre esos grupos porque siempre pueden establecerse grados en lo deplorable, por ejemplo en su relación con los inmigrantes, etc...pero su lección xenófoba y discriminadora es común en todos ellos.


Respecto a la movida separatista catalana ¿Tiene algún asidero esta idea de que históricamente España ha maltratado a Cataluña? 
 España como tal no ha maltratado nunca a Cataluña, una de sus regiones mas privilegiadas estatalmente desde el siglo XIX. La prueba es su alto nivel de riqueza y desarrollo actual, frente al relativo estancamiento de otras regiones.

Otra cosa es que durante la dictadura franquista, uniformizadora por ví­a de fuerza, se hayan perseguido aspectos de su cultura, como otros en el resto del paí­s. Pero el franquismo no fue España, sino una enfermedad dentro de España que contó por cierto con el apoyo de bastantes catalanes.


¿Por qué entonces una porción de los catalanes se embarcaron en esta cruzada?¿Fueron engañados por Puigdemont y sus aliados con ese discurso de que con un Estado propio serí­an más ricos y prósperos y no tendrí­an que mantener a las regiones más pobres?
 Se han juntado muchos factores, el principal de ellos la tarea adoctrinadora de los medios de comunicación de titularidad pública y la educación monolingue y sectaria, que comenzó en los ochenta con la llegada de Pujol a la presidencia de la Generalitat. Y también por supuesto la necesidad de encubrir el constante fraude del tres por ciento y el saqueo llevado a cabo por la familia Pujol.


Cree viable como advirtió hace un tiempo la escritora Almudena Grandes que las banderas levantadas por la izquierda para la independencia de Cataluña puedan agitar el fantasma de la extrema derecha?
 Es cierto que los nacionalismos extremistas suelen provocar reacciones de signo opuesto, pero son malos en sí­ aunque sean muy de izquierdas. Y no son extremistas de derechas los que alertados por este ataque a las instituciones sobre las que se apoya la ciudadaní­a democrática salen a la calle a defenderla, junto a sus símbolos nacionales.


¿Cuál ha sido la responsabilidad del gobierno español en la escalada de este conflicto? Dejó avanzar demasiado el asunto y reaccionó tarde o este retraso respondió a un estrategia? 
 El Gobierno de España ha tardado mucho en reaccionar y lo ha hecho de modo lánguido y tímido. Produce risa oir que se tacha de "autoritario" a un ejecutivo cuyo vicio durante años (Ay, hoy mismo!) es mas bien la falta de autoridad. Las voces de quienes alertábamos desde hace año de lo que estaba pasando y a qué podí­a llevarnos fueron descartadas como alarmismos injustificados".


La ensayista alemana Caroline Emcke habla en su ensayo "Contra el odio" de que el racismo y el rechazo al diferente están en el centro de las sociedades. ¿En las consignas separatistas enarboladas por Cataluña se filtra lateralmente parte de ese odio?
 Sin la menor duda. Ha habido un adoctrinamiento en el odio a todo aquello que se consideraba "español", es decir se ha formateado a los catalanes para que se autodetestasen en cuanto españoles, que de hecho lo son. La mayor fractura no es entre España y Cataluña, sino dentro de Cataluña misma y dentro de cada catalán.


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