Una chica trans denunció haber sido abusada en su vivienda: habla de discriminación y violencia

Hace pocas horas Camila radicó una denuncia contra su hermanastro. Y hace unos 10 años atrás sufrió un infierno por el abuso al que la sometió su padre. Además dice que en su casa no respetan su cambio de identidad. “Me hacen mucho daño”, lamentó.

Camila le contó su dramática historia a Jornada. Visibiliza lo que le pasa porque lleva una gran carga
01 JUL 2018 - 20:06 | Actualizado

La vida a Camila no le da tregua. Es una chica trans y tiene 20 años. Intenta cada día salir de la pesadilla en la que vive y sueña con un mundo mejor: de igualdad, sin discriminación. Contó que hace 10 años afrontó un proceso judicial porque su padre abusó de ella, pero fue presionada para no relatar lo que había sucedido para que su agresor no sea condenado: era una niña. Pero la semana pasada radicó en la Comisaría de la Mujer de Rawson una denuncia por un nuevo abuso sufrido. Ahora, contra su hermanastro. Y teme por la seguridad de sus hermanitos, dos de ellos discapacitados. Dice además que su madre no acepta su cambio de identidad y sigue llamándola por su nombre masculino. “Eso me duele mucho”.

Camila decidió hacer público su relato una entrevista con Jornada para visibilizar el infierno que en mala hora le toca vivir. Poco después del mediodía del jueves pasado radicó la denuncia. Su hermanastro (25), tiene el lazo por parte de su mamá. Asegura que también habría sufrido abusos por parte del mismo sujeto, su hermana de 22 años, quien tiene una hija. “A ella le trajo muchas complicaciones psicológicas”, indicó la joven.

“Es una gran carga”

Tiene 9 hermanos, entre ellos, una chica de 18 años con discapacidad mental y otro de 15 con Síndrome de Down. “Desde chica estoy afrontando todo esto solo junto a mi hermana que también fue abusada por mi hermanastro. Me costó muchísimo salir. Me decían que estaba mal decirlo. Pero siempre fue una carga. Es un mochila que llevo. Contarlo me va a ayudar”, expresó.

Como cada persona que opta por el cambio de identidad, lo que le sucedió a Camila no fue de un día para el otro. Siempre se sintió mujer. De eso no tuvo dudas jamás.

“Actualmente me estoy hormonizando. Pero desde que tenía 12 años empecé a vestirme como mujer y a conocer el mundo desde ese lado. Pero yo siempre fui así”.

Gran parte de la sociedad aún no disminuye el manto de crueldad con quienes deciden vivir con una identidad distinta a la del día de su nacimiento según su sexo. “Ser hombre o mujer no depende de los genitales, es una cuestión de culturización” definió la semana pasada Gabriela Mansilla, mamá de la primera nena trans del mundo. Esto, idéntico, le pasa a Camila.

La violencia no la sufre sólo cuando sale al exterior de su casa sino dentro de su propia vivienda. “Hay cosas que mi mamá no las acepta. Yo lloré mucho tiempo. Soy dura, me cuesta expresar mis sentimientos. Lo que me hace falta es el afecto de mi familia que nunca tuve. La contención que no se oponga a lo que yo decido ser. No tengo el afecto de mi mamá. Ella va a la iglesia, debería aceptarme. Todo el tiempo me llama con mi nombre de varón. Me molesta, me pone mal. Me hace daño”, describió.

Abusos y violencia

La historia familiar de abusos y violencia lleva larga data. Recuerda Camila que una de sus hermanas hizo una denuncia por violencia familiar y acoso sexual contra su padre hace varios años. El agresor tiene prohibición de acercamiento. “No se levantó jamás esa medida pero él siempre la incumplió yendo a molestar, hostigando a mi mamá y pegándonos. Hubo guardia de Policía día y noche en mi casa. El iba a molestar y tiraba piedras. Era muy complicado. Con mi hermana, me abrí y le dije que iba a denunciarlo. Lo vivimos las dos. Hablé con una enfermera, ella me acompañó a Fiscalía y pude denunciarlo. Cuando se hizo el juicio , me acompañó mi hermanastra. Me presionaron para que diga que era mentira y quedó libre. Yo tendría 11 años, hoy tengo 20 y ya no quiero más impunidad”, advirtió.

Aseguró la joven con gran pesar que pasó muchas cosas en su corta vida. “Luego de eso, que salió libre mi papá, fue mi hermanastro el que me abusó. Fue con penetración. No se lo conté mi mamá. Porque no lo creía. Estaba cegada, me pidió perdón, creo que no tiene la culpa, pero ya no lo soporto más”.

