“A nosotros nos importa lo que aprenden, el tiempo lo marcan los alumnos”

El equipo directivo del Colegio Aliwen de Gaiman habló sobre la metodología de “secundario amigable” que implementa con éxito esa institución.

19 NOV 2018 - 11:56 | Actualizado

Gladys Ibarra es la directora de la escuela Aliwen de Gaiman. Mariana Leyrós es psicopedagoga pero además, profesora de Orientación y Tutoría. Lideran la metodología de “secundario amigable” que implementa con éxito esa institución. Evalúan la adquisición de conocimientos de cada persona según sea su condición y diagnóstico. Llevan adelante un verdadero trabajo de inclusión, ejemplo en la provincia. Este colegio fue crucial para el logro de Gabriel. Disertó sobre su condición de Asperger y el resultado invadió de orgullo a las responsables de la institución. “Gabriel será una de las personas que va a obligar que el sistema cambie para un montón de chicos. Es alguien que hizo punta, que la remó pero que sirve para oportunidades de los demás. Es un ejemplo. Va a llegar donde quiera, no tiene límites. Es un orgullo. Acompañarlo, un placer. Las sociedades hoy, no son inclusivas”, coincidieron en afirmar.

Aliwen se ubica a las afueras de Gaiman. El ambiente es cálido, los jóvenes respetan al “otro” y son formados para que se entienda que cada ser humano es distinto a otro. Entienden de respeto. Entienden de inclusión. La matrícula es de 320 alumnos. “Cada uno es distinto. Cada uno tiene su característica. Si alguien necesita más atención ponemos una pareja pedagógica para acompañarlo”, informaron.

La directora y la psicopedagoga hicieron un alto en su tarea diaria. A contrareloj de su intenso trabajo accedieron  con excelente predisposición  a una entrevista con Jornada sobre la modalidad de la institución. “La ley de inclusión no hace que todos seamos inclusivos, hay que trabajarla. Desde 2004 tenemos chicos incluidos: con diferentes características y algunos con discapacidades. Con diferentes estilos de aprendizaje. Cuando pensamos en el proyecto que escribimos con Mariana, pensamos en un secundario amigable, que los chicos entiendan los limites. Los tenemos. Pero no usamos sanciones ni amonestaciones, no tienen sentido. Cada vez que hay un llamado de atención hay luego un compromiso de reparación de lo que hicieron. Fundamentalmente, el dialogo. Uno no nace inclusivo. Las sociedades de hoy no son inclusivas. Si yo estoy bien, tiene que estar bien el otro. Conocerlo. Quien es. Desde su adolescencia y como persona individual y de ahí construir lo colectivo” ejemplificó Ibarra.

Si bien la visibilización del trabajo de esa institución se dio a raíz de la repercusión de la charla del alumno de 4º año, dijo la directora que “como Gabriel, tenemos un montón de otros chicos. Nos acordamos de cada uno a lo largo de este tiempo y tenemos grandes satisfacciones. Tuvimos que luchar con el Estado. En algún momento dijeron que regalábamos los títulos, antes de la ley de inclusión. Que pasaban de año y no importaba. Y si importa. Importa lo que aprenden. El tiempo lo marcan ellos. Desde 2004 a la fecha fueron protagonistas de su trayectoria escolar. Si un chico se compromete, cumple. Lo hacen a su manera y todos cumplieron. Fundamentalmente, todos tenemos perfil de proactividad”, explicó.

La directora advirtió que para que el sistema de inclusión funcione deben estar presentes tres ejes fundamentales: la familia, los docentes y el Estado. “No se trata de sentarse atrás de un escritorio y bajar normativas. Ahora, nos encontramos con que la inclusión no se puede diseñar desde un escritorio. Se diseña con las personas. Nadie es dueño de la particularidad de ningún chico. Necesitamos a la familia y educamos desde la familia”, apuntó.
 
320 alumnos
 
Se refirió a la matrícula. “Tenemos 320 chicos. Incluidos 29. Pensamos que las dinámicas de los grupos pueden ser flexibles. A los chicos que necesitan mayor atención les dedicamos más tiempo. No ponemos límites. Tenemos 28 o 30 chicos en el aula. Cuando ellos necesitan se agrega una pareja pedagógica o se le pide a los compañeros actitudes saludables”, describió.

