Pesar en la Comarca Andina por el fallecimiento del papá de “Coco” Garrido

Hondo pesar causó ayer en la comunidad de Epuyén y la Comarca Andina la noticia del fallecimiento de Guillermo Garrido, quien hasta el último minuto de su vida luchó buscando justicia por la muerte de su hijo Coco en un calabozo de la Comisaría de El Bolsón, la noche del 13 de enero de 2011.

23 JUN 2019 - 12:42 | Actualizado

La abogada de la familia, Marina Schifrin, recordó hoy que “con sus propias manos desenterró a su hijo para que se hiciera la reautopsia. Fue en octubre de 2011, en el cementerio municipal de Epuyén, cuando don Guillermo del Carmen Garrido con su propia pala y sus herramientas, secundado por sus hijos, colaboraba con la exhumación del cadáver de su hijo varón más chico, Coco Garrido, de 25 años”.

“La doctora Ema Virginia Creimer demostró con la reautopsia allí realizada que Coco nunca se suicidó, sino que lo mataron con un golpe en la nuca. Pero la ‘justicia’, incapaz de investigar un crimen policial, optó por inventar un suicidio que nunca pudo demostrar”, agregó la letrada.

Ayer, “a más de 8 años del crimen de su hijo Coco, falleció don Guillermo del Carmen Garrido, hombre trabajador y honesto de campo, que luchó para que se esclarezca la muerte de su hijo hasta su final, su muerte adelantada por la tristeza que se lo llevó antes de los 60 años”.

Desde la óptica de Schifrin, la justicia rionegrina “se sigue cobrando víctimas, la impunidad del crimen de Coco hiere profundamente a una familia numerosa y unida que en estos años conoció como nunca el dolor”.

Coco Garrido fue demorado la noche del 13 de enero de 2011, tras protagonizar un choque sin lesionados en el centro de El Bolsón. Trabajaba como cajero de La Anónima, en Bariloche, y venía de festejar el cumpleaños de su papá en Epuyén. Manejaba un Renault 12 y presuntamente tenía aliento etílico.

A las 21.40 entró a la comisaría. A las 21.45 fue trasladado hasta el hospital local para constatar su estado de salud y regresó alrededor de las 22 a la unidad policial. A las 22.50, hallaron al joven ahorcado con su cinturón, que estaba atado a una reja del calabozo.

Guillermo Garrido, el padre del joven de Epuyén, recordó por entonces que “llegué a las dos horas y mi hijo estaba tirado dentro del calabozo. Le pregunté al oficial: ‘Si se ahorcó, porque no lo dejaste colgado’, encima tenía dientes postizos y los tenía puestos, si se hubiese ahorcado le habrían saltado”.

Los familiares no creyeron durante años la versión oficial que indicaba que se había suicidado, aunque las pericias y pruebas recolectadas durante la investigación no abonaron la hipótesis de un supuesto homicidio.

La abogada del caso insistió con que “el Estado es responsable. Le prometimos a don Guillermo perseguir justicia. Al querido y luchador don Guillermo que se plantó ante jueces y fiscales pusilánimes. Al querido y entrañable don Guillermo, tan simpático como su Coco, que recibió el golpe, no en la nuca como su hijo, sino en todo el cuerpo, como Julieta Vinaya mamá de Atahualpa y Gualberto Solano papá de Daniel. Cuánta muerte ha generado la impunidad. Cuánta responsabilidad por ellas tiene el Poder Judicial Rionegrino y el propio Poder Ejecutivo Rionegrino que sigue avalando a su maldita policía”.

“Don Guillermo, sepa que en el mismo mes de su muerte estamos preparando la denuncia por el homicidio policial de Coco Garrido ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Le prometemos luchar por justicia y lo recordaremos en cada marcha”, concluyó Marina Schifrin.

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23 JUN 2019 - 12:42

La abogada de la familia, Marina Schifrin, recordó hoy que “con sus propias manos desenterró a su hijo para que se hiciera la reautopsia. Fue en octubre de 2011, en el cementerio municipal de Epuyén, cuando don Guillermo del Carmen Garrido con su propia pala y sus herramientas, secundado por sus hijos, colaboraba con la exhumación del cadáver de su hijo varón más chico, Coco Garrido, de 25 años”.

“La doctora Ema Virginia Creimer demostró con la reautopsia allí realizada que Coco nunca se suicidó, sino que lo mataron con un golpe en la nuca. Pero la ‘justicia’, incapaz de investigar un crimen policial, optó por inventar un suicidio que nunca pudo demostrar”, agregó la letrada.

Ayer, “a más de 8 años del crimen de su hijo Coco, falleció don Guillermo del Carmen Garrido, hombre trabajador y honesto de campo, que luchó para que se esclarezca la muerte de su hijo hasta su final, su muerte adelantada por la tristeza que se lo llevó antes de los 60 años”.

Desde la óptica de Schifrin, la justicia rionegrina “se sigue cobrando víctimas, la impunidad del crimen de Coco hiere profundamente a una familia numerosa y unida que en estos años conoció como nunca el dolor”.

Coco Garrido fue demorado la noche del 13 de enero de 2011, tras protagonizar un choque sin lesionados en el centro de El Bolsón. Trabajaba como cajero de La Anónima, en Bariloche, y venía de festejar el cumpleaños de su papá en Epuyén. Manejaba un Renault 12 y presuntamente tenía aliento etílico.

A las 21.40 entró a la comisaría. A las 21.45 fue trasladado hasta el hospital local para constatar su estado de salud y regresó alrededor de las 22 a la unidad policial. A las 22.50, hallaron al joven ahorcado con su cinturón, que estaba atado a una reja del calabozo.

Guillermo Garrido, el padre del joven de Epuyén, recordó por entonces que “llegué a las dos horas y mi hijo estaba tirado dentro del calabozo. Le pregunté al oficial: ‘Si se ahorcó, porque no lo dejaste colgado’, encima tenía dientes postizos y los tenía puestos, si se hubiese ahorcado le habrían saltado”.

Los familiares no creyeron durante años la versión oficial que indicaba que se había suicidado, aunque las pericias y pruebas recolectadas durante la investigación no abonaron la hipótesis de un supuesto homicidio.

La abogada del caso insistió con que “el Estado es responsable. Le prometimos a don Guillermo perseguir justicia. Al querido y luchador don Guillermo que se plantó ante jueces y fiscales pusilánimes. Al querido y entrañable don Guillermo, tan simpático como su Coco, que recibió el golpe, no en la nuca como su hijo, sino en todo el cuerpo, como Julieta Vinaya mamá de Atahualpa y Gualberto Solano papá de Daniel. Cuánta muerte ha generado la impunidad. Cuánta responsabilidad por ellas tiene el Poder Judicial Rionegrino y el propio Poder Ejecutivo Rionegrino que sigue avalando a su maldita policía”.

“Don Guillermo, sepa que en el mismo mes de su muerte estamos preparando la denuncia por el homicidio policial de Coco Garrido ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Le prometemos luchar por justicia y lo recordaremos en cada marcha”, concluyó Marina Schifrin.


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