Amenazas de muerte

La situación violenta no terminó, como si no fuera suficiente, con el abuso. “Hubo muchas situaciones de violencia, de amenazas por parte de mi hermanastro y de mi papá también. Amenazas de muerte. Pero hoy me decidí a hablar”, expresó.

Camila decide revelar lo que le está pasando porque como tantas chicas en su misma situación, tiene miedo. “Tengo miedo que mi padre o mi hermanastro lleguen a mi casa, que no esté yo porque voy a la escuela y le hagan algo a mis hermanitos. Mi hermana de 18 tiene parálisis cerebral y el otro de 15 tiene Síndrome de Down. A él hasta lo quemaron un cigarrillo” afirmó al borde del llanto.

Al infierno que es sometida en su propia casa se le suma la situación que vive en su entorno y cuando sale a la calle. “A la sociedad le falta un montón para lograr la igualdad. Un tramo grandísimo para que se deje de discriminar, que haya más inclusión. Pido que las víctimas no se callen, que lo denuncien. Me siento discriminada con las miradas. Camino por las calles y me siento mal. Pero ya por eso no me dejo llevar. La mayor violencia la ejerce mi familia. Ha sido así toda la vida, seno familiar en la casa”.

Su principal objetivo al hacer público su caso es que tanto la sociedad como la justicia (ahora que ya se animó a presentar la denuncia), crean en su testimonio. “Años atrás cuando el abuso de mi padre se llevó a tribunales, fui presionada para que él esté libre, me decían que era una persona grande, que tuviese en cuenta eso”.

La historia se recrudeció los últimos años. Su hermanastro abusó de ella y de su hermana. “Me tocó la peor parte. Desde ahí nos juntamos más con mi hermana. Mi hermanastro me manipulaba mucho. Nos decía que nos iban a comprar juguetes. Jugaba a la mamá y al papá y a mi hermana la tocaba y la besaba mientras dormía”, describió.

“Mucho temor”

Y agregó: “Por eso, mi hermana es muy cerrada. Tiene mucho temor cuando se le acerca un hombre. Tiene miedo. Es por los abusos que vivió. Ahora le sacaron su hijo. Se iba a Puerto Madryn y podía ponerlo en riesgo. Quiero también que lo denuncie para sacarse la carga que tiene. Yo lo tengo asumido. Por más que mi familia me diga que no, para mí ya está decidido”.

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Camila le contó su dramática historia a Jornada. Visibiliza lo que le pasa porque lleva una gran carga
01 JUL 2018 - 20:06

La vida a Camila no le da tregua. Es una chica trans y tiene 20 años. Intenta cada día salir de la pesadilla en la que vive y sueña con un mundo mejor: de igualdad, sin discriminación. Contó que hace 10 años afrontó un proceso judicial porque su padre abusó de ella, pero fue presionada para no relatar lo que había sucedido para que su agresor no sea condenado: era una niña. Pero la semana pasada radicó en la Comisaría de la Mujer de Rawson una denuncia por un nuevo abuso sufrido. Ahora, contra su hermanastro. Y teme por la seguridad de sus hermanitos, dos de ellos discapacitados. Dice además que su madre no acepta su cambio de identidad y sigue llamándola por su nombre masculino. “Eso me duele mucho”.

Camila decidió hacer público su relato una entrevista con Jornada para visibilizar el infierno que en mala hora le toca vivir. Poco después del mediodía del jueves pasado radicó la denuncia. Su hermanastro (25), tiene el lazo por parte de su mamá. Asegura que también habría sufrido abusos por parte del mismo sujeto, su hermana de 22 años, quien tiene una hija. “A ella le trajo muchas complicaciones psicológicas”, indicó la joven.

“Es una gran carga”

Tiene 9 hermanos, entre ellos, una chica de 18 años con discapacidad mental y otro de 15 con Síndrome de Down. “Desde chica estoy afrontando todo esto solo junto a mi hermana que también fue abusada por mi hermanastro. Me costó muchísimo salir. Me decían que estaba mal decirlo. Pero siempre fue una carga. Es un mochila que llevo. Contarlo me va a ayudar”, expresó.

Como cada persona que opta por el cambio de identidad, lo que le sucedió a Camila no fue de un día para el otro. Siempre se sintió mujer. De eso no tuvo dudas jamás.

“Actualmente me estoy hormonizando. Pero desde que tenía 12 años empecé a vestirme como mujer y a conocer el mundo desde ese lado. Pero yo siempre fui así”.

