Aumentó la “depresión” en adolescentes por el malestar social y familiar ante la crisis

Lo aseguró en una entrevista con Jornada el psicólogo Gabriel Letaif.

31 AGO 2019 - 19:48 | Actualizado

La crisis social, económica e institucional que atraviesa la Argentina impacta con fuerza en los hogares, en las familias. Los vínculos se ven afectados. Los casos de depresión adolescente se han incrementado en comparación a épocas anteriores. La autoagresión en los jóvenes es un fantasma permanente en los padres. En los procesos de angustia es importante la conexión con la comunidad educativa. Y es ese un recurso que se diluye este año por los pocos días de clases que imposibilitan que los chicos conozcan y confíen en el docente. La institución también está en crisis. Se recomienda tomar una pausa, escuchar al adolescente y darle entidad a la causa que lo angustia.

Así lo resumió el prestigioso profesional Gabriel Letaif. Es licenciado en Psicología, psicoanalista y presidente de la Asociación Argentina de Psicología Jurídica y Forense (Matrícula profesional 0478). En una entrevista con Jornada admitió que la situación de incertidumbre financiera y crisis económica golpea muy fuerte en las familias. Mucho más que años atrás. Y en especial, en los adolescentes que caen en fuertes depresiones y no encuentran la contención dentro de su entorno familiar, cosa que sí sucedía en otras épocas. Hechos puntuales en que jóvenes toman decisiones extremas para con su vida, llevan a que para muchos padres, la “autoagresión” de sus hijos es un fantasma permanente.

Y aquí hizo una observación Letaif. “Hay otros padres que ni se imaginan que su hijo tome alguna decisión trágica porque ni siquiera llegan a dimensionar el malestar angustioso que atraviesa el chico. Es importante la participación de la comunidad escolar, educativa. Cuando se ve magnificado, el conflicto, cuando atravesamos una crisis social que nos deja sin recursos, la intervención del entorno escolar es fundamental. Pero justo ahora, todas las instituciones están atravesados por el malestar”.

El psicólogo aseguró que “antes, uno se podía ver en la consulta que había padres que consultaban por adolescentes. Había mirada y escucha. Hoy, está demasiado solo el chico, con dilución d e otros. Y si le sacamos el recurso de ir a la escuela. En lo que vamos el año tuvieron pocos días de clases, eso imposibilitó que se conozcan con los ellos. A la ausencia de la familia son los docentes quienes detectan situaciones graves”.

Cuando hablamos de adolescentes nos referimos a una franja etaria que va de los 13 a los 21 años. “Cuando se presentaban situaciones similares a ésta en otras épocas, la familia aparecía más solvente. El adolescente tenía otro con quien confrontar, trasgredir o acudir. Hoy hay dilución, aparece debilitada la figura de “el otro”.

Hizo el psicoanalista, un análisis de la situación. “Vivimos en una cultura y momento social en el que asistimos a una sensación de urgencia generalizada. Esta sensación hace que hoy estemos siempre en vilo a las cuestiones que ocurren en lo cotidiano. No hay cultura sin malestar, pero en otros momentos sociales, los sujetos contábamos con otros elementos simbólicos, personales y subjetivos para hacer frente”.

Describió Letaif que “hoy si hablamos de la tolerancia a la frustración, debemos decir que hay menor umbral. En otros momentos, la gente tenía otros recursos internos a una cuestión que no le era favorable. Podía pensar en la sustitución. Uno puede tener un plan y que no salga como uno espera, como una meta y que no se concluya como tal, pero uno tenía la posibilidad interna de poder aplazar la satisfacción y buscar otras alternativas”, remarcó.

Referenció la actualidad. “Hoy, con estas nuevas formas de la época, los adolescentes no cuentan con estas herramientas. No en lo óptimo y deseable. Frente a la imposibilidad de lograr como tiene expectativa aparece la frustración sin ningún tipo de resorte simbólico que le permita hacer frente de un modo creativo”.

