Documental, ficción y documental de nuevo

Escena de Moi, un noir, de Jean Rouch, filmada en 1958.
27 OCT 2018 - 20:45 | Actualizado

Por Dino Berrettini* /  Especial para Jornada

Dividir el cine de hoy en dos vertientes antagónicas como ficción y documental es historia pasada. Se trata de una discusión que comenzó a agotarse allá por mediados del siglo pasado cuando los franceses, creadores de la Nouvelle Vague, plantearon una mayor libertad técnica y narrativa en las producciones cinematográficas. En consecuencia nació el “cine verité” donde encontraron terreno innumerables autores, entre ellos Jean Rouch, quien filmó por ejemplo “Moi, un noir” -Yo, un negro- (1958). Filmó durante seis meses a un inmigrante africano en Francia compartiendo la autoría del film con el protagonista, quien iba comentando las escenas e inventando personajes. Otro ejemplo es la gran directora Agnès Varda, quien en 2008 filmó “Las playas de Agnès”, una película donde la directora se representa a sí misma en una retrospectiva por su vida y por su obra con un brillante sentido del humor.
Del cine nacional se dispara en sentido transversal un ejemplo que sostiene una mirada aún más cooperativa en relación a la autoría de los documentales, y ese es Jorge Prelorán. Realizador cinematográfico vagamente reconocido en nuestro país, pero con una obra sumamente valorada y hasta pontificada en el exterior. Padre del cine etnobiográfico, es decir, un cine que aborda el estudio de la cultura y las etnias tomando de cada comunidad a personas que nos muestran su mundo. “Iruya” (1968), “Cochengo Miranda” (1974) y “Hermógenes Cayo” (1967) son algunas de sus producciones, en las que compartió sus ganancias con los entrevistados.
Por último, y más cercano en el tiempo, está el caso de la película “Todo sobre el asado” (2016) de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Un documental apócrifo en el cual se intenta sostener la narración desde un abordaje clásico, entrevistados y presentador narrando sus impresiones y experiencias acerca de una de las mayores costumbres argentinas: cómo cocinar un buen pedazo de carne.
El documental no existe y tampoco la ficción. Ninguno de los dos géneros existe ni en la mirada más purista y conservadora. Las películas existen y son lo que son, gracias a cómo le prestamos el ojo y qué elegimos creer de ellas. Hay que estar atentos solamente, porque el cine y sus directores intentan, desde el principio, engañarnos con sus ideas y sus propuestas. Nos corresponde estar lúcidos y decidir correctamente qué elegimos creerles. Jorge Prelorán dijo: “Somos todos actores en el mundo en que vivimos, aunque algunos actúan sus ficciones más que otros”.#

*Dino Berrettini es Lic. en Comunicación Audiovisual por la Universidad Nacional de La Plata. Trabaja como documentalista y sonidista de cine. Nació en Rawson y actualmente reside en Rosario.

 

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Escena de Moi, un noir, de Jean Rouch, filmada en 1958.
27 OCT 2018 - 20:45

Por Dino Berrettini* /  Especial para Jornada

Dividir el cine de hoy en dos vertientes antagónicas como ficción y documental es historia pasada. Se trata de una discusión que comenzó a agotarse allá por mediados del siglo pasado cuando los franceses, creadores de la Nouvelle Vague, plantearon una mayor libertad técnica y narrativa en las producciones cinematográficas. En consecuencia nació el “cine verité” donde encontraron terreno innumerables autores, entre ellos Jean Rouch, quien filmó por ejemplo “Moi, un noir” -Yo, un negro- (1958). Filmó durante seis meses a un inmigrante africano en Francia compartiendo la autoría del film con el protagonista, quien iba comentando las escenas e inventando personajes. Otro ejemplo es la gran directora Agnès Varda, quien en 2008 filmó “Las playas de Agnès”, una película donde la directora se representa a sí misma en una retrospectiva por su vida y por su obra con un brillante sentido del humor.
Del cine nacional se dispara en sentido transversal un ejemplo que sostiene una mirada aún más cooperativa en relación a la autoría de los documentales, y ese es Jorge Prelorán. Realizador cinematográfico vagamente reconocido en nuestro país, pero con una obra sumamente valorada y hasta pontificada en el exterior. Padre del cine etnobiográfico, es decir, un cine que aborda el estudio de la cultura y las etnias tomando de cada comunidad a personas que nos muestran su mundo. “Iruya” (1968), “Cochengo Miranda” (1974) y “Hermógenes Cayo” (1967) son algunas de sus producciones, en las que compartió sus ganancias con los entrevistados.
Por último, y más cercano en el tiempo, está el caso de la película “Todo sobre el asado” (2016) de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Un documental apócrifo en el cual se intenta sostener la narración desde un abordaje clásico, entrevistados y presentador narrando sus impresiones y experiencias acerca de una de las mayores costumbres argentinas: cómo cocinar un buen pedazo de carne.
El documental no existe y tampoco la ficción. Ninguno de los dos géneros existe ni en la mirada más purista y conservadora. Las películas existen y son lo que son, gracias a cómo le prestamos el ojo y qué elegimos creer de ellas. Hay que estar atentos solamente, porque el cine y sus directores intentan, desde el principio, engañarnos con sus ideas y sus propuestas. Nos corresponde estar lúcidos y decidir correctamente qué elegimos creerles. Jorge Prelorán dijo: “Somos todos actores en el mundo en que vivimos, aunque algunos actúan sus ficciones más que otros”.#

*Dino Berrettini es Lic. en Comunicación Audiovisual por la Universidad Nacional de La Plata. Trabaja como documentalista y sonidista de cine. Nació en Rawson y actualmente reside en Rosario.

 


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