Creer o no creer ¿es esa la cuestión?

Opinión/Los supuestos básicos.

03 AGO 2019 - 20:21 | Actualizado

Por Daniela Patricia Almirón /Twitter: @almirond

¿Es una temporada nueva de “Merlí”? ¿La cuarta temporada de “La Casa de Papel”? ninguna de esas. Son dos historias familiares, en diversas latitudes del planeta, en la misma época, aunque con contextos, idiosincrasias e intereses muy diferentes.

Una familia está en las rías gallegas, debatiéndose entre el poder, la ambición, el dinero, las mentiras, la lujuria. También hay dolores, amor verdadero, deseos, y lo indisponible de la naturaleza humana como la salud o la falta de ella y sus consecuencias. Poco y nada se habla de la fe y las creencias, aunque cuentan con capilla propia en el predio de su finca.

La otra familia es danesa. Entre impactantes cielos y fiordos, esta familia es signada por la tradición familiar de que los hombres deben ser pastores. La vida cotidiana de una iglesia danesa, la personalidad del pastor que la preside, sus vínculos familiares, y una excepcional forma de mostrar una cultura tan ajena a la nuestra latinoamericana. También hay dolores, pérdidas, alegrías, y dilemas.

¿Qué enlaza a estas dos familias? tan lejanas, no solo geográficamente, en la cultura, las creencias y los valores.

Los dilemas y el poder. La fe y la falta de fe. Las creencias y el agnosticismo. Sólo lo que se ve, o también lo que no se ve, que es sutil, que se aparece en los sueños o las intuiciones.

Impactante resulta la ausencia absoluta de fe en un ser superior, omnipresente e inmanente, y solo la creencia en ellos mismos y los logros a costa de lo que sea y de quien sea, entre las rías gallegas. Como impactante se devela también, la creencia y la fe en ese ser trascendente y todopoderoso. Notable es que esta creencia se da en un marco de la iglesia danesa adherida a la Reforma Protestante, con una doctrina de tipo luterana. Es además una iglesia estatal. En esa línea, la afirmación luterana de la salvación del hombre por su fe.

Creer, tener fe o no tenerla, es un tema fundamental considero en la vida del ser humano. Porque sea lo que sea que cada uno sienta, la pregunta nos la hacemos y para cada cual tiene una respuesta.

Me refiero a esa pregunta dentro nuestro, no hacia el afuera, y hacia las instituciones. En ese íntimo momento, individual, propio, absoluto de preguntarse y responderse. Mirarse hacia adentro, sin otro observador más que uno mismo y nada menos que uno mismo. Sin explicaciones hacia terceros. Ese ponerse frente a sí, ante nuestra moral, nuestras decisiones, nuestras actitudes.

“Vivir sin permiso” y “Algo en qué creer”, aunque ésta en realidad se titula “Cabalgando sobre la tormenta”, atropellan indómitamente con imágenes y crudeza de moralidad. Permitirnos preguntarnos puede ser quizás montarse en una tormenta de más preguntas, ideas, pensamientos e inquietudes.

Aunque preguntarse es la forma de reflexionar, de movilizarse, aun cuando a veces no aparezcan ni se pueda elaborar respuestas. Es el primer paso para construirnos en lo que queremos de nosotros mismos. La vida no pide permiso para tomarnos, incluso desprevenidos, con tormentosos dilemas, y preguntarnos si creer o no creer es una cuestión vital.

“Todos somos como una luna brillante, pero también tenemos nuestro lado oscuro” Kahlil Gibran. El Poeta.#

(*) Daniela Patricia Almirón es Abogada-Mediadora

Las más leídas

03 AGO 2019 - 20:21

Por Daniela Patricia Almirón /Twitter: @almirond

¿Es una temporada nueva de “Merlí”? ¿La cuarta temporada de “La Casa de Papel”? ninguna de esas. Son dos historias familiares, en diversas latitudes del planeta, en la misma época, aunque con contextos, idiosincrasias e intereses muy diferentes.

Una familia está en las rías gallegas, debatiéndose entre el poder, la ambición, el dinero, las mentiras, la lujuria. También hay dolores, amor verdadero, deseos, y lo indisponible de la naturaleza humana como la salud o la falta de ella y sus consecuencias. Poco y nada se habla de la fe y las creencias, aunque cuentan con capilla propia en el predio de su finca.

La otra familia es danesa. Entre impactantes cielos y fiordos, esta familia es signada por la tradición familiar de que los hombres deben ser pastores. La vida cotidiana de una iglesia danesa, la personalidad del pastor que la preside, sus vínculos familiares, y una excepcional forma de mostrar una cultura tan ajena a la nuestra latinoamericana. También hay dolores, pérdidas, alegrías, y dilemas.

¿Qué enlaza a estas dos familias? tan lejanas, no solo geográficamente, en la cultura, las creencias y los valores.

Los dilemas y el poder. La fe y la falta de fe. Las creencias y el agnosticismo. Sólo lo que se ve, o también lo que no se ve, que es sutil, que se aparece en los sueños o las intuiciones.

Impactante resulta la ausencia absoluta de fe en un ser superior, omnipresente e inmanente, y solo la creencia en ellos mismos y los logros a costa de lo que sea y de quien sea, entre las rías gallegas. Como impactante se devela también, la creencia y la fe en ese ser trascendente y todopoderoso. Notable es que esta creencia se da en un marco de la iglesia danesa adherida a la Reforma Protestante, con una doctrina de tipo luterana. Es además una iglesia estatal. En esa línea, la afirmación luterana de la salvación del hombre por su fe.

Creer, tener fe o no tenerla, es un tema fundamental considero en la vida del ser humano. Porque sea lo que sea que cada uno sienta, la pregunta nos la hacemos y para cada cual tiene una respuesta.

Me refiero a esa pregunta dentro nuestro, no hacia el afuera, y hacia las instituciones. En ese íntimo momento, individual, propio, absoluto de preguntarse y responderse. Mirarse hacia adentro, sin otro observador más que uno mismo y nada menos que uno mismo. Sin explicaciones hacia terceros. Ese ponerse frente a sí, ante nuestra moral, nuestras decisiones, nuestras actitudes.

“Vivir sin permiso” y “Algo en qué creer”, aunque ésta en realidad se titula “Cabalgando sobre la tormenta”, atropellan indómitamente con imágenes y crudeza de moralidad. Permitirnos preguntarnos puede ser quizás montarse en una tormenta de más preguntas, ideas, pensamientos e inquietudes.

Aunque preguntarse es la forma de reflexionar, de movilizarse, aun cuando a veces no aparezcan ni se pueda elaborar respuestas. Es el primer paso para construirnos en lo que queremos de nosotros mismos. La vida no pide permiso para tomarnos, incluso desprevenidos, con tormentosos dilemas, y preguntarnos si creer o no creer es una cuestión vital.

“Todos somos como una luna brillante, pero también tenemos nuestro lado oscuro” Kahlil Gibran. El Poeta.#

(*) Daniela Patricia Almirón es Abogada-Mediadora


NOTICIAS RELACIONADAS