La “calçotada” tiene su representante en Madryn

Susana Romero, catalana de adopción, regresó al país y se instaló en la costa chubutense trayendo consigo algunas tradiciones. De su propia huerta a la mesa ya ha organizado su primera “calçotada patagónica”.

Susana Romero, durante los trabajos en su plantación de Madryn.
24 FEB 2018 - 20:47 | Actualizado

Susana Romero viajó a España y se volvió fascinada por mucho de lo que vivió allí, y además de los recuerdos y las amistades se trajo consigo la “calçotada”, una fiesta gastronómica típica de Cataluña que tiene su base en los calçots, una variedad de cebolletas especialmente cultivada para este propósito que se asa directamente sobre llamas y se come con la mano, con aderezados con una salsa especial, la salvitxada mientras esas mismas brasas aprovechan para asar carnes o embutidos para el segundo plato.
Así, se convirtió en una embajadora del calçot en Puerto Madryn, donde recide y donde decidió cultivar la tradicional cebolla catalana. Preparó a tierra, la abonó, la plantó y cuidó hasta que recogió sus frutos, tarea que llevó aelante junto a Marta Mateos, una catalana que conoció en marzo de este año y que añoraba su tierra.
A ella le comentó el proyecto agrícola que tenía en mente y la entusiasmó, contó Susana al sitio diaridetarragona.com. Se lanzaron a la aventura y hace un par de meses lograron celebrar la primera calçotada patagónica. “Creemos que nadie en Argentina ha cultivado calçots, por lo menos no nos hemos enterado”, explica, emocionada, tras el éxito de la iniciativa.
El corralito, la desigualdad, la corrupción y una profunda crisis económica y social fueron los motivos que llevaron a Susana y a su marido a abandonar Argentina para empezar una nueva vida en otro país. Tenían un familiar en Catalunya, así que eligieron ese destino y dejaron atrás su hogar y su gente. Psicóloga de profesión –también lo es su marido- reconoce que tuvieron muchas pérdidas personales. Pero sufrían un nivel de estrés que no podían soportar. “Prefiero tenerte lejos que enferma”, le dijo su hijo antes de que partieran. Una frase que les hizo reflexionar y les ayudó a decidirse. Vendieron todas sus pertenencias, “menos las fotos y los recuerdos entrañables”, explica. Luego llegaron a Reus y los cautivó.
Primero se trasladó su marido. Y más tarde llegó Susana. Fue un 23 de abril. En 2002. Un día que recuerda como “mágico”. “No olvidaré jamás ver tantas rosas y libros por todos lados”, relata. Fue un primer contacto que le generó muy buenas sensaciones.
Empezó a trabajar en una tienda de Salou. Estudió catalán. Fue trabajadora doméstica. Cuando tenía tiempo libre recorría Reus e iba conociendo a su gente. El matrimonio se integró plenamente en la ciudad. Susana participó como psicóloga voluntaria en un colegio. Entró a trabajar en Servicios Sociales del Ayuntamiento y asesoraba a docentes y padres de las escuelas Alberich i Casas y Cèlia Artiga. Dio talleres en distintas asociaciones de mujeres. E impulsó la creación del Coro Latinoamericano -ahora Veus de la Terra-, junto a Jorgelina Giordano. Pasaba el tiempo y se sentía cada vez más reusense.
Su primer contacto con la calçotada fue especial. “Nos invitaron Xesca y Lluís. Fue en 2004!, recuerda. Para Susana no se trató solo de adentrarse en una tradición gastronómica. “En aquel momento comencé a sentir que ya formaba parte de la cultura y que las relaciones de amistad se profundizaban. Porque teníamos amigos que compartían con nosotros ese encuentro tan especial”, apunta. “Colaboramos en el armado del fuego, las alcachofas, y envolviendo calçots. Al probarlos quedamos fascinados”, explica.
Con el paso de los años se unieron a una cooperativa donde cultivaban verduras. Y Susana fue forjando un vínculo con la tierra que nunca antes había tenido. Empezó a quererla. El lazo era cada vez más fuerte.
Pero su vida volvió a cambiar. Su único hijo fue padre de mellizos en 2009. Se llaman Oliva y Matteo. Nacieron prematuros. Y empezaron a replantearse sus vidas. Quizás era el momento de pensar en regresar a Argentina: “En Reus habíamos logrado pertenecer, vivir la ciudad, las fiestas patronales... Pero el amor hacia los nietos hizo que volviéramos”.  Y así lo hicieron. Eligieron Puerto Madryn por varios motivos. Tiene unos 100.000 habitantes y, en cierto modo, les recuerda a Reus.
“Cuando tomé contacto con esta ciudad y vi la tierra y el clima, muy parecido al de Reus, pensé inmediatamente en la posibilidad de plantar calçots para recordar lo vivido allá”, cuenta Susana. Así que compraron un terreno de una hectárea con olivos, “casualmente de la variedad de arbequinas”. Pero no acaban aquí las casualidades, porque se enteraron de que la madre del dueño era catalana. “¡Uy, cuántas coincidencias!”, pensó. El interés en cultivar calçots crecía. Impulsaron la plantación y organizaron la calçotada patagónica. “Los comensales ya esperan la próxima”, explica Susana. Marta, su ‘socia’ catalana en la incursión del calçot en Argentina (lleva dos años en Madryn) elabora, junto a su compañero Poly, tortillas y salsa de romesco. Lo venden en un mercado de productos ecológicos. “La salsa hace furor”, cuenta Susana.
Hace unas semanas los visitó un amigo de Reus y les trajo semillas. Un paso más para que su pequeña porción de Catalunya vaya tomando forma en Argentina, siempre de la mano de Roberto, su compañero de la vida.
(Fuente: www. diaridetarragona.com)

