Padres solidarios que alojaron a una nena y dicen: “Queremos tener contacto toda la vida”

Lucrecia y Aldo Bisconti son un matrimonio que accedió al Programa de Familias Solidarias de Trelew y relató su experiencia de albergar a niños en situación vulnerable. La intención de la Municipalidad es que cada vez sean menos los menores derivados a Hogares hasta tanto se resuelvan las situaciones judiciales.

03 MAR 2019 - 19:52 | Actualizado

Por Lorena Leeming / @loreleeming

Cuando parece que el amor de los propios hijos abarca la existencia, el espacio y la vida de las personas, siempre se puede más. Hay personas que abren su corazón más allá del seno familiar y permiten que quienes la están pasando mal reciban el afecto que necesitan. Lucrecia y Aldo Bisconti se anotaron en el Programa de Familias Solidarias de la Municipalidad de Trelew y albergaron en su casa a una niña de 3 años que iba a ser derivada a un Hogar de Niños. Fue por 6 meses, como lo estipula dicho Programa. Contaron su experiencia a Jornada y afirmaron: “Pretendemos tener contacto con ella toda la vida”.

El Programa de Familias Solidarias depende del Servicio de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Consiste en la acogida de uno o más niños o adolescentes con el fin de compartir con ellos su vida familiar durante un tiempo, como una forma alternativa a la institucionalización, sin fines de adopción ni retribución monetaria.

Aldo y Lucrecia entendieron todo. Cumplieron los requisitos al pie de la letra y hoy recomiendan a las personas que así puedan, que se anoten para ayudar a los menores que por circunstancias de la vida deben ser apartados de su familia de origen.

Relataron como nació la iniciativa de contener a una niña de 3 años, la misma edad que su propia hija. Comenzó Lucrecia: “Me enteré que estaba el Programa en Trelew. Llamé, me dieron una entrevista y me explicaron cómo era todo. Una vez que me entrevistaron, le conté a Aldo. Aceptó. Hablamos con nuestros hijos y arrancamos. Tengo dos hijos de 13 y 16 y una nena de 2 años”.

Los requisitos del Programa no son tan rígidos. “No es mucho lo que se pide en realidad. Fueron a ver la casa, nuestros ingresos. Todo lo necesario para darle lo básico a una persona. Nos hicieron una entrevista y arrancamos”.

La niña, a pesar de su corta edad, estaba dispuesta a todo. “Tenía temor. Llegó y se prendía a mí. No quería soltarse. Con el tiempo se notó hasta en su carita el cambio al día que se fue. En las fotos se nota un montón. No sólo a ella sino a nuestra hija que le ayudó un montón. Hasta por ejemplo, aprender a hablar”, describió.

Ensamble

Incluir la niña en una familia conformada puede ser difícil. Pero no es el caso. “El ensamble fue genial. Se da naturalmente. Estuvo 6 meses y medio. Fue poco y mucho a la vez. No sabíamos cuánto iba a estar. Bo depende ni del Programa ni de nosotros”, sostuvo.

Aldo dijo que siempre tuvieron claro el proceso. “Desde que empezó el Programa nos explicaron que somos una familia que da alojamiento y contención al chico durante un período. No es para adoptarlo. Eso se hace en otro lugar. Nunca estuvimos como adoptantes. Siempre lo supimos y entendimos. Nos pareció bien. La función era acompañar la nena hasta que la Justicia definiera su situación”.

El miedo de las familias en general radica en que luego puede perderse el contacto con la menor, con quien se llega en muchos casos, a establecer un lazo muy estrecho.

Contacto

Pero siguen teniendo contacto porque la familia a la que retornó la pequeña se los permite. “El vínculo que se creó es sano. Solamente damos. No podemos esperar nada a cambio. No sabemos qué va a pasar con ella. Una de las posibilidades era no verla nunca más. Nos ajustamos a eso. Pero la familia que la tiene no tiene problemas en que el contacto continúe. Seguimos viéndola. Pretendemos tener contacto toda la vida con ella, como con cualquiera de nuestros hijos”.

