Lo condenaron por violar a su hijo y lo liberaron porque el chico mintió

El hombre fue sentenciado en julio. El menor aseguró que el abuso ocurrió en la casa paterna. Pero una pericia psicológica consideró su relato “cargado de contradicciones e imprecisiones”. La defensa probó que a la hora del presunto episodio, en realidad el chico estaba en casa de un amigo.

24 NOV 2019 - 19:34 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

La Cámara Penal de Trelew absolvió y liberó de la cárcel a un sujeto que había sido condenado a 9 años de prisión por abuso sexual agravado por acceso carnal de su hijo. A la sentencia unánime la firmaron Roberto Barrios, Alejandro Defranco y Hernán Dal Verme. En una sentencia emitida en julio, los jueces de primera instancia Ivana González y Gustavo Castro habían votado por la culpabilidad. César Zaratiegui, en minoría, lo había exculpado.

El nene relató que la noche del 9 de mayo de 2017 se quedó a dormir en el domicilio de su padre, en el pasaje La Rioja. Tenía 13 años. El sujeto se metió en su cama, lo manoseó, le bajó el pantalón corto y abusó de él tapándole la boca para que no gritara. Eran las 21.

El voto de Defranco detectó “notorias contradicciones” en la declaración del chico en Cámara Gesell. La defensa sostuvo que a la hora del presunto abuso en realidad el menor estaba en casa de un amigo. Lo habían visto por última vez a las 18. Como no aparecía se organizó una búsqueda por Facebook de la que participó la Policía y varios amigos y familiares, incluido su padre, al que luego acusó. Aportaron las capturas de pantalla.

“Poca credibilidad”

La psicóloga forense que entrevistó a la víctima y elaboró el informe psicodiagnóstico advirtió que el chico tenía “muchísimos indicadores” de abuso sexual pero también que su relato “se encuentra cargado de contradicciones e imprecisiones importantes, por lo cual es de poca credibilidad”.

No había coincidencia entre sus síntomas y lo que contaba. “Lo que se ve en la evaluación es traumático, es sexual, es intrusivo, pero no es lo que el chico contó”.

El menor todavía mostraba stress post traumático. Para la experta fue víctima de un abuso crónico y no de un solo episodio aislado. “La víctima pudo haber naturalizado los varios ataques y no este ataque, debido a la gravedad, por tal razón puede ser que no pueda o no quiera contar otras situaciones”.

“No contó todo”

Para la licenciada, “fue un relato confuso, que le cuesta ordenar temporalmente (…) Es no creíble”.

El chico negó abusos previos. “Hay un hueco entre lo que le pasó realmente y lo que relató, sea porque es otra situación, porque no contó todo lo que le sucedió. Lo que dice no es lo que veo en la evaluación. Lo que dice que sucedió puede haber sucedido pero tuvo que haber sucedido otra cosa, si no, no tengo estos síntomas”.

La Cámara, al revisar el primer fallo, coincidió con el voto de Zaratiegui, para quien el relato del chico está plagado de contradicciones. Por ejemplo, no se explica que un niño de 13 años se quede dormido luego de un ataque que definió como “muy violento” que le causó dolores por varios días.

Primero contó que de la escuela fue a casa de su padre. Y tras el abuso a casa de un amigo, cuando comienzan a buscarlo. Pero cuando quien preguntó fue la defensa, cambió el relato: en realidad fue de la escuela a casa de su madre, se bañó y partió a almorzar con su padre.

El chico refirió que el abuso fue un sábado. Pero el 9 de mayo de 2017 fue martes. “Si lo buscaban desde las 18, a las 21, hora que habría sido abusado, no podía estar en la vivienda del padre, porque si no el hallazgo hubiera sido muy sencillo de finalizar, bastaba con ir a la vivienda del padre”, cuestionó el fallo.

La fiscal Carolina Marín en su acusación contra el padre no explicó la coincidencia entre la fecha del abuso y la de la búsqueda del niño, lo que haría imposible la imputación.

Preguntas

“¿Es posible basar una condena a partir de un testimonio que no puede superar el test de credibilidad?, ¿es posible admitir que se acreditó un hecho distinto al que se refirió la víctima? La respuesta negativa, por obvia, se impone”, escribió Defranco.

