Edith Terenzi, memorias de una taquígrafa que vivió desde primera fila la historia de Chubut

Aprendió el oficio sola y en su casa. No sabía que era una sesión y debutó con un discurso de Néstor Perl. Atravesó los momentos claves de la provincia. Repasa a los mejores diputados que vio, los defectos y las virtudes de Legislatura y varias definiciones políticas de un recinto que conoció como nadie.

Parlamento. Terenzi fue precandidata radical a intendente de Trelew y ahora se dedicará a la militancia.
18 AGO 2018 - 20:32 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

No sabía lo que era una sesión en Legislatura. Lo supo su primer día de trabajo como taquígrafa. El 1 de mayo de 1990 Edith Terenzi registró para la historia el discurso de apertura de sesiones del gobernador Néstor Perl. Había concursado una semana antes. Es bachiller agrónoma y no había hecho curso alguno de taquigrafía. Un contacto le avisó que en el parlamento iban a necesitar gente. “Compré un libro y aprendí en casa, sola, 8 horas por día durante un año”. En el concurso rindieron 40. Estaba desocupada, sola y con un nene chico. Era volver al Banco, hacer docencia “o apretar los dientes y dedicar mucho tiempo a aprender”. Grababa cosas en un casete, escribía y aumentaba la velocidad progresivamente para aflojar la mano. Apostó todo.

-¿Qué recordás del debut?

-Fue muy fuerte porque los taquígrafos estamos a un metro de la primera fila de autoridades y familias. Las barras llenas de gente. Tenía muchos nervios porque te ven escribir y me daba mucha vergüenza.

-¿Te interesaba la política?

-Siempre, por eso me afectaron tantas cosas que pasaron en la Cámara y me quedaron muy grabadas. Nunca fui indiferente ni me dio lo mismo. De hecho empecé a militar e hice mi carrera de Ciencia Política mientras trabajaba. Nunca me dio lo mismo. Ahora uno adquiere noción de que escuchó una parte importante de la historia. Lo discursivo es lo que pone más en evidencia lo político.

-¿Qué recordás de los discursos de los gobernadores?

-Tienen una impronta muy fuerte porque son muy prometedores. Nunca son aburridos o intrascendentes. Me gustaron siempre los discursos de Das Neves, a pesar de no estar de acuerdo políticamente. Eran muy sentidos, muy viscerales y muy pasionales. Estaba despojado de artilugios discursivos y apelaba más a sentimientos y emociones. Los últimos fueron muy fuertes. Ya estaba muy enfermo y uno vio su llegada al poder y la forma en que se fue. Me llamó la atención que tuvo la misma impronta en los primeros discursos y en los últimos. Siempre tenía un discurso muy esperanzador y muy fuerte, y no podías no emocionarte cuando sabías en qué condiciones estaba y el esfuerzo que hacía para gobernar. Fue una de las cosas más fuertes que viví. Era escucharlo y contener las lágrimas. Uno veía que le costaba hablar, que hacía un esfuerzo muy grande y era muy meritorio.

-¿Sentiste que se estaba despidiendo?

-Uno siempre pensaba que podía ser el último discurso porque su salud se deterioró y físicamente se le veía. Siempre pensábamos que podía ser el último discurso y creo que él también, por las cosas que decía.

-Desde tu pertenencia política, ¿Carlos Maestro o José Luis Lizurume?

-Maestro. Son formaciones distintas. Tenían otra forma de hacer política y otro peso de personalidad.

-¿Maestro fue el Das Neves de la UCR?

-Tal cual. Lizurume fue un tipo trabajador e inteligente pero son distintos.

-¿A quiénes destaca discursivamente?

-A José Raúl Heredia, el justicialista que fue convencional constituyente. Es uno de los grandes juristas de Chubut, reconocido a nivel nacional. Fue uno de los grandes maestros en la Cámara porque es muy trabajador e hiperformado. También Gustavo Menna, que participó de la comisión especial que trabajó y aprobó una ley modelo en el país que siguieron muchas provincias en Niñez, Adolescencia y Familia. Fue muy importante en ese momento y Chubut fue señera en su sanción. Menna tuvo mucho trabajo y se lució. Otro es Mario País, con su ley de acceso a la información pública. Alejandro Fernández Vecino fue muy hábil para la chicana del discurso político en Hora de Preferencia. Ahí se ven los pingos y “Pinda” era uno. En esos ping pong fueron históricas las discusiones entre Roberto Risso e “Ika” Martínez. Eran muy histriónicos y eran debates muy jugosos. Otro fue Carlos Lorenzo, que siempre fue muy buen orador y fue quien más denunció irregularidades en sus 16 años en la Cámara. Era muy trabajador y todo lo que denunciaba lo presentaba con pruebas, sacudía sus papeles y los mostraba. Las barras eran adversas y te insultaban, no dejaban hablar.

