Con un tanto del ingresado Jonathan Santibáñez a dos minutos de expirar el tiempo reglamentario, Germinal pudo igualar 1 a 1 ante Defensores de la Ribera en una reedición del clásico de Rawson que tuvo un interesante marco de público con la presencia de las dos hinchadas que le dieron color y calor a un cotejo que distó de ser interesante, ya que las interrupciones, el bajo nivel de la mayoría de sus figuras y lo trabado del juego, primaron sobre las expectativas positivas que se tenían.
No obstante el resultado final, fue el visitante el que mejor hizo las cosas y que convirtió en figura a Matías López. Una vez más, el arquero germinalista apareció cuando su equipo más lo necesitaba y sacó cuatro pelotas de verdadero riesgo para su valla. Muy por el contrario, Walter Oros no se vio muy exigido más allá de dos pelotas que le tapó a Macarof en el primer palo. Sin embargo, y a pesar de sus pesares, Germinal tiene la capacidad individual suficiente que permite que ante dificultades de conjunto, le solucionen adversidades que para otros conjuntos son irreversibles. Esta vez y casi sobre la hora apareció Jonathan Santibáñez cuando el 0-1 parecía inamovible. Como antes y como el próximo fin de semana, siempre aparecerá uno en el team albiverde para solucionar los problemas o hasta tanto resuelve sus inconvenientes de funcionamiento colectivo. Al menos hay una buena: algunos jugadores, peor que ayer no pueden jugar.
Defensores de la Ribera le hizo un planteo que el local jamás pudo sobrepasar. Lo esperó y salió de contra y aparte aprovechó los desacoples defensivos de su rival. Con jugadores rápidos para la contra, utilizó bien los espacios en la mitad de la cancha. Le faltó precisión y más conexión con su línea de ataque. Y los cambios llegaron tarde. Muy diferente a los germinalista que acertó con los ingresos de Acevedo y Santibáñez, que le permitieron más frescura a su ataque ante el fracaso ofensivo que había hasta ese momento.
La primera mitad, más allá de su intensidad, fue decididamente mala. Con pocos espacios para los creativos y con más roce que juego se fue sin abrir el marcador. Se pensaba que el segundo tiempo iba a existir otra dinámica, ya que el cansancio comienza a aparecer y con él los espacios. No fue así. La marca siguió imperando; los choques se hicieron más frecuentes y la precisión un albur inalcanzable.
Para colmo de males, el manejo del campo se le empezó a ir de las manos al árbitro Josué Caleb Bracco y el cielo se empezó a teñir de amarillo: seis para los locales y dos para los visitantes y que no ayudó en nada para mejorar la chatura del encuentro.
Llegó la apertura del marcador desde la cabeza de Lucas Salinas que inútilmente se lo gritó a la parcialidad de Germinal y fue el mejor momento de los dirigidos por Williams. Apagado Macarof (tuvo sólo chispazos de su enorme talento), imprecisos los demás, entregados a la marca Linares y Sosa; sólo Santibáñez marcó una esperanza. Y fue, precisamente, el ingresado que capturó un rebote afuera del área y entre un mar de piernas la clavó abajo para salvar la ropa en este formato de torneo que apunta a achicar los costos y parece que también los espacios donde se juegue bien a la pelota.
Con un tanto del ingresado Jonathan Santibáñez a dos minutos de expirar el tiempo reglamentario, Germinal pudo igualar 1 a 1 ante Defensores de la Ribera en una reedición del clásico de Rawson que tuvo un interesante marco de público con la presencia de las dos hinchadas que le dieron color y calor a un cotejo que distó de ser interesante, ya que las interrupciones, el bajo nivel de la mayoría de sus figuras y lo trabado del juego, primaron sobre las expectativas positivas que se tenían.
No obstante el resultado final, fue el visitante el que mejor hizo las cosas y que convirtió en figura a Matías López. Una vez más, el arquero germinalista apareció cuando su equipo más lo necesitaba y sacó cuatro pelotas de verdadero riesgo para su valla. Muy por el contrario, Walter Oros no se vio muy exigido más allá de dos pelotas que le tapó a Macarof en el primer palo. Sin embargo, y a pesar de sus pesares, Germinal tiene la capacidad individual suficiente que permite que ante dificultades de conjunto, le solucionen adversidades que para otros conjuntos son irreversibles. Esta vez y casi sobre la hora apareció Jonathan Santibáñez cuando el 0-1 parecía inamovible. Como antes y como el próximo fin de semana, siempre aparecerá uno en el team albiverde para solucionar los problemas o hasta tanto resuelve sus inconvenientes de funcionamiento colectivo. Al menos hay una buena: algunos jugadores, peor que ayer no pueden jugar.
Defensores de la Ribera le hizo un planteo que el local jamás pudo sobrepasar. Lo esperó y salió de contra y aparte aprovechó los desacoples defensivos de su rival. Con jugadores rápidos para la contra, utilizó bien los espacios en la mitad de la cancha. Le faltó precisión y más conexión con su línea de ataque. Y los cambios llegaron tarde. Muy diferente a los germinalista que acertó con los ingresos de Acevedo y Santibáñez, que le permitieron más frescura a su ataque ante el fracaso ofensivo que había hasta ese momento.
La primera mitad, más allá de su intensidad, fue decididamente mala. Con pocos espacios para los creativos y con más roce que juego se fue sin abrir el marcador. Se pensaba que el segundo tiempo iba a existir otra dinámica, ya que el cansancio comienza a aparecer y con él los espacios. No fue así. La marca siguió imperando; los choques se hicieron más frecuentes y la precisión un albur inalcanzable.
Para colmo de males, el manejo del campo se le empezó a ir de las manos al árbitro Josué Caleb Bracco y el cielo se empezó a teñir de amarillo: seis para los locales y dos para los visitantes y que no ayudó en nada para mejorar la chatura del encuentro.
Llegó la apertura del marcador desde la cabeza de Lucas Salinas que inútilmente se lo gritó a la parcialidad de Germinal y fue el mejor momento de los dirigidos por Williams. Apagado Macarof (tuvo sólo chispazos de su enorme talento), imprecisos los demás, entregados a la marca Linares y Sosa; sólo Santibáñez marcó una esperanza. Y fue, precisamente, el ingresado que capturó un rebote afuera del área y entre un mar de piernas la clavó abajo para salvar la ropa en este formato de torneo que apunta a achicar los costos y parece que también los espacios donde se juegue bien a la pelota.