Editorial / En Chubut, cada cual atiende su juego

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Como en el juego musical, en Chubut cada uno atiende su juego.
07 SEP 2019 - 18:57 | Actualizado

"Antón, Antón, Antón Pirulero; cada cual, cada cual, atiende su juego”, dice la viejísima canción infantil que la mayoría cantó equivocada durante toda la vida pensando que en verdad decía “Al Don Pirulero”.

Como en ese tradicional juego musical infantil, en Chubut cada cual atiende su juego y, peor aún, cada quien canta lo que se le viene en gana.

Sin embargo, y siguiendo con esta metáfora infantil, los principales actores de la crisis que está atravesando la provincia deberían al menos intentar saber cómo se juega al “Antón Pirulero” y cuál es su significado.

Se forma una ronda, uno de ellos canta la letra en cuestión y el resto hace la mímica de un instrumento musical en particular. El “Antón Pirulero” va dando pequeños golpes sobre su mentón mientras canta y en un momento hace la mímica de uno de los instrumentos.

Entonces, el que está haciendo ese instrumento debe comenzar a dar golpes sobre su mentón y continuar cantando. La ronda sigue y sigue haciendo cada uno lo suyo, atentos al resto y tratando de no equivocarse.

Aunque se trata sólo de un juego de niños, los dirigentes políticos, sindicales, empresarios y sociales de Chubut podrían al menos entender esa lógica. Lo más importante es contribuir a que la ronda no se rompa porque, se sabe, los que se equivoquen “una prenda tendrán”.

Incapacidad

Hasta ahora, el “Antón Pirulero” de Chubut se juega a la que te criaste. El Gobierno (el Estado) intenta tapar los agujeros del barco pero no solamente le cuesta mucho sino que arriba de la embarcación todos corren, se mueven y agitan las aguas. Y el Estado no puede garantizar nada, no tiene muñeca ni margen político. A este ritmo, están todos más cerca de hundirse que de flotar para tratar de llegar a la orilla.

Lamentablemente, en Chubut hay un mundo real, sin metáforas ni juegos infantiles, que preocupa y la mayoría de las veces da miedo.

La incapacidad del Gobierno para poder darle forma a una salida ordenada se agrava por la mezquindad con la que actúan muchos dirigentes que apuestan al “cuanto peor, mejor”.

Los incidentes entre petroleros y docentes en el cruce de las rutas 3 y 26 en Comodoro fue la “batalla” más anunciada y menos desactivada que se haya visto en muchos años. El martes a la noche, las redes sociales se inundaron de advertencias que algo malo iba a ocurrir. Pero nadie se dio por enterado.

La patota de petroleros desalojando a un grupo de docentes que lucha por sus derechos poniendo barreras a los derechos de los petroleros, es la imagen más triste de esta lucha de trabajadores contra trabajadores a la que los han llevado algunos.

Jorge “Loma” Ávila y Daniel Murphy vienen actuando con una torpeza digna de dos obtusos. Dicen cosas y toman decisiones como si estuvieran en Sierra Maestra, pero se olvidan que están alrededor de un gran incendio que si se vuelve incontenible, a los primeros que va a incinerar es a ellos dos. Por si faltaba mesura, apareció en escena el diputado nacional y líder de los Camioneros, Jorge Taboada, haciendo amenazas veladas y jugándola de fuerza de choque de la ATECh. Sus bravuconeadas a los petroleros por haber patoteado a los docentes conmovieron a algunos distraídos y también a muchos militantes de izquierda, que parecen haber descubierto a un nuevo “líder”.

En el peronismo, en cambio, todavía esperan que Taboada y sus muchachos pidan disculpas por la patoteada a la sede del PJ en Rawson, en junio pasado, el día que Taboada se quedó afuera de las listas de diputados nacionales que, vale la pena recordar, es la causa por la que el líder camionero pasa tantas facturas ahora.

No hay patotas buenas ni patotas malas. Ni piquetes aceptables o piquetes repudiables. Resulta extraño que el ministro Federico Massoni le haya mandado el viernes una nota a los petroleros para que abandonen una rotonda, algo que puede ser peligroso para la actual tensión que se vive pero no es un delito, como a él mismo le gusta repetir una y otra vez.

