Padre e hijo ponen a volar los sueños

Roberto y Leandro Kitajgrodzki se unieron en el sueño de construir desde cero una aeronave. Después de casi dos años de un trabajo artesanal el proyecto va tomando forma y encaran la recta final de su objetivo.

Construir juntos. Roberto y Leandro ven como día a día toma forma su avión.
20 JUL 2019 - 20:14 | Actualizado

Por Dario Roberts

Coraje siempre sobró, había que buscar los materiales y ponerse a hacerlo” cuenta Roberto Kitajgrodzki, descendiente de inmigrantes polacos que llegaron al valle en la época de apogeo del garbanzo y los tambos.

De chico su sueño de construir –y también tripular- una máquina voladora se vio postergado por la resistencia familiar, pero desde casi dos años ese anhelo empezó a tomar forma en un proyecto que comparte junto a su hijo Leandro y ya tiene un gran avance.

En pleno corazón del valle, en la zona de Bethesda, padre e hijo construyen un avión Pietenpol Air Camper, cuyos planos fueron regalados por Mervin Evans, el vecino de Trevelin que construyó en su propiedad un molino harinero y también un avión Storch

La odisea empezó en la primavera de 2017 y Roberto cuenta que siempre le gustaron los aviones, “tenía la esperanza de hacerlo antes que termine todo, por ahí no se pudo dar antes por razones especiales; hablando mal y pronto no tuve el apoyo necesario para lograrlo no es cierto, esto sin mucho apoyo no se logra nada”.

De esa manera fue como entre charla y charla con su hijo, que un día se encontraron construyendo una aeronave desde cero, “y estamos muy conforme de la manera que estamos trabajando, y de como nos llevamos en el trabajo”.

“Un día le comenté que ahora que tenía más tiempo, que podíamos hacer algo juntos, yo pensaba por ahí en una réplica de un Ford T y le dije mirá, la idea mía siempre fue hacer un avioncito. Él es amigo Mervin Evans de Trevelin y cuando le dijo, este muchacho le regaló los planos y así empezamos” cuenta este vecino del valle, quien reconoce que “coraje siempre sobro, había que empezar a juntar los materiales. Si debo reconocer que ahora es más fácil que antes, con Internet él está conectado con gente que tiene proyectos parecidos”.

Leandro, aporta datos sobre el modelo y su proceso de fabricación. “En realidad esto empieza cuando Mervin me regala los planos y buscando aprovechar a hacer algo con el viejo, compartir algo de construcción y algo que a él le gustaba” dice.

Acota que en un principio “no tenía planeado fabricar un avión ni volar, salió el tema porque a él le gustaba y nunca lo había podido hacer digamos”

El proceso empezó con la construcción “del molde de las costillas –las estructuras que dan torsión y la forma aerodinámica al ala- y ahí fuimos haciendo una costilla por día. El primer día pegué una y me faltaban 29 y así fue hasta la última; después preparar los listones, y mientras tanto llegaba del trabajo, sacaba la costilla que había pegado el día anterior y ponía a pegar otras” explica Leandro.

“Después empezamos con las maderas del fuselaje, el empenaje –parte del ala trasera- y así fuimos preparando una cosa tras otra hasta que teníamos algo más o menos completo para ensamblar el fuselaje”, que ya se puede ver apoyado en los trenes de aterrizaje.

Sobre lo que aún falta,. asegura que “faltan unas cuantas cosas, y lo que tiene es que faltan cosas chicas y que tienen detalles que se van a ver; porque la mayor parte de lo construido no se ve porque va tapado con tela”.

La faena desarrollada hasta ahora es su mayor parte artesanal. “Acá hay mucha carpintería y mucho torno. Lo único que compramos fueron los rayos, las cubiertas y las llantas. Todo lo que ven se construyó dentro del galpón” cuenta Roberto, quien asegura que es un orgullo poder desarrollar este proyecto junto a su hijo.

También coincide con su hijo en que trabajan en la construcción del avión “cuando tenemos tiempo y tenemos ganas. Esto lo agarramos con ganas, y se hace sin fecha de terminación, se va haciendo y cuando se termine, se terminará.

“El día que vuele, va a volar” coincide Leandro y explica que “no hay fecha porque con esto no podes hacer las cosas apuradas. Papá un día me dice que puedo hacer y yo le digo tal cosa o tal otra y si llego un fin de semana y no tengo ganas de hacer nada, no lo hago. No se puede hacerlo sin motivación, hacer algo sin ganas no sirve en esto” comenta.

