“Correa estaba obsesionado con el control total”, dijo Diego Lüters

Diego Lüters reveló que Alejandro Pagani y Martín Bortagaray también aportaron listados de empresas que debían pagar retornos por la obra pública. Habló sobre la “desesperación” de Diego Correa por tener siempre información de primera mano. Y comprometió al empresario Federico Piccione.

31 AGO 2018 - 22:07 | Actualizado

Ya trabajando en Casa de Gobierno, Diego Lüters describió un “rotundo cambio” de actitud de Diego Correa con él. Ya no era el contacto amable que había conocido en el Banco Chubut. “De bastante mala manera me decía que no quería que maneje expedientes. Parecía que todo lo malo que pasaba era culpa mía. Si los empleados de la Residencia no lustraban bien los zapatos del gobernador, siempre era mi culpa”.
Una mañana encontró a Correa abrumado de papeles en su despacho. “Estaba desorbitado y perdido, con un papel en la mano que no entendía”. Era una planilla con una lista de constructoras, fechas y montos. Arrancaba en octubre de 2016. Según Lüters, era la herencia de Pablo Bastida y de Cisterna, ya renunciado.
Lüters ordenó y pasó en limpio la información a un Excel en la computadora. Separó las empresas por ciudad. Correa notó su habilidad y le asignó el trabajo contable que lo llevaría a la cárcel. Ese material sería luego secuestrado de un bolso de la casa de la madre de Lüters, en Trelew.
Cada mes el exministro de Economía, Pablo Oca, le enviaba por mail a Correa los datos de los pagos mensuales de Provincia a las empresas. “Era muchísima información y había que clasificarla”. De nuevo llamó a Lüters a su despacho para ordenar los datos. “Correa necesitaba y estaba obsesionado con tener un control total de todo: de mí, de los choferes, de la documentación y de los expedientes”.
Como a veces Oca no mandaba el mail, Correa pidió que le instalen el sistema provincial que permite controlar a cada proveedor del Estado. “Estaba desesperado por querer tener esa información ya”.  Otra mañana le encargó otra planilla Excel, esta vez con cheques, empresas, bancos emisores, montos, fechas y si era para ventanilla o depósito en cuenta corriente. La comunicación del dúo era constante por teléfono o WhatsApp. El flujo de visitas en la Privada de Casa de Gobierno creció. “Yo nunca había visto un empresario pero hubo un antes y un después de las planillas”.
Es que Cisterna le había traspasado  a Correa el comando del sistema de recaudación de retornos. Cobrar certificados de obras viejas requeriría un retorno del 3% y de obra nueva, 5%. Había descuentos si era efectivo. “Esa lista de empresas siempre generó bastante malestar con Diego. Peleaban por quien la tenía en su poder”. Correa recaudaba en Trelew, Rawson y Puerto Madryn. En Comodoro Rivadavia y Esquel tenía colaboradores.
Lüters cobró algunos cheques y otros los depositó en su cuenta del Banco Chubut. “Discutí con él porque yo no quería cobrarlos, pero la respuesta siempre era ´No me importa,  encargate y que vaya un chofer o quien sea, pero traigan la plata”. A veces Lüters mandaba a alguien más. “Me traían el efectivo. Yo no lo contaba, lo guardaba en un cajón o en la famosa mochila y al final del día en su despacho se lo entrega”. A los cheques de más de 50 mil había que fotocopiarlos y marcarlos en la planilla. “El mecanismo era no pagarles a los empresarios para que sí o sí vinieran a verlo. Si no, no tenía forma de que vinieran a pedir su ayuda”. Los cheques de más de 50 mil se depositaron en las cuentas de Dual Core o Sepat.
El exministro de Infraestructura, Alejandro Pagani, también le llevaba a Correa borradores de planillas con empresas. “Se las entregaba y Correa con un resaltador marcaba a quién pagarle. Se la devolvía para que Pagani se lo diera a Oca y pagara únicamente los certificados marcados”. Lüters recibió estos listados de manos de Pagani para dárselos a Correa.
Como presidente del Instituto Provincial de la Vivienda, Martín Bortagaray también le llevó planillas de empresas y montos por cobrar. Eran tan detalladas que Correa pidió que Pagani usara al IPV como modelo.
“Mi trabajo no era opinar ni decidir sino hacer lo que Diego me pedía. ¿A quién le importaba mi opinión? Además después venía la represalia. Tampoco pensaba si estaba bien o mal”, se justificó Lüters.
También comprometió al empresario de Comodoro, Federico Piccione. Iba una vez por semana a Casa de Gobierno. Se llevaba cheques para depositar en la cuenta del concurso preventivo de Canal 9, que siempre debía contar con un millón y medio mensual. “Estuve en asados con Piccione y su mujer en casa de Correa. Era el recaudador para Comodoro”. Se aprovechaban los viajes de Das Neves al sur para reunirse en el Lucania.
Dos veces Lüters recibió efectivo de los Piccione, en cajas: de Federico en una estación de servicio en Comodoro y de su padre, en Garayalde. Cada mes Correa manejaba cerca de 12 millones de pesos de plata negra. Y le gustaba llevar un millón en efectivo en su mochila. #

