La “nueva escuelita” de box en Moreira IV: “Les digo a los chicos que le digan no a los vicios”

Asisten alumnos de todas las edades: de 10 años a 50. Hay 6 mujeres. Del piso de tierra y paredes de nylon a un sitio digno pero con el mismo objetivo: contener a las personas que la están pasando mal. “Si salen campeones, mejor. Pero lo importante es crear un grupo de pertenencia”

24 MAR 2019 - 21:09 | Actualizado

Pasaron dos años de la nota que este diario tituló: “Diego Sañanco, comandante de los sueños”. Comenzaba el excampeón Hispano del Mundo a dar los primeros grandes pasos al frente de la “Escuelita rancho” de box en el barrio Moreira IV de Trelew. El piso de tierra, las paredes de nylon y el techo con pocas chapas no le sacaba de eje su objetivo: contener a través del deporte a chicos y grandes que la pasan muy mal. Con la droga, con el alcohol, con los problemas de cada uno. Hoy, con el trabajo conjunto de varias personas y el municipio,  lograron contar con un lugar digno: el gimnasio que tanto anhelaban. Aún falta. Pero la infraestructura es otra. Se nota, se disfruta. 
El populoso barrio Moreira IV se ubica al oeste de la ciudad. Las precarias viviendas y la extrema necesidad de muchos habitantes hacen que la contención sea vital. Un lugar en el que se ofrezca lo mínimo para estar mejor. 
Esto sucede con el gimnasio de Diego, unas 20 personas tienen casi asistencia perfecta y encuentran allí “su lugar”. Alguno tal vez salga campeón en alguna categoría. Pero por ahora el objetivo es compartir el deporte, la palabra, una comida, crear un grupo de pertenencia. 

Mejor calidad

El ring ya no está sobre la tierra. Lograron que se apoye en el piso de material. Sobre las paredes, dos grandes espejos y unas 4 bolsas para entrenamiento cuelgan del techo como material necesario para todo boxeador. Además, la soga que cerca el ring se extiende en un lateral y cuelgan allí varios pares de guantes para las prácticas cotidianas. 
Diego es un agradecido a quienes le tienden una mano. Desde hace un par de años hasta ahora, haber mejorado la calidad de vida a quienes concurren a “su espacio” fue -dijo- gracias a quienes se comprometen desde el barrio hasta personas como Orlando Vera, Alejandra “Locomotora” Olivera quien es la madrina del lugar, el municipio, Hugo Rego y tantos más. 

“Entre todos”

“Logramos entre todos esto. El municipio cumplió y tenemos más de 20 chicos entrenando” resumió. No obstante, las precarias condiciones en las que cumplían actividades en el corazón del humilde barrio no es un mal recuerdo para el entrenador. Hombrear baldes de agua desde varias cuadras para regar los arbolitos que hoy ya superan el metro se traduce en un orgullo. Todo les costó y todo lo valoran. “Nos queda un lindo recuerdo de todo eso. Yo conseguía tierra para sembrar y chapas para armar el gimnasio. Hoy tenemos casi todo. No se nos llueve más. Tenemos chicos nuevos todos los días. El gimnasio era feo y lindo a la vez” expresó con una sonrisa. 

Contención

Aclara todo el tiempo que la escuelita de box es un lugar de contención. “Ojalá salieran campeones pero yo apunto a ayudar a los chicos, que puedan conocer lugares y por qué no, que sean profesionales. Pero que sean buena gente, buenas personas y que se lo transmitan a sus hijos y amigos”.
Un dato no menor es la edad de los alumnos de Diego. Van desde los 10 años y asiste un hombre de 50 años. Destaca además, la participación de mujeres. Hoy boxean allí 6 chicas. 

Entrenamiento y disciplina

Sañanco asegura que al chico que llega a su gimnasio le inculca el entrenamiento, la disciplina, el estado físico y lo incentiva a que vuelva. La lupa la pone en poder sacar a los jóvenes del alcohol, de las drogas, de los vicios que voluntaria o involuntariamente se ven insertos por su mismo entorno, por la misma crítica realidad que viven en sus hogares. “A veces se pelean. Y si pasa eso, hasta los sábados yo estoy acá. Los llamo, hacemos una comida en horno de barro y la compartimos. Hago que se cansen y charlamos entre todos”, reveló. 
La escuelita cambió de cara. Se nota ahora desde una esquina cualquiera que la infraestructura es distinta a la de las viviendas que la lindan. Pero todavía falta bastante y es optimista en poder terminarla “del todo”. La parte interna ya casi está lista, pero faltan aún culminar con los baños. “Desde el municipio ya estamos con los últimos detalles. De a poco vamos terminando. Aún faltan algunos tirantes y chapas. Ojalá antes del invierno esté todo terminado”, rogó. 