Mariana Leyrós fue clarísima en sus términos. Su actitud demuestra vocación y afecto a su tarea diaria. Fue clara al confirmar que hay muchos casos en que llegan padres a pedir un lugar en Aliwen porque por ejemplo, no encuentran en Trelew escuelas de esas características. “Nuestro proyecto estuvo a disposición de todo el mundo para replicarse en cualquier lado. Pero es trabajo, es otra forma. Se trabaja en la inclusión de cualquier alumno tenga el diagnostico que tenga”.
 
Diálogo constante
 
Advirtió en ese sentido que “no hay un alumno en Aliwen que tenga la misma trayectoria a otro. De los 320, cada uno tiene su propia trayectoria. No es con este grupo, es con todo el grupo. Necesitamos además, la familia con participación constante, que diga qué no entienden, qué pasa con cada profesor, cómo se evalúa. El dialogo tiene que ser constante. La tercer pata que para muchos de los chico es fundamental, es la terapia. Con los terapeutas tenemos que trabajar”.

Puntualizó en Gabriel. “El tiene diagnóstico de Asperger. Tenemos otro alumno con el mismo síndrome. Sin embargo, no tienen los mismos terapeutas porque cada uno necesita otras cosas. Así pasa con síndrome de Down, de Williams y también chicos con Espectro Autista”, ejemplificó.
Sobre el trabajo en particular, aseveró que “fue un cambio grande para Gaby porque tenía que venir de Trelew. Para que él hable de su síndrome se hizo un trabajo con la POT, la profesora de Ciencias Naturales y su terapeuta. Establecimos el material para el Power Point y la estrategia de cómo iba a hablar. Fue un trabajo en equipo”.
 
“Millones de objetivos”
 
La directora no ocultó en su rostro, la satisfacción por la “labor cumplida”. Dijo Gladys que la experiencia vivida con ese alumno, es tomada “como un aprendizaje y con una satisfacción que no te lo puedo explicar. Que fuera invitado a otro colegio para poder ayudar  a otras personas que pasen lo mismo y no tenga las habilidades desarrolladas que tiene Gabriel,  para nosotros es una satisfacción. Son con él, millones de objetivos cumplidos. Gabriel está para mucho más. Tenemos la oportunidad con cada uno de los chicos de aprender para seguir educando”.

Por su parte, la psicopedagoga hizo hincapié en el “mensaje”. Reveló que “el mensaje es que se puede. De esperanza para tantas familias que cuando reciben un diagnóstico, sea el que sea, no saben hacia donde direccionar. Quedan detenidas, paralizadas. Piensan que no va a haber futuro. Algunos se resignan. Esto demuestra que no hay que resignarse. Que no hay nada escrito. Ellos nos dicen por dónde hay que ir. En la década del 70 se hablaba de plafón, de un” hasta aquí”. Nosotros no sabemos hasta donde van a llegar”, afirmó con una sonrisa.

Y agregó: “Gabriel empezó con dudas cuando lo expuso a su grupo del curso. Este año pidió que se abriera. Ahora , está la opción de abrirse a otras personas. ¿Que lo detiene? Nada. Lo que el necesita, son personas que lo acompañen conteniéndolo y dándole un voto de confianza. Es capaz de esto y de muchas cosas. Es un llamado al resto de las instituciones educativas. Que no tengan miedo. Lo fuimos aprendiendo entre todos. Lo que aplicamos en uno no sirve para otro, seguir estudiando. Es un trabajo maravilloso. Son logros que tienen ellos y que uno siente como propios”.

Cuando los resultados hablan solos, cuando las escuelas demuestran en acciones que con amor y dedicación logran excelencia académica, merecen ser reconocidas. Y replicadas. “La sociedad empieza a mirar distinto. Ahora, cuando una persona sea distinta ya vamos a saber por qué, porque Gabriel se ocupó de decir las características de un Asperger. Quienes toman decisiones no contemplan lo que nosotros trabajamos. Pero tendrán que empezar a pensar qué oportunidades van a tener que dar a las personas. Un asperger podrá estudiar donde quiera pero tendrán que tener en cuenta determinadas características”, concluyó Peyrós.

Aliwen, un colegio que es noticia hoy por su calidad educativa. Por su esencia humana. La ambición es enorme y la alimentan cada día.
La esperanza es que cada vez más escuelas estén en boca de la comunidad por su trabajo inclusivo y no por actitudes que llevan a la exclusión y muchas veces, a la discriminación.
 

