El entrañable vínculo del general Perón con Chubut y con los trabajadores patagónicos

Hoy se cumplen 45 años de la muerte del general Juan Domingo Perón, tres veces presidente y fundador del Partido Justicialista. Hay pocos registros de su pertenencia con Chubut y con Camarones, donde de niño obtuvo los primeros conocimientos de la dura realidad de los trabajadores patagónicos y que, medio siglo más tarde, lo llevó a ejecutar el Estatuto del Peón de Campo, como secretario de Trabajo y Previsión.

30 JUN 2019 - 20:09 | Actualizado

Sin embargo, hay pocos registros de su pertenencia con la provincia del Chubut y con la localidad de Camarones en particular, donde de niño obtuvo los primeros conocimientos de la dura realidad de los trabajadores patagónicos y que, medio siglo más tarde, lo llevó a concebir y ejecutar el Estatuto del Peón de Campo, en su rol de secretario de Trabajo y Previsión.

Durante toda su vida, Perón fue un estratega inigualable. Al punto que la historia oficial indica que nació el 8 de octubre de 1895 en la calle Buenos Aires 1380 de Lobos, aunque las investigaciones posteriores develan que en realidad fue el 7 de octubre de 1893 (dos años antes), del otro lado del río Salado, “por los pagos de Estación Roque Pérez” y como “hijo natural de una mujer de sangre indígena”.

Juancito Perón (en el caballito) junto a su hermano Mario Avelino

“Como si hubiese jugado al destino en una mágica apuesta, logré conservar hasta hoy el origen de mi nacimiento como un profundo secreto", le dijo alguna vez a su biógrafo Enrique Pavón Pereyra.

Precisamente, por el lado materno, su abuela Mercedes Toledo fue una tehuelche santacruceña llevada a la provincia de Buenos Aires como esclava, mientras que su abuelo Juan Irineo Sosa era un descendiente quechua nacido en Santiago del Estero.

¿Cuáles fueron las razones para ocultar la verdad?: “Estos hechos, que hoy no tendrían mayor relevancia, representaban sin embargo para la época y para el Ejército un estigma social insalvable. Habían pasado apenas 14 años de la Campaña del Desierto, donde la figura del indio era aún un enemigo para la mayoría de los argentinos. Naturalmente, nada de eso figuraba en el legajo personal del joven Perón a su ingreso al Colegio Militar en 1911, y por supuesto jamás figuró después. Manos amigas se encargaron de allanar el camino, otorgándole además una beca para que pudiera estudiar porque carecía de recursos”, explicó Hipólito Barreiro, autor del libro “Juancito Sosa, el indio que cambió la historia”, y quien además fue su médico personal durante años.

Hijo natural

Su padre, Mario Tomás Perón era hijo del médico porteño Tomás Liberato Perón, quien pasó a la posteridad durante la peste de fiebre amarilla que asoló la ciudad en 1871, junto a personalidades de la ciencia como Luis María Drago y Manuel Montes de Oca. Además, tenía un mandato cumplido como diputado mitrista.

Mario contrajo neumonía a los 18 años, que le obligó a abandonar la carrera de medicina. Eulogio del Mármol (amigo de la familia), establecido como ganadero en Lobos desde 1860, le ofreció “un lugar más conveniente para su salud” y hasta le consiguió allí el cargo de aguacil (oficial de justicia).

No obstante, pronto decide dedicar su tiempo a la cría de ovejas y se muda a las costas del río Salado (aún no existía el pueblo de Roque Pérez). En una estancia cercana conoce a Juana Sosa (17), con quien vive en concubinato, y a fines de 1891 nace su primogénito Avelino Mario. Al parecer, su antiguo puesto en el juzgado “lo condiciona para registrar en Lobos a un hijo extramatrimonial que él, proveniente de una familia distinguida de Buenos Aires, ha tenido con una joven de raza indígena”. Lo mismo ocurre con Juan (dos años después), quien es anotado con el apellido Sosa y recién en 1895 (a instancias de su abuela paterna) es reconocido por el padre y bautizado.

