Editorial / Si se repiten los errores nunca se puede esperar que los resultados sean distintos

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09 NOV 2019 - 19:54 | Actualizado

La calma es la virtud de los fuertes, dice un viejo proverbio que nunca podría ser aplicado para explicar los dos años de gobierno de Mariano Arcioni. No hubo nunca la calma suficiente para que la gestión arranque y se desarrolle, y mucho menos para llevar las riendas y tomar decisiones.

En este tiempo apenas si hubo un pequeño “veranito” que alcanzó para convertir a Arcioni en un candidato potable para el electorado, comparado con la pobreza ideológica de Carlos Linares.

Es verdad que el trauma político que generó la muerte de Mario Das Neves todavía se sigue procesando y tampoco se puede soslayar que la coyuntura política y económica que creó Mauricio Macri junto al “mejor equipo de los últimos 50 años” terminó por detonar la crisis chubutense. Pero tampoco hay que olvidarse que esa crisis se venía gestando puertas adentro de Chubut desde algún tiempo antes.

Todos esos atenuantes, sin embargo, no exculpan a este Gobierno de haber cometido sistemáticamente los mismos errores, aunque curiosamente esperando que los resultados sean distintos.

Descoordinación

El poco feliz final que tuvo Federico Massoni como ministro coordinador era esperable para casi todos menos para las entrañas del propio Gobierno, en donde varios –también el propio Massoni, digamos todo- parecieron creerse el mito del superhéroe que no le tenía miedo a nada y terminaron apurando la incineración de un funcionario que podría haber cumplido un mejor rol en un área con menos exposición y sin tanta responsabilidad política. Massoni tiene el cuero duro pero tampoco es de amianto.

Su salida hizo acordar a la de otro que no se ponía colorado para decir las cosas más brutales, como Sergio Mammarelli, el primer ministro coordinador de Arcioni, que sin embargo terminó yéndose porque la gente quiere que les digan la verdad pero no de manera tan brutal y desconsiderada.

En el medio, el comodorense Marcial Paz estuvo algo más de trece meses a cargo de Coordinación (Mammarelli llegó a seis y Massoni estuvo apenas cuatro), pero su gestión fue tan grisácea que ya nadie la recuerda.

Es verdad que a Arcioni nunca le sobraron opciones para echar mano a la hora de elegir funcionarios, sobre todo para cargos relevantes, pero también acertó muy poco.

Inclusive, se cometieron y se siguen cometiendo errores garrafales, como por ejemplo la más reciente: anunciar el viernes la designación de Andrés Meiszner como ministro de Educación, sin reparar que el actual secretario de Trabajo apenas tiene dos años de residencia legal en Chubut, cuando la Constitución exige no menos de cuatro años.

Meiszner no será ministro de Educación obvio está, y ahora buscan un reemplazante para una cartera clave que debe destrabar un conflicto que ya lleva 16 semanas sin resolverse. Aunque otros dicen que podría ser subsecretario “a cargo”.

Nafta al fuego

El jueves, cuando el gobernador regresaba a Rawson por la tarde no podía creer el desmadre en el que se había convertido la capital provincial por la falta de tacto de Massoni y de algunos jefes policiales, que convirtieron un acto más de los docentes en un trampolín de relanzamiento de un paro docente que ya tenía más críticos que adeptos.

Antes de llegar a Rawson, el celular del gobernador sonó y del otro lado estaba Roberto Baradel, el secretario general del SUTEBA, el mayor referente del sindicalismo docente de la Argentina. Baradel y Arcioni tienen una relación muy razonable porque se han cruzado varias veces en estos últimos tiempos en los actos del Frente de Todos, acompañando la candidatura de Alberto Fernández.

El sindicalista le pidió en esa conversación que eche a Massoni y que convoque a una mesa de diálogo. También se comprometió con el gobernador a hacer gestiones para bajar los decibles de Santiago Goodman, el líder de la ATECh que fue detenido de manera ilegal el jueves y liberado tres horas después.

Arcioni ya cumplió su parte. Lo de Baradel está por verse. Mañana a las 18, los gremios docentes fueron convocados a una reunión con el Gobierno. Ya sin Massoni en funciones, con cronograma de sueldos confirmado y con la promesa de que se devolverán los descuentos mal realizados, habría condiciones para que la relación deje de ser un diálogo de sordos.

El factor Sastre

La idea de Arcioni y el pequeño entorno que lo secunda cuando hay que tomar decisiones importantes, de tentar a Ricardo Sastre para que asuma como ministro coordinador, terminó naufragando porque, entre otras cosas, fue filtrada a algunos periodistas antes de que el madrynense siquiera la haya consultado con sus íntimos.

Apurar a su vicegobernador electo por las redes sociales fue una mala idea y el propio Sastre viajó el viernes al mediodía desde Puerto Madryn para explicarle al gobernador por qué no era adecuado tomar esta brasa caliente a un mes de tener que asumir como vicegobernador y presidente de la Legislatura.