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31 AGO 2018 - 22:07

Ya trabajando en Casa de Gobierno, Diego Lüters describió un “rotundo cambio” de actitud de Diego Correa con él. Ya no era el contacto amable que había conocido en el Banco Chubut. “De bastante mala manera me decía que no quería que maneje expedientes. Parecía que todo lo malo que pasaba era culpa mía. Si los empleados de la Residencia no lustraban bien los zapatos del gobernador, siempre era mi culpa”.
Una mañana encontró a Correa abrumado de papeles en su despacho. “Estaba desorbitado y perdido, con un papel en la mano que no entendía”. Era una planilla con una lista de constructoras, fechas y montos. Arrancaba en octubre de 2016. Según Lüters, era la herencia de Pablo Bastida y de Cisterna, ya renunciado.
Lüters ordenó y pasó en limpio la información a un Excel en la computadora. Separó las empresas por ciudad. Correa notó su habilidad y le asignó el trabajo contable que lo llevaría a la cárcel. Ese material sería luego secuestrado de un bolso de la casa de la madre de Lüters, en Trelew.
Cada mes el exministro de Economía, Pablo Oca, le enviaba por mail a Correa los datos de los pagos mensuales de Provincia a las empresas. “Era muchísima información y había que clasificarla”. De nuevo llamó a Lüters a su despacho para ordenar los datos. “Correa necesitaba y estaba obsesionado con tener un control total de todo: de mí, de los choferes, de la documentación y de los expedientes”.
Como a veces Oca no mandaba el mail, Correa pidió que le instalen el sistema provincial que permite controlar a cada proveedor del Estado. “Estaba desesperado por querer tener esa información ya”.  Otra mañana le encargó otra planilla Excel, esta vez con cheques, empresas, bancos emisores, montos, fechas y si era para ventanilla o depósito en cuenta corriente. La comunicación del dúo era constante por teléfono o WhatsApp. El flujo de visitas en la Privada de Casa de Gobierno creció. “Yo nunca había visto un empresario pero hubo un antes y un después de las planillas”.
Es que Cisterna le había traspasado  a Correa el comando del sistema de recaudación de retornos. Cobrar certificados de obras viejas requeriría un retorno del 3% y de obra nueva, 5%. Había descuentos si era efectivo. “Esa lista de empresas siempre generó bastante malestar con Diego. Peleaban por quien la tenía en su poder”. Correa recaudaba en Trelew, Rawson y Puerto Madryn. En Comodoro Rivadavia y Esquel tenía colaboradores.
Lüters cobró algunos cheques y otros los depositó en su cuenta del Banco Chubut. “Discutí con él porque yo no quería cobrarlos, pero la respuesta siempre era ´No me importa,  encargate y que vaya un chofer o quien sea, pero traigan la plata”. A veces Lüters mandaba a alguien más. “Me traían el efectivo. Yo no lo contaba, lo guardaba en un cajón o en la famosa mochila y al final del día en su despacho se lo entrega”. A los cheques de más de 50 mil había que fotocopiarlos y marcarlos en la planilla. “El mecanismo era no pagarles a los empresarios para que sí o sí vinieran a verlo. Si no, no tenía forma de que vinieran a pedir su ayuda”. Los cheques de más de 50 mil se depositaron en las cuentas de Dual Core o Sepat.
El exministro de Infraestructura, Alejandro Pagani, también le llevaba a Correa borradores de planillas con empresas. “Se las entregaba y Correa con un resaltador marcaba a quién pagarle. Se la devolvía para que Pagani se lo diera a Oca y pagara únicamente los certificados marcados”. Lüters recibió estos listados de manos de Pagani para dárselos a Correa.
Como presidente del Instituto Provincial de la Vivienda, Martín Bortagaray también le llevó planillas de empresas y montos por cobrar. Eran tan detalladas que Correa pidió que Pagani usara al IPV como modelo.
“Mi trabajo no era opinar ni decidir sino hacer lo que Diego me pedía. ¿A quién le importaba mi opinión? Además después venía la represalia. Tampoco pensaba si estaba bien o mal”, se justificó Lüters.
También comprometió al empresario de Comodoro, Federico Piccione. Iba una vez por semana a Casa de Gobierno. Se llevaba cheques para depositar en la cuenta del concurso preventivo de Canal 9, que siempre debía contar con un millón y medio mensual. “Estuve en asados con Piccione y su mujer en casa de Correa. Era el recaudador para Comodoro”. Se aprovechaban los viajes de Das Neves al sur para reunirse en el Lucania.
Dos veces Lüters recibió efectivo de los Piccione, en cajas: de Federico en una estación de servicio en Comodoro y de su padre, en Garayalde. Cada mes Correa manejaba cerca de 12 millones de pesos de plata negra. Y le gustaba llevar un millón en efectivo en su mochila. #


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