A la Patagonia

En su campito de Roque Pérez, Mario Tomás Perón compraba los víveres una vez por semana en el almacén de los Sierra y contrataba a don Zacarías Rivero para que se los lleve en su volanta. A cargo de la majada estaba Sixto “El Chino” Magallares, quien enseñó a Juancito a andar a caballo antes que a caminar.

Tomás Perón en su campo de Roque Pérez

En 1898, Mario acepta el trabajo de administrador de la estancia “La Maciega”, cerca de Camarones, en Chubut. Antes, pasa por Buenos Aires y, nuevamente a pedido de su madre, se casa con Juana Sosa, a quien deja con sus dos hijos en la costa del río Salado.

Los trae al verano siguiente. La peonada está compuesta por chilotes (oriundos de la isla de Chiloé). “Muy pronto, Juancito que comenzó llamándolos tíos, aprende a compartir el mate y los cuentos de fogón con esos hombres sencillos y rudos, quienes como otros cientos de miles desparramados por el territorio nacional, están quebrados por las injusticias de un régimen medieval. Son ellos los que ayudarán a formar su carácter y sentido de justicia social”, recordó Dora María Suárez, sobrina/nieta del fundador del Justicialismo.

Refiriéndose a ellos, Perón recordará: “Con un tordillo manso salía al campo con la peonada después de tomar mate en la cocina. Esa fue mi primera escuela, aprendí a conocer los enormes valores de la humildad y al mismo tiempo la vacuidad de la soberbia”.

Tiempo después, en 1910, ambos hermanos fueron enviados a Buenos Aires al cuidado de su abuela, quien gestionó y obtuvo el ingreso de Juan Domingo al Colegio Militar de la Nación.

La familia Perón residió durante varios años en el pueblo de Camarones, donde Mario fue juez de paz. Allí poseían dos viviendas; una fue arrasada tras el derrocamiento de 1955. A finales de los '70, la otra fue ocupada por una familia; tiempo más tarde sufrió un grave incendio y que quedó abandonada hasta que las autoridades municipales decidieron reciclar la vivienda para levantar un museo.

Los amigos de la infancia y adolescencia, visitaban a Juan cuando ya era presidente y de esas relaciones esta pequeña localidad chubutense logró importantes obras: escuela, hospital, correo y acueducto, entre otras. También desde este pueblo, escribió a Evita la célebre carta en coincidencia con los hechos del 17 de octubre de 1945.

La Porteña

Nueve sobrinos de Juan Domingo Perón (sus únicos herederos), recibieron en 2005 el título de propiedad sobre unas 12.000 hectáreas de suelo chubutense, que reclamaron durante 86 años.

El ex presidente de la República (1946/52, 1952/55 y 1973/74) había cedido, en 1964, el derecho de usufructo de esas tierras a los hijos de su difunto hermano Mario, cuando se encontraba exiliado en Madrid, tras sus dos primeros ciclos administrativos. Después de que el general Perón fuera desplazado de la presidencia del país (1955), las gestiones “quedaron paralizadas y hasta desaparecieron algunos folios de los expedientes que formaban parte del pedido de cesión”.

Casco de la Estancia La Porteña

El campo está ubicado en el paraje Sierra Cuadrada (a 160 km de Comodoro Rivadavia) y hasta allí llegó a colonizar Mario Tomás Perón en 1913 con una majada que trajo arreando desde Roque Pérez (partió con dos mil ovejas y solo la mitad sobrevivió). “El gobierno tendría que habernos pagado a nosotros para animarnos a trabajar estos páramos”, escribió el fundador de la estancia “La Porteña” a su madre. El propio Juan Perón venía al lugar durante sus vacaciones y aún se conservan allí una pistola y una gorra de sus años de cadete en el Colegio Militar.

Secreto mejor guardado

La verdad acerca del “secreto mejor guardado” (su verdadero lugar de nacimiento) sobre quien fuera tres veces presidente de los argentinos recién comienza a develarse a fines de 1995, cuando los vecinos encontraron muerto a Jacinto Saturnino Illescas, el último custodio del predio.

