“Hay que acostumbrarse a vivir con temblores y volcanes”, dice el geólogo Tomás Cané

El volcán Hornopirén es el más cercano a la Comarca Andina.
06 OCT 2019 - 20:42 | Actualizado

Tenemos que acostumbrarnos a vivir con temblores y volcanes, somos un pueblo andino”, aseveró ayer el geólogo Tomás Cané (radicado hace 20 años en Lago Puelo), luego de los movimientos sísmicos observados en la Comarca Andina durante los últimos días, sumando la actividad de los volcanes Copahue, Villarrica y Puyehue, entre otros en alerta naranja, que trajo preocupación en la población.

No obstante, aclaró que “obviamente no vamos a tener afectación en forma directa, salvo por las consecuencias de las cenizas chilenas”.

Explicó que “la placa continental sudamericana migra hacia el Pacífico a razón de 8 centímetros por año, produciéndose la subducción bajo la otra placa, conocida como falla de Nazca. En esta región tenemos la falla Liquiñe/Ofqui, del lado chileno desde Aysén hasta Santiago, una debilidad de la corteza terrestre que en su movilidad permite que salga el magma y da origen a toda esta línea de volcanes activos y semi activos”.

“Cuando se produce un acomodamiento mayor de las placas, como ocurrió ahora en la zona del Maule, se activa la base de la cadena y genera que los volcanes se desacomoden y en algunos casos se rompen los tapones. Entonces, se manifiestan en mayor o menor grado, dependiendo del tiempo que llevan juntando presión, provocando la erupción”, graficó.

Enseguida remarcó que “en la Comarca Andina no hay ningún volcán identificado”, al tiempo que insistió con que “temor hay que tenerles a los más cercanos, al oeste de la cordillera de los Andes, por las emanaciones de cenizas y con columnas que pueden elevarse hasta los 5 mil o 20 mil metros de altura”.

Entre ellos, identificó al Yates y Hornopirén (a la altura de El Bolsón y Lago Puelo). En el primer caso, tuvo su última actividad en torno al año 1090, por lo cual no se lo considera un volcán extinto. Mide 2187 metros y está al sur del estuario del Reloncaví. En 1965, un deslizamiento de terreno de sus laderas generó un tsunami local dentro del lago Cabrera, que causó la muerte de 27 personas y destruyó numerosas viviendas. 10 km al sur, frente a la localidad homónima, se eleva el volcán Hornopirén, que no ha registrado movimiento alguno durante el último milenio.

Tomás Cané es autor de un mapeo de los volcanes de la región alertando sobre las amenazas más significativas para el Corredor de los Lagos, donde “se ha tomado una gradación, una área de incidencia cercana donde prefabricamos una lista con los grados de peligrosidad, aunque la posibilidad de previsión se condice con un monitoreo permanente, al día, al minuto”, detalló.

Acerca de las alternativas de alerta temprana, se remitió a la función del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (Ovdas), del Sernageomín, y dijo que dependemos “de que los vecinos chilenos nos estén pasando la información de sus cámaras web y microcensores, que visualizan a diario si se produce algún escape de gas o fumarola, que evidencian que va a haber algún tipo de movimiento”.

Valoró que “Chile tiene una muy cerrada y nutrida red de monitoreo, toda vez que tiene identificados más de 2 mil volcanes, es un terreno absolutamente propicio a tener terremotos y erupciones”. “El día de la erupción del Puyehue se produjeron alrededor de 260 sismos importantes y más de 130 microsismos por hora, casi imperceptibles para el ser humano, solo captados por la sensibilidad de esos aparatos”, recordó.

En cuanto al desarrollo de la vulcanología en el país, detalló que Argentina “sigue escuchando a través de los oídos chilenos” y que “no tenemos el instrumental adecuado porque no tenemos la amenaza de volcanes de nuestro lado“.

“Estamos en una zona sísmica, aunque no comparable, por ejemplo, con San Juan y Mendoza, donde hay muchas más fracturas, además de la altura de la cordillera que supera los 6 mil metros. El laboratorio de Sísmica de Argentina nos da peligrosidad de índice 3, que no es tan grave. Si hablamos de riegos, tampoco se podría vivir cerca del río por las inundaciones o frente al mar por los huracanes”, concluyó Cané.

