La ceremonia del té, un clásico del 28 de Julio

Las capillas de distintos puntos del Valle Inferior y las casas de té se vieron desbordadas en el aniversario de la colonización galesa, que cumplió ayer 153 años.

En las capillas se vive especialmente la ceremonia del té, y su preparación conlleva toda una organización.
28 JUL 2018 - 21:15 | Actualizado

Por Dario Roberts / @darioroberts

Mañanas húmedas, un fogón encendido y la mirada hacia el cielo esperando que no llueva para que todos los vecinos pudieran llegar hasta la capilla. Una pausa en la tarea rural, un abrigo que sale del viejo ropero y un pañuelo para el cuello. Los grandes charlan al reparo de los árboles y los niños se afanan por participar en una carrera de embolsados en el patio de la centenaria escuela de Bryn Gwyn.

Antes o ahora, el 28 de julio ha sido una fecha de celebración y reencuentro. El asfalto sobre la ruta de acceso y la instalación del gas natural han cambiado el paisaje y la comodidad. La lluvia ya no es un obstáculo para organizar el té en la Capilla Seion, y el agua se puede hervir en la comodidad del vestry, pero sin embargo las tradiciones no cambian.

De ello pueden dar fe Sofía Owen, Ida Williams de Owen, Felisa Reynolds de Jones y Carlos Barragán, los cuatro integrantes de la comisión organizadora que ayer cumplieron con el ritual que cada año los impulsa, como desde hace décadas, a brindar el servicio de té galés en la capilla ubicada en Bryn Gwyn.

“Acá siempre se ha seguido con la tradición, hace muchísimos años que servimos el té para el 28 de julio, no se dejó de hacer nunca, salvo antes que cuando no teníamos asfalto había que postergarlo o suspenderlo” cuenta Sofía, quien comenzó con esta tradición hace más de medio siglo.

Felisa dice orgullosa que es una tradición que comparte con toda su familia, ya que como en años anteriores sus hijos participan activamente del servicio y uno de ellos incluso es el encargado de hacer el té, tradición que conserva de una tía que le enseñó los secretos de la mezcla de las hebras y el punto del agua para lograr un sabor único.



La organización del té empezó “quince o veinte días antes, porque uno tiene que ir comprando las cosas y confirmando a las personas que van a venir a servir las mesas” y si bien la comisión organizadora está integrada por cuatro personas, “hoy somos entre 20 y 22 personas entre los que están en el vestry preparando todo, las mujeres que sirven el té, que son tres por mesa para que puedan atender bien a la gente, los que están en la entrada y el resto de quienes colaboran”.

Ayer el servicio se puso en marcha pasadas las 14 horas y se esperaba que al finalizar la jornada hubieran pasado alrededor de 300 personas a tomar el té, aunque hubo años en los que Felisa asegura “atendimos a más 450 personas y tuvimos que cortar con la venta porque no se podía”.

“Uno ya con los años va conociendo a los que vienen temprano, a primera hora y también a los que llegan a la tardecita, como para quedarse al concierto” cuentan las mujeres, en referencia al tradicional evento cultural que con música, recitación y alguna pequeña obra costumbrista, cierra la celebración cada 28 de julio.

Preparación tradicional

El servicio de té en la Capilla Seion involucra a un montón de vecinos, ya que más allá de la organización “la tortas se han encargado a gente que hace años nos provee, cada persona tiene su tarea, a algunos les encargamos las tartas, a otros el pan de miga, otros las tortas y así ya tenemos todo organizado”, dice Felisa, quien asegura que la característica principal es que todo es bien casero, y confía en que los sándwich salados que sirven “son una receta tradicional, tiene su secreto, los preparamos la noche anterior de un modo particular” confiesa, mientras sonríe para no revelar la esencia de la preparación.

Sofía cuenta que sus primeros recuerdos sobre la celebración del 28 de julio se remontan a su infancia. “Yo era de Drofa Dulog y Puente Hendre, y en mi casa mi papá y mi mamá iban a Moriah o a la Drofa Dulog y de chica me llevaba a mí para los días de capilla. Cuando vine a Bryn Gwyn la gente que estaba en la comisión me dijo vos tenés que venir y acá estoy”, recuerda esta vecina.

También valora las comodidades que hoy tiene la capilla, como el hecho de contar con gas natural instalado y eso “nos facilita mucho la tarea, ahora podemos calentar el agua acá adentro y no hay que pasar entre las mesas con el agua caliente, era un peligro para la gente que estaba sentada”, dice.

Ceremonia particular

“Creo que la gente viene a la capilla porque la acostumbramos a que consuman todas las cosas bien caseras, y la amabilidad de la gente que sirve, eso hay que destacarlo; las chicas que trabajan en las mesas ponen todo su amor para servir bien, y todos se van muy conformes con el té”, expresa Felisa, quien también cuenta que una característica de la capilla es reconocer con un obsequio a “a todas las mujeres que trabajan en las mesas, se les entrega un presente en el concierto y también a los que colaboran en el vestry y los hombres que nos ayudan”.