Los hermanos Illescas sabían bien lo que estaban cuidando: la casa natal de Perón en Roque Pérez, un típico pueblo del interior bonaerense, a 140 km de la Capital Federal. Durante años, preservaron el lugar de la mirada de curiosos dejando crecer la maleza y apenas un caminito les dejaba paso para ir a buscar agua con un balde a la canilla del hospital. Si algún intruso osaba entrar, los perros se encargaban de alejarlo.

Una mañana del verano de 1938, “el coronel se había presentado en el lugar y señalándole la puerta de la derecha le dijo a Illescas: ‘allí, en esa pieza nací yo’”, detalla Hipólito Barreiro en su libro.

Entonces fue importante el aporte de José María Belardinelli, un empleado del Registro de Catastro de Roque Pérez, quien aportó la documentación probatoria demostrando que los lotes escriturados en 1893 a nombre de Juana Sosa (la madre de Juan Perón), se venden en 1904 (cuando se marchan al Chubut) a Paula Pippo de Ferretti; para quedar en manos de los Illescas desde 1927. El mismo Belardinelli recordó que cuando tenía 14 años también fue protagonista allí mismo de un encuentro con Perón, por aquellos años en ascendente carrera militar y política.

Juan Domingo Perón en una de sus visitas a Sierra Cuadrada

En 1998, mediante la Ley 25.004, se declaró a la casa como lugar histórico nacional; y en 2002 la Municipalidad de Roque Pérez la compró para restaurarla. Hoy funciona un museo histórico en el que se expone bibliografía y parte de los materiales obtenidos en una investigación arqueológica realizada por la Universidad Nacional de La Plata.

Pero los hechos comienzan a precipitarse a partir de 1938, cuando Perón (con 45 años) ya es teniente coronel, profesor de la Escuela de Guerra, oficial de Estado Mayor, secretario y edecán del ministro de Guerra. Como es lógico, despierta “la admiración de algunos y la envidia de otros”.

Conociendo su pasado mejor que nadie y sabiendo que por sus venas “corre sangre india”, surgen en él “los mecanismos inconscientes de defensa y la necesidad de mantener en secreto su lugar de nacimiento”.

Ya en 1944, la estrella política del nuevo líder es imparable, a lo que se suma la aparición en escena de Eva Duarte. Al parecer, son sus camaradas más íntimos (Martini, Descalzo, Mercante) quienes “perciben el peligro en ciernes frente a sus adversarios, de adentro y fuera del país.

Ellos saben muy bien que con solo localizar la humilde casita de su madre indígena, el resto de la historia les habría sido fácil desentrañar: el nacimiento confuso, su verdadero origen y el ocultamiento de todos estos hechos al Ejército. Después, al escándalo seguramente le habría seguido un tribunal de honor y más tarde la baja deshonrosa”, grafica Barreiro en su investigación documentada.

Finalmente, en 1953, cuando Perón llevaba ocho años en el poder y la oposición crecía, se urdió el plan para “hacerlo nacer en Lobos”, en una casa de familia media acomodada, ubicada sobre la calle principal y con veredas bien acordonadas.

“Desde hacía ya algún tiempo, habían llegado al presidente noticias inquietantes de Lobos. El cura párroco, Emilio Larumbe, un declarado antiperonista, comenzó a notar que estaban aumentando las visitas interesadas en fotografiar el acta de bautismo de Perón, sumado a que llegaban periodistas y políticos a buscar cierta información. Con el mismo propósito, apareció también un ciudadano yanqui”, explica Barreiro.

Se sumó el espionaje a su “dossier” por parte del Servicio de Inteligencia Naval. “Era menester solucionar el trámite de su nacimiento. El plan de Lobos ya estaba decidido. Ahora, era necesario ejecutarlo sin demora porque había que proteger al hombre de sus enemigos”, recalcó el ex diputado nacional Roberto Cursak.

