Trinidad cumplió 102 años: “Siempre hice las cosas con alegría”

La vecina de Trelew cumplió 102 años y asegura que vive tranquila. En una entrevista con Jornada Play recordó su niñez en Esquel, destacó el ejemplo de trabajo de sus padres y explicó como el amor a su familia y su deseo de ayudar a los demás han sido los pilares de su centenaria vida.

Entre la cordillera y el valle. Trinidad Toro celebró 102 años de vida y contó sus vivencias
22 JUN 2019 - 19:34 | Actualizado

La de Trinidad es una historia centenaria. De trabajo, de amor y sobre todo de un camino recorrido en base a la humildad, la simpleza y el amor puro por su familia.

Nació en Esquel, pero hace muchos años adoptó el valle, y especialmente Trelew como su lugar en el mundo, donde esta semana celebró 102 años rodeada del amor de su hija Clara.

Asegura que nunca pensó en llegar a esta edad, pero además de los recuerdos nítidos sobre su vida cada mañana se levanta, “me hija me sirve el desayuno, y después leo el diario –lo que puedo ver- pero gracias a Dios que todavía puedo” dice.

La historia de Trinidad Toro empezó en Esquel, en 1917. “Ahí me crié. Después falleció mi papá y quedó mi mamá con 7 hijos, yo era una de las mayores. Éramos muy humildes pero mi papá trabajaba y con eso vivíamos, así que después que murió mi papá tuve que ayudar a mi madre, no pude estudiar”.

“Mi mamá lavaba ropa para afuera y yo salía a cuidar niños o hacer mandados. Después estuve con una familia, un matrimonio chileno, que me quería muchísimo. Me querían llevar a Chile y mi mamá no quiso. Ahí acompañaba a la familia porque las chicas eran casi tan grandes como yo. Era otra hija más en esa casa. Comía y dormía con ellas. Yo me sentía muy bien, ayudaba a mi mamá con lo que me daban. Era poco pero en ese tiempo la plata valía” asegura esta vecina.

Tiempo después empezó a trabajar en un restaurante y por aquel entonces conoció al que sería su marido. “Él tenía una sastrería cruzando la calle, todo ahí en Esquel. Nos conocimos, nos juntamos y en esa época ya no tenía a ninguno de mis dos padres. Yo quise ayudarle –aunque al principio él no quería- y vivíamos. Después vino Clarita. Él quería irse a Buenos Aires, pero yo no quise y nos vinimos a Trelew. Vivimos acá un tiempo y después nos fuimos a Rawson, porque allá había un sastre que lo necesitaba, entonces lo llevó a él” contó la mujer.

En la capital provincial empezó a trabajar en el Hospital y “cuando Clarita tenía ya casi 15 años y estaba estudiando, yo pensé que no era justo que venga a Trelew y esté en una pensión, entonces le dije a mi marido de venir”.

Pese a la resistencia en un principio de su marido por comprar un terreno y edificar, la vecina logró ubicar un lugar para levantar la que sería “mi primera y mi última casa” según ella misma definió.

“Mi marido no quería al principio pero una vez que la fuimos levantando ya estaba loco con la casa”. La propiedad es la misma en la que aún vive hoy, acompañada de su hija.

De sus años en Rawson recuerda cuando empezó lavando pisos en el hospital Santa Teresita hasta que ingresó al cuerpo de enfermeras y luego siguió con ese oficio en el Hospital de Trelew. “Trabajé con niños en el materno infantil y después pasé al hospital, a clínica médica”.

Hoy, a sus 102 años, Trinidad Toro asegura que hacer las cosas con alegría y no tener conflictos con los demás han ayudado a que pueda superar un siglo con vida. “No tengo enemigos de vecinos, del pueblo, no le debo a nadie, vivo a tranquila. Nunca pelee con nadie, siempre estaba contenta, si alguien me necesitaba yo iba. Desde chica me gustó cuidar a la gente. Siempre me gustó la enfermería. Era chica y a mi abuelito le ponía la papa para bajarle fiebre. Viví para mí, para mi hija, para mi marido. También para los demás” resume esta vecina, quien asegura que una de las cosas que más dolor le provoca “es ver alguien que está revolviendo los tachos de basura”.