El mejor amigo de la víctima declaró que el chico le había contado sobre un abuso. Pero lo que le confió ocurrió entre que terminó 6º grado y comenzó 1º año del secundario. O sea, varios meses antes de mayo de 2017.

El escrito de apertura de investigación habla de agosto; el chico dijo enero y luego agosto; la acusación se sitúa en mayo. Nadie explicó estos cambios de mes. “Luego de repasar toda la prueba, en particular la declaración del niño y las pericias, surge diáfano que la imputación fue más que deficiente”.

Está verificado que el joven sufrió un abuso crónico que dejó efectos graves en su psiquis. Pero Fiscalía acusó por un solo hecho, que si bien podría coincidir con los síntomas, no puede detallarse por falta de credibilidad de su víctima.

Toda la investigación insistió con su teoría “pese a la categórica constatación, a través de las capturas de pantalla y la declaración del niño y su tía, de que ese único hecho no era ni por asomo capaz de ser verosímil”. No es real que toda su familia lo haya buscado hasta las 23 y que tras ser hallado y después de sufrir un ataque sexual de su padre, se quedó a dormir con él.

El camarista Barrios, en su voto, consideró que el problema del caso fueron las “innumerables contradicciones e imprecisiones” del testimonio de la víctima. Relató un episodio único de violación pero sus síntomas son de varios abusos y de larga data.

Fiscalía tuvo dos opciones: acusar por un hecho y probarlo con el testimonio del menor, o por un abuso crónico y sustentarlo en pericias. “Optó por la primera alternativa pero no se hizo cargo de los dictámenes psicológicos y médicos que lo ponían en jaque”.

La psicóloga dijo que el chico pudo ocultar información, como otros posibles abusos de otras personas. “La declaración del menor fue compleja, dijo menos de lo que le pasó, y lo que dijo es confuso, contradictorio y no creíble”.

“El niño contó una mentira con partes de verdades: le pasó muchas veces, muchas cosas, posiblemente con el papá y/o con otras personas. Que haya construido una mentira con verdades no torna al hecho en verídico. De ahí lo crudo de decir que su relato concreto no es creíble”, insistió Barrios.

“El niño contó lo que pudo, como pudo, y cuando pudo; con vergüenza porque se refiere a su sexualidad, y de seguro con dolor, porque se refiere a su padre”, agregó el camarista. Cuando su versión se mide con las pericias psicológicas y médicas, “no sostiene ni justifica la condena”.

Secuencia

El juez Dal Verme reconstruyó la presunta secuencia que contó el chico: de clases fue a la casa de su padre. Salió a jugar a la pelota y al volver se acostó, cansado. Entonces ocurre el abuso. Se quedó dormido, lo despertó su hermano menor y cerca de las 21 fue a la casa de un amigo sin permiso y sin decirle a nadie. Lo salieran a buscar parientes, amigos, Policía y su propio padre. Lo halló su hermana a las 23 cuando regresaba a la casa de su papá, donde se quedó a dormir.

Pero de acuerdo a las capturas de pantalla de Facebook, tras salir del trabajo el imputado comenzó a buscar al niño cuando salió de la escuela. Eran las 18, no las 21. El niño no apareció en su casa hasta las 23. Las tres horas de diferencia “debieron alertar sobre la complejidad del caso y la necesidad de profundizar la pesquisa para determinar si ambos sucesos ocurrieron el mismo día”.

La fiscal prefirió no interrogar familiares para precisar el episodio y sus horarios. “Habrá tenido sus razones para no hacerlo pero el costo que asumió fue mantener un velo de duda”, deslizó el camarista.

Duda razonable

Si un relato tiene fisuras, la duda debe operar a favor del imputado “por más grave y repudiable que pueda resultar la conducta”.

“La versión del niño es incoherente. No se sabe cómo comenzó la búsqueda. Si abusó de él, ¿su propio padre difundió la desaparición? Nada se probó. ¿Por qué participó tanta gente si sólo se ausentó por dos horas? ¿Por qué razón tanta preocupación si, al parecer, los hermanos de la víctima, iban y venían a la del padre por su cuenta?”.

