La columna de Elio Rossi / River tiene enfrente el gran desafío, post resaca de la eterna alegría

Te juro que lo que estás viendo no es verdad. River ante el gran desafío post resaca de eterna alegría. Se siente, se siente, Román presidente.

17 DIC 2018 - 19:51 | Actualizado

Dicen los infieles de la vida que hay que negar hasta cuando te “pescan” in fraganti. ¿Cómo harán los futbolistas de River y su cuerpo técnico para no llegar este martes frente al Al Ain y eventualmente el sábado contra el Real, con la “resaca” del triunfo más importante del que tengamos recuerdo?

¿Alguien podría hacerle un reclamo si se “comieran” 3 este mediodía?.

¿O si cayera contra el “accesible” Real Madrid?

Tengo la impresión que no.

Es decir, Gallardo, Martínez, Quintero saben que son los protagonistas del hecho más importante en la historia del club.

Pero tienen que convencerse de que podrán comenzar a relajar los músculos a partir del próximo sábado a la noche. No antes.

¿Podrán?

Y aquellos que, “alla” Juan Román Riquelme intentan meter una cuña en relación a los recuerdos y ese partido contra Belgrano, habría que recordarles que nuestro cerebro tiende a quedarse con los buenos momentos, a dulcificar la historia.

No solo eso: a veces hacen falta años para digerir, entender, aceptar y gritar una verdad cuando hablamos de un trauma.

Sobran ejemplos en la Argentina de nuestros días en la lucha –irreversible- que con características de Revolución, llevan adelante nuestras mujeres.

Los recuerdos no necesariamente son los hechos. Son lo que decidimos recordar.

La caída contra Belgrano y el posterior descenso resulta una minucia frente al 3-1 propiciado en Madrid hace poco más de una semana a Boca.

Un punto en el espacio.

Y por otro lado, cada uno tiene derecho a atesorar del modo que prefiera las circunstancias vividas.

Pero Román juega para la tribuna y especialmente, para los socios que pueden votarlo apenas haga el anuncio correspondiente.

Angelici apostó todo a los Escritorios. Pero se encontró con un problema: él no los manejaba. Ni los de la Conmebol ni mucho menos los de la Fifa. Aún contra-fáctico, con Julio Humberto I de Viamonte, esto jamás habría pasado.

Se jugaba en River, no duden.

Pero Angelici, el inminente extinto, acaso empujado por los propios y por la bronca acumulada desde el episodio “Panadero”, decidió jugar un pleno al 17.

No se escuchó “Negro, el 17”, sino CERO.

Y el presidente de Boca se transformó en un “hombre muerto caminando” como anuncian a los condenados en Texas.

El problema de los poderosos es que a veces la vida los pone frente a otros aún más poderosos: Angelici acaba de comprobarlo.

Riquelme por su lado, maneja los tiempos políticos “del patio de su casa” como el más experimentado y profesional de los Políticos.

Hará su partido homenaje-despedida con el beneplácito del macrismo-angelicismo para en ese mismo momento lanzar su candidatura. No debería sorprendernos un gesto de este tipo. No de Juan Román.

Digamos de paso que reúne todas las condiciones formales para ser candidato. Y para oficializarla tiene hasta 60 días antes de la elección, prevista para diciembre del 2019.

¿Será con Macri reelecto? ¿Con CFK al mando nuevamente o con un “tapado” que aún no tenemos en cuenta?

En fin, delicias de la Argentina con 50% de inflación anual y 35% en los niveles de pobreza.

Boca transcurre su devenir crítico a la búsqueda de un entrenador que tenga características casi de un Mesías para olvidar el irreparable daño de Madrid.

Gallardo por su lado, debe trabajar en lo que ha llamado “bajar la euforia”. Ha vivido en carne propia como jugador el traspaso de la alegría que parece eterna para jugar un partido camino a más gloria.

Me viene la imagen de Daniel Alberto, alias “el káiser se quedó en Buenos Aires” con su adláter Tolo Gallego rodando cual escena de “dulce amor” en el verde césped de Marsella apenas eliminado el equipo inglés de la Copa del Mundo francesa en el lejano 98.

Faltaba una eternidad, pero festejaron como si correspondiera dar la vuelta olímpica.

Serían “cochería” unos días después contra los holandeses con cabezazo de Orteguita incluido.

Gallardo era uno de los elegidos de Passarella. Hasta le cargó en un momento determinado, con llevar la número 10 de Diego, sacado del medio por una invitación a la Rinoscopía.

Aquella vez, Argentina no pudo “trabajar sobre la euforia” y perdió.