Lucrecia tiene amplia sonrisa y su rostro denota todo el tiempo la satisfacción de una labor cumplida. La labor que se puso toda la familia como objetivo.

“Suplimos el tiempo que el niño está en el hogar. Es bueno tenerlo en claro para saberlo. Será un tiempo: dos o tres meses. El objetivo es que el niño no esté en el hogar si no una otra familia”.

¿Lo volverían a hacer? ¿Volverían a dar alojamiento a otro niño? Se miraron y no dudaron: “Sí, lo volveríamos a hacer. Lo recomendamos. Hay que pensar en las dos partes. Es bueno para ambos. Si la familia tiene hijos también: que puedan ver otras realidades que suceden. Estos niños son indefensos. No tienen nada que ver con la situación de los adultos, pero la terminan pagando ellos”.

Aldo dirigió un mensaje como padre como ciudadano. “Hay que abrirse un poco más. Pensar en el otro es una acción que no es común. Pero debería serlo. Trelew como ciudad debería abrirse más a la realidad que vivimos. Yo soy de Trelew viví siempre acá, excepto un par de años que me fui a estudiar y a otros lados. La gente está muy cerrada. Son muy pocas las que aceptan esto”.

“Por otro lado, no hay que dejar de ver estas cosas. Es muy sano para las familias dar por un lado, pero por el otro, se recibe un montón del chico que está con vos porque aprendés y cambia todo en la dinámica familiar”, explicó.

Bisconti deslizó además que los chicos que viven la experiencia de alojar a un niño que lo necesita “valoran su realidad a través de lo que vive la otra persona. Hay muchos que tienen miedo. Antes de saber nada del Programa prejuzgan o lo asocian a la adopción. Eso es lo que limita que muchos chicos que están en el hogar poder crecer y salir de la circunstancia en la que se encuentran”. #

“Una experiencia de amor fuerte y enriquecedora”

A través de una gacetilla de prensa, la Municipalidad de Trelew resaltó la experiencia de Alexis Solari y Verónica España, quienes también decidieron ser “padres solidarios” de un niño de 9 años.

“Gracias a la difusión y a las periódicas charlas abiertas a la comunidad sobre la temática, el año 2018 marcó un despegue del programa, con un récord de 15 familias participantes y 18 niños que fueron contenidos por seis meses en un entorno familiar, como una forma alternativa a la institucionalización, sin fines de adopción o retribución monetaria”.

Pablo Almonacid, coordinador de Desarrollo Social y Acción Comunitaria y responsable del Servicio de Protección de Derechos de la Municipalidad, lo resumió: “El crecimiento para nosotros fue exponencial, gracias a Dios la comunidad comenzó a sumarse, algunas familias ya han culminado el proceso de cobijar a un niño en sus hogares y queremos resaltar los testimonios de esas personas que ya han vivido el proceso para desmitificar algunos miedos y seguir alentando a que otros también se puedan sumar”.

-¿Cómo se contactaron con el programa y que los motivó a sumarse a Familias Solidarias?

-Alexis: El contacto con Familias Solidarias fue a través de Facebook, nos enteramos, vimos de qué se trataba y entonces nos acercamos a la Oficina para poder consular cómo eran los detalles, en qué consistía el programa específicamente, y luego, todos juntos, como familia, incluyendo a nuestros dos hijos varones de 7 y 10 años, tomamos la decisión de colaborar, de dar amor. El niño tiene ahora 9 años, estuvo con nosotros cinco meses y medio, y ahora puede estar con una tía que lo va a cuidar.

-¿Cómo definen al Programa?

-Verónica: Enriquecedor. Es un amor mutuo que se retroalimenta; al niño le ayudo muchísimo poder estar en un contexto familiar, se pudo abrir, jugar y compartir con nuestros propios hijos, sentimos que la experiencia fue positiva, tanto para el niño como para nosotros como familia solidaria. Si bien no está el deseo de adoptar, que es uno de los requisitos del programa, en nuestro caso el niño llegó a integrarse tan bien a la familia que pasó a ser como un hijo más.

