Historias Mínimas / El más Argentino, bien al sur

La historia del torneo de básquetbol más importante del país disputado en Comodoro Rivadavia en 1975.

05 AGO 2018 - 10:43 | Actualizado 30 SEP 2022 - 5:00

Por Ismael Tebes /@IsmaeTebes

Se sentía, se palpaba. Era lo que vendría algunos años después: el básquet en otra dimensión; el profesionalismo rompiendo la pasión barrial y el furor por una bocha naranja, gente grande, elástica y cuerpos capaces de saltar como si no hubiera límites. El más argentino de los campeonatos llegó a Comodoro Rivadavia en 1975 y se convirtió en un torneo tan exitoso como premonitorio: a cancha llena; con Seleccionados de elite; figuras incipientes y un equipo provincial que rompió el molde entre veteranos y promesas juveniles, casi adolescentes.

En el piso del Liceo Militar “General Roca” y el club “Ingeniero Luis A. Huergo” se disputaron la totalidad de los partidos, siempre con tribunas colmadas y una notable difusión para la época. Trelew y Esquel fueron subsedes. Por si hacía falta un “empujón” promocional, se contrató a Alejo Eduardo Bermúdez Coward como entrenador del equipo de Chubut; un “cuarentón” nacido en Costa Rica que seguía volcándola en los entrenamientos con brazos elásticos y manos gigantes tras jugar en los Harlem Globetrotters. Era un “adelantado” por su mirada del juego que revolucionó el deporte y a la vez un bohemio, peleador, sabio a su manera que se robaba todas las miradas adentro y afuera de la cancha. Amante del buen whisky y de la vida bien vivida, era también un motivador serial que “exprimía” al máximo, las condiciones de cualquier jugador. Dicen que era capaz de convertir a un grandote sin técnica en un “NBA”; cambiar, si fuera necesario, a los cinco jugadores de su equipo si no se cumplían las consignas o pedir minuto para no dar ni una sola indicación, ya en un gesto de extrema ira.

La preparación del equipo anfitrión no tuvo precedentes: se concentraron veinte días antes y se protagonizó una gira agotadora por el sur de Chile (Ancud, Calbuco, Puerto Montt) que incluyó amistosos en Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Santa Fe. A razón de casi cuatrocientos kilómetros diarios a bordo de un antiguo transporte 608 de asientos rígidos y escaso confort con partidos amistosos incluidos; el tiempo no tardaba en pasar debido a las sesiones de guitarra y truco pero especialmente por el reto que aguardaba al regreso: enfrentar a los mejores jugadores del país. Se extendieron permisos laborales para la mayoría de los jugadores que se mudaron al búnker de Km. 3, una residencia cedida por las autoridades de YPF. Aquella larga convivencia y una mezcla generacional eran la característica del grupo. Miguel “La Vieja” Leonori –que había jugado cruzando la Cordillera-; Alberto Pachano, Roberto “Gofio” Otegui representaban a la vieja guardia mientras que Levan Macharashvili y Eduardo Stepa, el “Gringo”, representaban el otro extremo cronológico con 15 años. Igual, ambos eran figuras y titulares indiscutidos en la inicial. Además jugaban Miguel Stepa; los hermanos Omar y Oscar Avila; Darío Pagano, Héctor Simón, Eduardo Willhuber; Julio Perujo, Mario Contreras, Héctor Braña, Raúl “Bocha” Ríos y Lito Baulde, un mix atrevido que sabía de sus limitaciones pero también de su alto espíritu competitivo. “Nos cuidaban mucho pero el aprendizaje con Bermúdez me marcó”, resume Macharashvili, último convocado sin siquiera haber jugado en Primera local y años después, profesional de la LNB.

