Editorial / La estrategia de vivir corriendo el arco y el baño de realidad sobre la deuda de Chubut

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12 OCT 2019 - 20:54 | Actualizado

La crisis de Chubut se hizo incontrolable por cuestiones políticas, económicas y financieras, pero estalló por los aires el día que la paciencia de los chubutenses le dejó paso al hartazgo con el Gobierno provincial, por sus promesas incumplidas, su falta de cintura política y hasta por la soberbia de algunos altos funcionarios que blandieron mangueras con nafta en vez de baldes con agua.

De un tiempo a esta parte, el hartazgo social empezó a cambiar de “culpables”. Nadie cree que el gobernador Mariano Arcioni haya hecho un master en manejo de crisis; ni que sus ministros y funcionarios hayan aprendido a gobernar de un día para el otro; ni mucho menos que los que eran soberbios, ahora hayan dejado de serlo.

Lo que cambió, sobre todo en las últimas semanas, es que buena parte de la sociedad se empezó a cansar de los que montaron sobre el discurso del hartazgo una estrategia gremial que a todas luces se volvió irracional.

Aunque todos gremios estatales siguen reclamando lo que les corresponde a sus afiliados y mantienen sus planes de lucha, la gran mayoría comenzó a bajar el tono público, se sientan a negociar con el Gobierno y tratan de destrabar más que de profundizar las diferencias. ATE (en sus dos versiones), el gremio más importante de trabajadores estatales, es un ejemplo de ello. No bajaron ninguna bandera, pero se bajaron del conflicto permanente.

Sin embargo, los gremios docentes (la ATECh, sobre todo, porque los otros tres –SADOP, SiTraEd y AMET- actúan sólo en sintonía pero casi que ni hablan), han decidido tensar la cuerda al extremo.

Son, sin dudas, los representantes de un sector clave de los trabajadores del Estado y también de la sociedad en general. Casi nunca un reclamo docente estuvo mal visto por el resto de la sociedad. Tampoco hay mucho margen, vale decirlo, para la crítica. Porque cuando alguien osa poner en duda alguna actitud de ciertos docentes, las yugulares de la sociedad quedan rápidamente aprisionadas por las mandíbulas de la corrección política. Al que le quepa el sayo, que lo ponga.

La intransigencia de la ATECh y el tono discursivo de su cara visible, Santiago Goodman, están logrando que cada vez más chubutenses comiencen a destilar su enojo. Y también que muchos docentes (unos 3.500, según Goodman; o más de 9.000, según el Gobierno, de un total de 14.000 trabajadores), hayan empezado a regresar a las aulas para seguir su lucha frente a los alumnos y no en la calle o en sus casas.

La estrategia de Goodman de correr el arco todo el tiempo tiene, por ahora, cierto apoyo en todas las seccionales de la provincia. Pero la paciencia no es eterna y cuando se agote, alguien deberá hacerse cargo de los daños que la intransigencia gremial le ha causado al sistema educativo.

Endeudados

Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), un centro de pensamiento integrado por jóvenes economistas y sociólogos salidos de la prestigiosa facultad FLACSO, ubicó a Chubut como la “peor de la clase” entre todas las provincias argentinas en cuanto a perfil de deuda.

No es para sorprenderse, ni mucho menos, porque casi nadie le creyó a Arcioni cuando a finales del año pasado sentenció que Chubut era “una de las tres provincias mejor administradas”. Pero la realidad suele ser mucho más dura cuando se la explica con la contundencia que lo hizo el informe del CEPA.

Chubut es la provincia con peor ratio entre endeudamiento e ingresos: debe casi el doble de lo que genera como ingresos; y la deuda total ya supera los $ 65.000 millones.

También estos números deberían ser tenidos en cuenta por los gremios a la hora de reclamar. No se puede sacar agua de las piedras. A lo sumo, racionar lo poco que tenemos, empezar a ordenar un poco los números y postergar los reclamos legítimos para cuando haya un poco más de abundancia.

Lo que el CEPA hizo fue bastante sencillo: comparó la recaudación (considera recursos propios provinciales más coparticipación) con deuda tomada, algo que puede abarcar lo que sucedió en más de un período a cargo de un distrito.

En este sentido, Chubut tiene graves problemas en sus cuentas fiscales y un gasto muy por encima de sus ingresos. Su nivel de endeudamiento representa 1,79 veces el total anual recaudado. ¿En números?: debe $ 65.137 millones pero tiene ingresos por sólo $ 36.314 millones. Para pagar su deuda necesitará casi dos años de recolección de tributos.

Como ya se dijo otras veces en esta misma Columna, el mayor problema de Chubut no es la deuda sino el descontrolado gasto corriente, agravado por los aumentos salariales que se dieron a comienzos de año. Pero el segundo mandato que asumirá en diciembre, a Arcioni no le quedará otro camino que “reperfilar” la deuda, si se permite el neologismo macrista. También habrá que bajar el gasto, por cierto, pero una reestructuración de los vencimientos será más que necesaria para desendeudarse.

Hay ejemplos y ercanos. Alicia Kirchner en Santa Cruz, que fue la provincia que más se desendeudó en los últimos cuatro años, bajando un 40% la relación entre ingresos y emisión de deuda.

Es cierto que la devaluación le vino bien, pero también hay que reconocerle a Alicia que haya conseguido cierto consenso interno para no dar aumentos que no se podían pagar. Exactamente todo lo contrario a lo que hizo el Gobierno de Chubut.