Fiel a su estilo, cuando fue a inaugurar el museo allí montado, el general Perón dejó estampado en el libro de visitas: “He nacido en la pampa y tengo el extraordinario orgullo de sentir dentro de mí algo de ese gaucho legendario que luchó por nosotros”. En resumen, jamás reconoció que nació en ese pueblo y donde la supuesta casa natal ¡fue construida recién cuando él ya tenía dos años!

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30 JUN 2019 - 20:09

Sin embargo, hay pocos registros de su pertenencia con la provincia del Chubut y con la localidad de Camarones en particular, donde de niño obtuvo los primeros conocimientos de la dura realidad de los trabajadores patagónicos y que, medio siglo más tarde, lo llevó a concebir y ejecutar el Estatuto del Peón de Campo, en su rol de secretario de Trabajo y Previsión.

Durante toda su vida, Perón fue un estratega inigualable. Al punto que la historia oficial indica que nació el 8 de octubre de 1895 en la calle Buenos Aires 1380 de Lobos, aunque las investigaciones posteriores develan que en realidad fue el 7 de octubre de 1893 (dos años antes), del otro lado del río Salado, “por los pagos de Estación Roque Pérez” y como “hijo natural de una mujer de sangre indígena”.

Juancito Perón (en el caballito) junto a su hermano Mario Avelino

“Como si hubiese jugado al destino en una mágica apuesta, logré conservar hasta hoy el origen de mi nacimiento como un profundo secreto", le dijo alguna vez a su biógrafo Enrique Pavón Pereyra.

Precisamente, por el lado materno, su abuela Mercedes Toledo fue una tehuelche santacruceña llevada a la provincia de Buenos Aires como esclava, mientras que su abuelo Juan Irineo Sosa era un descendiente quechua nacido en Santiago del Estero.

¿Cuáles fueron las razones para ocultar la verdad?: “Estos hechos, que hoy no tendrían mayor relevancia, representaban sin embargo para la época y para el Ejército un estigma social insalvable. Habían pasado apenas 14 años de la Campaña del Desierto, donde la figura del indio era aún un enemigo para la mayoría de los argentinos. Naturalmente, nada de eso figuraba en el legajo personal del joven Perón a su ingreso al Colegio Militar en 1911, y por supuesto jamás figuró después. Manos amigas se encargaron de allanar el camino, otorgándole además una beca para que pudiera estudiar porque carecía de recursos”, explicó Hipólito Barreiro, autor del libro “Juancito Sosa, el indio que cambió la historia”, y quien además fue su médico personal durante años.

Hijo natural

Su padre, Mario Tomás Perón era hijo del médico porteño Tomás Liberato Perón, quien pasó a la posteridad durante la peste de fiebre amarilla que asoló la ciudad en 1871, junto a personalidades de la ciencia como Luis María Drago y Manuel Montes de Oca. Además, tenía un mandato cumplido como diputado mitrista.

Mario contrajo neumonía a los 18 años, que le obligó a abandonar la carrera de medicina. Eulogio del Mármol (amigo de la familia), establecido como ganadero en Lobos desde 1860, le ofreció “un lugar más conveniente para su salud” y hasta le consiguió allí el cargo de aguacil (oficial de justicia).

No obstante, pronto decide dedicar su tiempo a la cría de ovejas y se muda a las costas del río Salado (aún no existía el pueblo de Roque Pérez). En una estancia cercana conoce a Juana Sosa (17), con quien vive en concubinato, y a fines de 1891 nace su primogénito Avelino Mario. Al parecer, su antiguo puesto en el juzgado “lo condiciona para registrar en Lobos a un hijo extramatrimonial que él, proveniente de una familia distinguida de Buenos Aires, ha tenido con una joven de raza indígena”. Lo mismo ocurre con Juan (dos años después), quien es anotado con el apellido Sosa y recién en 1895 (a instancias de su abuela paterna) es reconocido por el padre y bautizado.

A la Patagonia

En su campito de Roque Pérez, Mario Tomás Perón compraba los víveres una vez por semana en el almacén de los Sierra y contrataba a don Zacarías Rivero para que se los lleve en su volanta. A cargo de la majada estaba Sixto “El Chino” Magallares, quien enseñó a Juancito a andar a caballo antes que a caminar.