-La experiencia debe haber tenido también sus momentos fuertes…

-Verónica: Sin duda, el proceso tuvo de todo, momentos lindos y momentos un poco tristes porque el niño al llegar trae toda su carga emotiva, nuestra intención fue poder ayudarlo a salir lo más rápido posible de esos momentos de crisis y sentimos que lo hemos logrado, y lo hemos hecho estando nosotros, como familia solidaria, de acuerdo y unidos.

-¿Cómo resultó el trabajo en conjunto y el acompañamiento a ustedes como familia desde el Servicio de Protección de Derechos?

-Verónica: En primer lugar se nos respetó el pedido que hicimos al charlar con las chicas de recibir a un niño varón, en una franja de edad determinada similar a la de nuestros dos hijos, porque creíamos que eso iba a favorecer la integración, al tratarse de nuestra primera experiencia. Luego el trabajo en conjunto con el Servicio de Protección de Derechos y el acompañamiento fueron muy buenos, porque tanto la psicóloga como la asistente social constantemente están mandando mensajes o llamando para saber si está todo bien o si necesitamos ayuda.

-¿Qué le dirían a familias que quieran sumarse?

-Verónica: No hay que tener temor porque es una experiencia de amor muy fuerte, extremadamente gratificante y enriquecedora, no sólo para el matrimonio sino también para los niños que hay en la casa, algo que no se olvida jamás. Es cierto que hay muchos temores y dudas, nosotros también las teníamos, interiorizarse en la historia de un niño o niña, tratar de ayudarlo te lleva a pasar por ciertos momentos en que te llenas de preguntas, pero al final te das cuenta que son las mismas situaciones que podemos tener con nuestros propios hijos.

-Alexis: El programa es un puente para que una familia pueda darse a sí misma y dar amor a un niño que lo necesita, para contenerlo. Cuando surgen las dudas, los temores, las preguntas, siempre hay que tener en cuenta que no se trata de uno, de estar bien yo en mi casa, con mi familia ideal, y decir: ´Mirá qué bueno que soy, cómo ayudo a alguien´, sino que se trata de ese niño, de cubrir una necesidad. Y cuando termina la intervención no se trata de si yo voy a sufrir o voy a extrañar, o si me voy a apegar, sino qué es lo que yo pude aportar a ese niño, con que se va ese niño, que le pude dar yo.

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03 MAR 2019 - 19:52

Por Lorena Leeming / @loreleeming

Cuando parece que el amor de los propios hijos abarca la existencia, el espacio y la vida de las personas, siempre se puede más. Hay personas que abren su corazón más allá del seno familiar y permiten que quienes la están pasando mal reciban el afecto que necesitan. Lucrecia y Aldo Bisconti se anotaron en el Programa de Familias Solidarias de la Municipalidad de Trelew y albergaron en su casa a una niña de 3 años que iba a ser derivada a un Hogar de Niños. Fue por 6 meses, como lo estipula dicho Programa. Contaron su experiencia a Jornada y afirmaron: “Pretendemos tener contacto con ella toda la vida”.

El Programa de Familias Solidarias depende del Servicio de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Consiste en la acogida de uno o más niños o adolescentes con el fin de compartir con ellos su vida familiar durante un tiempo, como una forma alternativa a la institucionalización, sin fines de adopción ni retribución monetaria.

Aldo y Lucrecia entendieron todo. Cumplieron los requisitos al pie de la letra y hoy recomiendan a las personas que así puedan, que se anoten para ayudar a los menores que por circunstancias de la vida deben ser apartados de su familia de origen.

Relataron como nació la iniciativa de contener a una niña de 3 años, la misma edad que su propia hija. Comenzó Lucrecia: “Me enteré que estaba el Programa en Trelew. Llamé, me dieron una entrevista y me explicaron cómo era todo. Una vez que me entrevistaron, le conté a Aldo. Aceptó. Hablamos con nuestros hijos y arrancamos. Tengo dos hijos de 13 y 16 y una nena de 2 años”.

Los requisitos del Programa no son tan rígidos. “No es mucho lo que se pide en realidad. Fueron a ver la casa, nuestros ingresos. Todo lo necesario para darle lo básico a una persona. Nos hicieron una entrevista y arrancamos”.