Felisa llegó a ser parte de la organización hace muchos años, cuando su suegra Nanus –toda una institución en esa zona del valle- la llevó para colaborar en la organización “y de la misma manera yo trato también de que todos mis hijos estén acá hoy, para compartir esto”.

Ida Williams de Owen es la encargada de coordinar la parte artística del evento, que se cumple en cada edición de manera puntual a partir de las 19 horas, cuando todos quienes trabajan en la organización levantan la vajilla, se sacan los tablones que conforman las mesas y el escenario de la capilla se destaca en el edificio para que la música y el arte inunden con su clima el fin de la jornada de celebración.

Los juegos deportivos en el patio de la escuela ubicada frente a la capilla, que durante décadas matizaron la espera hasta conseguir un lugar en la capilla, ya no se realizan. Sin embargo son muchas las familias que concurren en forma completa cada año para que abuelos y nietos disfruten del tradicional té galés.

Un día de reencuentro

Carlos Barragán es el único hombre en la comisión organizadora y un permanente colaborador de la celebración. Comenta que a diferencia de Sofía y Felisa, él no integra la congregación que todos los domingos concurre al culto en la Capilla Seion y su participación “representa al resto de los vecinos que venimos a trabajar este día 28 de julio”.

Al igual que varias de las capillas galesas del Valle del Chubut, en Seion hay actividad de manera periódica para quienes profesan el culto, pero en esta fecha en particular confluyen pobladores de distintos credos y así es como también el patio de la capilla ayer se pobló con descendientes de galeses, españoles, italianos, árabes, portugueses y bolivianos, entre otras nacionalidades, que llegan desde las chacras vecinas, y de otras parte del valle para participar de la celebración.

En el caso de Carlos, que ayer estuvo a cargo de la venta de entradas, “hace muchos años que uno está en esto, porque desde muy chico he venido a la escuela primaria de la zona, trabajo en la chacra en Bryn Gwyn y también en la escuela agrotécnica, y siempre he estado participando acá, o bien en la organización ahora o también tomando parte del concierto con el coro, cantando o haciendo pequeñas obras, así que más de 25 años en esto seguro”.

En cuanto a lo que representa la celebración del 28 de julio asegura que “para la comunidad galesa es lógicamente recordar esa gesta y yo creo que para la gente en general es algo especial, porque si bien tomar el té es accesible todos los días en distintas casas, es especial venir a la capilla, tiene otro sabor, otro gusto”.

Pero sin duda el aspecto que más destaca este vecino del valle, es que se trata “de un momento de recuentro. Uno ve que vecinos que hace mucho tiempo que se han ido de la zona, y están radicados en otras ciudades, vienen para esta fecha, familias enteras y todos se reúnen acá, es sin duda un momento de reencuentro”.

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En las capillas se vive especialmente la ceremonia del té, y su preparación conlleva toda una organización.
28 JUL 2018 - 21:15

Por Dario Roberts / @darioroberts

Mañanas húmedas, un fogón encendido y la mirada hacia el cielo esperando que no llueva para que todos los vecinos pudieran llegar hasta la capilla. Una pausa en la tarea rural, un abrigo que sale del viejo ropero y un pañuelo para el cuello. Los grandes charlan al reparo de los árboles y los niños se afanan por participar en una carrera de embolsados en el patio de la centenaria escuela de Bryn Gwyn.

Antes o ahora, el 28 de julio ha sido una fecha de celebración y reencuentro. El asfalto sobre la ruta de acceso y la instalación del gas natural han cambiado el paisaje y la comodidad. La lluvia ya no es un obstáculo para organizar el té en la Capilla Seion, y el agua se puede hervir en la comodidad del vestry, pero sin embargo las tradiciones no cambian.

De ello pueden dar fe Sofía Owen, Ida Williams de Owen, Felisa Reynolds de Jones y Carlos Barragán, los cuatro integrantes de la comisión organizadora que ayer cumplieron con el ritual que cada año los impulsa, como desde hace décadas, a brindar el servicio de té galés en la capilla ubicada en Bryn Gwyn.

“Acá siempre se ha seguido con la tradición, hace muchísimos años que servimos el té para el 28 de julio, no se dejó de hacer nunca, salvo antes que cuando no teníamos asfalto había que postergarlo o suspenderlo” cuenta Sofía, quien comenzó con esta tradición hace más de medio siglo.

Felisa dice orgullosa que es una tradición que comparte con toda su familia, ya que como en años anteriores sus hijos participan activamente del servicio y uno de ellos incluso es el encargado de hacer el té, tradición que conserva de una tía que le enseñó los secretos de la mezcla de las hebras y el punto del agua para lograr un sabor único.



La organización del té empezó “quince o veinte días antes, porque uno tiene que ir comprando las cosas y confirmando a las personas que van a venir a servir las mesas” y si bien la comisión organizadora está integrada por cuatro personas, “hoy somos entre 20 y 22 personas entre los que están en el vestry preparando todo, las mujeres que sirven el té, que son tres por mesa para que puedan atender bien a la gente, los que están en la entrada y el resto de quienes colaboran”.