Con respecto a la inserción de las redes sociales en los procesos de malestar o bienestar de los jóvenes, dijo del psicólogo que “por un lado influyen de manera negativa. Pero por otro lado, es una suerte que estén hiperconectados. Si bien la conexión a través de medios virtuales y dispositivos anula el contacto físico permite un lazo social virtual con otro. Hay que ver qué tipo de lazo es”, aclaró.

Cuando Letaif se refiere a que los adolescentes carecen de herramientas para resolver situaciones de angustia, apunta a la “falta de contención. A la falta de una persona que esté cerca. El adolescente requiere en efecto a “alguien” aunque sea para poder contradecirlo y acudir como referencia. Hoy, desde los modelos macrosociales, desde donde podemos pensar el Estado que no resulta garante de nada, se traslada a los modos de relaciones familias. No hay otro que le sea confiable”.

Advirtió que claramente, hoy en día la cifra de jóvenes que transitan un proceso de depresión creció notablemente en comparación a años anteriores. “No tengo cifras exactas y porcentajes. En esto, como en todas las estadísticas los datos que conocemos son los que llegan a la consulta. No hay que minimizar los efectos del malestar de la época en los adolescentes”, reiteró.

Ante los hechos de adolescentes que deciden terminar con su vida y que conmueven a la sociedad toda, la autoagresión en los chicos es un fantasma permanente en los padres. “Se pierden muchas cuestiones entre ellas, la dinámica familiar , pero habitualmente lo que demuestra la Clínica es que si algún sujeto llega a un acto suicida es porque no le quedó ningún recurso posible para él como alternativa. Esto es lo que nosotros, como sociedad como instituciones, en nuestro caso como Asociación |argentina de Psicología Forense como una entidad civil, tiene que estar presta a poder colaborar en poder canalizar algo de este tipo de demanda”.

Explicó Letaif que “es normal que aparezca en los adolescentes una situación de depresión. Pero hay que diferenciar lo que puede llegar a ser un síntoma angustioso que lo puede tener cualquier sujeto y el chico mucho más debido a perdidas o duelos, es lo esperable. Otra cosa, es cuando ese síntoma angustioso se torna en una cuestión melancólica. Ahí debemos prestar atención. Es cuando el adolescente deja de establecer lazos sociales, que presenta un empobrecimiento en sus contactos, a su vida social, escolar, familiar. Hay un ensimismamiento. Muchos están encerrados y necesitan ese espacio. Eso se transforma en aislamiento donde no tiene otra cosa. Esa cuestión nos tiene que llamar la atención”

Es aquí donde -reitera- “es importante la participación de a comunidad escolar, educativa. Se ve magnificado, el conflicto, cuando atravesamos una crisis social que nos deja sin recursos. Todas las instituciones están atravesados por el malestar”.

Se remitió a una expresión popular respecto a que si alguien tiene una decisión drástica a tomar para con su vida, no lo dice, aclaró que “no siempre se callan. A veces, el sujeto lo dice. Quien llega a un acto suicida es porque hay una decisión fuertemente tomada en lo que hace al deseo de muerte. No es que aparece de un modo sorpresivo. Si uno trabaja con autopsias psicológicas y hace un análisis retrospectivo, hacia atrás, siempre vamos a encontrar indicios de comportamientos. La conducta humana no es predictiva pero se puede hacer una reconstrucción lo que nos permite contar con elementos que no ayudan a predecir pero sí visibilidad posibles factores de riesgo y evitarlos”.

Para finalizar, el presidente de la Asociación de Psicólogos Jurídicos y Forenses dio recomendaciones para quienes puedan estar atravesando este tipo de situaciones. “La recomendación es darnos tiempos de pausa, de escuchar al otro , tiempos para poder darle entidad al otro: decir yo te reconozco, sé quién sos, o me interesa que me cuentes lo que pasa. Y mucho más donde la consulta del adolescente no aparece con síntomas. En esta época aparece acallado”.