River Plate, que acaba de escribir una página que parece imposible de superar (¿ustedes imaginan otra final en Santiago el año próximo?), tiene la chance. Solo deben esperar hasta el sábado para ser estatuas de Oro.#

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17 DIC 2018 - 19:51

Dicen los infieles de la vida que hay que negar hasta cuando te “pescan” in fraganti. ¿Cómo harán los futbolistas de River y su cuerpo técnico para no llegar este martes frente al Al Ain y eventualmente el sábado contra el Real, con la “resaca” del triunfo más importante del que tengamos recuerdo?

¿Alguien podría hacerle un reclamo si se “comieran” 3 este mediodía?.

¿O si cayera contra el “accesible” Real Madrid?

Tengo la impresión que no.

Es decir, Gallardo, Martínez, Quintero saben que son los protagonistas del hecho más importante en la historia del club.

Pero tienen que convencerse de que podrán comenzar a relajar los músculos a partir del próximo sábado a la noche. No antes.

¿Podrán?

Y aquellos que, “alla” Juan Román Riquelme intentan meter una cuña en relación a los recuerdos y ese partido contra Belgrano, habría que recordarles que nuestro cerebro tiende a quedarse con los buenos momentos, a dulcificar la historia.

No solo eso: a veces hacen falta años para digerir, entender, aceptar y gritar una verdad cuando hablamos de un trauma.

Sobran ejemplos en la Argentina de nuestros días en la lucha –irreversible- que con características de Revolución, llevan adelante nuestras mujeres.

Los recuerdos no necesariamente son los hechos. Son lo que decidimos recordar.

La caída contra Belgrano y el posterior descenso resulta una minucia frente al 3-1 propiciado en Madrid hace poco más de una semana a Boca.

Un punto en el espacio.

Y por otro lado, cada uno tiene derecho a atesorar del modo que prefiera las circunstancias vividas.

Pero Román juega para la tribuna y especialmente, para los socios que pueden votarlo apenas haga el anuncio correspondiente.

Angelici apostó todo a los Escritorios. Pero se encontró con un problema: él no los manejaba. Ni los de la Conmebol ni mucho menos los de la Fifa. Aún contra-fáctico, con Julio Humberto I de Viamonte, esto jamás habría pasado.

Se jugaba en River, no duden.

Pero Angelici, el inminente extinto, acaso empujado por los propios y por la bronca acumulada desde el episodio “Panadero”, decidió jugar un pleno al 17.

No se escuchó “Negro, el 17”, sino CERO.

Y el presidente de Boca se transformó en un “hombre muerto caminando” como anuncian a los condenados en Texas.

El problema de los poderosos es que a veces la vida los pone frente a otros aún más poderosos: Angelici acaba de comprobarlo.

Riquelme por su lado, maneja los tiempos políticos “del patio de su casa” como el más experimentado y profesional de los Políticos.

Hará su partido homenaje-despedida con el beneplácito del macrismo-angelicismo para en ese mismo momento lanzar su candidatura. No debería sorprendernos un gesto de este tipo. No de Juan Román.

Digamos de paso que reúne todas las condiciones formales para ser candidato. Y para oficializarla tiene hasta 60 días antes de la elección, prevista para diciembre del 2019.

¿Será con Macri reelecto? ¿Con CFK al mando nuevamente o con un “tapado” que aún no tenemos en cuenta?

En fin, delicias de la Argentina con 50% de inflación anual y 35% en los niveles de pobreza.

Boca transcurre su devenir crítico a la búsqueda de un entrenador que tenga características casi de un Mesías para olvidar el irreparable daño de Madrid.

Gallardo por su lado, debe trabajar en lo que ha llamado “bajar la euforia”. Ha vivido en carne propia como jugador el traspaso de la alegría que parece eterna para jugar un partido camino a más gloria.

Me viene la imagen de Daniel Alberto, alias “el káiser se quedó en Buenos Aires” con su adláter Tolo Gallego rodando cual escena de “dulce amor” en el verde césped de Marsella apenas eliminado el equipo inglés de la Copa del Mundo francesa en el lejano 98.

Faltaba una eternidad, pero festejaron como si correspondiera dar la vuelta olímpica.

Serían “cochería” unos días después contra los holandeses con cabezazo de Orteguita incluido.

Gallardo era uno de los elegidos de Passarella. Hasta le cargó en un momento determinado, con llevar la número 10 de Diego, sacado del medio por una invitación a la Rinoscopía.

Aquella vez, Argentina no pudo “trabajar sobre la euforia” y perdió.

River Plate, que acaba de escribir una página que parece imposible de superar (¿ustedes imaginan otra final en Santiago el año próximo?), tiene la chance. Solo deben esperar hasta el sábado para ser estatuas de Oro.#


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