Manuales en Braille para el armado de huertas

Son ediciones especiales para que ciegos y disminuidos visuales tengan la chance de ser parte del ProHuerta y aprendan a cultivar alimentos. La iniciativa comenzó a baja escala pero luego hubo demandas de todo el país, debido a la escasez de este tipo de contenido en un formato accesible.

22 ABR 2018 - 21:33 | Actualizado 29 SEP 2022 - 20:55

Las huertas son una herramienta terapéutica para personas ciegas o con disminución visual. El programa ProHuerta, del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el INTA, junto a la Biblioteca Popular “Alfredo Palacios” de Puerto Madryn, editaron el tradicional Manual de la Huerta Agroecológica en Sistema Braille. Posee un formato accesible e incluye conceptos teóricos y prácticos sobre cómo preparar una huerta, técnicas para elaborar plantines, cuidados del suelo, y recomendaciones para un proyecto de huerta sustentable.

Se pensó como un audiolibro para todo público, facilita la capacitación alimentaria y extiende su impacto social a población que no accedía a este tipo de contenidos, por falta de edición de libros impresos con este sistema, y falta de traductores, bibliotecas e impresoras especializadas.

El proyecto demandó unos cuantos años a sus promotoras: María Teresa Ríos Blanco, técnica referente del ProHuerta en Madryn, y Ana Bosco, responsable de la Biblioteca. La idea nació entre mates. “Nos propusimos un proyecto conjunto para enseñarle a un grupo de jóvenes el sistema de lectoescritura Braille. En la biblioteca comenzamos a recibir gente que quedaba ciega de grande y nunca había tenido la oportunidad de aprender a leer Braille, entones pensamos y elaboramos un audiolibro con el Manual para poder llenar ese espacio de gente que de repente se quedó ciega y no sabía a qué podía acceder”.

El proyecto se afianzó. “Queríamos instalar una imprenta Braille para producir material que normalmente no existe: las publicaciones en Braille son muy puntuales y por lo general, no abordan contenidos como el armado de huertas, o alternativas para que las personas con esta discapacidad puedan superarse”.

Ríos Blanco resaltó que el programa ProHuerta en Madryn “siempre trabajó con discapacidad, con organizaciones vinculadas al trabajo con chicos con capacidades diferentes. Nos tocó trabajar con la Escuela para Ciegos y Disminuidos Visuales. No teníamos material de lectura para ellos. Con Ana surgió la posibilidad de formar gente que pudiera transcribir al Braille los libros que necesitaban”.

Presentaron ante la Secretaría de Trabajo de la Provincia un proyecto para financiar insumos y becas para la gente que iba a realizar el curso para aprender el sistema y colaborar en traducciones de publicaciones tradicionales. Un grupo de chicos voluntarios de la Biblioteca hizo el curso y se logró traducir el Manual. “No teníamos impresora pero queríamos hacerlo. Los primeros manuales los hicimos con máquina de escribir de Braille”, precisó Bosco. La experiencia se difundió y generó más llegada de la población a la Biblioteca.

“Personal de la UTN, que trabajaba con accesibilidad y turismo para Madryn, nos vino a ver para participar de la elaboración de folletos en Braille para turismo; en la Biblioteca nos veríamos beneficiados con una impresora adaptada a dicho sistema. Aceptamos, los chicos ya habían aprendido Braille, y comenzamos a armar y editar folletos”, agregó.

Si había público con disminución visual que accedía a los folletos, también podían hacer menús de restaurantes y señalética urbana, para poder disfrutar de la ciudad. “Comenzamos a realizar estos trabajos para juntar fondos, porque la resma para imprimir el tipo de papel que se necesita es costoso y no contábamos con el presupuesto”. Encararon trabajos más grandes como un libro de Malvinas, menús para pizzerías de Buenos Aires, algunas ediciones especiales, y ahora el INTA.

Del Manual de ProHuerta primero se hicieron sólo 25 copias entregadas a las coordinaciones del programa. “Pero comenzamos a recibir demandas de instituciones de todo el país diciéndonos que necesitaban material para trabajar. Se hicieron algunas copias aisladas, hasta que se decidió hacer 50 copias para repartir en todo el país”, precisó Ríos Blanco.

En Chubut “el manual tuvo mucho impacto en el interior, donde hay importante incidencia de gente ciega, especialmente adultos que viven en campos y el viento y los sedimentos lesionan sus ojos. Para esas comunidades genera trabajo, porque permite que quien pierde la vista encuentre nuevas maneras de seguir adelante, produciendo alimentos con huertas”.

Hoy les siguen pidiendo material. “Es un instrumento de superación que ayuda a que personas ciegas puedan reconectarse con el estímulo de las texturas, los aromas, sentir la tierra y percibir la evolución de los cultivos; un estímulo que los reinserta en una condición de utilidad que muchas veces es difícil que perciban”, precisó Ríos Blanco. “Profundizan una evolución compleja de explicar en palabras, pero que los llena de emoción por dentro”.

