La gran oportunidad perdida del Interior

Hubo quejas por el reparto de los tres ascensos adicionales a la B Metro. Pero hace cinco años, el Federal A recibió siete cupos. Seis de esos clubes descendieron y solo dos pudieron recuperar la categoría. Uno de ese pelotón, Unión de Mar del Plata, retrocedió hasta su liga de origen.

11 ABR 2019 - 21:03 | Actualizado

La distribución de los ascensos adicionales a la Primera B Nacional por la reestrucutración de la categoría no causó plena simpatía en el Interior. Hubo tres plazas extras que fueron asignadas a la B Metropolitana.

Un lustro atrás, la proporción fue inversa. Pero el Interior no pudo aprovechar su oportunidad. El Federal A 2014 de transición recibió siete cupos a la BN. Seis de esos conjuntos, el 85%, descendieron.

En la inmensa mayoría de casos, son clubes que protagonizaron una aparición fugaz, sin estructura suficiente para participar en los escalones superiores del fútbol argentino. El único club de ese pelotón que escapó al descenso es Guillermo Brown.

De la B Nacional a la liga

Unión de Mar del Plata representa el caso emblemático. Consumó una vertiginosa sucesión de ascensos que lo depositó en la categoría de plata.

Pero en su primer campaña finalizó último en los promedios. Debía competir en el Federal A 2016, pero desertó por cuestiones económicas. A partir de ese entonces, el “Celeste” solo compite en su liga de origen.

“No estuvimos preparados en el Nacional B, nos faltó una estructura para acompañar a jugadores y cuerpo técnico. La verdad es que es muy difícil jugarlo”, indicó en aquel entonces Leonardo Cordeiro, presidente del club, en la emisión “Dame Fútbol”.

Al Regional en dos años

La historia de Atlético Paraná es menos drástica, pero no por ello deja de ser ilustrativa. En 2014, logró dos ascensos en temporadas consecutivas. Sin embargo, su regreso al punto de partida se concretó el pasado 18 de marzo.

Haber sido campeón del Argentino B habilitó al “Gato” a competir en el Federal A de transición 2014, donde se adjudicó una plaza en la B Nacional. En la categoría de plata, resistió tres temporadas y retornó al TFA en 2017. Hace tres semanas, se consumó su descenso al Regional, donde debería participar en 2020.

Más penurias

Otros equipos ascendidos a la BN en aquel entonces compiten en el Federal A. Es el caso de Sportivo Estudiantes de San Luis, cuyo paso en la categoría de plata incluyó penurias económicas y una intervención del gobierno puntano.

En 2016, su caso adquirió visibilidad nacional, cuando los futbolistas hicieron una protesta en pleno partido ante Talleres en Córdoba, en un partido televisado. Dijo adiós en 2018.

En tanto, Juventud Unida de Gualeguaychú, que se mantuvo cuatro temporadas en la Primera B Nacional, estuvo cerca de protagonizar dos descensos consecutivos.

Este año, tras haber bajado en la pasada campaña al TFA, aseguró la permanencia en la anteúltima fecha de la Reválida.

Casos particulares

Central Córdoba de Santiago del Estero y Gimnasia de Mendoza, son los otros dos descendidos de aquella camada de siete ascendidos en 2014. El “Lobo”, de hecho, retornó al TFA al año siguiente.

Sin embargo, al disponer de una estructura diferente, ambos elencos recuperaron el espacio en la categoría de plata y no experimentan sobresaltos.

Ambos están en puestos de clasificación al Reducido que otorga el segundo ascenso a la Superliga.

La realidad metropolitana

La comparación con la situación de los tres ascendidos de la B Metropolitana en 2014 es diferente. Chacarita y Villa Dálmine no tuvieron graves complicaciones. El “Funebrero” inclusive ascendió a la Superliga.

El restante club de esa trifecta, Los Andes, recién empezó a tener su estadía comprometida durante el torneo en curso.

El balance

Cinco años después de aquella reforma, la Primera B Metropolitana tiene la ocasión que el Interior no pudo ni supo aprovechar.