-¿Y de los actuales?

-Tengo una preferencia muy manifiesta por Jerónimo García aunque últimamente está muy callado. Tiene una ironía muy fina, es muy leído y tiene una memoria increíble para frases y citas. Me capturó el alma porque fue el primer diputado que nombró autores de filosofía política con los que yo estaba consustanciada. Me hizo abrir los ojos. Es uno de los más instruidos y tiene esa capciosidad en el lenguaje y esa ironía que jamás es irrespetuosa pero que dice cosas muy duras. Es muy hábil respondedor.

-¿Hay diputados que pensás cómo es que llegaron a Legislatura?

-Sí. Y cada cuatro años son más. El nivel de la Cámara desciende un escalón cada 4 años. Quizás en la vuelta a la democracia había muchas leyes importantes para sancionar y al ir aprobándose quedaba menos para hacer. Quizás hay algo de eso. Este Poder fue una máquina de legislar pero últimamente la mayoría de los proyectos vienen del Ejecutivo y solo tratan sus propuestas, no sé si porque dejan que el Ejecutivo gobierne y nadie colabora, o porque no hay iniciativas propias, pero el 80% de las leyes importantes son del Ejecutivo y la Cámara sanciona proyectos menores. Sobre los grandes temas de Chubut en estos últimos tiempos la iniciativa es siempre del Ejecutivo. Hubo Cámaras anteriores que tuvieron la valentía de investigar y meterse. Liliana Llamazares perseveró mucho tiempo para lograr eliminar los PCB de los transformadores. Había grandes temas que proponían los legisladores para buscar respuestas. La curva es descendente. El mayor peso de la Cámara, cuando se acaban las leyes fundamentales, es de contralor, es un hervidero de denuncias de la oposición. Es el vuelco de los últimos años.

-Entonces viste a diputados que te hicieron hacerte esa pregunta…

-Sí, diputados y diputadas. Cuando tenés para comparar es desagradable. En el 94 trabajamos en la reforma de la Constitución de lunes a viernes en la Comisión Redactora, en los plenarios. Son momentos históricos que transforman la institucionalidad de la provincia. Trabajábamos con disketes en las computadoras el texto que iba quedando ordenado y aprobado. Como lo manejábamos entre tres y no queríamos que se lo conociera por miedo a que alguien lo borrara, le sacara algo o lo cambiara, el archivo no se llamaba “Texto de la Constitución reformada” sino “Cecilia.doc”, para que fuera intrascendente en la búsqueda. Uno escuchaba gente que tenía una visión de futuro para Chubut. Les quedó la ley electoral en el camino y es un gran debate pendiente de la democracia. Es la gran deuda de Legislatura porque incumple un mandato de la Constitución del 57.

-¿De los vices qué puede decir?

-Gil fue un médico muy respetuoso, un caballero. Parecía que entendía poco de política pero en realidad pudo ejercer su cargo. Aubía fue un político de raza y a Cosentino lo viví muy poco porque pasó a ser gobernador y quedó Eduardo Abraham, el vicepresidente primero, un caso parecido al de ahora. Y con Vargas fue la época no sé si más dura…

-¿Más tirante?

-Sí, no sé si porque Das Neves trasladaba su estilo a sus funcionarios. Con Vargas había un poco de soberbia, de distancia. En los 90, con el auge de las privatizaciones, un secretario legislativo, Rogelio Ferrari, nos pidió al cuerpo de taquígrafos que formáramos una cooperativa porque éramos muy caros. Contaba cuántos éramos, la cantidad de horas que trabajábamos, lo que cobrábamos y cuánto le salíamos a Legislatura. O sea que me hubiera jubilado como monotributista. Cada secretario legislativo que entra se pregunta “¿por qué estos diez tipos vienen tan poco y no los veo nunca?”. Hasta que entienden.

-¿Y Mac Karthy?

-Es una relación distinta, nos conocemos hace muchos años y fue políticamente correcto. Y Arcioni estuvo un rato, como Cosentino. Podés compararlo con Gil, venir de afuera de la política y de pronto se encuentra con el funcionamiento de la Cámara, pero se adaptan.

-¿Metiste la pata?

-No había posibilidad porque escribís lo que escuchás. La versión taquigráfica queda a disposición de los diputados para que revisen. Sí escuché algunos bestiarios. En 2008 en la erupción del volcán Chaitén una señora que sigue en función pública dijo “El volcán eruptó”. Fue el faro del bestiario. Y una de las frases que más me molestó, más mal me cayó, dejé de escribir, levanté la vista y lo miré como diciéndole “qué estás diciendo” me pasó cuando el diputado Grazzini dijo: “Fíjese señor presidente si habrá sido pelotudo Illia que salió caminando de Casa de Gobierno”. Me dolió y me pareció muy irrespetuoso. Me quedó la duda si lo quiso decir como ironía. Para hablar de Illia todos tenemos que pararnos. Quedé azorada, no podía creer escuchar semejante barbaridad.