Bosco remarcó que “las personas que quedan ciegas de grandes y no accedieron a nuevas aplicaciones o formatos informatizados, necesitan estos materiales para encontrarse con oficios y posibilidades de hacer algo que los desafíe todos los días, los motive y acompañe en algo tan individual, solitario y profundo como la vida sin visión”.

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22 ABR 2018 - 21:33

Las huertas son una herramienta terapéutica para personas ciegas o con disminución visual. El programa ProHuerta, del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el INTA, junto a la Biblioteca Popular “Alfredo Palacios” de Puerto Madryn, editaron el tradicional Manual de la Huerta Agroecológica en Sistema Braille. Posee un formato accesible e incluye conceptos teóricos y prácticos sobre cómo preparar una huerta, técnicas para elaborar plantines, cuidados del suelo, y recomendaciones para un proyecto de huerta sustentable.

Se pensó como un audiolibro para todo público, facilita la capacitación alimentaria y extiende su impacto social a población que no accedía a este tipo de contenidos, por falta de edición de libros impresos con este sistema, y falta de traductores, bibliotecas e impresoras especializadas.

El proyecto demandó unos cuantos años a sus promotoras: María Teresa Ríos Blanco, técnica referente del ProHuerta en Madryn, y Ana Bosco, responsable de la Biblioteca. La idea nació entre mates. “Nos propusimos un proyecto conjunto para enseñarle a un grupo de jóvenes el sistema de lectoescritura Braille. En la biblioteca comenzamos a recibir gente que quedaba ciega de grande y nunca había tenido la oportunidad de aprender a leer Braille, entones pensamos y elaboramos un audiolibro con el Manual para poder llenar ese espacio de gente que de repente se quedó ciega y no sabía a qué podía acceder”.

El proyecto se afianzó. “Queríamos instalar una imprenta Braille para producir material que normalmente no existe: las publicaciones en Braille son muy puntuales y por lo general, no abordan contenidos como el armado de huertas, o alternativas para que las personas con esta discapacidad puedan superarse”.

Ríos Blanco resaltó que el programa ProHuerta en Madryn “siempre trabajó con discapacidad, con organizaciones vinculadas al trabajo con chicos con capacidades diferentes. Nos tocó trabajar con la Escuela para Ciegos y Disminuidos Visuales. No teníamos material de lectura para ellos. Con Ana surgió la posibilidad de formar gente que pudiera transcribir al Braille los libros que necesitaban”.

Presentaron ante la Secretaría de Trabajo de la Provincia un proyecto para financiar insumos y becas para la gente que iba a realizar el curso para aprender el sistema y colaborar en traducciones de publicaciones tradicionales. Un grupo de chicos voluntarios de la Biblioteca hizo el curso y se logró traducir el Manual. “No teníamos impresora pero queríamos hacerlo. Los primeros manuales los hicimos con máquina de escribir de Braille”, precisó Bosco. La experiencia se difundió y generó más llegada de la población a la Biblioteca.

“Personal de la UTN, que trabajaba con accesibilidad y turismo para Madryn, nos vino a ver para participar de la elaboración de folletos en Braille para turismo; en la Biblioteca nos veríamos beneficiados con una impresora adaptada a dicho sistema. Aceptamos, los chicos ya habían aprendido Braille, y comenzamos a armar y editar folletos”, agregó.

Si había público con disminución visual que accedía a los folletos, también podían hacer menús de restaurantes y señalética urbana, para poder disfrutar de la ciudad. “Comenzamos a realizar estos trabajos para juntar fondos, porque la resma para imprimir el tipo de papel que se necesita es costoso y no contábamos con el presupuesto”. Encararon trabajos más grandes como un libro de Malvinas, menús para pizzerías de Buenos Aires, algunas ediciones especiales, y ahora el INTA.

Del Manual de ProHuerta primero se hicieron sólo 25 copias entregadas a las coordinaciones del programa. “Pero comenzamos a recibir demandas de instituciones de todo el país diciéndonos que necesitaban material para trabajar. Se hicieron algunas copias aisladas, hasta que se decidió hacer 50 copias para repartir en todo el país”, precisó Ríos Blanco.

En Chubut “el manual tuvo mucho impacto en el interior, donde hay importante incidencia de gente ciega, especialmente adultos que viven en campos y el viento y los sedimentos lesionan sus ojos. Para esas comunidades genera trabajo, porque permite que quien pierde la vista encuentre nuevas maneras de seguir adelante, produciendo alimentos con huertas”.

Hoy les siguen pidiendo material. “Es un instrumento de superación que ayuda a que personas ciegas puedan reconectarse con el estímulo de las texturas, los aromas, sentir la tierra y percibir la evolución de los cultivos; un estímulo que los reinserta en una condición de utilidad que muchas veces es difícil que perciban”, precisó Ríos Blanco. “Profundizan una evolución compleja de explicar en palabras, pero que los llena de emoción por dentro”.

Bosco remarcó que “las personas que quedan ciegas de grandes y no accedieron a nuevas aplicaciones o formatos informatizados, necesitan estos materiales para encontrarse con oficios y posibilidades de hacer algo que los desafíe todos los días, los motive y acompañe en algo tan individual, solitario y profundo como la vida sin visión”.


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