La niña, a pesar de su corta edad, estaba dispuesta a todo. “Tenía temor. Llegó y se prendía a mí. No quería soltarse. Con el tiempo se notó hasta en su carita el cambio al día que se fue. En las fotos se nota un montón. No sólo a ella sino a nuestra hija que le ayudó un montón. Hasta por ejemplo, aprender a hablar”, describió.

Ensamble

Incluir la niña en una familia conformada puede ser difícil. Pero no es el caso. “El ensamble fue genial. Se da naturalmente. Estuvo 6 meses y medio. Fue poco y mucho a la vez. No sabíamos cuánto iba a estar. Bo depende ni del Programa ni de nosotros”, sostuvo.

Aldo dijo que siempre tuvieron claro el proceso. “Desde que empezó el Programa nos explicaron que somos una familia que da alojamiento y contención al chico durante un período. No es para adoptarlo. Eso se hace en otro lugar. Nunca estuvimos como adoptantes. Siempre lo supimos y entendimos. Nos pareció bien. La función era acompañar la nena hasta que la Justicia definiera su situación”.

El miedo de las familias en general radica en que luego puede perderse el contacto con la menor, con quien se llega en muchos casos, a establecer un lazo muy estrecho.

Contacto

Pero siguen teniendo contacto porque la familia a la que retornó la pequeña se los permite. “El vínculo que se creó es sano. Solamente damos. No podemos esperar nada a cambio. No sabemos qué va a pasar con ella. Una de las posibilidades era no verla nunca más. Nos ajustamos a eso. Pero la familia que la tiene no tiene problemas en que el contacto continúe. Seguimos viéndola. Pretendemos tener contacto toda la vida con ella, como con cualquiera de nuestros hijos”.

Lucrecia tiene amplia sonrisa y su rostro denota todo el tiempo la satisfacción de una labor cumplida. La labor que se puso toda la familia como objetivo.

“Suplimos el tiempo que el niño está en el hogar. Es bueno tenerlo en claro para saberlo. Será un tiempo: dos o tres meses. El objetivo es que el niño no esté en el hogar si no una otra familia”.

¿Lo volverían a hacer? ¿Volverían a dar alojamiento a otro niño? Se miraron y no dudaron: “Sí, lo volveríamos a hacer. Lo recomendamos. Hay que pensar en las dos partes. Es bueno para ambos. Si la familia tiene hijos también: que puedan ver otras realidades que suceden. Estos niños son indefensos. No tienen nada que ver con la situación de los adultos, pero la terminan pagando ellos”.

Aldo dirigió un mensaje como padre como ciudadano. “Hay que abrirse un poco más. Pensar en el otro es una acción que no es común. Pero debería serlo. Trelew como ciudad debería abrirse más a la realidad que vivimos. Yo soy de Trelew viví siempre acá, excepto un par de años que me fui a estudiar y a otros lados. La gente está muy cerrada. Son muy pocas las que aceptan esto”.

“Por otro lado, no hay que dejar de ver estas cosas. Es muy sano para las familias dar por un lado, pero por el otro, se recibe un montón del chico que está con vos porque aprendés y cambia todo en la dinámica familiar”, explicó.

Bisconti deslizó además que los chicos que viven la experiencia de alojar a un niño que lo necesita “valoran su realidad a través de lo que vive la otra persona. Hay muchos que tienen miedo. Antes de saber nada del Programa prejuzgan o lo asocian a la adopción. Eso es lo que limita que muchos chicos que están en el hogar poder crecer y salir de la circunstancia en la que se encuentran”. #

“Una experiencia de amor fuerte y enriquecedora”

A través de una gacetilla de prensa, la Municipalidad de Trelew resaltó la experiencia de Alexis Solari y Verónica España, quienes también decidieron ser “padres solidarios” de un niño de 9 años.

“Gracias a la difusión y a las periódicas charlas abiertas a la comunidad sobre la temática, el año 2018 marcó un despegue del programa, con un récord de 15 familias participantes y 18 niños que fueron contenidos por seis meses en un entorno familiar, como una forma alternativa a la institucionalización, sin fines de adopción o retribución monetaria”.