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19 NOV 2018 - 11:56

Gladys Ibarra es la directora de la escuela Aliwen de Gaiman. Mariana Leyrós es psicopedagoga pero además, profesora de Orientación y Tutoría. Lideran la metodología de “secundario amigable” que implementa con éxito esa institución. Evalúan la adquisición de conocimientos de cada persona según sea su condición y diagnóstico. Llevan adelante un verdadero trabajo de inclusión, ejemplo en la provincia. Este colegio fue crucial para el logro de Gabriel. Disertó sobre su condición de Asperger y el resultado invadió de orgullo a las responsables de la institución. “Gabriel será una de las personas que va a obligar que el sistema cambie para un montón de chicos. Es alguien que hizo punta, que la remó pero que sirve para oportunidades de los demás. Es un ejemplo. Va a llegar donde quiera, no tiene límites. Es un orgullo. Acompañarlo, un placer. Las sociedades hoy, no son inclusivas”, coincidieron en afirmar.

Aliwen se ubica a las afueras de Gaiman. El ambiente es cálido, los jóvenes respetan al “otro” y son formados para que se entienda que cada ser humano es distinto a otro. Entienden de respeto. Entienden de inclusión. La matrícula es de 320 alumnos. “Cada uno es distinto. Cada uno tiene su característica. Si alguien necesita más atención ponemos una pareja pedagógica para acompañarlo”, informaron.

La directora y la psicopedagoga hicieron un alto en su tarea diaria. A contrareloj de su intenso trabajo accedieron  con excelente predisposición  a una entrevista con Jornada sobre la modalidad de la institución. “La ley de inclusión no hace que todos seamos inclusivos, hay que trabajarla. Desde 2004 tenemos chicos incluidos: con diferentes características y algunos con discapacidades. Con diferentes estilos de aprendizaje. Cuando pensamos en el proyecto que escribimos con Mariana, pensamos en un secundario amigable, que los chicos entiendan los limites. Los tenemos. Pero no usamos sanciones ni amonestaciones, no tienen sentido. Cada vez que hay un llamado de atención hay luego un compromiso de reparación de lo que hicieron. Fundamentalmente, el dialogo. Uno no nace inclusivo. Las sociedades de hoy no son inclusivas. Si yo estoy bien, tiene que estar bien el otro. Conocerlo. Quien es. Desde su adolescencia y como persona individual y de ahí construir lo colectivo” ejemplificó Ibarra.

Si bien la visibilización del trabajo de esa institución se dio a raíz de la repercusión de la charla del alumno de 4º año, dijo la directora que “como Gabriel, tenemos un montón de otros chicos. Nos acordamos de cada uno a lo largo de este tiempo y tenemos grandes satisfacciones. Tuvimos que luchar con el Estado. En algún momento dijeron que regalábamos los títulos, antes de la ley de inclusión. Que pasaban de año y no importaba. Y si importa. Importa lo que aprenden. El tiempo lo marcan ellos. Desde 2004 a la fecha fueron protagonistas de su trayectoria escolar. Si un chico se compromete, cumple. Lo hacen a su manera y todos cumplieron. Fundamentalmente, todos tenemos perfil de proactividad”, explicó.

La directora advirtió que para que el sistema de inclusión funcione deben estar presentes tres ejes fundamentales: la familia, los docentes y el Estado. “No se trata de sentarse atrás de un escritorio y bajar normativas. Ahora, nos encontramos con que la inclusión no se puede diseñar desde un escritorio. Se diseña con las personas. Nadie es dueño de la particularidad de ningún chico. Necesitamos a la familia y educamos desde la familia”, apuntó.
 
320 alumnos
 
Se refirió a la matrícula. “Tenemos 320 chicos. Incluidos 29. Pensamos que las dinámicas de los grupos pueden ser flexibles. A los chicos que necesitan mayor atención les dedicamos más tiempo. No ponemos límites. Tenemos 28 o 30 chicos en el aula. Cuando ellos necesitan se agrega una pareja pedagógica o se le pide a los compañeros actitudes saludables”, describió.

