“El cannabis me devolvió la vida”

29 JUN 2019 - 21:12 | Actualizado

Dentro del panel testimonial hablaron personas que confesaron sus experiencias con el uso del cannabis. Un testimonio conmovedor fue el de Bertha Thachek, madre cultivadora.

“Tuve que estudiar y aprender la patología de mi hija: encefalopatía crónica, un atraso madurativo, su cabeza crece lo mínimo y un poquito de autismo y además de todo este paquete, convulsionaba. Así empezó esta vida”.

“Tengo cuatro hijos. Ella es la más chica. Ella tiene 22 años. Cuando nación en esa época no había mucho para estudiar. Lo vivo en Madryn. Los estudios entonces se hacían en Comodoro Rivadavia. Las convulsiones y los ataques no paraban. No había un equipo bueno en Comodoro, no había una buena neuróloga. Me derivaron a Buenos Aires. Ahí comenzó mi odisea con mi hija para entender que tenía y cómo tratarla. Pasaron muchos años y mi hija lo único que tenía era un coctel, con un montón de pastillas. Su situación se iba agravando porque su hígado, su intestino y su estómago no daban más. Sus convulsiones no paraban y si paraban era porque la tenían dopada”.

“Cuando entendí y descubrí lo que podía ser el aceite cannabico, me fui desde Puerto Madryn hacia la ciudad de Mendoza con mi hija. Fue muy largo el viaje,-se emociona-. Disculpen que me ponga así, pero revivir todo aquello es un poco triste y desesperación. Durante todo el viaje estudié que es el cannabis. Siempre les dije a mis hijos que no se drogaran. Viaje también con mi hijo de 24 años y le iba diciendo que a la nena le teníamos que dar cannabis. Fue un viaje muy largo, créanme. Hablé mucho con mis hijos. Cuando llegue a Mendoza, me explicaron lo que significaba. Tuve en principio mucho miedo. Ellos me dijeron: dáselo que no va a pasar nada”.

Comentó que “cuando volví de Mendoza a General Alvear, donde estaba parando, en un lugar a donde pasé a cargar nafta, me puse una gota yo y dije bueno: que sea lo que Dios Quiera.

Al poco tiempo me di cuenta de que yo estaba mejor. Mi cansancio se comenzó a ir, empecé a cantar adentro del auto y dije “esto está bueno”, -aplausos y risas del público-.

Berta contó que ese día comenzó a darle las gotas de aceite a su hija. “Al otro día, fue el día más feliz de mi vida. Mi hija tenía 17 años. Me miró y me dijo: mamá te quiero. Es una planta mágica que me cambió la vida. Mi hija vivió 17 años con los ojos abiertos. Dormía con los ojos abiertos. Hoy luchamos por las ulceras que tiene en sus ojitos. Pero desde ese día, tuve otra hija. Salomé comenzó a tomar del aceite, tres gotas a la mañana y tres a la noche. No hubo más convulsiones hace 4 años. Va sola al colegio, es independiente. Duerme como una chica normal. El cannabis me devolvió la vida y a mí la Justicia no me puede decir que es una droga. Es una medicina”.

Drama

“El drama lo tuve cuando descubrí que todo eso mágico, era ilegal. La encomienda con el cannabis venía de Córdoba. No se si recuerdan que tiempo atrás, agarraron a una médica con unos frasquitos, unos goteros y se los sacaron. Ahí comenzó mi odisea porque quedé en una causa judicial federal. Si yo iba a la cárcel, iba a entrar como una homicida. Yo me planté y conseguí una abogada. Llorando llegué y plante que si iba a la cárcel quien cuidaría de mis hijos. El caso cayó en el Juzgado de Viedma. Después de presentar muchísimos papeles para justificar la enfermedad de mi hija y cómo mi hija volvió a la vida. Lo tuvimos que plantear en papeles. Después de 11 días, donde mis hijos me decían como reproche: `viste lo que lograste mamá`. Era un problema en el que estaba metida. Tuve la suerte de que la jueza federal, Mirta Filipuzzi, me llamó y me presenté donde me explicó que estaba cometiendo un delito, pero como mamá me entendía y me dijo que no me podía prohibir que le de la medicina a mi hija. Me dijo `usted está en problemas, está cometiendo un delito. Presente un amparo`. Le dije que de ultima iría presa, pero la medicina a mi hija no se la iba a quitar”.

Cuando volvió a Madryn tuvo que rogarle al juez una medida donde tuvo que mostrar toda la intimidad de su casa, “donde haría crecer la planta, cómo la cultivaría, cuantas debía cultivar, qué cepas usar. El juez sabe todo de mi casa, para poder plantar y hacer el aceite a mi hija”.

“Hoy cultivo, tengo 25 plantas y para mi es medicina. No es droga. Lo que yo vi en mi hija es increíble. Si alguna mamá tiene dudas, no lo dude. Dele el aceite de cannabis, aprenda cómo hacerlo, yo lo logré. Mi hija está terminando el secundario, es abanderada y está haciendo una pasantía laboral en un comercio de Madryn. Lo único que toma mi hija es cannabis”.

Desde la neurociencia

El prestigioso neurocirujano Vicente Mazzaglia sostuvo que es incoherente el manejo que el Estado tiene frente al cannabis. Criticó a la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica). “Tuvieron compasión para autorizar la compra del aceite Charlott, pero no tienen compasión para el que cultiva y hace su propio aceite para él o sus seres queridos”.

Contó que oportunamente, algunos de sus pacientes tuvieron buenos resultados con el Charlott, pero al cabo de un tiempo, la falta de rotación de las cepas y el surgimiento de otros productos de laboratorio a base de cannabis, causaron la pérdida de su auge. Añadió que el auto cultivo, es decir, el preparado personal del aceite en los hogares de los pacientes.