Tomás Perón en su campo de Roque Pérez

En 1898, Mario acepta el trabajo de administrador de la estancia “La Maciega”, cerca de Camarones, en Chubut. Antes, pasa por Buenos Aires y, nuevamente a pedido de su madre, se casa con Juana Sosa, a quien deja con sus dos hijos en la costa del río Salado.

Los trae al verano siguiente. La peonada está compuesta por chilotes (oriundos de la isla de Chiloé). “Muy pronto, Juancito que comenzó llamándolos tíos, aprende a compartir el mate y los cuentos de fogón con esos hombres sencillos y rudos, quienes como otros cientos de miles desparramados por el territorio nacional, están quebrados por las injusticias de un régimen medieval. Son ellos los que ayudarán a formar su carácter y sentido de justicia social”, recordó Dora María Suárez, sobrina/nieta del fundador del Justicialismo.

Refiriéndose a ellos, Perón recordará: “Con un tordillo manso salía al campo con la peonada después de tomar mate en la cocina. Esa fue mi primera escuela, aprendí a conocer los enormes valores de la humildad y al mismo tiempo la vacuidad de la soberbia”.

Tiempo después, en 1910, ambos hermanos fueron enviados a Buenos Aires al cuidado de su abuela, quien gestionó y obtuvo el ingreso de Juan Domingo al Colegio Militar de la Nación.

La familia Perón residió durante varios años en el pueblo de Camarones, donde Mario fue juez de paz. Allí poseían dos viviendas; una fue arrasada tras el derrocamiento de 1955. A finales de los '70, la otra fue ocupada por una familia; tiempo más tarde sufrió un grave incendio y que quedó abandonada hasta que las autoridades municipales decidieron reciclar la vivienda para levantar un museo.

Los amigos de la infancia y adolescencia, visitaban a Juan cuando ya era presidente y de esas relaciones esta pequeña localidad chubutense logró importantes obras: escuela, hospital, correo y acueducto, entre otras. También desde este pueblo, escribió a Evita la célebre carta en coincidencia con los hechos del 17 de octubre de 1945.

La Porteña

Nueve sobrinos de Juan Domingo Perón (sus únicos herederos), recibieron en 2005 el título de propiedad sobre unas 12.000 hectáreas de suelo chubutense, que reclamaron durante 86 años.

El ex presidente de la República (1946/52, 1952/55 y 1973/74) había cedido, en 1964, el derecho de usufructo de esas tierras a los hijos de su difunto hermano Mario, cuando se encontraba exiliado en Madrid, tras sus dos primeros ciclos administrativos. Después de que el general Perón fuera desplazado de la presidencia del país (1955), las gestiones “quedaron paralizadas y hasta desaparecieron algunos folios de los expedientes que formaban parte del pedido de cesión”.

Casco de la Estancia La Porteña

El campo está ubicado en el paraje Sierra Cuadrada (a 160 km de Comodoro Rivadavia) y hasta allí llegó a colonizar Mario Tomás Perón en 1913 con una majada que trajo arreando desde Roque Pérez (partió con dos mil ovejas y solo la mitad sobrevivió). “El gobierno tendría que habernos pagado a nosotros para animarnos a trabajar estos páramos”, escribió el fundador de la estancia “La Porteña” a su madre. El propio Juan Perón venía al lugar durante sus vacaciones y aún se conservan allí una pistola y una gorra de sus años de cadete en el Colegio Militar.

Secreto mejor guardado

La verdad acerca del “secreto mejor guardado” (su verdadero lugar de nacimiento) sobre quien fuera tres veces presidente de los argentinos recién comienza a develarse a fines de 1995, cuando los vecinos encontraron muerto a Jacinto Saturnino Illescas, el último custodio del predio.

Los hermanos Illescas sabían bien lo que estaban cuidando: la casa natal de Perón en Roque Pérez, un típico pueblo del interior bonaerense, a 140 km de la Capital Federal. Durante años, preservaron el lugar de la mirada de curiosos dejando crecer la maleza y apenas un caminito les dejaba paso para ir a buscar agua con un balde a la canilla del hospital. Si algún intruso osaba entrar, los perros se encargaban de alejarlo.