Una circunstancia puso a prueba a la Selección a veinte días del salto inicial. En un amistoso de entrenamiento disputado en el gimnasio Municipal frente a Liniers, el pivote Eduardo Stepa sufrió una gravísima lesión: fractura de peroné y luxación de tobillo de la pierna izquierda. Aquel 25 de febrero del ’75 pareció templar el espíritu del “Gringo” quien quedó al margen de un campeonato que debió ser para él consagratorio. Igual acompañó al equipo y recibió simbólicamente la camiseta azul número 15 que tenía asignada. Terminó volviendo a jugar a los cuatro meses siendo convocado a la Selección Argentina Juvenil junto a Macharashvili para luego triunfar entre otros clubes en San Lorenzo de Bahía Blanca y Boca Juniors, cuando se habilitó la llegada de refuerzos extranjeros. Se dijo, décadas después, que el Real Madrid tenía agendadas entonces a las dos figuras de aquel Seleccionado de Chubut.

De los seis primeros del ranking ni hablar, pero sí de quienes parecían estar más abajo, ganables. Pero, envalentonado, Bermúdez eligió integrar el grupo “A”, quizás el inalcanzable con Córdoba, Provincia, Santa Fe, Capital y Corrientes entre otros rivales. No se ganó pero el equipo, televisado en vivo por Canal 9 y con tribunas que explotaban, estuvo un par de veces cerca de la hazaña.

Era entonces el “más argentino de los campeonatos” desde su concepto más genuino. Y aunque sigue disputándose, parece devorado por la realidad de una Liga Nacional que llegó para quedarse aún con sus aciertos y errores. Jugar en una Selección era un plus por cualquier jugador; un incentivo no escrito y una puerta abierta para el progreso del deporte que más creció en términos de proyecto por la cabeza avanzada de un tal León David. El Argentino jugado en Chubut terminó teniendo un campeón repetido, abrochando un “sexteto” inolvidable. Capital Federal, un equipazo con el “Nene” Martín; “Tola” Cadillac, Contardi, Gaggero y Gustavo Aguirre como figuras, terminó ganándole la final por 73 a 70 al Provincia de Buenos Aires del “Beto” Cabrera, Cortondo y De Lizaso con los jugadores de Chubut, los mismos que fueron héroes deportivos por algunos días desde las páginas de todos los diarios, mezclados de buzo entre la gente.

Las más leídas

05 AGO 2018 - 10:43

Por Ismael Tebes /@IsmaeTebes

Se sentía, se palpaba. Era lo que vendría algunos años después: el básquet en otra dimensión; el profesionalismo rompiendo la pasión barrial y el furor por una bocha naranja, gente grande, elástica y cuerpos capaces de saltar como si no hubiera límites. El más argentino de los campeonatos llegó a Comodoro Rivadavia en 1975 y se convirtió en un torneo tan exitoso como premonitorio: a cancha llena; con Seleccionados de elite; figuras incipientes y un equipo provincial que rompió el molde entre veteranos y promesas juveniles, casi adolescentes.

En el piso del Liceo Militar “General Roca” y el club “Ingeniero Luis A. Huergo” se disputaron la totalidad de los partidos, siempre con tribunas colmadas y una notable difusión para la época. Trelew y Esquel fueron subsedes. Por si hacía falta un “empujón” promocional, se contrató a Alejo Eduardo Bermúdez Coward como entrenador del equipo de Chubut; un “cuarentón” nacido en Costa Rica que seguía volcándola en los entrenamientos con brazos elásticos y manos gigantes tras jugar en los Harlem Globetrotters. Era un “adelantado” por su mirada del juego que revolucionó el deporte y a la vez un bohemio, peleador, sabio a su manera que se robaba todas las miradas adentro y afuera de la cancha. Amante del buen whisky y de la vida bien vivida, era también un motivador serial que “exprimía” al máximo, las condiciones de cualquier jugador. Dicen que era capaz de convertir a un grandote sin técnica en un “NBA”; cambiar, si fuera necesario, a los cinco jugadores de su equipo si no se cumplían las consignas o pedir minuto para no dar ni una sola indicación, ya en un gesto de extrema ira.