Sastre está pensando en un plan de gobierno junto Arcioni a cuatro años y el gobernador ni siquiera sabe cómo va a pagar los sueldos de noviembre.

En esa reunión realizada en Rawson –en la que también estuvieron Adrián Maderna y Gustavo Sastre- sonaron nombres que últimamente siempre suenan a la hora de alguna definición importante. Pero todos fueron descartados por el propio Arcioni por motivos distintos.

La reunión duró apenas veinte minutos y nadie se fue contento. Quedaron en seguir charlando durante el fin de semana pero da toda la sensación de que la pelota quedó del lado del mandatario provincial.

A Arcioni no le quedan muchas opciones pero el “no se deja ayudar” volvió a sonar fuerte en los círculos políticos en donde el mandatario suele ir a abrevar pero después termina preso de su habitual desconfianza. Así fue casi todo su mandato.

El tren fantasma

La gira mágica y misteriosa que la enfrentada dirigencia peronista de Chubut realizó esta semana por Buenos Aires para lograr la bendición del presidente del PJ a nivel nacional, José Luis Gioja, fue otro de los temas que dejó la semana política chubutense.

Haber sido convocados primero dejó muy satisfechos a los disidentes, entre los que se encuentran los hermanos Sastre y el intendente Maderna, que pasaron de ser echados por el PJ Chubut a sacarse fotos con Gioja el martes pasado.

Como si no se cansara de las derrotas, el presidente de facto del PJ Chubut, Ricardo Mutio, encabezó sonriente una delegación de dirigentes (“el tren fantasma”, le puso un importante dirigente del PJ que no está alineado con ninguno de los dos sectores), a los que pareciera no importarles llegar un día tarde a esa foto.

Hablando de foto, precisamente, llamó la atención la poca cantidad de elecciones ganadas que había en la imagen de Gioja con Mutio y compañía: César Gustavo Mac Karthy, Florencia Papaiani, José Arrechea, Omar Burgoa, el sindicalista Luis Núñez y Norberto Yauhar, entre otros. De la docena de dirigentes que posaron sonrientes, apenas uno puede decir que este año ganó algo en las urnas: Dante Bowen, el jefe comunal de Dolavon.

Inclusive, algún memorioso que nunca falta recordó que la última elección que ganó Mac Karthy fue en 2011 como vicegobernador de Martín Buzzi y en la boleta del Modelo Chubut, el frente dasnevista que derrotó al peronismo.

Las paradojas peronistas suelen ser muy ingratas.

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09 NOV 2019 - 19:54

La calma es la virtud de los fuertes, dice un viejo proverbio que nunca podría ser aplicado para explicar los dos años de gobierno de Mariano Arcioni. No hubo nunca la calma suficiente para que la gestión arranque y se desarrolle, y mucho menos para llevar las riendas y tomar decisiones.

En este tiempo apenas si hubo un pequeño “veranito” que alcanzó para convertir a Arcioni en un candidato potable para el electorado, comparado con la pobreza ideológica de Carlos Linares.

Es verdad que el trauma político que generó la muerte de Mario Das Neves todavía se sigue procesando y tampoco se puede soslayar que la coyuntura política y económica que creó Mauricio Macri junto al “mejor equipo de los últimos 50 años” terminó por detonar la crisis chubutense. Pero tampoco hay que olvidarse que esa crisis se venía gestando puertas adentro de Chubut desde algún tiempo antes.

Todos esos atenuantes, sin embargo, no exculpan a este Gobierno de haber cometido sistemáticamente los mismos errores, aunque curiosamente esperando que los resultados sean distintos.

Descoordinación

El poco feliz final que tuvo Federico Massoni como ministro coordinador era esperable para casi todos menos para las entrañas del propio Gobierno, en donde varios –también el propio Massoni, digamos todo- parecieron creerse el mito del superhéroe que no le tenía miedo a nada y terminaron apurando la incineración de un funcionario que podría haber cumplido un mejor rol en un área con menos exposición y sin tanta responsabilidad política. Massoni tiene el cuero duro pero tampoco es de amianto.

Su salida hizo acordar a la de otro que no se ponía colorado para decir las cosas más brutales, como Sergio Mammarelli, el primer ministro coordinador de Arcioni, que sin embargo terminó yéndose porque la gente quiere que les digan la verdad pero no de manera tan brutal y desconsiderada.

En el medio, el comodorense Marcial Paz estuvo algo más de trece meses a cargo de Coordinación (Mammarelli llegó a seis y Massoni estuvo apenas cuatro), pero su gestión fue tan grisácea que ya nadie la recuerda.

Es verdad que a Arcioni nunca le sobraron opciones para echar mano a la hora de elegir funcionarios, sobre todo para cargos relevantes, pero también acertó muy poco.

