La Fundación Espartanos y su exitosa propuesta: el rugby como instrumento de superación

Detrás de las rejas, en el frío de los pabellones. Ahí donde la libertad es un sueño y tiene fecha de vencimiento un tackle puede ser más que una descarga y una guinda, el mejor instrumento para poder salir no solamente de las cuatros paredes.

El Programa de la Fundación Espartanos, que promueve PAE, llegó a los clubes de la Unión Austral de Rugby
11 OCT 2019 - 20:50 | Actualizado

Bajo esa consigna de “No permanecer caídos”, la Fundación Espartanos comenzó a experimentar en la Unidad 48 de San Martín, provincia de Buenos Aires y a través del deporte, llenó un vacío que pocos –desde afuera- parecían asumir.

Respondieron a las críticas y pusieron a la cabeza, lo esencial: creer en la resocialización y hacer del deporte, un instrumento superador para la vida.

La experiencia de Oderigo

Eduardo Oderigo, de la Fundación Espartanos asume que su trabajo en la Justicia le permitió conocer el ambiente carcelario. “Lo ví desde otro lado, como un lugar en el que había muchas carencias y en el que la gente salía y volvía a entrar”, resumió.

“De entrada –agregó- nos miraban raro, no le tenían empatía a la gente que venía de afuera. Cuando vieron que éramos sinceros, que tackleábamos a la par de ellos y que volvíamos cada semana se creó el vínculo. Quise primero que vinieran los que se portaban bien, pero era solamente uno”.

Sin tener al grupo “selecto” de la buena conducta, “Coco” Oderigo reconoce que la experiencia se basó en reglas de respeto.

“Esto fue en marzo del 2009, pasaron más de diez años, pasaron más de 600 martes yendo a entrenar y comenzaron a verse cambios y casos de superación. La reincidencia bajó notablemente, pasó del 65 y ahora no llega 5 por ciento entre quienes pasan por Espartanos solamente por tirar una pelota de rugby a la cancha y por mirar a los ojos y decirles que se puede”.

Solidaridad, amistad, familia, constancia y liderazgo positivo. En ese mix de buenas señales, Espartanos llegó a los clubes de la Unión Austral con un modelo que se extienden a las formativas M18 y M17.

“Obvio que recibimos críticas. Nos dicen que no vale la pena o que vayamos a otro lugar pero lo cierto es que lo seguimos haciendo.

Siempre hay que buscar puntos de encuentro y ahí empezar a construir. Aunque no creyera, hay que creer porque el convencido, a la larga convence”.

Caer bajo, subir alto

Ezequiel Baraja purgaba una condena de seis años por robo calificado con uso de arma de guerra y conoció Espartanos mientras corría en una de las canchas del penal. “No tenía muchas expectativas hasta que los conocí. Me llamó la atención el compromiso que tenían las personas que venían a enseñarle rugby a los presos”.

Con un deporte desconocido que se veía integrador: abrazos, arengas positivas y espíritu de equipo. “Ahí me dije, quiero ser feliz como ellos. Quiero sonreir y aprender a jugar, cambiar mi vida”.

Hoy es coordinador educativo y deportivo, trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social de Buenos Aires para asistir a personas en situación de calle. “Vengo de hacer cumbre en el Aconcagua y de escalar en Rusia cuando nunca me había subido a una montaña. Y pensar que hace cinco años estaba preso”.

Reconoce que comenzó a jugar, sin siquiera darse cuenta del cambio positivo que éste deporte provocó en él. “Me sentí diferente, lo adopté como un estilo de vida, me entrené y los valores se me inculcaron solos como el respeto, el compañerismo y el compromiso. Todo eso lo trasladé a mi vida cotidiana y todo eso, me significó una mejor forma de vivir”.

Espartanos se replica

Espartanos ya se replica en más de cincuenta unidades penitenciales del país con la premisa de que el deporte puede cambiar vidas. “Lo que queremos es generarle oportunidades a personas que quizás nunca la tuvieron”.