Para consultas por este tema, pueden comunicarse con el profesional a su correo electrónico desde el cual responderá las inquietudes: gletaif@gmail.com #

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31 AGO 2019 - 19:48

La crisis social, económica e institucional que atraviesa la Argentina impacta con fuerza en los hogares, en las familias. Los vínculos se ven afectados. Los casos de depresión adolescente se han incrementado en comparación a épocas anteriores. La autoagresión en los jóvenes es un fantasma permanente en los padres. En los procesos de angustia es importante la conexión con la comunidad educativa. Y es ese un recurso que se diluye este año por los pocos días de clases que imposibilitan que los chicos conozcan y confíen en el docente. La institución también está en crisis. Se recomienda tomar una pausa, escuchar al adolescente y darle entidad a la causa que lo angustia.

Así lo resumió el prestigioso profesional Gabriel Letaif. Es licenciado en Psicología, psicoanalista y presidente de la Asociación Argentina de Psicología Jurídica y Forense (Matrícula profesional 0478). En una entrevista con Jornada admitió que la situación de incertidumbre financiera y crisis económica golpea muy fuerte en las familias. Mucho más que años atrás. Y en especial, en los adolescentes que caen en fuertes depresiones y no encuentran la contención dentro de su entorno familiar, cosa que sí sucedía en otras épocas. Hechos puntuales en que jóvenes toman decisiones extremas para con su vida, llevan a que para muchos padres, la “autoagresión” de sus hijos es un fantasma permanente.

Y aquí hizo una observación Letaif. “Hay otros padres que ni se imaginan que su hijo tome alguna decisión trágica porque ni siquiera llegan a dimensionar el malestar angustioso que atraviesa el chico. Es importante la participación de la comunidad escolar, educativa. Cuando se ve magnificado, el conflicto, cuando atravesamos una crisis social que nos deja sin recursos, la intervención del entorno escolar es fundamental. Pero justo ahora, todas las instituciones están atravesados por el malestar”.

El psicólogo aseguró que “antes, uno se podía ver en la consulta que había padres que consultaban por adolescentes. Había mirada y escucha. Hoy, está demasiado solo el chico, con dilución d e otros. Y si le sacamos el recurso de ir a la escuela. En lo que vamos el año tuvieron pocos días de clases, eso imposibilitó que se conozcan con los ellos. A la ausencia de la familia son los docentes quienes detectan situaciones graves”.

Cuando hablamos de adolescentes nos referimos a una franja etaria que va de los 13 a los 21 años. “Cuando se presentaban situaciones similares a ésta en otras épocas, la familia aparecía más solvente. El adolescente tenía otro con quien confrontar, trasgredir o acudir. Hoy hay dilución, aparece debilitada la figura de “el otro”.

Hizo el psicoanalista, un análisis de la situación. “Vivimos en una cultura y momento social en el que asistimos a una sensación de urgencia generalizada. Esta sensación hace que hoy estemos siempre en vilo a las cuestiones que ocurren en lo cotidiano. No hay cultura sin malestar, pero en otros momentos sociales, los sujetos contábamos con otros elementos simbólicos, personales y subjetivos para hacer frente”.

Describió Letaif que “hoy si hablamos de la tolerancia a la frustración, debemos decir que hay menor umbral. En otros momentos, la gente tenía otros recursos internos a una cuestión que no le era favorable. Podía pensar en la sustitución. Uno puede tener un plan y que no salga como uno espera, como una meta y que no se concluya como tal, pero uno tenía la posibilidad interna de poder aplazar la satisfacción y buscar otras alternativas”, remarcó.

Referenció la actualidad. “Hoy, con estas nuevas formas de la época, los adolescentes no cuentan con estas herramientas. No en lo óptimo y deseable. Frente a la imposibilidad de lograr como tiene expectativa aparece la frustración sin ningún tipo de resorte simbólico que le permita hacer frente de un modo creativo”.