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18 AGO 2018 - 20:32

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

No sabía lo que era una sesión en Legislatura. Lo supo su primer día de trabajo como taquígrafa. El 1 de mayo de 1990 Edith Terenzi registró para la historia el discurso de apertura de sesiones del gobernador Néstor Perl. Había concursado una semana antes. Es bachiller agrónoma y no había hecho curso alguno de taquigrafía. Un contacto le avisó que en el parlamento iban a necesitar gente. “Compré un libro y aprendí en casa, sola, 8 horas por día durante un año”. En el concurso rindieron 40. Estaba desocupada, sola y con un nene chico. Era volver al Banco, hacer docencia “o apretar los dientes y dedicar mucho tiempo a aprender”. Grababa cosas en un casete, escribía y aumentaba la velocidad progresivamente para aflojar la mano. Apostó todo.

-¿Qué recordás del debut?

-Fue muy fuerte porque los taquígrafos estamos a un metro de la primera fila de autoridades y familias. Las barras llenas de gente. Tenía muchos nervios porque te ven escribir y me daba mucha vergüenza.

-¿Te interesaba la política?

-Siempre, por eso me afectaron tantas cosas que pasaron en la Cámara y me quedaron muy grabadas. Nunca fui indiferente ni me dio lo mismo. De hecho empecé a militar e hice mi carrera de Ciencia Política mientras trabajaba. Nunca me dio lo mismo. Ahora uno adquiere noción de que escuchó una parte importante de la historia. Lo discursivo es lo que pone más en evidencia lo político.

-¿Qué recordás de los discursos de los gobernadores?

-Tienen una impronta muy fuerte porque son muy prometedores. Nunca son aburridos o intrascendentes. Me gustaron siempre los discursos de Das Neves, a pesar de no estar de acuerdo políticamente. Eran muy sentidos, muy viscerales y muy pasionales. Estaba despojado de artilugios discursivos y apelaba más a sentimientos y emociones. Los últimos fueron muy fuertes. Ya estaba muy enfermo y uno vio su llegada al poder y la forma en que se fue. Me llamó la atención que tuvo la misma impronta en los primeros discursos y en los últimos. Siempre tenía un discurso muy esperanzador y muy fuerte, y no podías no emocionarte cuando sabías en qué condiciones estaba y el esfuerzo que hacía para gobernar. Fue una de las cosas más fuertes que viví. Era escucharlo y contener las lágrimas. Uno veía que le costaba hablar, que hacía un esfuerzo muy grande y era muy meritorio.

-¿Sentiste que se estaba despidiendo?

-Uno siempre pensaba que podía ser el último discurso porque su salud se deterioró y físicamente se le veía. Siempre pensábamos que podía ser el último discurso y creo que él también, por las cosas que decía.

-Desde tu pertenencia política, ¿Carlos Maestro o José Luis Lizurume?

-Maestro. Son formaciones distintas. Tenían otra forma de hacer política y otro peso de personalidad.

-¿Maestro fue el Das Neves de la UCR?

-Tal cual. Lizurume fue un tipo trabajador e inteligente pero son distintos.

-¿A quiénes destaca discursivamente?

-A José Raúl Heredia, el justicialista que fue convencional constituyente. Es uno de los grandes juristas de Chubut, reconocido a nivel nacional. Fue uno de los grandes maestros en la Cámara porque es muy trabajador e hiperformado. También Gustavo Menna, que participó de la comisión especial que trabajó y aprobó una ley modelo en el país que siguieron muchas provincias en Niñez, Adolescencia y Familia. Fue muy importante en ese momento y Chubut fue señera en su sanción. Menna tuvo mucho trabajo y se lució. Otro es Mario País, con su ley de acceso a la información pública. Alejandro Fernández Vecino fue muy hábil para la chicana del discurso político en Hora de Preferencia. Ahí se ven los pingos y “Pinda” era uno. En esos ping pong fueron históricas las discusiones entre Roberto Risso e “Ika” Martínez. Eran muy histriónicos y eran debates muy jugosos. Otro fue Carlos Lorenzo, que siempre fue muy buen orador y fue quien más denunció irregularidades en sus 16 años en la Cámara. Era muy trabajador y todo lo que denunciaba lo presentaba con pruebas, sacudía sus papeles y los mostraba. Las barras eran adversas y te insultaban, no dejaban hablar.

-¿Y de los actuales?

