Los policías de Trelew y una bicicleta para impulsar los sueños de Gianluca

Tiene 12 años y es de Trelew. Pasó a sexto grado. Sueña con ser carpintero pero por ahora todos los días vende pan y tortas fritas para ayudar a su mamá. Policías de una comisaría le regalaron un rodado para que pueda movilizarse mejor y más rápido.

14 ENE 2019 - 19:19 | Actualizado

Por Darío Roberts / @darioroberts

Gianluca tiene 12 años. Pasó a sexto grado y le gustaría ser carpintero. Pero desde hace un tiempo se levanta temprano para ayudar en el amasado del pan que después sale a vender por los barrios cercanos a su casa.

Hace un tiempo entró a la recepción de la Comisaría Segunda de Trelew y ofreció torta fritas a los policías que trabajan en el lugar. De a poco fue estrechando vínculos con los hombres y mujeres que trabajan en ese lugar, a quienes les vendía los productos que hacían en su casa o bien aquellos que lograba colectar en panaderías de barrio, con el fin de luego comercializar.

Es el mayor de tres hermanos y hasta ahora esa tarea de vender panificados la hacía a pie. Sin embargo todo cambió un día en el que observó desde un pasillo un montón de bicicletas amontonadas en un patio interno de la dependencia policial. Dio vueltas y vueltas hasta que se animó, y le preguntó a un policía sino le podían dar una para él, para que pudiera hacer más rápido el reparto y además jugar con sus amigos.

“Él venía casi todos los días a vender tortas fritas a los empleados y un día comentó que lo hacía para ayudar a su mamá que estaba embarazada y no tenía trabajo”, contó a Jornada el subcomisario Diego Facciuto, segundo jefe de la comisaría segunda, seccional que tiene jurisdicción en el barrio Presidente Perón, donde vive el niño con su madre y dos hermanas más chicas, de 6 y 4 años.

Facciuto contó que “Gianluca venía casi siempre a vender tortas fritas y un día le pidió al personal sino le daban unas bicicletas que tenemos acá depositadas, que eso le iba a facilitar la tarea, porque ganaba tiempo y movilidad; no tenía bicicleta, porque su familia es muy humilde”.




El funcionario indicó en la dependencia suele haber bicicletas que son encontradas en la vía pública, producto de un olvido o porque las dejan tras un robo, pero es raro que las reclamen.

“El personal de uno de los turnos además de eso se encargó de eso de juntarle ropa y alimentos no perecederos para él y la familia”, dijo el segundo jefe de la comisaría, quien “destacó la actitud que tiene este chico de ayudar a su mamá y sus hermanas”.

El segundo jefe de la comisaría conocía el pedido de la bicicleta, pero también se vio sorprendido por la colecta que habían hecho los oficiales y suboficiales de la dependencia para con la familia del niño. “El domingo me enteré que habían organizado el personal del turno, con la oficial Martínez y suboficial Arévalo al frente, una colecta para colaborar con alimentos y ropa”.

Ayer Gianluca volvió a la comisaría a saludar al personal. Allí Jornada pudo conocer un poco más de su historia y la bicicleta que recibió. “Yo los conocí vendiendo pan casero y después me fui haciendo amigo de ellos” recuerda el niño sobre su relación con el personal de la seccional segunda.

“Un día vi las bicicletas y por las dudas pregunté. Me dijeron vení tal día y me dijeron que la iban a mandar a pintar. Ayer cuando vine me la dieron, la llevé a mi casa, di unas vueltas y me fui”.

La bicicleta para Gianluca es una posibilidad de acortar distancias, vínculos, afectos y también una herramienta para su tarea diaria. “Yo la bici la uso para andar, voy a jugar con mis amigos, hacemos carreras, o voy a visitar a mi abuela que vive en las Mil viviendas. También me sirve para no caminar tanto, antes hacía todo a pie, ahora voy a ir más tranquilo”, cuenta el adolescente, quien pasó a sexto grado y sueña con ser carpintero.

Asegura que a la mañana se levanta temprano, a las 7 y “empezamos a amasar, ponemos el pan para que se levante y hacemos los chicharrones, después lo cocinamos todo y lo vendemos”, dice Gianluca.

En sus ratos libres mira videos de Youtube, con los que aprende a hacer distintos tipos de tareas. “Me gusta mirar cómo hacen para cortar botellas y también armar cosas de cocina” asegura y en ese sentido cuenta que ha confeccionado una herramienta para pelar verduras con una latita de gaseosa.

Gianluca quiere aprender el oficio de carpintero, pero su corta edad por ahora no lo permite. “Vimos que hay para grandes pero no para chicos, además son máquinas muy potentes y dicen que eso podría ser peligroso”.