Calçotada ¿Qué es?

La calçotada es una fiesta gastronómica típica de la región occidental de Cataluña (España); originaria de Valls, en la comarca del Alto Campo (provincia de Tarragona), en las últimas décadas se ha extendido y puede degustarse en casi cualquier parte de la comunidad durante el final del invierno y comienzos de la primavera; los calçots, una variedad de cebolletas especialmente cultivada para este propósito, se asan directamente sobre llamas de sarmientos y se comen con la mano, aderezados con una salsa especial, la salvitxada, similar a la romesco. Mientras tanto, las brasas se aprovechan para asar carnes o embutidos para el segundo plato.#

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Susana Romero, durante los trabajos en su plantación de Madryn.
24 FEB 2018 - 20:47

Susana Romero viajó a España y se volvió fascinada por mucho de lo que vivió allí, y además de los recuerdos y las amistades se trajo consigo la “calçotada”, una fiesta gastronómica típica de Cataluña que tiene su base en los calçots, una variedad de cebolletas especialmente cultivada para este propósito que se asa directamente sobre llamas y se come con la mano, con aderezados con una salsa especial, la salvitxada mientras esas mismas brasas aprovechan para asar carnes o embutidos para el segundo plato.
Así, se convirtió en una embajadora del calçot en Puerto Madryn, donde recide y donde decidió cultivar la tradicional cebolla catalana. Preparó a tierra, la abonó, la plantó y cuidó hasta que recogió sus frutos, tarea que llevó aelante junto a Marta Mateos, una catalana que conoció en marzo de este año y que añoraba su tierra.
A ella le comentó el proyecto agrícola que tenía en mente y la entusiasmó, contó Susana al sitio diaridetarragona.com. Se lanzaron a la aventura y hace un par de meses lograron celebrar la primera calçotada patagónica. “Creemos que nadie en Argentina ha cultivado calçots, por lo menos no nos hemos enterado”, explica, emocionada, tras el éxito de la iniciativa.
El corralito, la desigualdad, la corrupción y una profunda crisis económica y social fueron los motivos que llevaron a Susana y a su marido a abandonar Argentina para empezar una nueva vida en otro país. Tenían un familiar en Catalunya, así que eligieron ese destino y dejaron atrás su hogar y su gente. Psicóloga de profesión –también lo es su marido- reconoce que tuvieron muchas pérdidas personales. Pero sufrían un nivel de estrés que no podían soportar. “Prefiero tenerte lejos que enferma”, le dijo su hijo antes de que partieran. Una frase que les hizo reflexionar y les ayudó a decidirse. Vendieron todas sus pertenencias, “menos las fotos y los recuerdos entrañables”, explica. Luego llegaron a Reus y los cautivó.
Primero se trasladó su marido. Y más tarde llegó Susana. Fue un 23 de abril. En 2002. Un día que recuerda como “mágico”. “No olvidaré jamás ver tantas rosas y libros por todos lados”, relata. Fue un primer contacto que le generó muy buenas sensaciones.
Empezó a trabajar en una tienda de Salou. Estudió catalán. Fue trabajadora doméstica. Cuando tenía tiempo libre recorría Reus e iba conociendo a su gente. El matrimonio se integró plenamente en la ciudad. Susana participó como psicóloga voluntaria en un colegio. Entró a trabajar en Servicios Sociales del Ayuntamiento y asesoraba a docentes y padres de las escuelas Alberich i Casas y Cèlia Artiga. Dio talleres en distintas asociaciones de mujeres. E impulsó la creación del Coro Latinoamericano -ahora Veus de la Terra-, junto a Jorgelina Giordano. Pasaba el tiempo y se sentía cada vez más reusense.