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22 JUN 2019 - 19:34

La de Trinidad es una historia centenaria. De trabajo, de amor y sobre todo de un camino recorrido en base a la humildad, la simpleza y el amor puro por su familia.

Nació en Esquel, pero hace muchos años adoptó el valle, y especialmente Trelew como su lugar en el mundo, donde esta semana celebró 102 años rodeada del amor de su hija Clara.

Asegura que nunca pensó en llegar a esta edad, pero además de los recuerdos nítidos sobre su vida cada mañana se levanta, “me hija me sirve el desayuno, y después leo el diario –lo que puedo ver- pero gracias a Dios que todavía puedo” dice.

La historia de Trinidad Toro empezó en Esquel, en 1917. “Ahí me crié. Después falleció mi papá y quedó mi mamá con 7 hijos, yo era una de las mayores. Éramos muy humildes pero mi papá trabajaba y con eso vivíamos, así que después que murió mi papá tuve que ayudar a mi madre, no pude estudiar”.

“Mi mamá lavaba ropa para afuera y yo salía a cuidar niños o hacer mandados. Después estuve con una familia, un matrimonio chileno, que me quería muchísimo. Me querían llevar a Chile y mi mamá no quiso. Ahí acompañaba a la familia porque las chicas eran casi tan grandes como yo. Era otra hija más en esa casa. Comía y dormía con ellas. Yo me sentía muy bien, ayudaba a mi mamá con lo que me daban. Era poco pero en ese tiempo la plata valía” asegura esta vecina.

Tiempo después empezó a trabajar en un restaurante y por aquel entonces conoció al que sería su marido. “Él tenía una sastrería cruzando la calle, todo ahí en Esquel. Nos conocimos, nos juntamos y en esa época ya no tenía a ninguno de mis dos padres. Yo quise ayudarle –aunque al principio él no quería- y vivíamos. Después vino Clarita. Él quería irse a Buenos Aires, pero yo no quise y nos vinimos a Trelew. Vivimos acá un tiempo y después nos fuimos a Rawson, porque allá había un sastre que lo necesitaba, entonces lo llevó a él” contó la mujer.

En la capital provincial empezó a trabajar en el Hospital y “cuando Clarita tenía ya casi 15 años y estaba estudiando, yo pensé que no era justo que venga a Trelew y esté en una pensión, entonces le dije a mi marido de venir”.

Pese a la resistencia en un principio de su marido por comprar un terreno y edificar, la vecina logró ubicar un lugar para levantar la que sería “mi primera y mi última casa” según ella misma definió.

“Mi marido no quería al principio pero una vez que la fuimos levantando ya estaba loco con la casa”. La propiedad es la misma en la que aún vive hoy, acompañada de su hija.

De sus años en Rawson recuerda cuando empezó lavando pisos en el hospital Santa Teresita hasta que ingresó al cuerpo de enfermeras y luego siguió con ese oficio en el Hospital de Trelew. “Trabajé con niños en el materno infantil y después pasé al hospital, a clínica médica”.

Hoy, a sus 102 años, Trinidad Toro asegura que hacer las cosas con alegría y no tener conflictos con los demás han ayudado a que pueda superar un siglo con vida. “No tengo enemigos de vecinos, del pueblo, no le debo a nadie, vivo a tranquila. Nunca pelee con nadie, siempre estaba contenta, si alguien me necesitaba yo iba. Desde chica me gustó cuidar a la gente. Siempre me gustó la enfermería. Era chica y a mi abuelito le ponía la papa para bajarle fiebre. Viví para mí, para mi hija, para mi marido. También para los demás” resume esta vecina, quien asegura que una de las cosas que más dolor le provoca “es ver alguien que está revolviendo los tachos de basura”.


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