Editorial / Correr el arco todos los días, la peor manera de solucionar los conflictos

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Sin solución. La situación de los estatales es cada vez más compleja.
30 JUN 2018 - 21:28 | Actualizado

La imagen de la ministra de Educación, Graciela Cigudosa, de su par de Economía, Alejandro Garzonio, del subsecretario de Coordinación Financiera, Luis Tarrío, y de muchos otros funcionarios comiendo frente a un televisor el jueves a la noche, encerrados en el Hotel Deportivo de Rawson porque no los dejaban salir, es la más imagen más nítida para explicar por qué en Chubut está costando tanto solucionar los conflictos.

Unos metros más allá, en otro salón del mismo lugar, los dirigentes gremiales de ATECh, Sadop y Sitraed se sentaban en el piso, haciendo una “vigilia” y esperando una nueva oferta salarial, algo que íntimamente sabían no iba a ocurrir. Es que ellos mismos habían firmado el acta en el que quedaba claro que la nueva oferta salarial del Gobierno había sido rechazada y que la paritaria estaba caída.

Afuera, cientos de trabajadores combatían el frío con fogatas, escuchando los audios que Santiago Goodman y Marcela Capón, de ATECh, les enviaban desde adentro. Aún con el acta firmada y con el Gobierno anunciando por redes sociales que la oferta había sido rechazada, que la paritaria había fracasado y se daba por cerrada, lo que abría la puerta al aumento por decreto, tanto Goodman como Capón seguían arengando una estrategia que a esa hora estaba enterrada.

Inclusive, hubo un poco de confusión en las horas previas, en el atardecer del jueves, porque algunos delegados de ATECh que no participaban de la paritaria indicaron “off the record” a varios periodistas que los consultaron que no era verdad que la propuesta había sido rechazada. Según ellos, si lo que ofrecía el Gobierno era bajado a las asambleas de las escuelas, iba a ser aceptado.

Esos mismos delegados aseguraban que los $ 1.200 al Básico, el mantenimiento del bono de $ 1.500, la cláusula gatillo de tres actualizaciones con el IPC Patagonia (la tasa de inflación que mide el INDEC) y el compromiso de no descontar los días de paro, no eran la mejor oferta pero sí la más cercana a un escenario de cordura para volver a las aulas y seguir negociando en el segundo semestre. Sin embargo, la posición de las cabezas de los gremios fue exigir los $ 1.500 o nada. Y fue nada.

Ahora, la posibilidad de que este aumento salga por el decreto será la muestra más palmaria de la incapacidad del Gobierno y de los gremios para poder llevar a buen puerto una negociación compleja. Correr el arco todos los días un poco más es la peor manera de solucionar los conflictos. Siempre. Y ambas partes se la pasaron corriendo el arco desde hace cien días.

El regreso de la política

La reunión que el jueves mantuvieron en un parador de Puerto Madryn el intendente local, Ricardo Sastre, su par de Trelew, Adrián Maderna, y el de Comodoro Rivadavia, Carlos Linares, fue el primer gesto político de un grupo de dirigentes que hoy por hoy tienen, en volumen, la mayor representatividad política de la provincia. Inclusive, por sobre el propio Arcioni, que desde que asumió ha debido construir lo poco que tiene casi solo, sin apoyo del PJ, ni del FpV y mucho menos del dasnevismo, que fue el que lo engendró en términos políticos y por razones varias está hoy más enfrentado que nadie a la figura del gobernador.

Sastre, Maderna y Linares tampoco son hoy –nunca lo fueron, en verdad- aliados políticos del gobernador. Según dicen en sus alrededores, la desconexión entre ellos y el gobernador se ha dado más por decisión de Fontana 50 o de algunos de los que allí habitan o habitaron. Pero los tres tienen hoy un insoslayable poder territorial y una proyección electoral que los obliga a mirar el conflicto con ojos más atentos. Por eso durante el encuentro de Madryn se habló más que nada de aportar todo lo que se pueda para acercar a las partes y ponerle un cierre al conflicto.

Lo que los tres intendentes coincidieron es renegar de que un conflicto se haya estirado tanto tiempo: “Estamos desde marzo con este tema, no puede ser. Si sale por decreto espero que no sea para peor”, dijo el intendente portuario.

Sastre y Linares saben de conflictos, propios y extraños. El primero atravesó momentos similares en 2013 y 2014 con la crisis del sector pesquero. Y el comodorense era viceintendente en 2012 cuando el conflicto con Cerro Dragón puso a la ciudad petrolera en el foco de la tormenta.

Es verdad, como reclaman estos tres intendentes, que el diálogo no ha sido la principal herramienta a la que haya apelado Arcioni para llevar adelante su gestión en estos ocho meses. Es razonable, también, que el gobernador haya dudado de todos a su alrededor en este tiempo. Su falta de gimnasia política y el vacío que le hizo su propio bloque de diputados y el sector por el que llegó donde llegó, lo blindaron de temores y desconfianza.

Ya pasó suficiente agua turbia bajo el puente como para que llegue el momento de abrir canales de diálogo sincero, sobre todo con los intendentes de mayor peso. Es hora de que todos los que tienen un poco de poder siembren algo de sensatez en este campo árido en el que se ha convertido Chubut.

