Gangeme, 20 años: perfil, prontuario y vínculos de Martín Vélez Galván, el sospechoso de la tobillera

La causa prescribió con tres pesquisas acumuladas. Datos inéditos del expediente y testigos clave reconstruyen el rastro de un prófugo bonaerense. Se conoció con la delincuencia local. Siempre se sospechó que ejecutó a Gangeme por encargo y que tuvo apoyo logístico para esconderse en Comodoro.

12 MAY 2019 - 19:46 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

En 1998 y 1999 la Policía del Chubut tuvo dos advertencias sobre la presencia en la provincia de un “pesado” prófugo de la Justicia bonaerense, que llegaba al sur del país para ejecutar un delito que por su magnitud, es probable que los hampones locales no tuvieran la capacidad de terminar. Era Martín Laurindo Vélez Galván y el operativo era el asesinato del periodista Ricardo Gangeme, exdirector de Jornada y de El Informador Chubutense. Hoy se cumplen 20 años del homicidio, el caso impune de mayor trascendencia en la historia local.

La causa tuvo tres partes: la investigación del juez Florencio Minatta; la pesquisa que por orden del fiscal Ricardo Basílico comandó la Policía Judicial de Claudio Rojas en 2007/8, y el tramo que manejaron los fiscales Fernando Rivarola y Mirtha Moreno en 2010, que archivó los 15 cuerpos.

La última parte del expediente muestra que para la época del crimen, Galván tenía vínculos estrechos con conocidos malhechores del Valle. Algunos fueron a juicio por el asesinato de Gangeme. Hasta compartió pabellón en la Unidad 6 de Rawson. Su relación más cercana fue con “El Gordo”, sobreseído por el homicidio pero hoy condenado por otro crimen.

No se logró la declaración a tiempo de un testigo clave, pariente de uno de los absueltos, quien encarcelado le habría confesado la verdad “para desahogarse”.

El hombre contó con detalle el seguimiento sobre Gangeme desde su última cena, en la Asociación Mutual de Empleados Provinciales en Rawson. La medianoche del 12 de mayo del 99 un policía de civil esperó que trajeran al killer en la Escuela 5, detrás del busto en la vereda. Cuando el periodista llegó de Rawson, se lo marcó. Se cree que Gangeme conocía al policía y por eso bajó su ventanilla mientras maniobraba para estacionar en la vereda del edificio Albemar, Mitre casi San Martín. Entonces recibió el disparo. Era la 1.15 del 13 de mayo.

El homicida huyó por el pasaje Mendoza, enfrente. Una camioneta lo esperó en Belgrano, tomó 25 de Mayo, Yrigoyen y Soberanía, rumbo a una chacra cerca del Tiro Federal de Trelew. A las 3 del día siguiente lo llevaron a Comodoro Rivadavia en un Alfa Romeo rojo. Bajó en Kilómetro 8.

El testigo contó que a él mismo le habían ofrecido participar. “Era para apretar a un tipo, no sé a quién, y ofrecían plata en los barrios”. Horas previas el presunto sicario estuvo escondido en el galpón de esa chacra cercana al Tiro Federal, en la zona oeste de la ciudad. Una sola persona le llevaba la comida para que nadie lo viera.

Quien aportó estos datos nunca cambió su versión ni intentó negociar. Hasta se ofreció a viajar a Comodoro para ayudar. Buscaba que su pariente no fuera enjuiciado por un delito que no había cometido, ya que le atribuían un rol equivocado esa noche. Reveló tantas precisiones que incluso se sospechó que en realidad estuvo en el coche que dejó al hombre en la ciudad petrolera. Repitió su testimonio al menos tres veces ante comisiones judiciales que lo encontraron en Puerto Madryn y la cordillera. Hasta se entrevistó con Pablo, el hijo del periodista. No eran especulaciones al aire: su relato consta en la causa.

Ante la hipótesis de Galván, un policía declaró: “A la gente local no le daba para matar a Gangeme. No creo que se contrate gente de acá para un hecho así”. Y otro admitió que el prófugo foráneo “estaría en la zona para cometer un ilícito de importancia”.

