Opinión / De padres negadores

Una columna sobre Derecho informático.

09 NOV 2019 - 19:40 | Actualizado

Por Guillermo Zamora, especial para Jornada

Se niega por ignorancia, por falta de estudio y quizás porque no, de análisis. Se niega por falta de capacidad para simplificar las cuestiones y también porque no, se niega porque nos gusta creer que tenemos razón aún sin tenerla, me gusta creer, que las circunstancias, las herramientas, las personas son factores determinantes, pero los hechos creo lo son más, en otras palabras los negadores son las personas, no las cosas.-

El Ser Humano parece ser a lo largo de su historia un negador compulsivo, dicho en términos más sencillos, negamos hasta por las dudas, ahora bien, ¿qu{e negamos? Negamos culpas, responsabilidades, hechos que no nos simpatizan, macanas que nos mandamos, siempre, ante la duda decimos no, a veces lo hacemos para salvar nuestro pellejo aún a costa de la imagen que proyectamos, aún a costa de los principios que luego esgrimimos como estandarte de nuestra impoluta moral.

En tiempos de redes sociales, de inmediatez, de desmanejos, de vagancia en los controles, de pseudo derechos, de libertades malentendidas, de padres “cool” o compinches, de adolescentes que adolecen más que nunca su edad y de padres que no se hacen cargo de la suya, estamos en un laberinto con salida pero sin camino hecho, creo, por lo pronto me parece a mi.

Uno o varios/as menores, se les ocurre hacer algo que no está del todo bien, por no decir que está mal, esos/as menores dicen cosas agraviantes (no importa donde, si es en una red social o personalmente) a otro/a menor o adulto, esgrimen estos atacantes (nótese que no digo ya menores) los pseudo derechos mencionados agrediendo con o sin prueba alguna a otro/a menor o adulto, lo lastiman, lo hieren en sus sentimientos y en su honra, lo humillan, lo denigran, le imputan la comisión de un delito, hacen con él un acto vandálico en su moral y psiquis.

Bien, ¿qué sucede con todo esto que les he contado? Sucede que ese otro/a menor o adulto, decide defenderse, pero no lo hace por la misma vía, es decir no es un ojo por ojo, este/a menor o adulto, entiende quizás que la forma de defenderse es por la vía legal, buscando que alguien repare el daño cometido, entonces la pregunta que debe hacerse en este caso es tanto la víctima como su letrado es: ¿Los adultos son responsables por las acciones de sus hijos o menores a su cargo? La respuesta es un gran, simple, directo y concreto ¡SI!

Encuadre Legal:

He oído argumentos del tipo, eso que pasa en la escuela es problema de la escuela, o si pasa en una red social, no pasa, o simplemente, mi hijo no lo hizo, no lo hizo tanto o no lo hizo como dicen que lo hizo, porque como dije al principio, es más fácil negar nuestra responsabilidad que hacernos cargo de lo que nos toca y de lo que no supimos frenar a tiempo como padres o adultos responsables.

El Código Civil y Comercial de la Nación es muy claro en su artículo 1754 que dice: “Hecho de los hijos. Los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.” ¿Que significa esto querido padre/madre? Que hasta que nuestros hijos no son mayores de edad, respondemos por sus actos, que lo que ellos hagan en perjuicio de terceros nos convierte en responsables y deberemos pagar (de la forma que sea) por aquellas acciones que dañen a otro.

¿Se entiende? No importa donde ocurra, no importa el ansia negador que se tenga, importan los hechos, que no son ni buenos ni malos, son hechos, que demuestran el dolor, la impotencia, la humillación, el perjuicio moral y psicológico que esos actos acarreen, si lo necesitan más claro, podemos ponerle lavandina, quedarán decolorados, pero serán hechos, tanto que Ud, padre/madre debe responder por los actos de sus hijos, y que la víctima la pasó mal, sufrió, se sintió morir por dentro.

¿Qué hacer?