Pablo Almonacid, coordinador de Desarrollo Social y Acción Comunitaria y responsable del Servicio de Protección de Derechos de la Municipalidad, lo resumió: “El crecimiento para nosotros fue exponencial, gracias a Dios la comunidad comenzó a sumarse, algunas familias ya han culminado el proceso de cobijar a un niño en sus hogares y queremos resaltar los testimonios de esas personas que ya han vivido el proceso para desmitificar algunos miedos y seguir alentando a que otros también se puedan sumar”.

-¿Cómo se contactaron con el programa y que los motivó a sumarse a Familias Solidarias?

-Alexis: El contacto con Familias Solidarias fue a través de Facebook, nos enteramos, vimos de qué se trataba y entonces nos acercamos a la Oficina para poder consular cómo eran los detalles, en qué consistía el programa específicamente, y luego, todos juntos, como familia, incluyendo a nuestros dos hijos varones de 7 y 10 años, tomamos la decisión de colaborar, de dar amor. El niño tiene ahora 9 años, estuvo con nosotros cinco meses y medio, y ahora puede estar con una tía que lo va a cuidar.

-¿Cómo definen al Programa?

-Verónica: Enriquecedor. Es un amor mutuo que se retroalimenta; al niño le ayudo muchísimo poder estar en un contexto familiar, se pudo abrir, jugar y compartir con nuestros propios hijos, sentimos que la experiencia fue positiva, tanto para el niño como para nosotros como familia solidaria. Si bien no está el deseo de adoptar, que es uno de los requisitos del programa, en nuestro caso el niño llegó a integrarse tan bien a la familia que pasó a ser como un hijo más.

-La experiencia debe haber tenido también sus momentos fuertes…

-Verónica: Sin duda, el proceso tuvo de todo, momentos lindos y momentos un poco tristes porque el niño al llegar trae toda su carga emotiva, nuestra intención fue poder ayudarlo a salir lo más rápido posible de esos momentos de crisis y sentimos que lo hemos logrado, y lo hemos hecho estando nosotros, como familia solidaria, de acuerdo y unidos.

-¿Cómo resultó el trabajo en conjunto y el acompañamiento a ustedes como familia desde el Servicio de Protección de Derechos?

-Verónica: En primer lugar se nos respetó el pedido que hicimos al charlar con las chicas de recibir a un niño varón, en una franja de edad determinada similar a la de nuestros dos hijos, porque creíamos que eso iba a favorecer la integración, al tratarse de nuestra primera experiencia. Luego el trabajo en conjunto con el Servicio de Protección de Derechos y el acompañamiento fueron muy buenos, porque tanto la psicóloga como la asistente social constantemente están mandando mensajes o llamando para saber si está todo bien o si necesitamos ayuda.

-¿Qué le dirían a familias que quieran sumarse?

-Verónica: No hay que tener temor porque es una experiencia de amor muy fuerte, extremadamente gratificante y enriquecedora, no sólo para el matrimonio sino también para los niños que hay en la casa, algo que no se olvida jamás. Es cierto que hay muchos temores y dudas, nosotros también las teníamos, interiorizarse en la historia de un niño o niña, tratar de ayudarlo te lleva a pasar por ciertos momentos en que te llenas de preguntas, pero al final te das cuenta que son las mismas situaciones que podemos tener con nuestros propios hijos.

-Alexis: El programa es un puente para que una familia pueda darse a sí misma y dar amor a un niño que lo necesita, para contenerlo. Cuando surgen las dudas, los temores, las preguntas, siempre hay que tener en cuenta que no se trata de uno, de estar bien yo en mi casa, con mi familia ideal, y decir: ´Mirá qué bueno que soy, cómo ayudo a alguien´, sino que se trata de ese niño, de cubrir una necesidad. Y cuando termina la intervención no se trata de si yo voy a sufrir o voy a extrañar, o si me voy a apegar, sino qué es lo que yo pude aportar a ese niño, con que se va ese niño, que le pude dar yo.


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