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12 OCT 2019 - 20:54

La crisis de Chubut se hizo incontrolable por cuestiones políticas, económicas y financieras, pero estalló por los aires el día que la paciencia de los chubutenses le dejó paso al hartazgo con el Gobierno provincial, por sus promesas incumplidas, su falta de cintura política y hasta por la soberbia de algunos altos funcionarios que blandieron mangueras con nafta en vez de baldes con agua.

De un tiempo a esta parte, el hartazgo social empezó a cambiar de “culpables”. Nadie cree que el gobernador Mariano Arcioni haya hecho un master en manejo de crisis; ni que sus ministros y funcionarios hayan aprendido a gobernar de un día para el otro; ni mucho menos que los que eran soberbios, ahora hayan dejado de serlo.

Lo que cambió, sobre todo en las últimas semanas, es que buena parte de la sociedad se empezó a cansar de los que montaron sobre el discurso del hartazgo una estrategia gremial que a todas luces se volvió irracional.

Aunque todos gremios estatales siguen reclamando lo que les corresponde a sus afiliados y mantienen sus planes de lucha, la gran mayoría comenzó a bajar el tono público, se sientan a negociar con el Gobierno y tratan de destrabar más que de profundizar las diferencias. ATE (en sus dos versiones), el gremio más importante de trabajadores estatales, es un ejemplo de ello. No bajaron ninguna bandera, pero se bajaron del conflicto permanente.

Sin embargo, los gremios docentes (la ATECh, sobre todo, porque los otros tres –SADOP, SiTraEd y AMET- actúan sólo en sintonía pero casi que ni hablan), han decidido tensar la cuerda al extremo.

Son, sin dudas, los representantes de un sector clave de los trabajadores del Estado y también de la sociedad en general. Casi nunca un reclamo docente estuvo mal visto por el resto de la sociedad. Tampoco hay mucho margen, vale decirlo, para la crítica. Porque cuando alguien osa poner en duda alguna actitud de ciertos docentes, las yugulares de la sociedad quedan rápidamente aprisionadas por las mandíbulas de la corrección política. Al que le quepa el sayo, que lo ponga.

La intransigencia de la ATECh y el tono discursivo de su cara visible, Santiago Goodman, están logrando que cada vez más chubutenses comiencen a destilar su enojo. Y también que muchos docentes (unos 3.500, según Goodman; o más de 9.000, según el Gobierno, de un total de 14.000 trabajadores), hayan empezado a regresar a las aulas para seguir su lucha frente a los alumnos y no en la calle o en sus casas.

La estrategia de Goodman de correr el arco todo el tiempo tiene, por ahora, cierto apoyo en todas las seccionales de la provincia. Pero la paciencia no es eterna y cuando se agote, alguien deberá hacerse cargo de los daños que la intransigencia gremial le ha causado al sistema educativo.

Endeudados

Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), un centro de pensamiento integrado por jóvenes economistas y sociólogos salidos de la prestigiosa facultad FLACSO, ubicó a Chubut como la “peor de la clase” entre todas las provincias argentinas en cuanto a perfil de deuda.

No es para sorprenderse, ni mucho menos, porque casi nadie le creyó a Arcioni cuando a finales del año pasado sentenció que Chubut era “una de las tres provincias mejor administradas”. Pero la realidad suele ser mucho más dura cuando se la explica con la contundencia que lo hizo el informe del CEPA.

Chubut es la provincia con peor ratio entre endeudamiento e ingresos: debe casi el doble de lo que genera como ingresos; y la deuda total ya supera los $ 65.000 millones.

También estos números deberían ser tenidos en cuenta por los gremios a la hora de reclamar. No se puede sacar agua de las piedras. A lo sumo, racionar lo poco que tenemos, empezar a ordenar un poco los números y postergar los reclamos legítimos para cuando haya un poco más de abundancia.

Lo que el CEPA hizo fue bastante sencillo: comparó la recaudación (considera recursos propios provinciales más coparticipación) con deuda tomada, algo que puede abarcar lo que sucedió en más de un período a cargo de un distrito.

En este sentido, Chubut tiene graves problemas en sus cuentas fiscales y un gasto muy por encima de sus ingresos. Su nivel de endeudamiento representa 1,79 veces el total anual recaudado. ¿En números?: debe $ 65.137 millones pero tiene ingresos por sólo $ 36.314 millones. Para pagar su deuda necesitará casi dos años de recolección de tributos.

Como ya se dijo otras veces en esta misma Columna, el mayor problema de Chubut no es la deuda sino el descontrolado gasto corriente, agravado por los aumentos salariales que se dieron a comienzos de año. Pero el segundo mandato que asumirá en diciembre, a Arcioni no le quedará otro camino que “reperfilar” la deuda, si se permite el neologismo macrista. También habrá que bajar el gasto, por cierto, pero una reestructuración de los vencimientos será más que necesaria para desendeudarse.

Hay ejemplos y ercanos. Alicia Kirchner en Santa Cruz, que fue la provincia que más se desendeudó en los últimos cuatro años, bajando un 40% la relación entre ingresos y emisión de deuda.

Es cierto que la devaluación le vino bien, pero también hay que reconocerle a Alicia que haya conseguido cierto consenso interno para no dar aumentos que no se podían pagar. Exactamente todo lo contrario a lo que hizo el Gobierno de Chubut.


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