“Dentro de un penal –agregó Ezequiel- el deporte se toma con entusiasmo y con ganas. Nadie tiene nada que hacer adentro de una cárcel. Se condena uno mismo y a toda la familia al estar detenido. Hay miles de cosas para hacer antes de terminar en un lugar así. Siempre hay recursos y gente con ganas de ayudar. El deporte siempre te permite mantenerte de pie ante la adversidad”. Y parafraseando al Papa Francisco, reflexionó: ”En el arte de ascender lo que importa no es no caer sino no permanecer caído”.#

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El Programa de la Fundación Espartanos, que promueve PAE, llegó a los clubes de la Unión Austral de Rugby
11 OCT 2019 - 20:50

Bajo esa consigna de “No permanecer caídos”, la Fundación Espartanos comenzó a experimentar en la Unidad 48 de San Martín, provincia de Buenos Aires y a través del deporte, llenó un vacío que pocos –desde afuera- parecían asumir.

Respondieron a las críticas y pusieron a la cabeza, lo esencial: creer en la resocialización y hacer del deporte, un instrumento superador para la vida.

La experiencia de Oderigo

Eduardo Oderigo, de la Fundación Espartanos asume que su trabajo en la Justicia le permitió conocer el ambiente carcelario. “Lo ví desde otro lado, como un lugar en el que había muchas carencias y en el que la gente salía y volvía a entrar”, resumió.

“De entrada –agregó- nos miraban raro, no le tenían empatía a la gente que venía de afuera. Cuando vieron que éramos sinceros, que tackleábamos a la par de ellos y que volvíamos cada semana se creó el vínculo. Quise primero que vinieran los que se portaban bien, pero era solamente uno”.

Sin tener al grupo “selecto” de la buena conducta, “Coco” Oderigo reconoce que la experiencia se basó en reglas de respeto.

“Esto fue en marzo del 2009, pasaron más de diez años, pasaron más de 600 martes yendo a entrenar y comenzaron a verse cambios y casos de superación. La reincidencia bajó notablemente, pasó del 65 y ahora no llega 5 por ciento entre quienes pasan por Espartanos solamente por tirar una pelota de rugby a la cancha y por mirar a los ojos y decirles que se puede”.

Solidaridad, amistad, familia, constancia y liderazgo positivo. En ese mix de buenas señales, Espartanos llegó a los clubes de la Unión Austral con un modelo que se extienden a las formativas M18 y M17.

“Obvio que recibimos críticas. Nos dicen que no vale la pena o que vayamos a otro lugar pero lo cierto es que lo seguimos haciendo.

Siempre hay que buscar puntos de encuentro y ahí empezar a construir. Aunque no creyera, hay que creer porque el convencido, a la larga convence”.

Caer bajo, subir alto

Ezequiel Baraja purgaba una condena de seis años por robo calificado con uso de arma de guerra y conoció Espartanos mientras corría en una de las canchas del penal. “No tenía muchas expectativas hasta que los conocí. Me llamó la atención el compromiso que tenían las personas que venían a enseñarle rugby a los presos”.

Con un deporte desconocido que se veía integrador: abrazos, arengas positivas y espíritu de equipo. “Ahí me dije, quiero ser feliz como ellos. Quiero sonreir y aprender a jugar, cambiar mi vida”.

Hoy es coordinador educativo y deportivo, trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social de Buenos Aires para asistir a personas en situación de calle. “Vengo de hacer cumbre en el Aconcagua y de escalar en Rusia cuando nunca me había subido a una montaña. Y pensar que hace cinco años estaba preso”.

Reconoce que comenzó a jugar, sin siquiera darse cuenta del cambio positivo que éste deporte provocó en él. “Me sentí diferente, lo adopté como un estilo de vida, me entrené y los valores se me inculcaron solos como el respeto, el compañerismo y el compromiso. Todo eso lo trasladé a mi vida cotidiana y todo eso, me significó una mejor forma de vivir”.

Espartanos se replica

Espartanos ya se replica en más de cincuenta unidades penitenciales del país con la premisa de que el deporte puede cambiar vidas. “Lo que queremos es generarle oportunidades a personas que quizás nunca la tuvieron”.

“Dentro de un penal –agregó Ezequiel- el deporte se toma con entusiasmo y con ganas. Nadie tiene nada que hacer adentro de una cárcel. Se condena uno mismo y a toda la familia al estar detenido. Hay miles de cosas para hacer antes de terminar en un lugar así. Siempre hay recursos y gente con ganas de ayudar. El deporte siempre te permite mantenerte de pie ante la adversidad”. Y parafraseando al Papa Francisco, reflexionó: ”En el arte de ascender lo que importa no es no caer sino no permanecer caído”.#


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