Comodoro Rivadavia: desocupados solidarios se “muestran” para poder volver a trabajar

La solidaridad puesta por sobre todo. En este caso, sin importar la propia realidad ni la desmotivación que representa sentirse un trabajador y, en definitiva, no serlo por razones ajenas.

Tribuna en marcha. Un grupo de soldadores desocupados realizan múltiples trabajos solidarios.
31 AGO 2019 - 19:54 | Actualizado 26 SEP 2022 - 22:51

Por Ismael Tebes.

Un grupo de ex operarios de la empresa Lufkin llevan adelante múltiples tareas solidarias que le permiten “ocuparse” y generar señales positivas.

El grupo integra la conocida agrupación Isabel, la que construyó una réplica del submarino “ARA San Juan” con un tanque petrolero y recorrió con este diversas ciudades del país en homenaje a la unidad de la Armada Argentina y a sus cuarenta y cuatro tripulantes.

E inclusive terminaron con éxito la construcción de salamandras artesanales, donadas para que familias carenciadas pudieran calefaccionarse y resguardarse de las bajas temperaturas al menos de este paliativo. Este implemento, soldado en base a la donación de llantas de vehículos, sirvió para fortalecer el espíritu de este grupo que espera por sobre todo poder reinsertarse en el ámbito laboral después de una experiencia traumática.

“Trabajé durante veinte años en Lufkin. De golpe y porrazo nos dejaron en la calle cuando yo hasta pensaba jubilarme en la empresa. Se pudrió todo, empezaron a despedir gente y a ofrecer retiros. Yo me quedé hasta lo último, aguantando, pero al final no hubo como salvarse”, relata Luis Ruarte.

El grupo, que suele reunirse en un taller del barrio Industrial, no baja la guardia y a la espera de propuestas de trabajo toma la iniciativa y las herramientas. “Vinimos a dar una mano a la gente del club Oeste Juniors. Tenían los materiales y nos pusimos al tanto para ayudarles a construir una tribuna en su cancha. Ellos ponen los elementos, vinimos durante tres o cuatro días y ya estamos terminando”.

Entre soldaduras, caños y equipos reconocen que este tipo de tareas los mantiene activos y predispuestos a sustentarse, como siempre, con su propio esfuerzo. “Nosotros queremos trabajar pero está todo tan mal que no podemos hacerlo. Mientras tanto hacemos cosas, colaboramos y mostramos que tenemos ganas de trabajar. Hoy por hoy acá no nos pagan, nos dan para el combustible pero la tarea es ayudar y colaborar”.

Por sobre las limitaciones que impone no tener un trabajo, estos soldadores sienten la necesidad de “hacer” por los demás, sin mirar demasiado el entorno y con un optimismo que entusiasma. “Hace mal quedarse en la casa. Estamos hace dos años sin trabajar y cruzarse de brazos no es bueno para nadie. Toda la vida trabajamos y de repente nos encontramos con esto. Por eso salimos a hacer algo; estamos en la fundación Isabel y hace poco hicimos salamandras para que la gente se calefaccione”, agregaron.

“Esto es tiempo libre, voluntario. No cobramos nada. No tenemos ningún ingreso de plata, solamente contamos con el subsidio de ANSES y no tenemos obra social. Estamos mal. Ojalá que alguien nos vea y le interese nuestro trabajo. No queremos cobrar subsidio, solamente queremos trabajar”, explicó Luis.

Mientras tanto en Valle “C” la vieja cancha de Oeste, una cuna de notables futbolistas de la ciudad, parece lucir un aspecto renovado. Con una estructura donada por otro club que ya no la utilizaba y con el impulso de este grupo que montó la tan soñada tribuna de caños esperando a los hinchas y su aliento. Ellos, merecedores de la oportunidad y el fútbol del barrio, en esencia, la raíz de la misma pasión. Casi una sociedad perfecta para hacer.

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Tribuna en marcha. Un grupo de soldadores desocupados realizan múltiples trabajos solidarios.
31 AGO 2019 - 19:54

Por Ismael Tebes.

Un grupo de ex operarios de la empresa Lufkin llevan adelante múltiples tareas solidarias que le permiten “ocuparse” y generar señales positivas.

El grupo integra la conocida agrupación Isabel, la que construyó una réplica del submarino “ARA San Juan” con un tanque petrolero y recorrió con este diversas ciudades del país en homenaje a la unidad de la Armada Argentina y a sus cuarenta y cuatro tripulantes.

E inclusive terminaron con éxito la construcción de salamandras artesanales, donadas para que familias carenciadas pudieran calefaccionarse y resguardarse de las bajas temperaturas al menos de este paliativo. Este implemento, soldado en base a la donación de llantas de vehículos, sirvió para fortalecer el espíritu de este grupo que espera por sobre todo poder reinsertarse en el ámbito laboral después de una experiencia traumática.

“Trabajé durante veinte años en Lufkin. De golpe y porrazo nos dejaron en la calle cuando yo hasta pensaba jubilarme en la empresa. Se pudrió todo, empezaron a despedir gente y a ofrecer retiros. Yo me quedé hasta lo último, aguantando, pero al final no hubo como salvarse”, relata Luis Ruarte.

El grupo, que suele reunirse en un taller del barrio Industrial, no baja la guardia y a la espera de propuestas de trabajo toma la iniciativa y las herramientas. “Vinimos a dar una mano a la gente del club Oeste Juniors. Tenían los materiales y nos pusimos al tanto para ayudarles a construir una tribuna en su cancha. Ellos ponen los elementos, vinimos durante tres o cuatro días y ya estamos terminando”.

Entre soldaduras, caños y equipos reconocen que este tipo de tareas los mantiene activos y predispuestos a sustentarse, como siempre, con su propio esfuerzo. “Nosotros queremos trabajar pero está todo tan mal que no podemos hacerlo. Mientras tanto hacemos cosas, colaboramos y mostramos que tenemos ganas de trabajar. Hoy por hoy acá no nos pagan, nos dan para el combustible pero la tarea es ayudar y colaborar”.

Por sobre las limitaciones que impone no tener un trabajo, estos soldadores sienten la necesidad de “hacer” por los demás, sin mirar demasiado el entorno y con un optimismo que entusiasma. “Hace mal quedarse en la casa. Estamos hace dos años sin trabajar y cruzarse de brazos no es bueno para nadie. Toda la vida trabajamos y de repente nos encontramos con esto. Por eso salimos a hacer algo; estamos en la fundación Isabel y hace poco hicimos salamandras para que la gente se calefaccione”, agregaron.

“Esto es tiempo libre, voluntario. No cobramos nada. No tenemos ningún ingreso de plata, solamente contamos con el subsidio de ANSES y no tenemos obra social. Estamos mal. Ojalá que alguien nos vea y le interese nuestro trabajo. No queremos cobrar subsidio, solamente queremos trabajar”, explicó Luis.

Mientras tanto en Valle “C” la vieja cancha de Oeste, una cuna de notables futbolistas de la ciudad, parece lucir un aspecto renovado. Con una estructura donada por otro club que ya no la utilizaba y con el impulso de este grupo que montó la tan soñada tribuna de caños esperando a los hinchas y su aliento. Ellos, merecedores de la oportunidad y el fútbol del barrio, en esencia, la raíz de la misma pasión. Casi una sociedad perfecta para hacer.


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