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29 JUN 2019 - 21:12

Dentro del panel testimonial hablaron personas que confesaron sus experiencias con el uso del cannabis. Un testimonio conmovedor fue el de Bertha Thachek, madre cultivadora.

“Tuve que estudiar y aprender la patología de mi hija: encefalopatía crónica, un atraso madurativo, su cabeza crece lo mínimo y un poquito de autismo y además de todo este paquete, convulsionaba. Así empezó esta vida”.

“Tengo cuatro hijos. Ella es la más chica. Ella tiene 22 años. Cuando nación en esa época no había mucho para estudiar. Lo vivo en Madryn. Los estudios entonces se hacían en Comodoro Rivadavia. Las convulsiones y los ataques no paraban. No había un equipo bueno en Comodoro, no había una buena neuróloga. Me derivaron a Buenos Aires. Ahí comenzó mi odisea con mi hija para entender que tenía y cómo tratarla. Pasaron muchos años y mi hija lo único que tenía era un coctel, con un montón de pastillas. Su situación se iba agravando porque su hígado, su intestino y su estómago no daban más. Sus convulsiones no paraban y si paraban era porque la tenían dopada”.

“Cuando entendí y descubrí lo que podía ser el aceite cannabico, me fui desde Puerto Madryn hacia la ciudad de Mendoza con mi hija. Fue muy largo el viaje,-se emociona-. Disculpen que me ponga así, pero revivir todo aquello es un poco triste y desesperación. Durante todo el viaje estudié que es el cannabis. Siempre les dije a mis hijos que no se drogaran. Viaje también con mi hijo de 24 años y le iba diciendo que a la nena le teníamos que dar cannabis. Fue un viaje muy largo, créanme. Hablé mucho con mis hijos. Cuando llegue a Mendoza, me explicaron lo que significaba. Tuve en principio mucho miedo. Ellos me dijeron: dáselo que no va a pasar nada”.

Comentó que “cuando volví de Mendoza a General Alvear, donde estaba parando, en un lugar a donde pasé a cargar nafta, me puse una gota yo y dije bueno: que sea lo que Dios Quiera.

Al poco tiempo me di cuenta de que yo estaba mejor. Mi cansancio se comenzó a ir, empecé a cantar adentro del auto y dije “esto está bueno”, -aplausos y risas del público-.

Berta contó que ese día comenzó a darle las gotas de aceite a su hija. “Al otro día, fue el día más feliz de mi vida. Mi hija tenía 17 años. Me miró y me dijo: mamá te quiero. Es una planta mágica que me cambió la vida. Mi hija vivió 17 años con los ojos abiertos. Dormía con los ojos abiertos. Hoy luchamos por las ulceras que tiene en sus ojitos. Pero desde ese día, tuve otra hija. Salomé comenzó a tomar del aceite, tres gotas a la mañana y tres a la noche. No hubo más convulsiones hace 4 años. Va sola al colegio, es independiente. Duerme como una chica normal. El cannabis me devolvió la vida y a mí la Justicia no me puede decir que es una droga. Es una medicina”.

Drama

“El drama lo tuve cuando descubrí que todo eso mágico, era ilegal. La encomienda con el cannabis venía de Córdoba. No se si recuerdan que tiempo atrás, agarraron a una médica con unos frasquitos, unos goteros y se los sacaron. Ahí comenzó mi odisea porque quedé en una causa judicial federal. Si yo iba a la cárcel, iba a entrar como una homicida. Yo me planté y conseguí una abogada. Llorando llegué y plante que si iba a la cárcel quien cuidaría de mis hijos. El caso cayó en el Juzgado de Viedma. Después de presentar muchísimos papeles para justificar la enfermedad de mi hija y cómo mi hija volvió a la vida. Lo tuvimos que plantear en papeles. Después de 11 días, donde mis hijos me decían como reproche: `viste lo que lograste mamá`. Era un problema en el que estaba metida. Tuve la suerte de que la jueza federal, Mirta Filipuzzi, me llamó y me presenté donde me explicó que estaba cometiendo un delito, pero como mamá me entendía y me dijo que no me podía prohibir que le de la medicina a mi hija. Me dijo `usted está en problemas, está cometiendo un delito. Presente un amparo`. Le dije que de ultima iría presa, pero la medicina a mi hija no se la iba a quitar”.

Cuando volvió a Madryn tuvo que rogarle al juez una medida donde tuvo que mostrar toda la intimidad de su casa, “donde haría crecer la planta, cómo la cultivaría, cuantas debía cultivar, qué cepas usar. El juez sabe todo de mi casa, para poder plantar y hacer el aceite a mi hija”.

“Hoy cultivo, tengo 25 plantas y para mi es medicina. No es droga. Lo que yo vi en mi hija es increíble. Si alguna mamá tiene dudas, no lo dude. Dele el aceite de cannabis, aprenda cómo hacerlo, yo lo logré. Mi hija está terminando el secundario, es abanderada y está haciendo una pasantía laboral en un comercio de Madryn. Lo único que toma mi hija es cannabis”.

Desde la neurociencia

El prestigioso neurocirujano Vicente Mazzaglia sostuvo que es incoherente el manejo que el Estado tiene frente al cannabis. Criticó a la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica). “Tuvieron compasión para autorizar la compra del aceite Charlott, pero no tienen compasión para el que cultiva y hace su propio aceite para él o sus seres queridos”.

Contó que oportunamente, algunos de sus pacientes tuvieron buenos resultados con el Charlott, pero al cabo de un tiempo, la falta de rotación de las cepas y el surgimiento de otros productos de laboratorio a base de cannabis, causaron la pérdida de su auge. Añadió que el auto cultivo, es decir, el preparado personal del aceite en los hogares de los pacientes.


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