Su primer contacto con la calçotada fue especial. “Nos invitaron Xesca y Lluís. Fue en 2004!, recuerda. Para Susana no se trató solo de adentrarse en una tradición gastronómica. “En aquel momento comencé a sentir que ya formaba parte de la cultura y que las relaciones de amistad se profundizaban. Porque teníamos amigos que compartían con nosotros ese encuentro tan especial”, apunta. “Colaboramos en el armado del fuego, las alcachofas, y envolviendo calçots. Al probarlos quedamos fascinados”, explica.
Con el paso de los años se unieron a una cooperativa donde cultivaban verduras. Y Susana fue forjando un vínculo con la tierra que nunca antes había tenido. Empezó a quererla. El lazo era cada vez más fuerte.
Pero su vida volvió a cambiar. Su único hijo fue padre de mellizos en 2009. Se llaman Oliva y Matteo. Nacieron prematuros. Y empezaron a replantearse sus vidas. Quizás era el momento de pensar en regresar a Argentina: “En Reus habíamos logrado pertenecer, vivir la ciudad, las fiestas patronales... Pero el amor hacia los nietos hizo que volviéramos”.  Y así lo hicieron. Eligieron Puerto Madryn por varios motivos. Tiene unos 100.000 habitantes y, en cierto modo, les recuerda a Reus.
“Cuando tomé contacto con esta ciudad y vi la tierra y el clima, muy parecido al de Reus, pensé inmediatamente en la posibilidad de plantar calçots para recordar lo vivido allá”, cuenta Susana. Así que compraron un terreno de una hectárea con olivos, “casualmente de la variedad de arbequinas”. Pero no acaban aquí las casualidades, porque se enteraron de que la madre del dueño era catalana. “¡Uy, cuántas coincidencias!”, pensó. El interés en cultivar calçots crecía. Impulsaron la plantación y organizaron la calçotada patagónica. “Los comensales ya esperan la próxima”, explica Susana. Marta, su ‘socia’ catalana en la incursión del calçot en Argentina (lleva dos años en Madryn) elabora, junto a su compañero Poly, tortillas y salsa de romesco. Lo venden en un mercado de productos ecológicos. “La salsa hace furor”, cuenta Susana.
Hace unas semanas los visitó un amigo de Reus y les trajo semillas. Un paso más para que su pequeña porción de Catalunya vaya tomando forma en Argentina, siempre de la mano de Roberto, su compañero de la vida.
(Fuente: www. diaridetarragona.com)

Calçotada ¿Qué es?

La calçotada es una fiesta gastronómica típica de la región occidental de Cataluña (España); originaria de Valls, en la comarca del Alto Campo (provincia de Tarragona), en las últimas décadas se ha extendido y puede degustarse en casi cualquier parte de la comunidad durante el final del invierno y comienzos de la primavera; los calçots, una variedad de cebolletas especialmente cultivada para este propósito, se asan directamente sobre llamas de sarmientos y se comen con la mano, aderezados con una salsa especial, la salvitxada, similar a la romesco. Mientras tanto, las brasas se aprovechan para asar carnes o embutidos para el segundo plato.#


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