-Tengo una preferencia muy manifiesta por Jerónimo García aunque últimamente está muy callado. Tiene una ironía muy fina, es muy leído y tiene una memoria increíble para frases y citas. Me capturó el alma porque fue el primer diputado que nombró autores de filosofía política con los que yo estaba consustanciada. Me hizo abrir los ojos. Es uno de los más instruidos y tiene esa capciosidad en el lenguaje y esa ironía que jamás es irrespetuosa pero que dice cosas muy duras. Es muy hábil respondedor.

-¿Hay diputados que pensás cómo es que llegaron a Legislatura?

-Sí. Y cada cuatro años son más. El nivel de la Cámara desciende un escalón cada 4 años. Quizás en la vuelta a la democracia había muchas leyes importantes para sancionar y al ir aprobándose quedaba menos para hacer. Quizás hay algo de eso. Este Poder fue una máquina de legislar pero últimamente la mayoría de los proyectos vienen del Ejecutivo y solo tratan sus propuestas, no sé si porque dejan que el Ejecutivo gobierne y nadie colabora, o porque no hay iniciativas propias, pero el 80% de las leyes importantes son del Ejecutivo y la Cámara sanciona proyectos menores. Sobre los grandes temas de Chubut en estos últimos tiempos la iniciativa es siempre del Ejecutivo. Hubo Cámaras anteriores que tuvieron la valentía de investigar y meterse. Liliana Llamazares perseveró mucho tiempo para lograr eliminar los PCB de los transformadores. Había grandes temas que proponían los legisladores para buscar respuestas. La curva es descendente. El mayor peso de la Cámara, cuando se acaban las leyes fundamentales, es de contralor, es un hervidero de denuncias de la oposición. Es el vuelco de los últimos años.

-Entonces viste a diputados que te hicieron hacerte esa pregunta…

-Sí, diputados y diputadas. Cuando tenés para comparar es desagradable. En el 94 trabajamos en la reforma de la Constitución de lunes a viernes en la Comisión Redactora, en los plenarios. Son momentos históricos que transforman la institucionalidad de la provincia. Trabajábamos con disketes en las computadoras el texto que iba quedando ordenado y aprobado. Como lo manejábamos entre tres y no queríamos que se lo conociera por miedo a que alguien lo borrara, le sacara algo o lo cambiara, el archivo no se llamaba “Texto de la Constitución reformada” sino “Cecilia.doc”, para que fuera intrascendente en la búsqueda. Uno escuchaba gente que tenía una visión de futuro para Chubut. Les quedó la ley electoral en el camino y es un gran debate pendiente de la democracia. Es la gran deuda de Legislatura porque incumple un mandato de la Constitución del 57.

-¿De los vices qué puede decir?

-Gil fue un médico muy respetuoso, un caballero. Parecía que entendía poco de política pero en realidad pudo ejercer su cargo. Aubía fue un político de raza y a Cosentino lo viví muy poco porque pasó a ser gobernador y quedó Eduardo Abraham, el vicepresidente primero, un caso parecido al de ahora. Y con Vargas fue la época no sé si más dura…

-¿Más tirante?

-Sí, no sé si porque Das Neves trasladaba su estilo a sus funcionarios. Con Vargas había un poco de soberbia, de distancia. En los 90, con el auge de las privatizaciones, un secretario legislativo, Rogelio Ferrari, nos pidió al cuerpo de taquígrafos que formáramos una cooperativa porque éramos muy caros. Contaba cuántos éramos, la cantidad de horas que trabajábamos, lo que cobrábamos y cuánto le salíamos a Legislatura. O sea que me hubiera jubilado como monotributista. Cada secretario legislativo que entra se pregunta “¿por qué estos diez tipos vienen tan poco y no los veo nunca?”. Hasta que entienden.

-¿Y Mac Karthy?

-Es una relación distinta, nos conocemos hace muchos años y fue políticamente correcto. Y Arcioni estuvo un rato, como Cosentino. Podés compararlo con Gil, venir de afuera de la política y de pronto se encuentra con el funcionamiento de la Cámara, pero se adaptan.

-¿Metiste la pata?

-No había posibilidad porque escribís lo que escuchás. La versión taquigráfica queda a disposición de los diputados para que revisen. Sí escuché algunos bestiarios. En 2008 en la erupción del volcán Chaitén una señora que sigue en función pública dijo “El volcán eruptó”. Fue el faro del bestiario. Y una de las frases que más me molestó, más mal me cayó, dejé de escribir, levanté la vista y lo miré como diciéndole “qué estás diciendo” me pasó cuando el diputado Grazzini dijo: “Fíjese señor presidente si habrá sido pelotudo Illia que salió caminando de Casa de Gobierno”. Me dolió y me pareció muy irrespetuoso. Me quedó la duda si lo quiso decir como ironía. Para hablar de Illia todos tenemos que pararnos. Quedé azorada, no podía creer escuchar semejante barbaridad.


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