Inclusive, se cometieron y se siguen cometiendo errores garrafales, como por ejemplo la más reciente: anunciar el viernes la designación de Andrés Meiszner como ministro de Educación, sin reparar que el actual secretario de Trabajo apenas tiene dos años de residencia legal en Chubut, cuando la Constitución exige no menos de cuatro años.

Meiszner no será ministro de Educación obvio está, y ahora buscan un reemplazante para una cartera clave que debe destrabar un conflicto que ya lleva 16 semanas sin resolverse. Aunque otros dicen que podría ser subsecretario “a cargo”.

Nafta al fuego

El jueves, cuando el gobernador regresaba a Rawson por la tarde no podía creer el desmadre en el que se había convertido la capital provincial por la falta de tacto de Massoni y de algunos jefes policiales, que convirtieron un acto más de los docentes en un trampolín de relanzamiento de un paro docente que ya tenía más críticos que adeptos.

Antes de llegar a Rawson, el celular del gobernador sonó y del otro lado estaba Roberto Baradel, el secretario general del SUTEBA, el mayor referente del sindicalismo docente de la Argentina. Baradel y Arcioni tienen una relación muy razonable porque se han cruzado varias veces en estos últimos tiempos en los actos del Frente de Todos, acompañando la candidatura de Alberto Fernández.

El sindicalista le pidió en esa conversación que eche a Massoni y que convoque a una mesa de diálogo. También se comprometió con el gobernador a hacer gestiones para bajar los decibles de Santiago Goodman, el líder de la ATECh que fue detenido de manera ilegal el jueves y liberado tres horas después.

Arcioni ya cumplió su parte. Lo de Baradel está por verse. Mañana a las 18, los gremios docentes fueron convocados a una reunión con el Gobierno. Ya sin Massoni en funciones, con cronograma de sueldos confirmado y con la promesa de que se devolverán los descuentos mal realizados, habría condiciones para que la relación deje de ser un diálogo de sordos.

El factor Sastre

La idea de Arcioni y el pequeño entorno que lo secunda cuando hay que tomar decisiones importantes, de tentar a Ricardo Sastre para que asuma como ministro coordinador, terminó naufragando porque, entre otras cosas, fue filtrada a algunos periodistas antes de que el madrynense siquiera la haya consultado con sus íntimos.

Apurar a su vicegobernador electo por las redes sociales fue una mala idea y el propio Sastre viajó el viernes al mediodía desde Puerto Madryn para explicarle al gobernador por qué no era adecuado tomar esta brasa caliente a un mes de tener que asumir como vicegobernador y presidente de la Legislatura.

Sastre está pensando en un plan de gobierno junto Arcioni a cuatro años y el gobernador ni siquiera sabe cómo va a pagar los sueldos de noviembre.

En esa reunión realizada en Rawson –en la que también estuvieron Adrián Maderna y Gustavo Sastre- sonaron nombres que últimamente siempre suenan a la hora de alguna definición importante. Pero todos fueron descartados por el propio Arcioni por motivos distintos.

La reunión duró apenas veinte minutos y nadie se fue contento. Quedaron en seguir charlando durante el fin de semana pero da toda la sensación de que la pelota quedó del lado del mandatario provincial.

A Arcioni no le quedan muchas opciones pero el “no se deja ayudar” volvió a sonar fuerte en los círculos políticos en donde el mandatario suele ir a abrevar pero después termina preso de su habitual desconfianza. Así fue casi todo su mandato.

El tren fantasma

La gira mágica y misteriosa que la enfrentada dirigencia peronista de Chubut realizó esta semana por Buenos Aires para lograr la bendición del presidente del PJ a nivel nacional, José Luis Gioja, fue otro de los temas que dejó la semana política chubutense.

Haber sido convocados primero dejó muy satisfechos a los disidentes, entre los que se encuentran los hermanos Sastre y el intendente Maderna, que pasaron de ser echados por el PJ Chubut a sacarse fotos con Gioja el martes pasado.

Como si no se cansara de las derrotas, el presidente de facto del PJ Chubut, Ricardo Mutio, encabezó sonriente una delegación de dirigentes (“el tren fantasma”, le puso un importante dirigente del PJ que no está alineado con ninguno de los dos sectores), a los que pareciera no importarles llegar un día tarde a esa foto.

Hablando de foto, precisamente, llamó la atención la poca cantidad de elecciones ganadas que había en la imagen de Gioja con Mutio y compañía: César Gustavo Mac Karthy, Florencia Papaiani, José Arrechea, Omar Burgoa, el sindicalista Luis Núñez y Norberto Yauhar, entre otros. De la docena de dirigentes que posaron sonrientes, apenas uno puede decir que este año ganó algo en las urnas: Dante Bowen, el jefe comunal de Dolavon.

Inclusive, algún memorioso que nunca falta recordó que la última elección que ganó Mac Karthy fue en 2011 como vicegobernador de Martín Buzzi y en la boleta del Modelo Chubut, el frente dasnevista que derrotó al peronismo.

Las paradojas peronistas suelen ser muy ingratas.


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