Y más raro aún es que la jueza federal de Comodoro, Eva Parcio, ya se pase de “distraída”. También la Justicia debe poner las barbas en remojo y decidir si piensa seguir viviendo en un burbuja privilegiada o piensa ser parte de la solución.

Ya no queda mucho para decir de otro “distraído”, el intendente Carlos Linares, que todavía enojado por su dura derrota en las urnas le quiere hacer pagar a Arcioni –y también a Alberto Fernández y Cristina Kirchner- su frustración electoral y el ninguneo que le hicieron sus jefes políticos. Igual, el miércoles pasado no tuvo mucho para celebrar porque cuando el cruce de 3 y 26 era un polvorín, a él le allanaban la Municipalidad por el fraude que se cometió durante su gestión con las obras de la emergencia climática.

Hipocresía

Nadie pide criminalizar la protesta. Sería lo peor que le puede pasar a esta crisis. Pero no puede ser más sencillo mandar a reprimir a la Gendarmería cuando los que cortan las rutas son piqueteros desocupados de movimientos sociales de izquierda con poca acogida ciudadana. Para esos, muchos de los que ahora se embanderan con la lucha docente tienen un “negro”, un “choriplanero” o un “vago de mierda” a flor de labios. La verdad nos hará libres. La hipocresía, no.

Y lo que Chubut necesita ahora es mucha menos hipocresía que la que destilan todos los actores de este conflicto. Es necesario un gran acuerdo social a la luz de todos. Todos deben ganar y resignar algo. El conflicto permanente sólo les sirve a los que tienen intereses espurios y quieren sacar una tajada del caos. Los que crean que echando al gobernador Mariano Arcioni, a Massoni y Ávila se acaba la rabia, no saben nada de perros.

En todo caso, que se vayan todos los que se tengan que ir y se queden los que quieran reconstruir a Chubut. Por ahora, desde los escombros. Porque si siguen echando leña al fuego, entonces habrá que renacer desde las cenizas.

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Como en el juego musical, en Chubut cada uno atiende su juego.
07 SEP 2019 - 18:57

"Antón, Antón, Antón Pirulero; cada cual, cada cual, atiende su juego”, dice la viejísima canción infantil que la mayoría cantó equivocada durante toda la vida pensando que en verdad decía “Al Don Pirulero”.

Como en ese tradicional juego musical infantil, en Chubut cada cual atiende su juego y, peor aún, cada quien canta lo que se le viene en gana.

Sin embargo, y siguiendo con esta metáfora infantil, los principales actores de la crisis que está atravesando la provincia deberían al menos intentar saber cómo se juega al “Antón Pirulero” y cuál es su significado.

Se forma una ronda, uno de ellos canta la letra en cuestión y el resto hace la mímica de un instrumento musical en particular. El “Antón Pirulero” va dando pequeños golpes sobre su mentón mientras canta y en un momento hace la mímica de uno de los instrumentos.

Entonces, el que está haciendo ese instrumento debe comenzar a dar golpes sobre su mentón y continuar cantando. La ronda sigue y sigue haciendo cada uno lo suyo, atentos al resto y tratando de no equivocarse.

Aunque se trata sólo de un juego de niños, los dirigentes políticos, sindicales, empresarios y sociales de Chubut podrían al menos entender esa lógica. Lo más importante es contribuir a que la ronda no se rompa porque, se sabe, los que se equivoquen “una prenda tendrán”.

Incapacidad

Hasta ahora, el “Antón Pirulero” de Chubut se juega a la que te criaste. El Gobierno (el Estado) intenta tapar los agujeros del barco pero no solamente le cuesta mucho sino que arriba de la embarcación todos corren, se mueven y agitan las aguas. Y el Estado no puede garantizar nada, no tiene muñeca ni margen político. A este ritmo, están todos más cerca de hundirse que de flotar para tratar de llegar a la orilla.

Lamentablemente, en Chubut hay un mundo real, sin metáforas ni juegos infantiles, que preocupa y la mayoría de las veces da miedo.

