Lo sorprendieron con 693 semillas de marihuana, fue a juicio y lo absolvieron

Es un santafesino que iba como acompañante en un camión chileno. Un control en Gobernador Costa detectó el material que llevaba. Pero se probó que sólo eran ingredientes para cocina y no elementos para comerciar estupefacientes.

Juez. Enrique Guanziroli, el magistrado que se analizó el caso de Andrés, quien finalmente fue absuelto.
13 ENE 2019 - 20:58 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia absolvió a un joven de 29 años que fue sorprendido con 693 semillas de marihuana. Se trata del santafesino Nahuel Andrés.

El 26 de septiembre de 2016, en un operativo de control de rutina de la Gendarmería Nacional, en el km. 1592 de la ruta nacional 40, Gobernador Costa, fue detenido un camión chileno conducido por Alex Danilo Gavilán Carrillo. Iba acompañado por Andrés, quien no figuraba en el manifiesto internacional de carga.

Al pedir sus efectos personales llevaba 693 semillas de cannabis sativa, de ellas 308 con una viabilidad germinativa del 60% y las restantes 385, con un 40% de viabilidad. Fue procesado por la fiscal federal de Esquel, Silvina Alejandra Ávila, por guarda y transporte de semillas utilizables para producir estupefacientes. El caso fue elevado a juicio por el juez federal Guido Otranto.

Al ser indagado, Andrés dijo que ignoraba que llevar esas semillas violaba la ley y que nunca había estado en una situación similar. El día del procedimiento viajaba desde El Bolsón, donde realizó un voluntariado una semana en una huerta orgánica, aprendiendo bioconstrucción, permacultura y alimentación vegetariana. Iba a Ushuaia por un tema personal.

Al terminar el curso, Pastor, el dueño de la granja, con quien congenió, le regaló un frasco con distintos tipos de semillas de alimentos, incluyendo marihuana. “No las verificó ni manipuló, su propósito era experimentar gastronómicamente con ellas, salteándolas, macerándolas, en condimentos vegetarianos, creyó que carecían de efectos psicoactivos y las probaría en comidas”.

El joven había consumido estupefacientes y era consciente de que la semilla en sí tenía poder psicoactivo. Estaban mezcladas con las demás en una bolsita en el mismo frasco y no sabía su cantidad exacta. “No iba a plantarlas ni a entregarlas ni tiene cultivos”.

Cuando viajó en el camión chileno lo hicieron bajar pues necesitaba permiso. Exhibió sus pertenencias: un juego de wok de tres piezas, cinco cuchillos, arroz, lentejas y cereales, condimentos y el tarro plástico donde estaban las semillas, algunas sueltas y otras en bolsita junto con acelga colorada, remolacha, orégano, cilantro, romero, pimiento, zanahoria y marihuana.

El acusado explicó qué eran y por qué las llevaba, como en controles anteriores. Las separaron y secuestraron. Sólo contabilizaron las de marihuana en el tarrito plástico. “Ignora qué pasó con las demás que no pusieron en el acta”.

Andrés trabaja en gastronomía desde los doce años hasta la actualidad, incluso en el exterior. Fumó esporádicamente marihuana a los 16 años pero “cada tanto, no cotidiana ni habitualmente”. Después de su procesamiento “se alejó del todo, solo cocina, presentó documentación vinculada a sus cursos, carta de recomendación, contrato, libreta sanitaria”.

El gendarme Arnaldo Ledesma estuvo en el control preventivo el día del hecho. Comenzó como un procedimiento de rutina sobre un camión chileno. No podía trasladar personas no declaradas. Andrés no se resistió. Traía las semillas en un frasco dentro de la mochila. “No tenía olor a marihuana sino el aspecto de una persona normal y por el color las separaron”. Al camión se le hizo acta de infracción y siguió su ruta lo mismo que Andrés por su lado.

El juez Enrique Guanziroli explicó que no hay evidencia de que Andrés haya tenido intención de comerciar. “Nada surgió de lo actuado y menos aportó la nula investigación, que ni siquiera oyó al conductor del rodado, ni se preocupó de buscar al dador de las semillas, en su chacra de la jurisdicción”.

“No se le halló dinero que pudiera generar suspicacias, no sólo en alguna cuenta a su nombre, sino en sus enseres en billetes de baja denominación, como suele suceder en el intercambio de droga por dinero al por menor, tampoco se pesquisó en la anterior plaza de su residencia alguna diligencia económica inhabitual que pudiera suscitar sospechas y entonces nada hay que puede involucrarlo en este delito”.

El juez consideró que Andrés “tuvo la intención y decisión de poseer las semillas, que le habían regalado recientemente, para su propia experimentación culinaria e incluyó llevarlas consigo, como con los utensilios de cocina portados en la ocasión y que enseguida reconoció suyos”.

Las semillas “no iban acondicionadas al modo en que se trasladan comúnmente al por mayor, ni con un elaborado sistema de ocultamiento, simplemente colocadas en su mochila, entre sus enseres personales ambulantes, que exhibió dócilmente a la autoridad, tornan creíbles y verosímiles las circunstancias del obsequio y alejan la afectación a la salud pública y la comisión de un delito”.