Quizás a esta altura y habiendo leído mi criterio respecto a estas situaciones, que recomiendo hacer caiga de maduro, pero igual no está demás que les cuente; estoy en contra de los escraches de quien sea a quien sea, con o sin denuncia, me resisto fervientemente a la justicia por mano propia, a la venganza, el rencor o la inmadurez de decir cualquier cosa por decir en una red social o donde sea, me opongo a que se use esa violencia para combatir otra supuesta violencia, como adultos, como padres, como guías, como responsables de esos humanos formándose, debemos mostrar el camino, debemos hacerle entender a nuestros hijos que sus acciones tienen consecuencias, que no solo pueden dañar al receptor (porque no dudo que esa es la meta del agresor) sino que puede dañar a la propia familia cuando las consecuencias legales vuelvan como un bumerang convertidas en reclamos por daños y perjuicios.-

Debemos ser padres, debemos ser criteriosos, debemos explicarles, por ellos y por nosotros, que determinadas acciones pueden perjudicar a otro, que no siempre lo que nos cuentan es la verdad realizada, que si creemos que el otro a llevado adelante una acción incorrecta, la justicia es la vía, que hay momentos que no podemos ser “cool” o amigos de nuestros hijos, que debemos madurar, ya que ellos todavía no les corresponde que no sirve vivir en la ley de la selva.

Estimado adulto que va por la vida justificándose en la falta de tiempo, la comodidad de creer las mentiras de sus pequeños (y no tan pequeños) de mirar primero su billetera antes de lo que hizo su vástago para solucionar una acción incorrecta del mismo, le juro que entiendo lo importante que Ud es, cuanto le sirve su apellido y que tanto peso tiene en dos cuadras a la redonda, pero permítame un pequeño y modesto consejo, tómese 10 minutos por noche, vea un video con su hijo, pregúntele qué le pasa, escúchelo, piense, reflexione procure entender que lo lleva a ser soberbio, egoísta, abusador, y aprovechador, ahora bien, puede ahorrarse esos 10 minutos y tendrá la respuesta de esto que le menciono.

Conclusión:

Mi conclusión sería algo así: negamos por ignorancia, por falta de estudio y quizás, de análisis, somos negadores por falta de capacidad para simplificar las cuestiones, y también porque no, lo hacemos porque nos gusta creer que tenemos razón aún sin tenerla, todo el tema se reduce, creo, a que el problema no son las cosas son las personas, las herramientas serán nuevas pero los hechos no, nuestros hijos son nuestros hijos, no importa el ámbito donde se muevan, creo, de pronto, me parece que debemos replantearnos como encarar las consecuencias de nuestros actos, incluso por sobre los actos de nuestros hijos, no hace falta una óptica nueva, solo hace falta una fórmula vieja, pensar, entender, aceptar y responder con madurez las consecuencias de sus actos que por cierto son los nuestros también.

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09 NOV 2019 - 19:40

Por Guillermo Zamora, especial para Jornada

Se niega por ignorancia, por falta de estudio y quizás porque no, de análisis. Se niega por falta de capacidad para simplificar las cuestiones y también porque no, se niega porque nos gusta creer que tenemos razón aún sin tenerla, me gusta creer, que las circunstancias, las herramientas, las personas son factores determinantes, pero los hechos creo lo son más, en otras palabras los negadores son las personas, no las cosas.-

El Ser Humano parece ser a lo largo de su historia un negador compulsivo, dicho en términos más sencillos, negamos hasta por las dudas, ahora bien, ¿qu{e negamos? Negamos culpas, responsabilidades, hechos que no nos simpatizan, macanas que nos mandamos, siempre, ante la duda decimos no, a veces lo hacemos para salvar nuestro pellejo aún a costa de la imagen que proyectamos, aún a costa de los principios que luego esgrimimos como estandarte de nuestra impoluta moral.

En tiempos de redes sociales, de inmediatez, de desmanejos, de vagancia en los controles, de pseudo derechos, de libertades malentendidas, de padres “cool” o compinches, de adolescentes que adolecen más que nunca su edad y de padres que no se hacen cargo de la suya, estamos en un laberinto con salida pero sin camino hecho, creo, por lo pronto me parece a mi.

Uno o varios/as menores, se les ocurre hacer algo que no está del todo bien, por no decir que está mal, esos/as menores dicen cosas agraviantes (no importa donde, si es en una red social o personalmente) a otro/a menor o adulto, esgrimen estos atacantes (nótese que no digo ya menores) los pseudo derechos mencionados agrediendo con o sin prueba alguna a otro/a menor o adulto, lo lastiman, lo hieren en sus sentimientos y en su honra, lo humillan, lo denigran, le imputan la comisión de un delito, hacen con él un acto vandálico en su moral y psiquis.

Bien, ¿qué sucede con todo esto que les he contado? Sucede que ese otro/a menor o adulto, decide defenderse, pero no lo hace por la misma vía, es decir no es un ojo por ojo, este/a menor o adulto, entiende quizás que la forma de defenderse es por la vía legal, buscando que alguien repare el daño cometido, entonces la pregunta que debe hacerse en este caso es tanto la víctima como su letrado es: ¿Los adultos son responsables por las acciones de sus hijos o menores a su cargo? La respuesta es un gran, simple, directo y concreto ¡SI!

