La escuela donde los nenes juegan, se divierten y se forman

El semillero de básquet de Huracán está conformado por cerca de 100 nenes -de entre 3 y 12 años- que comienzan a dar sus primeros pasos con el balón en el gimnasio “Atilio Viglione”.

La mascota del “Globo” se hace presente en los entrenamientos e interactúa y juega con los nenes.
20 ABR 2019 - 21:04 | Actualizado

Guiados por profesores, ellos juegan, se divierten, participan de jornadas recreativas, comparten comidas con sus pares de otros clubes y se forman como jugadores.

Son variadas las escenas que se proyectan durante las tardes cuando los nenes juegan en el gimnasio de Huracán. En algunas de ellas –por ejemplo- se los puede ver tirar al aro, hacer pases, correr con el balón en sus manos junto a la mascota del club y hacer ejercicios de educación física. Y hay algo que para los profesores no puede faltar: que se diviertan durante la hora que suelen durar las clases.

El semillero está conformado por varias categorías: E.F.I (4 y 5 años), Cebollitas (6, 7 y 8 años), Premini (9 y 10 años) y Mini (11 y 12 años). En general, las clases de esas divisiones suelen estar dirigidas por dos o tres profesores, además de estar bajo la mirada de Raúl Rímoli, coordinador general del básquet en Huracán.

De sus 22 años, Jonas Ylliana lleva 14 vinculado a Huracán ya sea como jugador o en la parte técnica. En la actualidad, es entrenador en las categorías que conforman el semillero del “Globo”.

“Lo más importante es que los chicos vengan al club y pasen horas acá porque de esa forma algunos están alejados de cosas que hoy en día no les sirven. Estando acá aunque sea pican la pelota y charlan con sus compañeros”, dice en una entrevista.

“A mis alumnos, busco transmitirles los valores como saber ganar y saber perder. Es muy importante saber ganar hoy en día porque muchos chicos no son buenos en la victoria ya que cargan a los rivales, tratan mal a los árbitros o entrenadores. Tanto en la victoria como en la derrota lo importante es tener respeto. Otro aspecto importante del que les hablo es que cuiden el club y tengan sentido de pertenencia, además de lo que lógicamente uno les pueda dejar con los entrenamientos de básquet”, comenta el entrenador.

“La idea es que por lo menos los chicos se formen como deportistas para que, como mínimo, en una cancha y en una tribuna no se olviden del respeto y la conducta”, agrega.

Las clases son dinámicas, variadas y grupales. “Los más pequeños hacen ejercicios de educación física y tienen una hora de libertad en la cancha para correr y divertirse. Además, los sábados suelen tener los encuentros sin fines competitivos. Tras esos juegos de los fines de semana, Huracán justamente es uno de los clubes que más fomenta lo denominado tercer tiempo, que implica que los chicos se junten a comer para fortalecer aún más la unión. Con el paso de las categorías, se agregan más trabajos con el balón y vinculados lógicamente al básquet”, detalla.

Ylliana considera al club como su “segunda casa” y recalca que en su etapa como jugador estuvo rodeado de buenos entrenadores y muchas personas que lo ayudaron. “Estar acá me sirvió como escape a muchos problemas personales que tenía. Huracán fue una contención para mi vida, por eso le tengo tanto amor”, finalizó.

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La mascota del “Globo” se hace presente en los entrenamientos e interactúa y juega con los nenes.
20 ABR 2019 - 21:04

Guiados por profesores, ellos juegan, se divierten, participan de jornadas recreativas, comparten comidas con sus pares de otros clubes y se forman como jugadores.

Son variadas las escenas que se proyectan durante las tardes cuando los nenes juegan en el gimnasio de Huracán. En algunas de ellas –por ejemplo- se los puede ver tirar al aro, hacer pases, correr con el balón en sus manos junto a la mascota del club y hacer ejercicios de educación física. Y hay algo que para los profesores no puede faltar: que se diviertan durante la hora que suelen durar las clases.

El semillero está conformado por varias categorías: E.F.I (4 y 5 años), Cebollitas (6, 7 y 8 años), Premini (9 y 10 años) y Mini (11 y 12 años). En general, las clases de esas divisiones suelen estar dirigidas por dos o tres profesores, además de estar bajo la mirada de Raúl Rímoli, coordinador general del básquet en Huracán.

De sus 22 años, Jonas Ylliana lleva 14 vinculado a Huracán ya sea como jugador o en la parte técnica. En la actualidad, es entrenador en las categorías que conforman el semillero del “Globo”.

“Lo más importante es que los chicos vengan al club y pasen horas acá porque de esa forma algunos están alejados de cosas que hoy en día no les sirven. Estando acá aunque sea pican la pelota y charlan con sus compañeros”, dice en una entrevista.

“A mis alumnos, busco transmitirles los valores como saber ganar y saber perder. Es muy importante saber ganar hoy en día porque muchos chicos no son buenos en la victoria ya que cargan a los rivales, tratan mal a los árbitros o entrenadores. Tanto en la victoria como en la derrota lo importante es tener respeto. Otro aspecto importante del que les hablo es que cuiden el club y tengan sentido de pertenencia, además de lo que lógicamente uno les pueda dejar con los entrenamientos de básquet”, comenta el entrenador.

“La idea es que por lo menos los chicos se formen como deportistas para que, como mínimo, en una cancha y en una tribuna no se olviden del respeto y la conducta”, agrega.

Las clases son dinámicas, variadas y grupales. “Los más pequeños hacen ejercicios de educación física y tienen una hora de libertad en la cancha para correr y divertirse. Además, los sábados suelen tener los encuentros sin fines competitivos. Tras esos juegos de los fines de semana, Huracán justamente es uno de los clubes que más fomenta lo denominado tercer tiempo, que implica que los chicos se junten a comer para fortalecer aún más la unión. Con el paso de las categorías, se agregan más trabajos con el balón y vinculados lógicamente al básquet”, detalla.

Ylliana considera al club como su “segunda casa” y recalca que en su etapa como jugador estuvo rodeado de buenos entrenadores y muchas personas que lo ayudaron. “Estar acá me sirvió como escape a muchos problemas personales que tenía. Huracán fue una contención para mi vida, por eso le tengo tanto amor”, finalizó.


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