Según la sentencia, tampoco todas las semillas tenían capacidad germinativa plena, sólo la mitad, lo que demuestra que su destino era gastronómico y no para la producción ilícita de droga.

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Juez. Enrique Guanziroli, el magistrado que se analizó el caso de Andrés, quien finalmente fue absuelto.
13 ENE 2019 - 20:58

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia absolvió a un joven de 29 años que fue sorprendido con 693 semillas de marihuana. Se trata del santafesino Nahuel Andrés.

El 26 de septiembre de 2016, en un operativo de control de rutina de la Gendarmería Nacional, en el km. 1592 de la ruta nacional 40, Gobernador Costa, fue detenido un camión chileno conducido por Alex Danilo Gavilán Carrillo. Iba acompañado por Andrés, quien no figuraba en el manifiesto internacional de carga.

Al pedir sus efectos personales llevaba 693 semillas de cannabis sativa, de ellas 308 con una viabilidad germinativa del 60% y las restantes 385, con un 40% de viabilidad. Fue procesado por la fiscal federal de Esquel, Silvina Alejandra Ávila, por guarda y transporte de semillas utilizables para producir estupefacientes. El caso fue elevado a juicio por el juez federal Guido Otranto.

Al ser indagado, Andrés dijo que ignoraba que llevar esas semillas violaba la ley y que nunca había estado en una situación similar. El día del procedimiento viajaba desde El Bolsón, donde realizó un voluntariado una semana en una huerta orgánica, aprendiendo bioconstrucción, permacultura y alimentación vegetariana. Iba a Ushuaia por un tema personal.

Al terminar el curso, Pastor, el dueño de la granja, con quien congenió, le regaló un frasco con distintos tipos de semillas de alimentos, incluyendo marihuana. “No las verificó ni manipuló, su propósito era experimentar gastronómicamente con ellas, salteándolas, macerándolas, en condimentos vegetarianos, creyó que carecían de efectos psicoactivos y las probaría en comidas”.

El joven había consumido estupefacientes y era consciente de que la semilla en sí tenía poder psicoactivo. Estaban mezcladas con las demás en una bolsita en el mismo frasco y no sabía su cantidad exacta. “No iba a plantarlas ni a entregarlas ni tiene cultivos”.

Cuando viajó en el camión chileno lo hicieron bajar pues necesitaba permiso. Exhibió sus pertenencias: un juego de wok de tres piezas, cinco cuchillos, arroz, lentejas y cereales, condimentos y el tarro plástico donde estaban las semillas, algunas sueltas y otras en bolsita junto con acelga colorada, remolacha, orégano, cilantro, romero, pimiento, zanahoria y marihuana.

El acusado explicó qué eran y por qué las llevaba, como en controles anteriores. Las separaron y secuestraron. Sólo contabilizaron las de marihuana en el tarrito plástico. “Ignora qué pasó con las demás que no pusieron en el acta”.

Andrés trabaja en gastronomía desde los doce años hasta la actualidad, incluso en el exterior. Fumó esporádicamente marihuana a los 16 años pero “cada tanto, no cotidiana ni habitualmente”. Después de su procesamiento “se alejó del todo, solo cocina, presentó documentación vinculada a sus cursos, carta de recomendación, contrato, libreta sanitaria”.

El gendarme Arnaldo Ledesma estuvo en el control preventivo el día del hecho. Comenzó como un procedimiento de rutina sobre un camión chileno. No podía trasladar personas no declaradas. Andrés no se resistió. Traía las semillas en un frasco dentro de la mochila. “No tenía olor a marihuana sino el aspecto de una persona normal y por el color las separaron”. Al camión se le hizo acta de infracción y siguió su ruta lo mismo que Andrés por su lado.

El juez Enrique Guanziroli explicó que no hay evidencia de que Andrés haya tenido intención de comerciar. “Nada surgió de lo actuado y menos aportó la nula investigación, que ni siquiera oyó al conductor del rodado, ni se preocupó de buscar al dador de las semillas, en su chacra de la jurisdicción”.

“No se le halló dinero que pudiera generar suspicacias, no sólo en alguna cuenta a su nombre, sino en sus enseres en billetes de baja denominación, como suele suceder en el intercambio de droga por dinero al por menor, tampoco se pesquisó en la anterior plaza de su residencia alguna diligencia económica inhabitual que pudiera suscitar sospechas y entonces nada hay que puede involucrarlo en este delito”.

El juez consideró que Andrés “tuvo la intención y decisión de poseer las semillas, que le habían regalado recientemente, para su propia experimentación culinaria e incluyó llevarlas consigo, como con los utensilios de cocina portados en la ocasión y que enseguida reconoció suyos”.

Las semillas “no iban acondicionadas al modo en que se trasladan comúnmente al por mayor, ni con un elaborado sistema de ocultamiento, simplemente colocadas en su mochila, entre sus enseres personales ambulantes, que exhibió dócilmente a la autoridad, tornan creíbles y verosímiles las circunstancias del obsequio y alejan la afectación a la salud pública y la comisión de un delito”.

Según la sentencia, tampoco todas las semillas tenían capacidad germinativa plena, sólo la mitad, lo que demuestra que su destino era gastronómico y no para la producción ilícita de droga.


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