“Cada vez que aparece una persona de afuera es porque lo traen por algún hecho importante, porque Trelew es muy chico y se nota. Lo trajo el grupo del ´Gordo´ y lo tenían muy bien fondeado y escondido. Al estar acá el tipo venía a hacer un buen trabajo, no venía sólo porque estaba fugado, ya que es un lugar poco adecuado y es una ciudad de paso”.

Un informante de la Policía –vinculado con el mismo grupo- aportó el mismo dato del foráneo. Lo vio en casa de uno de los delincuentes. “Andaba un tipo en Trelew para hacer algo grande, un peso pesado en el ambiente. Venía de afuera para hacer algo importante”, dijo. Se ofrecía plata en busca de mano de obra. Este “buchón” coincidía con el primer testigo.

La primera advertencia oficial es un informe reservado de noviembre de 1998 del comisario Luis Báez para Drogas Peligrosas. “Se tomó conocimiento de que una persona que podría ser Martín Laurindo Vélez, ex convicto que recuperó la libertad en los últimos meses, tendría planeado regresar a la zona”. Explicaba que Galván se había conocido en la U-6 con al menos tres célebres hampones chubutenses, uno de Comodoro y dos de Trelew. “Tendrían programado en la zona realizar según su jerga ´algunos trabajos´, entre ellos una posible fuga de García de los tribunales de Comodoro”. Era Marcelo García, “El descuartizador de Las Torres”.

“Vélez aparentemente tendría pensado asentarse en la zona ya que en Buenos Aires estaría perseguido por los operativos sorpresivos que se llevan a cabo (...) Existe la posibilidad de que tengan planeado cometer un delito de importancia en Chubut”.

El segundo aviso es del 5 de mayo, poco más de una semana antes del crimen. Este informe lo recibió el jefe de Drogas Peligrosas, Claudio Rojas. Repetía los datos personales y los vínculos de Galván. Agregaba que tenía una tobillera electrónica. Y que se alojaba en Kilómetro 8. Los uniformados declararon que en esa época buscaron al prófugo por su perfil pero nadie lo conectó con el homicidio.

Gangeme aún vivía. Una comisión de Drogas Peligrosas de Trelew viajó a Comodoro Rivadavia para buscar a Galván en casa de “El Vaca”, un aguantadero de del barrio Las Flores, paso obligado para el hampa y para el grupo trelewense. Lugar de códigos y favores, allí se compartían datos y a veces hasta armas.

El lugar siempre estaba bajo vigilancia por su peligrosidad aunque era difícil de controlar por el perfil de sus vecinos y por ser una zona alta. La parte trasera de la casa daba a una bajada de arbustos y arboledas, para dar posibilidad de escape. El frente, al cerro.

El informante acompañó a la Policía. Por ser conocido, él mismo bajaba a identificar y golpear puertas. No hallaron a Galván. Siempre estaba fuera. Pero dejaron un informe a la Brigada de Comodoro para que siguiera el rastreo. Al regreso de estos policías, Gangeme era asesinado.

La Policía comodorense hizo caso al dato de sus colegas del Valle e insistió. Tras una discreta vigilancia de varias horas Galván fue detenido en la primera hora del 15 de mayo, donde ya había sido visto por la mañana. Puede que recién llegado de Trelew.

Iba hacia un kiosco. Un policía de civil lo siguió, vio su cicatriz característica del lado derecho de la cara, debajo de la barba crecida y le hizo un gesto a su compañero. Galván corrió de regreso al aguantadero. Le dieron voz de alto y hubo un par de disparos intimidatorios. “Él ya sabía que nos habíamos dado cuenta de quién era. Era un preso avezado. Había información de que iba a cometer un hecho grave”, declaró uno de quienes lo capturó.

El operativo fue rápido para evitar complicaciones. Galván no habló pero a los policías les llamó la atención que los detectara de civil. Era alto y costó ponerle las esposas. No tenía documentos ni se resistió.