Una mañana del verano de 1938, “el coronel se había presentado en el lugar y señalándole la puerta de la derecha le dijo a Illescas: ‘allí, en esa pieza nací yo’”, detalla Hipólito Barreiro en su libro.

Entonces fue importante el aporte de José María Belardinelli, un empleado del Registro de Catastro de Roque Pérez, quien aportó la documentación probatoria demostrando que los lotes escriturados en 1893 a nombre de Juana Sosa (la madre de Juan Perón), se venden en 1904 (cuando se marchan al Chubut) a Paula Pippo de Ferretti; para quedar en manos de los Illescas desde 1927. El mismo Belardinelli recordó que cuando tenía 14 años también fue protagonista allí mismo de un encuentro con Perón, por aquellos años en ascendente carrera militar y política.

Juan Domingo Perón en una de sus visitas a Sierra Cuadrada

En 1998, mediante la Ley 25.004, se declaró a la casa como lugar histórico nacional; y en 2002 la Municipalidad de Roque Pérez la compró para restaurarla. Hoy funciona un museo histórico en el que se expone bibliografía y parte de los materiales obtenidos en una investigación arqueológica realizada por la Universidad Nacional de La Plata.

Pero los hechos comienzan a precipitarse a partir de 1938, cuando Perón (con 45 años) ya es teniente coronel, profesor de la Escuela de Guerra, oficial de Estado Mayor, secretario y edecán del ministro de Guerra. Como es lógico, despierta “la admiración de algunos y la envidia de otros”.

Conociendo su pasado mejor que nadie y sabiendo que por sus venas “corre sangre india”, surgen en él “los mecanismos inconscientes de defensa y la necesidad de mantener en secreto su lugar de nacimiento”.

Ya en 1944, la estrella política del nuevo líder es imparable, a lo que se suma la aparición en escena de Eva Duarte. Al parecer, son sus camaradas más íntimos (Martini, Descalzo, Mercante) quienes “perciben el peligro en ciernes frente a sus adversarios, de adentro y fuera del país.

Ellos saben muy bien que con solo localizar la humilde casita de su madre indígena, el resto de la historia les habría sido fácil desentrañar: el nacimiento confuso, su verdadero origen y el ocultamiento de todos estos hechos al Ejército. Después, al escándalo seguramente le habría seguido un tribunal de honor y más tarde la baja deshonrosa”, grafica Barreiro en su investigación documentada.

Finalmente, en 1953, cuando Perón llevaba ocho años en el poder y la oposición crecía, se urdió el plan para “hacerlo nacer en Lobos”, en una casa de familia media acomodada, ubicada sobre la calle principal y con veredas bien acordonadas.

“Desde hacía ya algún tiempo, habían llegado al presidente noticias inquietantes de Lobos. El cura párroco, Emilio Larumbe, un declarado antiperonista, comenzó a notar que estaban aumentando las visitas interesadas en fotografiar el acta de bautismo de Perón, sumado a que llegaban periodistas y políticos a buscar cierta información. Con el mismo propósito, apareció también un ciudadano yanqui”, explica Barreiro.

Se sumó el espionaje a su “dossier” por parte del Servicio de Inteligencia Naval. “Era menester solucionar el trámite de su nacimiento. El plan de Lobos ya estaba decidido. Ahora, era necesario ejecutarlo sin demora porque había que proteger al hombre de sus enemigos”, recalcó el ex diputado nacional Roberto Cursak.

Fiel a su estilo, cuando fue a inaugurar el museo allí montado, el general Perón dejó estampado en el libro de visitas: “He nacido en la pampa y tengo el extraordinario orgullo de sentir dentro de mí algo de ese gaucho legendario que luchó por nosotros”. En resumen, jamás reconoció que nació en ese pueblo y donde la supuesta casa natal ¡fue construida recién cuando él ya tenía dos años!


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