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Sin solución. La situación de los estatales es cada vez más compleja.
30 JUN 2018 - 21:28

La imagen de la ministra de Educación, Graciela Cigudosa, de su par de Economía, Alejandro Garzonio, del subsecretario de Coordinación Financiera, Luis Tarrío, y de muchos otros funcionarios comiendo frente a un televisor el jueves a la noche, encerrados en el Hotel Deportivo de Rawson porque no los dejaban salir, es la más imagen más nítida para explicar por qué en Chubut está costando tanto solucionar los conflictos.

Unos metros más allá, en otro salón del mismo lugar, los dirigentes gremiales de ATECh, Sadop y Sitraed se sentaban en el piso, haciendo una “vigilia” y esperando una nueva oferta salarial, algo que íntimamente sabían no iba a ocurrir. Es que ellos mismos habían firmado el acta en el que quedaba claro que la nueva oferta salarial del Gobierno había sido rechazada y que la paritaria estaba caída.

Afuera, cientos de trabajadores combatían el frío con fogatas, escuchando los audios que Santiago Goodman y Marcela Capón, de ATECh, les enviaban desde adentro. Aún con el acta firmada y con el Gobierno anunciando por redes sociales que la oferta había sido rechazada, que la paritaria había fracasado y se daba por cerrada, lo que abría la puerta al aumento por decreto, tanto Goodman como Capón seguían arengando una estrategia que a esa hora estaba enterrada.

Inclusive, hubo un poco de confusión en las horas previas, en el atardecer del jueves, porque algunos delegados de ATECh que no participaban de la paritaria indicaron “off the record” a varios periodistas que los consultaron que no era verdad que la propuesta había sido rechazada. Según ellos, si lo que ofrecía el Gobierno era bajado a las asambleas de las escuelas, iba a ser aceptado.

Esos mismos delegados aseguraban que los $ 1.200 al Básico, el mantenimiento del bono de $ 1.500, la cláusula gatillo de tres actualizaciones con el IPC Patagonia (la tasa de inflación que mide el INDEC) y el compromiso de no descontar los días de paro, no eran la mejor oferta pero sí la más cercana a un escenario de cordura para volver a las aulas y seguir negociando en el segundo semestre. Sin embargo, la posición de las cabezas de los gremios fue exigir los $ 1.500 o nada. Y fue nada.

Ahora, la posibilidad de que este aumento salga por el decreto será la muestra más palmaria de la incapacidad del Gobierno y de los gremios para poder llevar a buen puerto una negociación compleja. Correr el arco todos los días un poco más es la peor manera de solucionar los conflictos. Siempre. Y ambas partes se la pasaron corriendo el arco desde hace cien días.

El regreso de la política

La reunión que el jueves mantuvieron en un parador de Puerto Madryn el intendente local, Ricardo Sastre, su par de Trelew, Adrián Maderna, y el de Comodoro Rivadavia, Carlos Linares, fue el primer gesto político de un grupo de dirigentes que hoy por hoy tienen, en volumen, la mayor representatividad política de la provincia. Inclusive, por sobre el propio Arcioni, que desde que asumió ha debido construir lo poco que tiene casi solo, sin apoyo del PJ, ni del FpV y mucho menos del dasnevismo, que fue el que lo engendró en términos políticos y por razones varias está hoy más enfrentado que nadie a la figura del gobernador.

Sastre, Maderna y Linares tampoco son hoy –nunca lo fueron, en verdad- aliados políticos del gobernador. Según dicen en sus alrededores, la desconexión entre ellos y el gobernador se ha dado más por decisión de Fontana 50 o de algunos de los que allí habitan o habitaron. Pero los tres tienen hoy un insoslayable poder territorial y una proyección electoral que los obliga a mirar el conflicto con ojos más atentos. Por eso durante el encuentro de Madryn se habló más que nada de aportar todo lo que se pueda para acercar a las partes y ponerle un cierre al conflicto.

Lo que los tres intendentes coincidieron es renegar de que un conflicto se haya estirado tanto tiempo: “Estamos desde marzo con este tema, no puede ser. Si sale por decreto espero que no sea para peor”, dijo el intendente portuario.

Sastre y Linares saben de conflictos, propios y extraños. El primero atravesó momentos similares en 2013 y 2014 con la crisis del sector pesquero. Y el comodorense era viceintendente en 2012 cuando el conflicto con Cerro Dragón puso a la ciudad petrolera en el foco de la tormenta.

Es verdad, como reclaman estos tres intendentes, que el diálogo no ha sido la principal herramienta a la que haya apelado Arcioni para llevar adelante su gestión en estos ocho meses. Es razonable, también, que el gobernador haya dudado de todos a su alrededor en este tiempo. Su falta de gimnasia política y el vacío que le hizo su propio bloque de diputados y el sector por el que llegó donde llegó, lo blindaron de temores y desconfianza.

Ya pasó suficiente agua turbia bajo el puente como para que llegue el momento de abrir canales de diálogo sincero, sobre todo con los intendentes de mayor peso. Es hora de que todos los que tienen un poco de poder siembren algo de sensatez en este campo árido en el que se ha convertido Chubut.


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