“Sólo dijo que no era de acá. Se identificó sin decir que tuviera alguna causa. Y que paraba en lo del ´Vaca´. A Comodoro no va gente a robar estéreos o casas. Va a cometer hechos importantes que se mueve por el resto de la Patagonia”. Muchos dedujeron que protegerlo fue un favor de “El Vaca” para el grupo de Trelew.

Quedó detenido en la Seccional 2ª por averiguación de antecedentes. Tenía pedido de captura por tentativa de robo y fue enviado a un juez de Morón. El titular de esa Comisaría era Guillermo Castaño, exjefe de la Policía. Galván le confesó que había estado en Trelew en una casa de rejas cerca de la terminal y luego llevado a Comodoro. “Lo acompañaba una mujer. Vino por la costa atlántica, ´trabajando´ hasta Trelew”. La casa de rejas era de otro sobreseído en el caso.

La cicatriz en la cara era una herida de bala. Sufría parálisis y dificultad para hablar. Corpulento y robusto, Galván medía 1,80. Tez trigueña y pelo negro y lacio. Su boca se desplazaba hacia el lado de la herida. Había nacido en Capital Federal. Era chofer, albañil y carnicero. Vivía en los monoblocks de Ciudadela Norte. Tenía amplio prontuario provincial y federal.

Aunque se lo definía como de “baja peligrosidad”, el archivo de Galván perfil incluía: homicida, asaltante, escruchante (ladrón violento) y cañero (revoltoso y bocón, en la jerga). Tuvo dos concubinas.

Desde 1987 sumó robos a mano armada, hurtos, sospecha de crímenes y tenencia de arma de guerra. Conoció el penal de Olmos y la Unidad 6 de Rawson y 9 de La Plata. Su conducta era “Buena” y su concepto, “Regular”.

Otro dato clave es que en marzo del 98 había sido liberado por buen comportamiento, con tobillera electrónica. Pero el 1º de enero del 99 el Servicio Penitenciario Provincial informó que había un corte en la comunicación. No estaba en su casa y fue declarado rebelde. Estaba en Chubut.

Vinculando datos, la gestión del procurador Jorge Miquelarena estuvo a punto de ubicar a Galván. Hubiese sido un impacto para la causa. Pero certificó que a las 19 del 2 de diciembre de 2009, había ingresado al Hospital “Ramón Carrillo”, de Ciudadela, por un accidente de tránsito. Tenía 46 años. Según el acta de defunción sufrió un paro cardiorrespiratorio traumático. En 2010 su propia madre confirmó la muerte a una comitiva judicial pero “se negó a dar más datos por desconocer el tema”.

El vínculo más fuerte de Galván con Comodoro fue con García, el descuartizador que en 2008 murió baleado mencionado en las advertencia. Se hicieron amigos en la U-6. El presunto asesino del periodista hasta se alojó en casa de una pariente de García. “Estuvo en mi casa una vez y después se lo llevaron. Llegó solo y le decían Martín”, declaró la pariente. Luego se iría a lo de “El Vaca”.

Los investigadores consiguieron una carta de puño y letra de Galván para la madre del “Descuartizador”. “Mi hijo estuvo detenido en la Unidad y recuerdo a Vélez, tengo su carta porque salía antes que mi hijo y me preguntaba por él”. El mensaje fue anterior al crimen de Gangeme. Contaba su detención con pulsera y su amistad con García en Rawson.

El propio García fue entrevistado: “Galván dentro de la U-6 era un tipo respetado, había recibido un tiro en la cara y la mano no la podía mover. Era alto, flaco y atlético. Estuvo tres días en Comodoro”, describió.

La Policía ubicó a otra mujer que conoció muy de cerca los movimientos del aguantadero comodorense. Vio a Galván con la banda valletana. “En mayo (del 99) conocí a los chicos de Trelew que paraban ahí. Uno era de apellido Vélez y tenía tobillera de metal. No hablaba pero estaba desesperada porque se la saquen. Todos querían sacársela pero tardaron unos cuantos días”. Contó que trataron de sacársela con un serrucho pero sólo pudo “El Vaca” con una amoladora. “Les dijo a los que lo acompañaban que eran unos giles”.