Encuadre Legal:

He oído argumentos del tipo, eso que pasa en la escuela es problema de la escuela, o si pasa en una red social, no pasa, o simplemente, mi hijo no lo hizo, no lo hizo tanto o no lo hizo como dicen que lo hizo, porque como dije al principio, es más fácil negar nuestra responsabilidad que hacernos cargo de lo que nos toca y de lo que no supimos frenar a tiempo como padres o adultos responsables.

El Código Civil y Comercial de la Nación es muy claro en su artículo 1754 que dice: “Hecho de los hijos. Los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.” ¿Que significa esto querido padre/madre? Que hasta que nuestros hijos no son mayores de edad, respondemos por sus actos, que lo que ellos hagan en perjuicio de terceros nos convierte en responsables y deberemos pagar (de la forma que sea) por aquellas acciones que dañen a otro.

¿Se entiende? No importa donde ocurra, no importa el ansia negador que se tenga, importan los hechos, que no son ni buenos ni malos, son hechos, que demuestran el dolor, la impotencia, la humillación, el perjuicio moral y psicológico que esos actos acarreen, si lo necesitan más claro, podemos ponerle lavandina, quedarán decolorados, pero serán hechos, tanto que Ud, padre/madre debe responder por los actos de sus hijos, y que la víctima la pasó mal, sufrió, se sintió morir por dentro.

¿Qué hacer?

Quizás a esta altura y habiendo leído mi criterio respecto a estas situaciones, que recomiendo hacer caiga de maduro, pero igual no está demás que les cuente; estoy en contra de los escraches de quien sea a quien sea, con o sin denuncia, me resisto fervientemente a la justicia por mano propia, a la venganza, el rencor o la inmadurez de decir cualquier cosa por decir en una red social o donde sea, me opongo a que se use esa violencia para combatir otra supuesta violencia, como adultos, como padres, como guías, como responsables de esos humanos formándose, debemos mostrar el camino, debemos hacerle entender a nuestros hijos que sus acciones tienen consecuencias, que no solo pueden dañar al receptor (porque no dudo que esa es la meta del agresor) sino que puede dañar a la propia familia cuando las consecuencias legales vuelvan como un bumerang convertidas en reclamos por daños y perjuicios.-

Debemos ser padres, debemos ser criteriosos, debemos explicarles, por ellos y por nosotros, que determinadas acciones pueden perjudicar a otro, que no siempre lo que nos cuentan es la verdad realizada, que si creemos que el otro a llevado adelante una acción incorrecta, la justicia es la vía, que hay momentos que no podemos ser “cool” o amigos de nuestros hijos, que debemos madurar, ya que ellos todavía no les corresponde que no sirve vivir en la ley de la selva.

Estimado adulto que va por la vida justificándose en la falta de tiempo, la comodidad de creer las mentiras de sus pequeños (y no tan pequeños) de mirar primero su billetera antes de lo que hizo su vástago para solucionar una acción incorrecta del mismo, le juro que entiendo lo importante que Ud es, cuanto le sirve su apellido y que tanto peso tiene en dos cuadras a la redonda, pero permítame un pequeño y modesto consejo, tómese 10 minutos por noche, vea un video con su hijo, pregúntele qué le pasa, escúchelo, piense, reflexione procure entender que lo lleva a ser soberbio, egoísta, abusador, y aprovechador, ahora bien, puede ahorrarse esos 10 minutos y tendrá la respuesta de esto que le menciono.

Conclusión:

Mi conclusión sería algo así: negamos por ignorancia, por falta de estudio y quizás, de análisis, somos negadores por falta de capacidad para simplificar las cuestiones, y también porque no, lo hacemos porque nos gusta creer que tenemos razón aún sin tenerla, todo el tema se reduce, creo, a que el problema no son las cosas son las personas, las herramientas serán nuevas pero los hechos no, nuestros hijos son nuestros hijos, no importa el ámbito donde se muevan, creo, de pronto, me parece que debemos replantearnos como encarar las consecuencias de nuestros actos, incluso por sobre los actos de nuestros hijos, no hace falta una óptica nueva, solo hace falta una fórmula vieja, pensar, entender, aceptar y responder con madurez las consecuencias de sus actos que por cierto son los nuestros también.


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