Una mujer condenada a 8 años por abortar, murió esposada en un hospital

Patricia Solorza estaba presa por abortar; transitaba el cuarto año de los ocho que su condena le convalidó bajo el delito: “Homicidio agravado por el vínculo”. Falleció esposada y con custodia en un hospital luego de que los médicos no pudieran salvarla de una grave infección. Ocurrió en Ezpeleta.

08 AGO 2019 - 20:25 | Actualizado

Una mujer privada de su libertad por abortar espontáneamente falleció esposada y con custodia en un hospital luego de que los médicos no pudieran salvarla de una grave infección.

Patricia Solorza estaba presa por abortar; transitaba el cuarto año de los ocho que su condena le convalidó bajo el delito: “Homicidio agravado por el vínculo”.

Al momento de su detención, había solicitado la prisión domiciliaria porque, además de ser madre de tres niños, uno de ellos padecía retraso madurativo producto de una meningitis que contrajo durante su niñez. Sin embargo, el Estado decidió negarle ese “beneficio excepcional” y cuatro años más tarde, la dejó morir esposada y con custodia en un hospital donde intentó ser salvada de un infección generalizada producto de una peritonitis no tratada.

Una vida de sufrimientos

Patricia tenía 40 años, era la mayor de seis hermanas; transitó años de mucho dolor fruto de la violencia ejercida por su padre. De adulta debió hacerse cargo en soledad de la crianza de sus hijos.

Aborto espontaneo

Se enteró de su cuarto embarazo el día en que sin siquiera elegirlo, sufrió un aborto espontáneo en su casa de Ezpeleta. Se asustó tanto que guardó el feto en una bolsa de nylon y lo tiró a la basura. Un vecino fue testigo de la secuencia y decidió denunciarla a la policía. A las pocas semanas, y bajo un procedimiento express de la Justicia, quedó detenida en la Unidad Penal 47 de José León Suárez.

Condenada a 8 años 

Ante un sistema que la criminalizó por pretender decidir sobre su cuerpo, Patricia se vio obligada a aceptar una condena de ochos años de prisión como método negociativo a la amenaza de permanecer toda su vida encerrada.


Solorza era protagonista y referente de Yo no fui, una agrupación que acompaña a mujeres privadas de su libertad y brinda herramientas para la futura re inserción social. Durante su estadía carcelaria, participó de todas las actividades que tuvo a su alcance para combatir los ahogos que el encierro le generó: integraba el equipo de rugby de las Espartanas y también trabajaba en un taller de diseño textil.

(Minutouno.com)
 

08 AGO 2019 - 20:25

Una mujer privada de su libertad por abortar espontáneamente falleció esposada y con custodia en un hospital luego de que los médicos no pudieran salvarla de una grave infección.

Patricia Solorza estaba presa por abortar; transitaba el cuarto año de los ocho que su condena le convalidó bajo el delito: “Homicidio agravado por el vínculo”.

Al momento de su detención, había solicitado la prisión domiciliaria porque, además de ser madre de tres niños, uno de ellos padecía retraso madurativo producto de una meningitis que contrajo durante su niñez. Sin embargo, el Estado decidió negarle ese “beneficio excepcional” y cuatro años más tarde, la dejó morir esposada y con custodia en un hospital donde intentó ser salvada de un infección generalizada producto de una peritonitis no tratada.

Una vida de sufrimientos

Patricia tenía 40 años, era la mayor de seis hermanas; transitó años de mucho dolor fruto de la violencia ejercida por su padre. De adulta debió hacerse cargo en soledad de la crianza de sus hijos.

Aborto espontaneo

Se enteró de su cuarto embarazo el día en que sin siquiera elegirlo, sufrió un aborto espontáneo en su casa de Ezpeleta. Se asustó tanto que guardó el feto en una bolsa de nylon y lo tiró a la basura. Un vecino fue testigo de la secuencia y decidió denunciarla a la policía. A las pocas semanas, y bajo un procedimiento express de la Justicia, quedó detenida en la Unidad Penal 47 de José León Suárez.

Condenada a 8 años 

Ante un sistema que la criminalizó por pretender decidir sobre su cuerpo, Patricia se vio obligada a aceptar una condena de ochos años de prisión como método negociativo a la amenaza de permanecer toda su vida encerrada.


Solorza era protagonista y referente de Yo no fui, una agrupación que acompaña a mujeres privadas de su libertad y brinda herramientas para la futura re inserción social. Durante su estadía carcelaria, participó de todas las actividades que tuvo a su alcance para combatir los ahogos que el encierro le generó: integraba el equipo de rugby de las Espartanas y también trabajaba en un taller de diseño textil.

(Minutouno.com)
 


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