“Yo iba a la casa a la tarde y ahí los veía. A Vélez lo fue a buscar a Bahía Blanca un tal ´Gordo´ en un coche rojo con otras dos personas de Trelew.

“Nunca dijo por que venía. Me dijeron que se había escapado y había que sacarle la pulsera. Andaba de buzo y campera; esa ropa estaba nueva, se cambió y la puso en una bolsa, dijo que había que llevarla a tirar y me la querían dar a mí para que la tire. Estuvo con esa ropa desde que lo vi por primera vez hasta que le sacaron la tobillera y lo detuvieron. Yo les decía que tuvieran cuidado porque este hombre no estaba en sus cabales”.

La testigo contó que un día Galván estaba sentado, tomó su revólver 38 cromado y mató a un perro de un tiro. “En esa ocasión me enojé y me dijo que estaba acostumbrado a matar así, mataba perros y gente así, con un solo balazo y listo”. Al día siguiente caería preso.

La noche de su detención “le tiraron dos balazos y como él pensó que le habían tirado a la mujer volvió; si no, no lo agarran”.

A la noche “salían a laburar” y “con la merca se mantenían despiertos. Estaban nerviosos. Consumían droga ahí a la vista, un coso blanco”.

La mujer escuchó del grupo: “Había ido a hacer un trabajo en Trelew pero no dijeron qué y después se vino para Comodoro. Antes de venir estuvo en Gaiman porque pasaron a dejar una camioneta”.

La mujer le preguntó a Galván “si tenía cosas de oro para vender porque pensé que habían robado algo”. El prófugo no contestó. “Era muy cerrado y la mujer lo llamaba por apodos”.

Sin respuestas

El caso prescribió. Pablo Gangeme todavía espera una respuesta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En 2002, Gustavo Fabián Smith y Alejandro Fabián Zabala fueron absueltos como presuntos autor y partícipe del crimen. Osvaldo Daniel Viti, absuelto como instigador, enfrentará desde hoy otro juicio por narcotráfico: el caso Conejo Verde. Se lo acusa de guardar varios kilos de droga en su chacra, cercana al Tiro Federal de Trelew.

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12 MAY 2019 - 19:46

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

En 1998 y 1999 la Policía del Chubut tuvo dos advertencias sobre la presencia en la provincia de un “pesado” prófugo de la Justicia bonaerense, que llegaba al sur del país para ejecutar un delito que por su magnitud, es probable que los hampones locales no tuvieran la capacidad de terminar. Era Martín Laurindo Vélez Galván y el operativo era el asesinato del periodista Ricardo Gangeme, exdirector de Jornada y de El Informador Chubutense. Hoy se cumplen 20 años del homicidio, el caso impune de mayor trascendencia en la historia local.

La causa tuvo tres partes: la investigación del juez Florencio Minatta; la pesquisa que por orden del fiscal Ricardo Basílico comandó la Policía Judicial de Claudio Rojas en 2007/8, y el tramo que manejaron los fiscales Fernando Rivarola y Mirtha Moreno en 2010, que archivó los 15 cuerpos.

La última parte del expediente muestra que para la época del crimen, Galván tenía vínculos estrechos con conocidos malhechores del Valle. Algunos fueron a juicio por el asesinato de Gangeme. Hasta compartió pabellón en la Unidad 6 de Rawson. Su relación más cercana fue con “El Gordo”, sobreseído por el homicidio pero hoy condenado por otro crimen.

No se logró la declaración a tiempo de un testigo clave, pariente de uno de los absueltos, quien encarcelado le habría confesado la verdad “para desahogarse”.

El hombre contó con detalle el seguimiento sobre Gangeme desde su última cena, en la Asociación Mutual de Empleados Provinciales en Rawson. La medianoche del 12 de mayo del 99 un policía de civil esperó que trajeran al killer en la Escuela 5, detrás del busto en la vereda. Cuando el periodista llegó de Rawson, se lo marcó. Se cree que Gangeme conocía al policía y por eso bajó su ventanilla mientras maniobraba para estacionar en la vereda del edificio Albemar, Mitre casi San Martín. Entonces recibió el disparo. Era la 1.15 del 13 de mayo.