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20 JUL 2019 - 20:14

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Coraje siempre sobró, había que buscar los materiales y ponerse a hacerlo” cuenta Roberto Kitajgrodzki, descendiente de inmigrantes polacos que llegaron al valle en la época de apogeo del garbanzo y los tambos.

De chico su sueño de construir –y también tripular- una máquina voladora se vio postergado por la resistencia familiar, pero desde casi dos años ese anhelo empezó a tomar forma en un proyecto que comparte junto a su hijo Leandro y ya tiene un gran avance.

En pleno corazón del valle, en la zona de Bethesda, padre e hijo construyen un avión Pietenpol Air Camper, cuyos planos fueron regalados por Mervin Evans, el vecino de Trevelin que construyó en su propiedad un molino harinero y también un avión Storch

La odisea empezó en la primavera de 2017 y Roberto cuenta que siempre le gustaron los aviones, “tenía la esperanza de hacerlo antes que termine todo, por ahí no se pudo dar antes por razones especiales; hablando mal y pronto no tuve el apoyo necesario para lograrlo no es cierto, esto sin mucho apoyo no se logra nada”.

De esa manera fue como entre charla y charla con su hijo, que un día se encontraron construyendo una aeronave desde cero, “y estamos muy conforme de la manera que estamos trabajando, y de como nos llevamos en el trabajo”.

“Un día le comenté que ahora que tenía más tiempo, que podíamos hacer algo juntos, yo pensaba por ahí en una réplica de un Ford T y le dije mirá, la idea mía siempre fue hacer un avioncito. Él es amigo Mervin Evans de Trevelin y cuando le dijo, este muchacho le regaló los planos y así empezamos” cuenta este vecino del valle, quien reconoce que “coraje siempre sobro, había que empezar a juntar los materiales. Si debo reconocer que ahora es más fácil que antes, con Internet él está conectado con gente que tiene proyectos parecidos”.

Leandro, aporta datos sobre el modelo y su proceso de fabricación. “En realidad esto empieza cuando Mervin me regala los planos y buscando aprovechar a hacer algo con el viejo, compartir algo de construcción y algo que a él le gustaba” dice.

Acota que en un principio “no tenía planeado fabricar un avión ni volar, salió el tema porque a él le gustaba y nunca lo había podido hacer digamos”

El proceso empezó con la construcción “del molde de las costillas –las estructuras que dan torsión y la forma aerodinámica al ala- y ahí fuimos haciendo una costilla por día. El primer día pegué una y me faltaban 29 y así fue hasta la última; después preparar los listones, y mientras tanto llegaba del trabajo, sacaba la costilla que había pegado el día anterior y ponía a pegar otras” explica Leandro.

“Después empezamos con las maderas del fuselaje, el empenaje –parte del ala trasera- y así fuimos preparando una cosa tras otra hasta que teníamos algo más o menos completo para ensamblar el fuselaje”, que ya se puede ver apoyado en los trenes de aterrizaje.

Sobre lo que aún falta,. asegura que “faltan unas cuantas cosas, y lo que tiene es que faltan cosas chicas y que tienen detalles que se van a ver; porque la mayor parte de lo construido no se ve porque va tapado con tela”.

La faena desarrollada hasta ahora es su mayor parte artesanal. “Acá hay mucha carpintería y mucho torno. Lo único que compramos fueron los rayos, las cubiertas y las llantas. Todo lo que ven se construyó dentro del galpón” cuenta Roberto, quien asegura que es un orgullo poder desarrollar este proyecto junto a su hijo.

También coincide con su hijo en que trabajan en la construcción del avión “cuando tenemos tiempo y tenemos ganas. Esto lo agarramos con ganas, y se hace sin fecha de terminación, se va haciendo y cuando se termine, se terminará.

“El día que vuele, va a volar” coincide Leandro y explica que “no hay fecha porque con esto no podes hacer las cosas apuradas. Papá un día me dice que puedo hacer y yo le digo tal cosa o tal otra y si llego un fin de semana y no tengo ganas de hacer nada, no lo hago. No se puede hacerlo sin motivación, hacer algo sin ganas no sirve en esto” comenta.


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