Editorial / Los juegos del hambre

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Protesta. Los indicadores sociales empeoran drásticamente en Argentina y el mundo habla de las familias que comen sólo una vez por día.
09 MAR 2019 - 21:49 | Actualizado

En la Argentina hay 3,4 millones de personas que sufren “inseguridad alimentaria”, es decir, comen menos de lo debido. Todo esto en un país que produce alimentos como para alimentar a 400 millones de habitantes. El dato –brutal por donde se lo mire- es público desde hace un tiempo pero cobró mayor notoriedad en los últimos días porque fue el eje de una investigación periodística que el diario El País de España publicó el 3 de marzo pasado, en la que se abundaba sobre los efectos de una variable argentina más preocupante aún que la desocupación y la pobreza: el hambre.

“Los argentinos que vuelven a comer solo una vez al día”, se tituló la extensa nota de El País sobre el país, en la que hay innumerables testimonios de gente que cuenta cómo hacen para sobrevivir cada día.

No debería ser necesario que un medio extranjero haga reflexionar a los argentinos sobre la realidad que los rodea. Es más, suele enojar a muchos que desde afuera nos cuenten las costillas. Pero el blindaje mediático que todavía sigue escondiendo la basura del gobierno de Cambiemos bajo la alfombra, se encarga a viralizar informaciones insignificantes –muchas veces falsas- para tratar de justificar lo injustificable.

Aunque parezca un chiste, algunos medios nacionales –y algunos locales (no Jornada, por cierto) lo replican- publican notas insólitas como las presuntas bondades de comer cada vez menos; o los beneficios de comer tierra; o irse de “vacaciones” a través de los pensamientos; o la más reciente que le echa la culpa de las altas facturas de electricidad a las heladeras viejas que usan los argentinos. Esta clase de periodismo vergonzante ya ha sido bautizado en las redes sociales como “militantes del ajuste”.

Deuda social

Los 3,4 millones de argentinos que sufren “inseguridad alimentaria” representan a casi el 8% del total de la población argentina, asegura el Barómetro de la Deuda Social que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA). La UCA, precisamente, es uno de los centros de pensamiento desde donde más se viene alertando por el deterioro de la situación social en los últimos tres años.

Para los distraídos, no se trata de una agrupación kirchnerista sino de la histórica universidad manejada por la cúpula de la Iglesia Católica en la Argentina.

Según la UCA, ese porcentaje afronta una inseguridad alimentaria severa, lo que técnicamente significa una reducción involuntaria de la porción de comida o la percepción de experiencia de hambre por problemas económicos en los últimos doce meses.

El nivel de 2018 representa el mayor de la serie iniciada en 2010. En 2015 –el último año del kirchnerismo en el poder-, la tasa de inseguridad alimentaria había bajado al 6,1%. Casi dos puntos menos que durante el macrismo.

Más allá de las ideologías y las grietas, no se puede soslayar que los cambios que introdujo Macri para salir de un economía con fuerte intervención estatal para ir a un “libre mercado” que no existe en el mundo –ni en Estados Unidos, en donde en 2008 en medio de una profunda crisis económica el entonces presidente Barack Obama tuvo que salir a rescatar con fondos públicos a los bancos y grandes empresas que simbolizaban al “libre mercado”-, más los ajustes brutales para “corregir” el “exceso” de gasto público, han sido letales. Tanto, que hasta ponen en serio riesgo sus deseos de reelección.

En la Argentina no hay una distribución equitativa de los recursos económicos y el viejo drama de la concentración de la riqueza en pocas manos se profundizó con la llegada al poder de Cambiemos. No se podrá salir del atolladero si no asume en diciembre próximo un gobierno que piense que el “gasto público” debería ser en realidad una inversión social.

Mientras tanto, seguirá habiendo cada vez más argentinos que comen una vez al día porque no tienen para más.

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Protesta. Los indicadores sociales empeoran drásticamente en Argentina y el mundo habla de las familias que comen sólo una vez por día.
09 MAR 2019 - 21:49

En la Argentina hay 3,4 millones de personas que sufren “inseguridad alimentaria”, es decir, comen menos de lo debido. Todo esto en un país que produce alimentos como para alimentar a 400 millones de habitantes. El dato –brutal por donde se lo mire- es público desde hace un tiempo pero cobró mayor notoriedad en los últimos días porque fue el eje de una investigación periodística que el diario El País de España publicó el 3 de marzo pasado, en la que se abundaba sobre los efectos de una variable argentina más preocupante aún que la desocupación y la pobreza: el hambre.

“Los argentinos que vuelven a comer solo una vez al día”, se tituló la extensa nota de El País sobre el país, en la que hay innumerables testimonios de gente que cuenta cómo hacen para sobrevivir cada día.

No debería ser necesario que un medio extranjero haga reflexionar a los argentinos sobre la realidad que los rodea. Es más, suele enojar a muchos que desde afuera nos cuenten las costillas. Pero el blindaje mediático que todavía sigue escondiendo la basura del gobierno de Cambiemos bajo la alfombra, se encarga a viralizar informaciones insignificantes –muchas veces falsas- para tratar de justificar lo injustificable.

Aunque parezca un chiste, algunos medios nacionales –y algunos locales (no Jornada, por cierto) lo replican- publican notas insólitas como las presuntas bondades de comer cada vez menos; o los beneficios de comer tierra; o irse de “vacaciones” a través de los pensamientos; o la más reciente que le echa la culpa de las altas facturas de electricidad a las heladeras viejas que usan los argentinos. Esta clase de periodismo vergonzante ya ha sido bautizado en las redes sociales como “militantes del ajuste”.

Deuda social

Los 3,4 millones de argentinos que sufren “inseguridad alimentaria” representan a casi el 8% del total de la población argentina, asegura el Barómetro de la Deuda Social que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA). La UCA, precisamente, es uno de los centros de pensamiento desde donde más se viene alertando por el deterioro de la situación social en los últimos tres años.

Para los distraídos, no se trata de una agrupación kirchnerista sino de la histórica universidad manejada por la cúpula de la Iglesia Católica en la Argentina.

Según la UCA, ese porcentaje afronta una inseguridad alimentaria severa, lo que técnicamente significa una reducción involuntaria de la porción de comida o la percepción de experiencia de hambre por problemas económicos en los últimos doce meses.

El nivel de 2018 representa el mayor de la serie iniciada en 2010. En 2015 –el último año del kirchnerismo en el poder-, la tasa de inseguridad alimentaria había bajado al 6,1%. Casi dos puntos menos que durante el macrismo.

Más allá de las ideologías y las grietas, no se puede soslayar que los cambios que introdujo Macri para salir de un economía con fuerte intervención estatal para ir a un “libre mercado” que no existe en el mundo –ni en Estados Unidos, en donde en 2008 en medio de una profunda crisis económica el entonces presidente Barack Obama tuvo que salir a rescatar con fondos públicos a los bancos y grandes empresas que simbolizaban al “libre mercado”-, más los ajustes brutales para “corregir” el “exceso” de gasto público, han sido letales. Tanto, que hasta ponen en serio riesgo sus deseos de reelección.

En la Argentina no hay una distribución equitativa de los recursos económicos y el viejo drama de la concentración de la riqueza en pocas manos se profundizó con la llegada al poder de Cambiemos. No se podrá salir del atolladero si no asume en diciembre próximo un gobierno que piense que el “gasto público” debería ser en realidad una inversión social.

Mientras tanto, seguirá habiendo cada vez más argentinos que comen una vez al día porque no tienen para más.


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