“Satisfacción”

La satisfacción de Diego Sañanco es interna. “Mucha gente vio lo que logramos. Vio la constancia. Se demuestra que siempre se puede. A pesar de haber estado tanto tiempo pasando malaria. Soy un agradecido de lo que tengo. Siempre se pueden cumplir los sueños. Yo siempre les digo a los chicos: no a los vicios, sí al deporte”. 
Así terminó la entrevista con Jornada. Para acompañar sus palabras, posó en distintos lugares del gimnasio para el fotógrafo. Con humor y amabilidad le pidió: “Cuidado en ese sector, están los arbolitos y sembramos zapallos, no hay que pisar”. Una historia que tiene continuidad. Por los avances y por la respuesta de la comunidad que le dice “sí” a este tipo de iniciativas en medio de crisis y de la necesidad.#

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24 MAR 2019 - 21:09

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El populoso barrio Moreira IV se ubica al oeste de la ciudad. Las precarias viviendas y la extrema necesidad de muchos habitantes hacen que la contención sea vital. Un lugar en el que se ofrezca lo mínimo para estar mejor. 
Esto sucede con el gimnasio de Diego, unas 20 personas tienen casi asistencia perfecta y encuentran allí “su lugar”. Alguno tal vez salga campeón en alguna categoría. Pero por ahora el objetivo es compartir el deporte, la palabra, una comida, crear un grupo de pertenencia. 

Mejor calidad

El ring ya no está sobre la tierra. Lograron que se apoye en el piso de material. Sobre las paredes, dos grandes espejos y unas 4 bolsas para entrenamiento cuelgan del techo como material necesario para todo boxeador. Además, la soga que cerca el ring se extiende en un lateral y cuelgan allí varios pares de guantes para las prácticas cotidianas. 
Diego es un agradecido a quienes le tienden una mano. Desde hace un par de años hasta ahora, haber mejorado la calidad de vida a quienes concurren a “su espacio” fue -dijo- gracias a quienes se comprometen desde el barrio hasta personas como Orlando Vera, Alejandra “Locomotora” Olivera quien es la madrina del lugar, el municipio, Hugo Rego y tantos más. 

“Entre todos”

“Logramos entre todos esto. El municipio cumplió y tenemos más de 20 chicos entrenando” resumió. No obstante, las precarias condiciones en las que cumplían actividades en el corazón del humilde barrio no es un mal recuerdo para el entrenador. Hombrear baldes de agua desde varias cuadras para regar los arbolitos que hoy ya superan el metro se traduce en un orgullo. Todo les costó y todo lo valoran. “Nos queda un lindo recuerdo de todo eso. Yo conseguía tierra para sembrar y chapas para armar el gimnasio. Hoy tenemos casi todo. No se nos llueve más. Tenemos chicos nuevos todos los días. El gimnasio era feo y lindo a la vez” expresó con una sonrisa. 

Contención

Aclara todo el tiempo que la escuelita de box es un lugar de contención. “Ojalá salieran campeones pero yo apunto a ayudar a los chicos, que puedan conocer lugares y por qué no, que sean profesionales. Pero que sean buena gente, buenas personas y que se lo transmitan a sus hijos y amigos”.
Un dato no menor es la edad de los alumnos de Diego. Van desde los 10 años y asiste un hombre de 50 años. Destaca además, la participación de mujeres. Hoy boxean allí 6 chicas. 

Entrenamiento y disciplina

Sañanco asegura que al chico que llega a su gimnasio le inculca el entrenamiento, la disciplina, el estado físico y lo incentiva a que vuelva. La lupa la pone en poder sacar a los jóvenes del alcohol, de las drogas, de los vicios que voluntaria o involuntariamente se ven insertos por su mismo entorno, por la misma crítica realidad que viven en sus hogares. “A veces se pelean. Y si pasa eso, hasta los sábados yo estoy acá. Los llamo, hacemos una comida en horno de barro y la compartimos. Hago que se cansen y charlamos entre todos”, reveló. 
La escuelita cambió de cara. Se nota ahora desde una esquina cualquiera que la infraestructura es distinta a la de las viviendas que la lindan. Pero todavía falta bastante y es optimista en poder terminarla “del todo”. La parte interna ya casi está lista, pero faltan aún culminar con los baños. “Desde el municipio ya estamos con los últimos detalles. De a poco vamos terminando. Aún faltan algunos tirantes y chapas. Ojalá antes del invierno esté todo terminado”, rogó. 

“Satisfacción”

La satisfacción de Diego Sañanco es interna. “Mucha gente vio lo que logramos. Vio la constancia. Se demuestra que siempre se puede. A pesar de haber estado tanto tiempo pasando malaria. Soy un agradecido de lo que tengo. Siempre se pueden cumplir los sueños. Yo siempre les digo a los chicos: no a los vicios, sí al deporte”. 
Así terminó la entrevista con Jornada. Para acompañar sus palabras, posó en distintos lugares del gimnasio para el fotógrafo. Con humor y amabilidad le pidió: “Cuidado en ese sector, están los arbolitos y sembramos zapallos, no hay que pisar”. Una historia que tiene continuidad. Por los avances y por la respuesta de la comunidad que le dice “sí” a este tipo de iniciativas en medio de crisis y de la necesidad.#


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