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06 OCT 2019 - 20:42

Tenemos que acostumbrarnos a vivir con temblores y volcanes, somos un pueblo andino”, aseveró ayer el geólogo Tomás Cané (radicado hace 20 años en Lago Puelo), luego de los movimientos sísmicos observados en la Comarca Andina durante los últimos días, sumando la actividad de los volcanes Copahue, Villarrica y Puyehue, entre otros en alerta naranja, que trajo preocupación en la población.

No obstante, aclaró que “obviamente no vamos a tener afectación en forma directa, salvo por las consecuencias de las cenizas chilenas”.

Explicó que “la placa continental sudamericana migra hacia el Pacífico a razón de 8 centímetros por año, produciéndose la subducción bajo la otra placa, conocida como falla de Nazca. En esta región tenemos la falla Liquiñe/Ofqui, del lado chileno desde Aysén hasta Santiago, una debilidad de la corteza terrestre que en su movilidad permite que salga el magma y da origen a toda esta línea de volcanes activos y semi activos”.

“Cuando se produce un acomodamiento mayor de las placas, como ocurrió ahora en la zona del Maule, se activa la base de la cadena y genera que los volcanes se desacomoden y en algunos casos se rompen los tapones. Entonces, se manifiestan en mayor o menor grado, dependiendo del tiempo que llevan juntando presión, provocando la erupción”, graficó.

Enseguida remarcó que “en la Comarca Andina no hay ningún volcán identificado”, al tiempo que insistió con que “temor hay que tenerles a los más cercanos, al oeste de la cordillera de los Andes, por las emanaciones de cenizas y con columnas que pueden elevarse hasta los 5 mil o 20 mil metros de altura”.

Entre ellos, identificó al Yates y Hornopirén (a la altura de El Bolsón y Lago Puelo). En el primer caso, tuvo su última actividad en torno al año 1090, por lo cual no se lo considera un volcán extinto. Mide 2187 metros y está al sur del estuario del Reloncaví. En 1965, un deslizamiento de terreno de sus laderas generó un tsunami local dentro del lago Cabrera, que causó la muerte de 27 personas y destruyó numerosas viviendas. 10 km al sur, frente a la localidad homónima, se eleva el volcán Hornopirén, que no ha registrado movimiento alguno durante el último milenio.

Tomás Cané es autor de un mapeo de los volcanes de la región alertando sobre las amenazas más significativas para el Corredor de los Lagos, donde “se ha tomado una gradación, una área de incidencia cercana donde prefabricamos una lista con los grados de peligrosidad, aunque la posibilidad de previsión se condice con un monitoreo permanente, al día, al minuto”, detalló.

Acerca de las alternativas de alerta temprana, se remitió a la función del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (Ovdas), del Sernageomín, y dijo que dependemos “de que los vecinos chilenos nos estén pasando la información de sus cámaras web y microcensores, que visualizan a diario si se produce algún escape de gas o fumarola, que evidencian que va a haber algún tipo de movimiento”.

Valoró que “Chile tiene una muy cerrada y nutrida red de monitoreo, toda vez que tiene identificados más de 2 mil volcanes, es un terreno absolutamente propicio a tener terremotos y erupciones”. “El día de la erupción del Puyehue se produjeron alrededor de 260 sismos importantes y más de 130 microsismos por hora, casi imperceptibles para el ser humano, solo captados por la sensibilidad de esos aparatos”, recordó.

En cuanto al desarrollo de la vulcanología en el país, detalló que Argentina “sigue escuchando a través de los oídos chilenos” y que “no tenemos el instrumental adecuado porque no tenemos la amenaza de volcanes de nuestro lado“.

“Estamos en una zona sísmica, aunque no comparable, por ejemplo, con San Juan y Mendoza, donde hay muchas más fracturas, además de la altura de la cordillera que supera los 6 mil metros. El laboratorio de Sísmica de Argentina nos da peligrosidad de índice 3, que no es tan grave. Si hablamos de riegos, tampoco se podría vivir cerca del río por las inundaciones o frente al mar por los huracanes”, concluyó Cané.


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