Con respecto a la inserción de las redes sociales en los procesos de malestar o bienestar de los jóvenes, dijo del psicólogo que “por un lado influyen de manera negativa. Pero por otro lado, es una suerte que estén hiperconectados. Si bien la conexión a través de medios virtuales y dispositivos anula el contacto físico permite un lazo social virtual con otro. Hay que ver qué tipo de lazo es”, aclaró.

Cuando Letaif se refiere a que los adolescentes carecen de herramientas para resolver situaciones de angustia, apunta a la “falta de contención. A la falta de una persona que esté cerca. El adolescente requiere en efecto a “alguien” aunque sea para poder contradecirlo y acudir como referencia. Hoy, desde los modelos macrosociales, desde donde podemos pensar el Estado que no resulta garante de nada, se traslada a los modos de relaciones familias. No hay otro que le sea confiable”.

Advirtió que claramente, hoy en día la cifra de jóvenes que transitan un proceso de depresión creció notablemente en comparación a años anteriores. “No tengo cifras exactas y porcentajes. En esto, como en todas las estadísticas los datos que conocemos son los que llegan a la consulta. No hay que minimizar los efectos del malestar de la época en los adolescentes”, reiteró.

Ante los hechos de adolescentes que deciden terminar con su vida y que conmueven a la sociedad toda, la autoagresión en los chicos es un fantasma permanente en los padres. “Se pierden muchas cuestiones entre ellas, la dinámica familiar , pero habitualmente lo que demuestra la Clínica es que si algún sujeto llega a un acto suicida es porque no le quedó ningún recurso posible para él como alternativa. Esto es lo que nosotros, como sociedad como instituciones, en nuestro caso como Asociación |argentina de Psicología Forense como una entidad civil, tiene que estar presta a poder colaborar en poder canalizar algo de este tipo de demanda”.

Explicó Letaif que “es normal que aparezca en los adolescentes una situación de depresión. Pero hay que diferenciar lo que puede llegar a ser un síntoma angustioso que lo puede tener cualquier sujeto y el chico mucho más debido a perdidas o duelos, es lo esperable. Otra cosa, es cuando ese síntoma angustioso se torna en una cuestión melancólica. Ahí debemos prestar atención. Es cuando el adolescente deja de establecer lazos sociales, que presenta un empobrecimiento en sus contactos, a su vida social, escolar, familiar. Hay un ensimismamiento. Muchos están encerrados y necesitan ese espacio. Eso se transforma en aislamiento donde no tiene otra cosa. Esa cuestión nos tiene que llamar la atención”

Es aquí donde -reitera- “es importante la participación de a comunidad escolar, educativa. Se ve magnificado, el conflicto, cuando atravesamos una crisis social que nos deja sin recursos. Todas las instituciones están atravesados por el malestar”.

Se remitió a una expresión popular respecto a que si alguien tiene una decisión drástica a tomar para con su vida, no lo dice, aclaró que “no siempre se callan. A veces, el sujeto lo dice. Quien llega a un acto suicida es porque hay una decisión fuertemente tomada en lo que hace al deseo de muerte. No es que aparece de un modo sorpresivo. Si uno trabaja con autopsias psicológicas y hace un análisis retrospectivo, hacia atrás, siempre vamos a encontrar indicios de comportamientos. La conducta humana no es predictiva pero se puede hacer una reconstrucción lo que nos permite contar con elementos que no ayudan a predecir pero sí visibilidad posibles factores de riesgo y evitarlos”.

Para finalizar, el presidente de la Asociación de Psicólogos Jurídicos y Forenses dio recomendaciones para quienes puedan estar atravesando este tipo de situaciones. “La recomendación es darnos tiempos de pausa, de escuchar al otro , tiempos para poder darle entidad al otro: decir yo te reconozco, sé quién sos, o me interesa que me cuentes lo que pasa. Y mucho más donde la consulta del adolescente no aparece con síntomas. En esta época aparece acallado”.

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