El homicida huyó por el pasaje Mendoza, enfrente. Una camioneta lo esperó en Belgrano, tomó 25 de Mayo, Yrigoyen y Soberanía, rumbo a una chacra cerca del Tiro Federal de Trelew. A las 3 del día siguiente lo llevaron a Comodoro Rivadavia en un Alfa Romeo rojo. Bajó en Kilómetro 8.

El testigo contó que a él mismo le habían ofrecido participar. “Era para apretar a un tipo, no sé a quién, y ofrecían plata en los barrios”. Horas previas el presunto sicario estuvo escondido en el galpón de esa chacra cercana al Tiro Federal, en la zona oeste de la ciudad. Una sola persona le llevaba la comida para que nadie lo viera.

Quien aportó estos datos nunca cambió su versión ni intentó negociar. Hasta se ofreció a viajar a Comodoro para ayudar. Buscaba que su pariente no fuera enjuiciado por un delito que no había cometido, ya que le atribuían un rol equivocado esa noche. Reveló tantas precisiones que incluso se sospechó que en realidad estuvo en el coche que dejó al hombre en la ciudad petrolera. Repitió su testimonio al menos tres veces ante comisiones judiciales que lo encontraron en Puerto Madryn y la cordillera. Hasta se entrevistó con Pablo, el hijo del periodista. No eran especulaciones al aire: su relato consta en la causa.

Ante la hipótesis de Galván, un policía declaró: “A la gente local no le daba para matar a Gangeme. No creo que se contrate gente de acá para un hecho así”. Y otro admitió que el prófugo foráneo “estaría en la zona para cometer un ilícito de importancia”.

“Cada vez que aparece una persona de afuera es porque lo traen por algún hecho importante, porque Trelew es muy chico y se nota. Lo trajo el grupo del ´Gordo´ y lo tenían muy bien fondeado y escondido. Al estar acá el tipo venía a hacer un buen trabajo, no venía sólo porque estaba fugado, ya que es un lugar poco adecuado y es una ciudad de paso”.

Un informante de la Policía –vinculado con el mismo grupo- aportó el mismo dato del foráneo. Lo vio en casa de uno de los delincuentes. “Andaba un tipo en Trelew para hacer algo grande, un peso pesado en el ambiente. Venía de afuera para hacer algo importante”, dijo. Se ofrecía plata en busca de mano de obra. Este “buchón” coincidía con el primer testigo.

La primera advertencia oficial es un informe reservado de noviembre de 1998 del comisario Luis Báez para Drogas Peligrosas. “Se tomó conocimiento de que una persona que podría ser Martín Laurindo Vélez, ex convicto que recuperó la libertad en los últimos meses, tendría planeado regresar a la zona”. Explicaba que Galván se había conocido en la U-6 con al menos tres célebres hampones chubutenses, uno de Comodoro y dos de Trelew. “Tendrían programado en la zona realizar según su jerga ´algunos trabajos´, entre ellos una posible fuga de García de los tribunales de Comodoro”. Era Marcelo García, “El descuartizador de Las Torres”.

“Vélez aparentemente tendría pensado asentarse en la zona ya que en Buenos Aires estaría perseguido por los operativos sorpresivos que se llevan a cabo (...) Existe la posibilidad de que tengan planeado cometer un delito de importancia en Chubut”.

El segundo aviso es del 5 de mayo, poco más de una semana antes del crimen. Este informe lo recibió el jefe de Drogas Peligrosas, Claudio Rojas. Repetía los datos personales y los vínculos de Galván. Agregaba que tenía una tobillera electrónica. Y que se alojaba en Kilómetro 8. Los uniformados declararon que en esa época buscaron al prófugo por su perfil pero nadie lo conectó con el homicidio.