Mariana Leyrós fue clarísima en sus términos. Su actitud demuestra vocación y afecto a su tarea diaria. Fue clara al confirmar que hay muchos casos en que llegan padres a pedir un lugar en Aliwen porque por ejemplo, no encuentran en Trelew escuelas de esas características. “Nuestro proyecto estuvo a disposición de todo el mundo para replicarse en cualquier lado. Pero es trabajo, es otra forma. Se trabaja en la inclusión de cualquier alumno tenga el diagnostico que tenga”.
 
Diálogo constante
 
Advirtió en ese sentido que “no hay un alumno en Aliwen que tenga la misma trayectoria a otro. De los 320, cada uno tiene su propia trayectoria. No es con este grupo, es con todo el grupo. Necesitamos además, la familia con participación constante, que diga qué no entienden, qué pasa con cada profesor, cómo se evalúa. El dialogo tiene que ser constante. La tercer pata que para muchos de los chico es fundamental, es la terapia. Con los terapeutas tenemos que trabajar”.

Puntualizó en Gabriel. “El tiene diagnóstico de Asperger. Tenemos otro alumno con el mismo síndrome. Sin embargo, no tienen los mismos terapeutas porque cada uno necesita otras cosas. Así pasa con síndrome de Down, de Williams y también chicos con Espectro Autista”, ejemplificó.
Sobre el trabajo en particular, aseveró que “fue un cambio grande para Gaby porque tenía que venir de Trelew. Para que él hable de su síndrome se hizo un trabajo con la POT, la profesora de Ciencias Naturales y su terapeuta. Establecimos el material para el Power Point y la estrategia de cómo iba a hablar. Fue un trabajo en equipo”.
 
“Millones de objetivos”
 
La directora no ocultó en su rostro, la satisfacción por la “labor cumplida”. Dijo Gladys que la experiencia vivida con ese alumno, es tomada “como un aprendizaje y con una satisfacción que no te lo puedo explicar. Que fuera invitado a otro colegio para poder ayudar  a otras personas que pasen lo mismo y no tenga las habilidades desarrolladas que tiene Gabriel,  para nosotros es una satisfacción. Son con él, millones de objetivos cumplidos. Gabriel está para mucho más. Tenemos la oportunidad con cada uno de los chicos de aprender para seguir educando”.

Por su parte, la psicopedagoga hizo hincapié en el “mensaje”. Reveló que “el mensaje es que se puede. De esperanza para tantas familias que cuando reciben un diagnóstico, sea el que sea, no saben hacia donde direccionar. Quedan detenidas, paralizadas. Piensan que no va a haber futuro. Algunos se resignan. Esto demuestra que no hay que resignarse. Que no hay nada escrito. Ellos nos dicen por dónde hay que ir. En la década del 70 se hablaba de plafón, de un” hasta aquí”. Nosotros no sabemos hasta donde van a llegar”, afirmó con una sonrisa.

Y agregó: “Gabriel empezó con dudas cuando lo expuso a su grupo del curso. Este año pidió que se abriera. Ahora , está la opción de abrirse a otras personas. ¿Que lo detiene? Nada. Lo que el necesita, son personas que lo acompañen conteniéndolo y dándole un voto de confianza. Es capaz de esto y de muchas cosas. Es un llamado al resto de las instituciones educativas. Que no tengan miedo. Lo fuimos aprendiendo entre todos. Lo que aplicamos en uno no sirve para otro, seguir estudiando. Es un trabajo maravilloso. Son logros que tienen ellos y que uno siente como propios”.

Cuando los resultados hablan solos, cuando las escuelas demuestran en acciones que con amor y dedicación logran excelencia académica, merecen ser reconocidas. Y replicadas. “La sociedad empieza a mirar distinto. Ahora, cuando una persona sea distinta ya vamos a saber por qué, porque Gabriel se ocupó de decir las características de un Asperger. Quienes toman decisiones no contemplan lo que nosotros trabajamos. Pero tendrán que empezar a pensar qué oportunidades van a tener que dar a las personas. Un asperger podrá estudiar donde quiera pero tendrán que tener en cuenta determinadas características”, concluyó Peyrós.

Aliwen, un colegio que es noticia hoy por su calidad educativa. Por su esencia humana. La ambición es enorme y la alimentan cada día.
La esperanza es que cada vez más escuelas estén en boca de la comunidad por su trabajo inclusivo y no por actitudes que llevan a la exclusión y muchas veces, a la discriminación.
 


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