Ayer el servicio se puso en marcha pasadas las 14 horas y se esperaba que al finalizar la jornada hubieran pasado alrededor de 300 personas a tomar el té, aunque hubo años en los que Felisa asegura “atendimos a más 450 personas y tuvimos que cortar con la venta porque no se podía”.

“Uno ya con los años va conociendo a los que vienen temprano, a primera hora y también a los que llegan a la tardecita, como para quedarse al concierto” cuentan las mujeres, en referencia al tradicional evento cultural que con música, recitación y alguna pequeña obra costumbrista, cierra la celebración cada 28 de julio.

Preparación tradicional

El servicio de té en la Capilla Seion involucra a un montón de vecinos, ya que más allá de la organización “la tortas se han encargado a gente que hace años nos provee, cada persona tiene su tarea, a algunos les encargamos las tartas, a otros el pan de miga, otros las tortas y así ya tenemos todo organizado”, dice Felisa, quien asegura que la característica principal es que todo es bien casero, y confía en que los sándwich salados que sirven “son una receta tradicional, tiene su secreto, los preparamos la noche anterior de un modo particular” confiesa, mientras sonríe para no revelar la esencia de la preparación.

Sofía cuenta que sus primeros recuerdos sobre la celebración del 28 de julio se remontan a su infancia. “Yo era de Drofa Dulog y Puente Hendre, y en mi casa mi papá y mi mamá iban a Moriah o a la Drofa Dulog y de chica me llevaba a mí para los días de capilla. Cuando vine a Bryn Gwyn la gente que estaba en la comisión me dijo vos tenés que venir y acá estoy”, recuerda esta vecina.

También valora las comodidades que hoy tiene la capilla, como el hecho de contar con gas natural instalado y eso “nos facilita mucho la tarea, ahora podemos calentar el agua acá adentro y no hay que pasar entre las mesas con el agua caliente, era un peligro para la gente que estaba sentada”, dice.

Ceremonia particular

“Creo que la gente viene a la capilla porque la acostumbramos a que consuman todas las cosas bien caseras, y la amabilidad de la gente que sirve, eso hay que destacarlo; las chicas que trabajan en las mesas ponen todo su amor para servir bien, y todos se van muy conformes con el té”, expresa Felisa, quien también cuenta que una característica de la capilla es reconocer con un obsequio a “a todas las mujeres que trabajan en las mesas, se les entrega un presente en el concierto y también a los que colaboran en el vestry y los hombres que nos ayudan”.



Felisa llegó a ser parte de la organización hace muchos años, cuando su suegra Nanus –toda una institución en esa zona del valle- la llevó para colaborar en la organización “y de la misma manera yo trato también de que todos mis hijos estén acá hoy, para compartir esto”.

Ida Williams de Owen es la encargada de coordinar la parte artística del evento, que se cumple en cada edición de manera puntual a partir de las 19 horas, cuando todos quienes trabajan en la organización levantan la vajilla, se sacan los tablones que conforman las mesas y el escenario de la capilla se destaca en el edificio para que la música y el arte inunden con su clima el fin de la jornada de celebración.

Los juegos deportivos en el patio de la escuela ubicada frente a la capilla, que durante décadas matizaron la espera hasta conseguir un lugar en la capilla, ya no se realizan. Sin embargo son muchas las familias que concurren en forma completa cada año para que abuelos y nietos disfruten del tradicional té galés.

Un día de reencuentro

Carlos Barragán es el único hombre en la comisión organizadora y un permanente colaborador de la celebración. Comenta que a diferencia de Sofía y Felisa, él no integra la congregación que todos los domingos concurre al culto en la Capilla Seion y su participación “representa al resto de los vecinos que venimos a trabajar este día 28 de julio”.

Al igual que varias de las capillas galesas del Valle del Chubut, en Seion hay actividad de manera periódica para quienes profesan el culto, pero en esta fecha en particular confluyen pobladores de distintos credos y así es como también el patio de la capilla ayer se pobló con descendientes de galeses, españoles, italianos, árabes, portugueses y bolivianos, entre otras nacionalidades, que llegan desde las chacras vecinas, y de otras parte del valle para participar de la celebración.

En el caso de Carlos, que ayer estuvo a cargo de la venta de entradas, “hace muchos años que uno está en esto, porque desde muy chico he venido a la escuela primaria de la zona, trabajo en la chacra en Bryn Gwyn y también en la escuela agrotécnica, y siempre he estado participando acá, o bien en la organización ahora o también tomando parte del concierto con el coro, cantando o haciendo pequeñas obras, así que más de 25 años en esto seguro”.

En cuanto a lo que representa la celebración del 28 de julio asegura que “para la comunidad galesa es lógicamente recordar esa gesta y yo creo que para la gente en general es algo especial, porque si bien tomar el té es accesible todos los días en distintas casas, es especial venir a la capilla, tiene otro sabor, otro gusto”.

Pero sin duda el aspecto que más destaca este vecino del valle, es que se trata “de un momento de recuentro. Uno ve que vecinos que hace mucho tiempo que se han ido de la zona, y están radicados en otras ciudades, vienen para esta fecha, familias enteras y todos se reúnen acá, es sin duda un momento de reencuentro”.


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