La preparación del equipo anfitrión no tuvo precedentes: se concentraron veinte días antes y se protagonizó una gira agotadora por el sur de Chile (Ancud, Calbuco, Puerto Montt) que incluyó amistosos en Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Santa Fe. A razón de casi cuatrocientos kilómetros diarios a bordo de un antiguo transporte 608 de asientos rígidos y escaso confort con partidos amistosos incluidos; el tiempo no tardaba en pasar debido a las sesiones de guitarra y truco pero especialmente por el reto que aguardaba al regreso: enfrentar a los mejores jugadores del país. Se extendieron permisos laborales para la mayoría de los jugadores que se mudaron al búnker de Km. 3, una residencia cedida por las autoridades de YPF. Aquella larga convivencia y una mezcla generacional eran la característica del grupo. Miguel “La Vieja” Leonori –que había jugado cruzando la Cordillera-; Alberto Pachano, Roberto “Gofio” Otegui representaban a la vieja guardia mientras que Levan Macharashvili y Eduardo Stepa, el “Gringo”, representaban el otro extremo cronológico con 15 años. Igual, ambos eran figuras y titulares indiscutidos en la inicial. Además jugaban Miguel Stepa; los hermanos Omar y Oscar Avila; Darío Pagano, Héctor Simón, Eduardo Willhuber; Julio Perujo, Mario Contreras, Héctor Braña, Raúl “Bocha” Ríos y Lito Baulde, un mix atrevido que sabía de sus limitaciones pero también de su alto espíritu competitivo. “Nos cuidaban mucho pero el aprendizaje con Bermúdez me marcó”, resume Macharashvili, último convocado sin siquiera haber jugado en Primera local y años después, profesional de la LNB.

Una circunstancia puso a prueba a la Selección a veinte días del salto inicial. En un amistoso de entrenamiento disputado en el gimnasio Municipal frente a Liniers, el pivote Eduardo Stepa sufrió una gravísima lesión: fractura de peroné y luxación de tobillo de la pierna izquierda. Aquel 25 de febrero del ’75 pareció templar el espíritu del “Gringo” quien quedó al margen de un campeonato que debió ser para él consagratorio. Igual acompañó al equipo y recibió simbólicamente la camiseta azul número 15 que tenía asignada. Terminó volviendo a jugar a los cuatro meses siendo convocado a la Selección Argentina Juvenil junto a Macharashvili para luego triunfar entre otros clubes en San Lorenzo de Bahía Blanca y Boca Juniors, cuando se habilitó la llegada de refuerzos extranjeros. Se dijo, décadas después, que el Real Madrid tenía agendadas entonces a las dos figuras de aquel Seleccionado de Chubut.

De los seis primeros del ranking ni hablar, pero sí de quienes parecían estar más abajo, ganables. Pero, envalentonado, Bermúdez eligió integrar el grupo “A”, quizás el inalcanzable con Córdoba, Provincia, Santa Fe, Capital y Corrientes entre otros rivales. No se ganó pero el equipo, televisado en vivo por Canal 9 y con tribunas que explotaban, estuvo un par de veces cerca de la hazaña.

Era entonces el “más argentino de los campeonatos” desde su concepto más genuino. Y aunque sigue disputándose, parece devorado por la realidad de una Liga Nacional que llegó para quedarse aún con sus aciertos y errores. Jugar en una Selección era un plus por cualquier jugador; un incentivo no escrito y una puerta abierta para el progreso del deporte que más creció en términos de proyecto por la cabeza avanzada de un tal León David. El Argentino jugado en Chubut terminó teniendo un campeón repetido, abrochando un “sexteto” inolvidable. Capital Federal, un equipazo con el “Nene” Martín; “Tola” Cadillac, Contardi, Gaggero y Gustavo Aguirre como figuras, terminó ganándole la final por 73 a 70 al Provincia de Buenos Aires del “Beto” Cabrera, Cortondo y De Lizaso con los jugadores de Chubut, los mismos que fueron héroes deportivos por algunos días desde las páginas de todos los diarios, mezclados de buzo entre la gente.


NOTICIAS RELACIONADAS
MAGAZINE
Galensas y galensos en el mar
25 JUL 2020 - 21:00
MAGAZINE
Historias Mínimas / Ser gaviotera
28 DIC 2019 - 20:59
MAGAZINE
Historias Mínimas / El árbol de moras
31 AGO 2019 - 19:39