Por ahora, con su bicicleta, recorre el barrio, visita a su abuela y sigue vendiendo pan con chicharrones y tortas fritas, para ayudar en su casa.

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14 ENE 2019 - 19:19

Por Darío Roberts / @darioroberts

Gianluca tiene 12 años. Pasó a sexto grado y le gustaría ser carpintero. Pero desde hace un tiempo se levanta temprano para ayudar en el amasado del pan que después sale a vender por los barrios cercanos a su casa.

Hace un tiempo entró a la recepción de la Comisaría Segunda de Trelew y ofreció torta fritas a los policías que trabajan en el lugar. De a poco fue estrechando vínculos con los hombres y mujeres que trabajan en ese lugar, a quienes les vendía los productos que hacían en su casa o bien aquellos que lograba colectar en panaderías de barrio, con el fin de luego comercializar.

Es el mayor de tres hermanos y hasta ahora esa tarea de vender panificados la hacía a pie. Sin embargo todo cambió un día en el que observó desde un pasillo un montón de bicicletas amontonadas en un patio interno de la dependencia policial. Dio vueltas y vueltas hasta que se animó, y le preguntó a un policía sino le podían dar una para él, para que pudiera hacer más rápido el reparto y además jugar con sus amigos.

“Él venía casi todos los días a vender tortas fritas a los empleados y un día comentó que lo hacía para ayudar a su mamá que estaba embarazada y no tenía trabajo”, contó a Jornada el subcomisario Diego Facciuto, segundo jefe de la comisaría segunda, seccional que tiene jurisdicción en el barrio Presidente Perón, donde vive el niño con su madre y dos hermanas más chicas, de 6 y 4 años.

Facciuto contó que “Gianluca venía casi siempre a vender tortas fritas y un día le pidió al personal sino le daban unas bicicletas que tenemos acá depositadas, que eso le iba a facilitar la tarea, porque ganaba tiempo y movilidad; no tenía bicicleta, porque su familia es muy humilde”.




El funcionario indicó en la dependencia suele haber bicicletas que son encontradas en la vía pública, producto de un olvido o porque las dejan tras un robo, pero es raro que las reclamen.

“El personal de uno de los turnos además de eso se encargó de eso de juntarle ropa y alimentos no perecederos para él y la familia”, dijo el segundo jefe de la comisaría, quien “destacó la actitud que tiene este chico de ayudar a su mamá y sus hermanas”.

El segundo jefe de la comisaría conocía el pedido de la bicicleta, pero también se vio sorprendido por la colecta que habían hecho los oficiales y suboficiales de la dependencia para con la familia del niño. “El domingo me enteré que habían organizado el personal del turno, con la oficial Martínez y suboficial Arévalo al frente, una colecta para colaborar con alimentos y ropa”.

Ayer Gianluca volvió a la comisaría a saludar al personal. Allí Jornada pudo conocer un poco más de su historia y la bicicleta que recibió. “Yo los conocí vendiendo pan casero y después me fui haciendo amigo de ellos” recuerda el niño sobre su relación con el personal de la seccional segunda.

“Un día vi las bicicletas y por las dudas pregunté. Me dijeron vení tal día y me dijeron que la iban a mandar a pintar. Ayer cuando vine me la dieron, la llevé a mi casa, di unas vueltas y me fui”.

La bicicleta para Gianluca es una posibilidad de acortar distancias, vínculos, afectos y también una herramienta para su tarea diaria. “Yo la bici la uso para andar, voy a jugar con mis amigos, hacemos carreras, o voy a visitar a mi abuela que vive en las Mil viviendas. También me sirve para no caminar tanto, antes hacía todo a pie, ahora voy a ir más tranquilo”, cuenta el adolescente, quien pasó a sexto grado y sueña con ser carpintero.

Asegura que a la mañana se levanta temprano, a las 7 y “empezamos a amasar, ponemos el pan para que se levante y hacemos los chicharrones, después lo cocinamos todo y lo vendemos”, dice Gianluca.

En sus ratos libres mira videos de Youtube, con los que aprende a hacer distintos tipos de tareas. “Me gusta mirar cómo hacen para cortar botellas y también armar cosas de cocina” asegura y en ese sentido cuenta que ha confeccionado una herramienta para pelar verduras con una latita de gaseosa.

Gianluca quiere aprender el oficio de carpintero, pero su corta edad por ahora no lo permite. “Vimos que hay para grandes pero no para chicos, además son máquinas muy potentes y dicen que eso podría ser peligroso”.

Por ahora, con su bicicleta, recorre el barrio, visita a su abuela y sigue vendiendo pan con chicharrones y tortas fritas, para ayudar en su casa.


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