Gangeme aún vivía. Una comisión de Drogas Peligrosas de Trelew viajó a Comodoro Rivadavia para buscar a Galván en casa de “El Vaca”, un aguantadero de del barrio Las Flores, paso obligado para el hampa y para el grupo trelewense. Lugar de códigos y favores, allí se compartían datos y a veces hasta armas.

El lugar siempre estaba bajo vigilancia por su peligrosidad aunque era difícil de controlar por el perfil de sus vecinos y por ser una zona alta. La parte trasera de la casa daba a una bajada de arbustos y arboledas, para dar posibilidad de escape. El frente, al cerro.

El informante acompañó a la Policía. Por ser conocido, él mismo bajaba a identificar y golpear puertas. No hallaron a Galván. Siempre estaba fuera. Pero dejaron un informe a la Brigada de Comodoro para que siguiera el rastreo. Al regreso de estos policías, Gangeme era asesinado.

La Policía comodorense hizo caso al dato de sus colegas del Valle e insistió. Tras una discreta vigilancia de varias horas Galván fue detenido en la primera hora del 15 de mayo, donde ya había sido visto por la mañana. Puede que recién llegado de Trelew.

Iba hacia un kiosco. Un policía de civil lo siguió, vio su cicatriz característica del lado derecho de la cara, debajo de la barba crecida y le hizo un gesto a su compañero. Galván corrió de regreso al aguantadero. Le dieron voz de alto y hubo un par de disparos intimidatorios. “Él ya sabía que nos habíamos dado cuenta de quién era. Era un preso avezado. Había información de que iba a cometer un hecho grave”, declaró uno de quienes lo capturó.

El operativo fue rápido para evitar complicaciones. Galván no habló pero a los policías les llamó la atención que los detectara de civil. Era alto y costó ponerle las esposas. No tenía documentos ni se resistió.

“Sólo dijo que no era de acá. Se identificó sin decir que tuviera alguna causa. Y que paraba en lo del ´Vaca´. A Comodoro no va gente a robar estéreos o casas. Va a cometer hechos importantes que se mueve por el resto de la Patagonia”. Muchos dedujeron que protegerlo fue un favor de “El Vaca” para el grupo de Trelew.

Quedó detenido en la Seccional 2ª por averiguación de antecedentes. Tenía pedido de captura por tentativa de robo y fue enviado a un juez de Morón. El titular de esa Comisaría era Guillermo Castaño, exjefe de la Policía. Galván le confesó que había estado en Trelew en una casa de rejas cerca de la terminal y luego llevado a Comodoro. “Lo acompañaba una mujer. Vino por la costa atlántica, ´trabajando´ hasta Trelew”. La casa de rejas era de otro sobreseído en el caso.

La cicatriz en la cara era una herida de bala. Sufría parálisis y dificultad para hablar. Corpulento y robusto, Galván medía 1,80. Tez trigueña y pelo negro y lacio. Su boca se desplazaba hacia el lado de la herida. Había nacido en Capital Federal. Era chofer, albañil y carnicero. Vivía en los monoblocks de Ciudadela Norte. Tenía amplio prontuario provincial y federal.

Aunque se lo definía como de “baja peligrosidad”, el archivo de Galván perfil incluía: homicida, asaltante, escruchante (ladrón violento) y cañero (revoltoso y bocón, en la jerga). Tuvo dos concubinas.

Desde 1987 sumó robos a mano armada, hurtos, sospecha de crímenes y tenencia de arma de guerra. Conoció el penal de Olmos y la Unidad 6 de Rawson y 9 de La Plata. Su conducta era “Buena” y su concepto, “Regular”.

Otro dato clave es que en marzo del 98 había sido liberado por buen comportamiento, con tobillera electrónica. Pero el 1º de enero del 99 el Servicio Penitenciario Provincial informó que había un corte en la comunicación. No estaba en su casa y fue declarado rebelde. Estaba en Chubut.

