Luego de la misa concelebrada se compartió una cena a la canasta.
El padre Adrián, es trasladado a la residencia para adultos mayores, que tiene la congregación salesiana en la ciudad de Bahia Blanca, ya que la fragilidad de su salud con sus casi 90 años, así lo amerita.
Mas de 16 años compartió en esta popular parroquia, acompañando a las comunidades cristianas de San Cayetano, Sagrado Corazón, Don Bosco y el mismo templo parroquial. Siempre con actitud alegre, con disposición para visitar las familias, ofreciendo su tarea sacerdotal con generosidad misionera.
Asi se ganó el corazón de cientos y cientos que lo recuerdan con cariño, niños, jovenes y adultos, con quienes siempre tenia un chiste o un trabalenguas para decir, pero también el mazo de cartas, para pasar el rato con el truco o la escoba. Asi vive intensamente su vida consagrada a Dios, en el carisma salesiano que eligió desde adolescente, en su Italia natal.
En su juventud, pidió venir de misionero a la patagonia, tierra de los sueños de San Juan Bosco. Aquí en Argentina se ordenó de Sacerdote de manos del Monseñor Enrique Angelelli, por entonces obispo auxiliar de Córdoba, hoy proclamado beato junto a los mártires riojanos, que en época de la dictadura militar fueron asesinados por causa de la fe y cercanía al pueblo pobre.
Ya en la región sureña, tuvo su paso como párroco o director de distintas obras salesianas en la provincia de Ríso Negro, Neuquén y también Chubut. Antes de su destino en el santuario de la Paz, fue párroco de María Auxiliadora de Rawson donde dejo su huella de ternura.
En la tarde del 5 de Noviembre, solo se escucharon palabras de agradecimiento por su tarea sacerdotal y pastoral, anécdotas vividas y el mismo en su lengua natal, recordó un refran para decir que las lágrimas no tenían lugar.
Luego de la misa concelebrada se compartió una cena a la canasta.
El padre Adrián, es trasladado a la residencia para adultos mayores, que tiene la congregación salesiana en la ciudad de Bahia Blanca, ya que la fragilidad de su salud con sus casi 90 años, así lo amerita.
Mas de 16 años compartió en esta popular parroquia, acompañando a las comunidades cristianas de San Cayetano, Sagrado Corazón, Don Bosco y el mismo templo parroquial. Siempre con actitud alegre, con disposición para visitar las familias, ofreciendo su tarea sacerdotal con generosidad misionera.
Asi se ganó el corazón de cientos y cientos que lo recuerdan con cariño, niños, jovenes y adultos, con quienes siempre tenia un chiste o un trabalenguas para decir, pero también el mazo de cartas, para pasar el rato con el truco o la escoba. Asi vive intensamente su vida consagrada a Dios, en el carisma salesiano que eligió desde adolescente, en su Italia natal.
En su juventud, pidió venir de misionero a la patagonia, tierra de los sueños de San Juan Bosco. Aquí en Argentina se ordenó de Sacerdote de manos del Monseñor Enrique Angelelli, por entonces obispo auxiliar de Córdoba, hoy proclamado beato junto a los mártires riojanos, que en época de la dictadura militar fueron asesinados por causa de la fe y cercanía al pueblo pobre.
Ya en la región sureña, tuvo su paso como párroco o director de distintas obras salesianas en la provincia de Ríso Negro, Neuquén y también Chubut. Antes de su destino en el santuario de la Paz, fue párroco de María Auxiliadora de Rawson donde dejo su huella de ternura.
En la tarde del 5 de Noviembre, solo se escucharon palabras de agradecimiento por su tarea sacerdotal y pastoral, anécdotas vividas y el mismo en su lengua natal, recordó un refran para decir que las lágrimas no tenían lugar.