La autocrítica profunda en vez de la victimización es el primer paso para no volver a desperdiciar una oportunidad semejante en el futuro.

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11 ABR 2019 - 21:03

La distribución de los ascensos adicionales a la Primera B Nacional por la reestrucutración de la categoría no causó plena simpatía en el Interior. Hubo tres plazas extras que fueron asignadas a la B Metropolitana.

Un lustro atrás, la proporción fue inversa. Pero el Interior no pudo aprovechar su oportunidad. El Federal A 2014 de transición recibió siete cupos a la BN. Seis de esos conjuntos, el 85%, descendieron.

En la inmensa mayoría de casos, son clubes que protagonizaron una aparición fugaz, sin estructura suficiente para participar en los escalones superiores del fútbol argentino. El único club de ese pelotón que escapó al descenso es Guillermo Brown.

De la B Nacional a la liga

Unión de Mar del Plata representa el caso emblemático. Consumó una vertiginosa sucesión de ascensos que lo depositó en la categoría de plata.

Pero en su primer campaña finalizó último en los promedios. Debía competir en el Federal A 2016, pero desertó por cuestiones económicas. A partir de ese entonces, el “Celeste” solo compite en su liga de origen.

“No estuvimos preparados en el Nacional B, nos faltó una estructura para acompañar a jugadores y cuerpo técnico. La verdad es que es muy difícil jugarlo”, indicó en aquel entonces Leonardo Cordeiro, presidente del club, en la emisión “Dame Fútbol”.

Al Regional en dos años

La historia de Atlético Paraná es menos drástica, pero no por ello deja de ser ilustrativa. En 2014, logró dos ascensos en temporadas consecutivas. Sin embargo, su regreso al punto de partida se concretó el pasado 18 de marzo.

Haber sido campeón del Argentino B habilitó al “Gato” a competir en el Federal A de transición 2014, donde se adjudicó una plaza en la B Nacional. En la categoría de plata, resistió tres temporadas y retornó al TFA en 2017. Hace tres semanas, se consumó su descenso al Regional, donde debería participar en 2020.

Más penurias

Otros equipos ascendidos a la BN en aquel entonces compiten en el Federal A. Es el caso de Sportivo Estudiantes de San Luis, cuyo paso en la categoría de plata incluyó penurias económicas y una intervención del gobierno puntano.

En 2016, su caso adquirió visibilidad nacional, cuando los futbolistas hicieron una protesta en pleno partido ante Talleres en Córdoba, en un partido televisado. Dijo adiós en 2018.

En tanto, Juventud Unida de Gualeguaychú, que se mantuvo cuatro temporadas en la Primera B Nacional, estuvo cerca de protagonizar dos descensos consecutivos.

Este año, tras haber bajado en la pasada campaña al TFA, aseguró la permanencia en la anteúltima fecha de la Reválida.

Casos particulares

Central Córdoba de Santiago del Estero y Gimnasia de Mendoza, son los otros dos descendidos de aquella camada de siete ascendidos en 2014. El “Lobo”, de hecho, retornó al TFA al año siguiente.

Sin embargo, al disponer de una estructura diferente, ambos elencos recuperaron el espacio en la categoría de plata y no experimentan sobresaltos.

Ambos están en puestos de clasificación al Reducido que otorga el segundo ascenso a la Superliga.

La realidad metropolitana

La comparación con la situación de los tres ascendidos de la B Metropolitana en 2014 es diferente. Chacarita y Villa Dálmine no tuvieron graves complicaciones. El “Funebrero” inclusive ascendió a la Superliga.

El restante club de esa trifecta, Los Andes, recién empezó a tener su estadía comprometida durante el torneo en curso.

El balance

Cinco años después de aquella reforma, la Primera B Metropolitana tiene la ocasión que el Interior no pudo ni supo aprovechar.

La autocrítica profunda en vez de la victimización es el primer paso para no volver a desperdiciar una oportunidad semejante en el futuro.


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