Vinculando datos, la gestión del procurador Jorge Miquelarena estuvo a punto de ubicar a Galván. Hubiese sido un impacto para la causa. Pero certificó que a las 19 del 2 de diciembre de 2009, había ingresado al Hospital “Ramón Carrillo”, de Ciudadela, por un accidente de tránsito. Tenía 46 años. Según el acta de defunción sufrió un paro cardiorrespiratorio traumático. En 2010 su propia madre confirmó la muerte a una comitiva judicial pero “se negó a dar más datos por desconocer el tema”.

El vínculo más fuerte de Galván con Comodoro fue con García, el descuartizador que en 2008 murió baleado mencionado en las advertencia. Se hicieron amigos en la U-6. El presunto asesino del periodista hasta se alojó en casa de una pariente de García. “Estuvo en mi casa una vez y después se lo llevaron. Llegó solo y le decían Martín”, declaró la pariente. Luego se iría a lo de “El Vaca”.

Los investigadores consiguieron una carta de puño y letra de Galván para la madre del “Descuartizador”. “Mi hijo estuvo detenido en la Unidad y recuerdo a Vélez, tengo su carta porque salía antes que mi hijo y me preguntaba por él”. El mensaje fue anterior al crimen de Gangeme. Contaba su detención con pulsera y su amistad con García en Rawson.

El propio García fue entrevistado: “Galván dentro de la U-6 era un tipo respetado, había recibido un tiro en la cara y la mano no la podía mover. Era alto, flaco y atlético. Estuvo tres días en Comodoro”, describió.

La Policía ubicó a otra mujer que conoció muy de cerca los movimientos del aguantadero comodorense. Vio a Galván con la banda valletana. “En mayo (del 99) conocí a los chicos de Trelew que paraban ahí. Uno era de apellido Vélez y tenía tobillera de metal. No hablaba pero estaba desesperada porque se la saquen. Todos querían sacársela pero tardaron unos cuantos días”. Contó que trataron de sacársela con un serrucho pero sólo pudo “El Vaca” con una amoladora. “Les dijo a los que lo acompañaban que eran unos giles”.

“Yo iba a la casa a la tarde y ahí los veía. A Vélez lo fue a buscar a Bahía Blanca un tal ´Gordo´ en un coche rojo con otras dos personas de Trelew.

“Nunca dijo por que venía. Me dijeron que se había escapado y había que sacarle la pulsera. Andaba de buzo y campera; esa ropa estaba nueva, se cambió y la puso en una bolsa, dijo que había que llevarla a tirar y me la querían dar a mí para que la tire. Estuvo con esa ropa desde que lo vi por primera vez hasta que le sacaron la tobillera y lo detuvieron. Yo les decía que tuvieran cuidado porque este hombre no estaba en sus cabales”.

La testigo contó que un día Galván estaba sentado, tomó su revólver 38 cromado y mató a un perro de un tiro. “En esa ocasión me enojé y me dijo que estaba acostumbrado a matar así, mataba perros y gente así, con un solo balazo y listo”. Al día siguiente caería preso.

La noche de su detención “le tiraron dos balazos y como él pensó que le habían tirado a la mujer volvió; si no, no lo agarran”.

A la noche “salían a laburar” y “con la merca se mantenían despiertos. Estaban nerviosos. Consumían droga ahí a la vista, un coso blanco”.

La mujer escuchó del grupo: “Había ido a hacer un trabajo en Trelew pero no dijeron qué y después se vino para Comodoro. Antes de venir estuvo en Gaiman porque pasaron a dejar una camioneta”.

La mujer le preguntó a Galván “si tenía cosas de oro para vender porque pensé que habían robado algo”. El prófugo no contestó. “Era muy cerrado y la mujer lo llamaba por apodos”.

Sin respuestas

El caso prescribió. Pablo Gangeme todavía espera una respuesta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En 2002, Gustavo Fabián Smith y Alejandro Fabián Zabala fueron absueltos como presuntos autor y partícipe del crimen. Osvaldo Daniel Viti, absuelto como instigador, enfrentará desde hoy otro juicio por narcotráfico: el caso Conejo Verde. Se lo acusa de guardar varios kilos de droga en su chacra, cercana al Tiro Federal de Trelew.


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