La incapacidad del Gobierno para poder darle forma a una salida ordenada se agrava por la mezquindad con la que actúan muchos dirigentes que apuestan al “cuanto peor, mejor”.

Los incidentes entre petroleros y docentes en el cruce de las rutas 3 y 26 en Comodoro fue la “batalla” más anunciada y menos desactivada que se haya visto en muchos años. El martes a la noche, las redes sociales se inundaron de advertencias que algo malo iba a ocurrir. Pero nadie se dio por enterado.

La patota de petroleros desalojando a un grupo de docentes que lucha por sus derechos poniendo barreras a los derechos de los petroleros, es la imagen más triste de esta lucha de trabajadores contra trabajadores a la que los han llevado algunos.

Jorge “Loma” Ávila y Daniel Murphy vienen actuando con una torpeza digna de dos obtusos. Dicen cosas y toman decisiones como si estuvieran en Sierra Maestra, pero se olvidan que están alrededor de un gran incendio que si se vuelve incontenible, a los primeros que va a incinerar es a ellos dos. Por si faltaba mesura, apareció en escena el diputado nacional y líder de los Camioneros, Jorge Taboada, haciendo amenazas veladas y jugándola de fuerza de choque de la ATECh. Sus bravuconeadas a los petroleros por haber patoteado a los docentes conmovieron a algunos distraídos y también a muchos militantes de izquierda, que parecen haber descubierto a un nuevo “líder”.

En el peronismo, en cambio, todavía esperan que Taboada y sus muchachos pidan disculpas por la patoteada a la sede del PJ en Rawson, en junio pasado, el día que Taboada se quedó afuera de las listas de diputados nacionales que, vale la pena recordar, es la causa por la que el líder camionero pasa tantas facturas ahora.

No hay patotas buenas ni patotas malas. Ni piquetes aceptables o piquetes repudiables. Resulta extraño que el ministro Federico Massoni le haya mandado el viernes una nota a los petroleros para que abandonen una rotonda, algo que puede ser peligroso para la actual tensión que se vive pero no es un delito, como a él mismo le gusta repetir una y otra vez.

Y más raro aún es que la jueza federal de Comodoro, Eva Parcio, ya se pase de “distraída”. También la Justicia debe poner las barbas en remojo y decidir si piensa seguir viviendo en un burbuja privilegiada o piensa ser parte de la solución.

Ya no queda mucho para decir de otro “distraído”, el intendente Carlos Linares, que todavía enojado por su dura derrota en las urnas le quiere hacer pagar a Arcioni –y también a Alberto Fernández y Cristina Kirchner- su frustración electoral y el ninguneo que le hicieron sus jefes políticos. Igual, el miércoles pasado no tuvo mucho para celebrar porque cuando el cruce de 3 y 26 era un polvorín, a él le allanaban la Municipalidad por el fraude que se cometió durante su gestión con las obras de la emergencia climática.

Hipocresía

Nadie pide criminalizar la protesta. Sería lo peor que le puede pasar a esta crisis. Pero no puede ser más sencillo mandar a reprimir a la Gendarmería cuando los que cortan las rutas son piqueteros desocupados de movimientos sociales de izquierda con poca acogida ciudadana. Para esos, muchos de los que ahora se embanderan con la lucha docente tienen un “negro”, un “choriplanero” o un “vago de mierda” a flor de labios. La verdad nos hará libres. La hipocresía, no.

Y lo que Chubut necesita ahora es mucha menos hipocresía que la que destilan todos los actores de este conflicto. Es necesario un gran acuerdo social a la luz de todos. Todos deben ganar y resignar algo. El conflicto permanente sólo les sirve a los que tienen intereses espurios y quieren sacar una tajada del caos. Los que crean que echando al gobernador Mariano Arcioni, a Massoni y Ávila se acaba la rabia, no saben nada de perros.

En todo caso, que se vayan todos los que se tengan que ir y se queden los que quieran reconstruir a Chubut. Por ahora, desde los escombros. Porque si siguen echando leña al fuego, entonces habrá que renacer desde las cenizas.


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