Gran parte de la sociedad aún no disminuye el manto de crueldad con quienes deciden vivir con una identidad distinta a la del día de su nacimiento según su sexo. “Ser hombre o mujer no depende de los genitales, es una cuestión de culturización” definió la semana pasada Gabriela Mansilla, mamá de la primera nena trans del mundo. Esto, idéntico, le pasa a Camila.

La violencia no la sufre sólo cuando sale al exterior de su casa sino dentro de su propia vivienda. “Hay cosas que mi mamá no las acepta. Yo lloré mucho tiempo. Soy dura, me cuesta expresar mis sentimientos. Lo que me hace falta es el afecto de mi familia que nunca tuve. La contención que no se oponga a lo que yo decido ser. No tengo el afecto de mi mamá. Ella va a la iglesia, debería aceptarme. Todo el tiempo me llama con mi nombre de varón. Me molesta, me pone mal. Me hace daño”, describió.

Abusos y violencia

La historia familiar de abusos y violencia lleva larga data. Recuerda Camila que una de sus hermanas hizo una denuncia por violencia familiar y acoso sexual contra su padre hace varios años. El agresor tiene prohibición de acercamiento. “No se levantó jamás esa medida pero él siempre la incumplió yendo a molestar, hostigando a mi mamá y pegándonos. Hubo guardia de Policía día y noche en mi casa. El iba a molestar y tiraba piedras. Era muy complicado. Con mi hermana, me abrí y le dije que iba a denunciarlo. Lo vivimos las dos. Hablé con una enfermera, ella me acompañó a Fiscalía y pude denunciarlo. Cuando se hizo el juicio , me acompañó mi hermanastra. Me presionaron para que diga que era mentira y quedó libre. Yo tendría 11 años, hoy tengo 20 y ya no quiero más impunidad”, advirtió.

Aseguró la joven con gran pesar que pasó muchas cosas en su corta vida. “Luego de eso, que salió libre mi papá, fue mi hermanastro el que me abusó. Fue con penetración. No se lo conté mi mamá. Porque no lo creía. Estaba cegada, me pidió perdón, creo que no tiene la culpa, pero ya no lo soporto más”.

Amenazas de muerte

La situación violenta no terminó, como si no fuera suficiente, con el abuso. “Hubo muchas situaciones de violencia, de amenazas por parte de mi hermanastro y de mi papá también. Amenazas de muerte. Pero hoy me decidí a hablar”, expresó.

Camila decide revelar lo que le está pasando porque como tantas chicas en su misma situación, tiene miedo. “Tengo miedo que mi padre o mi hermanastro lleguen a mi casa, que no esté yo porque voy a la escuela y le hagan algo a mis hermanitos. Mi hermana de 18 tiene parálisis cerebral y el otro de 15 tiene Síndrome de Down. A él hasta lo quemaron un cigarrillo” afirmó al borde del llanto.

Al infierno que es sometida en su propia casa se le suma la situación que vive en su entorno y cuando sale a la calle. “A la sociedad le falta un montón para lograr la igualdad. Un tramo grandísimo para que se deje de discriminar, que haya más inclusión. Pido que las víctimas no se callen, que lo denuncien. Me siento discriminada con las miradas. Camino por las calles y me siento mal. Pero ya por eso no me dejo llevar. La mayor violencia la ejerce mi familia. Ha sido así toda la vida, seno familiar en la casa”.

Su principal objetivo al hacer público su caso es que tanto la sociedad como la justicia (ahora que ya se animó a presentar la denuncia), crean en su testimonio. “Años atrás cuando el abuso de mi padre se llevó a tribunales, fui presionada para que él esté libre, me decían que era una persona grande, que tuviese en cuenta eso”.

La historia se recrudeció los últimos años. Su hermanastro abusó de ella y de su hermana. “Me tocó la peor parte. Desde ahí nos juntamos más con mi hermana. Mi hermanastro me manipulaba mucho. Nos decía que nos iban a comprar juguetes. Jugaba a la mamá y al papá y a mi hermana la tocaba y la besaba mientras dormía”, describió.

“Mucho temor”

Y agregó: “Por eso, mi hermana es muy cerrada. Tiene mucho temor cuando se le acerca un hombre. Tiene miedo. Es por los abusos que vivió. Ahora le sacaron su hijo. Se iba a Puerto Madryn y podía ponerlo en riesgo. Quiero también que lo denuncie para sacarse la carga que tiene. Yo lo tengo asumido. Por más que mi familia me diga que no, para mí ya está decidido”.


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