Si el relato tiene “inconsistencias”, es posible que otros tramos sean sido inventados. “No puede obviarse la posibilidad de que la víctima hubiera sindicado al padre como autor, cuando en realidad los hechos pudieron ser perpetrados por otro integrante de la familia, tan o más próximo en los afectos del niño”.#

“A mi hijo lo puedomirar de frente”

El padre de la víctima e imputado declaró: “Sería incapaz de cometer ese hecho, realmente, más con mis hijos, tanto que viví dos años solo con ellos cuando mi mujer se fue del hogar, me abandonó y los crié, les saqué los pañales (…) Este año fue bastante complicado, pagando algo que no tengo nada que ver. Nunca se me pasó por la mente. Recibí al nene y lo abracé delante de muchísima gente que lo buscó. A las 21 le mandé un mensaje a la madre y me dijo ´Vengo del gimnasio, el nene debe estar por ahí´. Me atengo a lo que la justicia quiere pero a mi hijo lo puedo mirar de frente. Mis hijos no me pueden reprochar nada. Únicamente quiero ser feliz, nada más. Muchísimas gracias y mil disculpas”.

Las más leídas

24 NOV 2019 - 19:34

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

La Cámara Penal de Trelew absolvió y liberó de la cárcel a un sujeto que había sido condenado a 9 años de prisión por abuso sexual agravado por acceso carnal de su hijo. A la sentencia unánime la firmaron Roberto Barrios, Alejandro Defranco y Hernán Dal Verme. En una sentencia emitida en julio, los jueces de primera instancia Ivana González y Gustavo Castro habían votado por la culpabilidad. César Zaratiegui, en minoría, lo había exculpado.

El nene relató que la noche del 9 de mayo de 2017 se quedó a dormir en el domicilio de su padre, en el pasaje La Rioja. Tenía 13 años. El sujeto se metió en su cama, lo manoseó, le bajó el pantalón corto y abusó de él tapándole la boca para que no gritara. Eran las 21.

El voto de Defranco detectó “notorias contradicciones” en la declaración del chico en Cámara Gesell. La defensa sostuvo que a la hora del presunto abuso en realidad el menor estaba en casa de un amigo. Lo habían visto por última vez a las 18. Como no aparecía se organizó una búsqueda por Facebook de la que participó la Policía y varios amigos y familiares, incluido su padre, al que luego acusó. Aportaron las capturas de pantalla.

“Poca credibilidad”

La psicóloga forense que entrevistó a la víctima y elaboró el informe psicodiagnóstico advirtió que el chico tenía “muchísimos indicadores” de abuso sexual pero también que su relato “se encuentra cargado de contradicciones e imprecisiones importantes, por lo cual es de poca credibilidad”.

No había coincidencia entre sus síntomas y lo que contaba. “Lo que se ve en la evaluación es traumático, es sexual, es intrusivo, pero no es lo que el chico contó”.

El menor todavía mostraba stress post traumático. Para la experta fue víctima de un abuso crónico y no de un solo episodio aislado. “La víctima pudo haber naturalizado los varios ataques y no este ataque, debido a la gravedad, por tal razón puede ser que no pueda o no quiera contar otras situaciones”.

“No contó todo”

Para la licenciada, “fue un relato confuso, que le cuesta ordenar temporalmente (…) Es no creíble”.

El chico negó abusos previos. “Hay un hueco entre lo que le pasó realmente y lo que relató, sea porque es otra situación, porque no contó todo lo que le sucedió. Lo que dice no es lo que veo en la evaluación. Lo que dice que sucedió puede haber sucedido pero tuvo que haber sucedido otra cosa, si no, no tengo estos síntomas”.

La Cámara, al revisar el primer fallo, coincidió con el voto de Zaratiegui, para quien el relato del chico está plagado de contradicciones. Por ejemplo, no se explica que un niño de 13 años se quede dormido luego de un ataque que definió como “muy violento” que le causó dolores por varios días.

Primero contó que de la escuela fue a casa de su padre. Y tras el abuso a casa de un amigo, cuando comienzan a buscarlo. Pero cuando quien preguntó fue la defensa, cambió el relato: en realidad fue de la escuela a casa de su madre, se bañó y partió a almorzar con su padre.

El chico refirió que el abuso fue un sábado. Pero el 9 de mayo de 2017 fue martes. “Si lo buscaban desde las 18, a las 21, hora que habría sido abusado, no podía estar en la vivienda del padre, porque si no el hallazgo hubiera sido muy sencillo de finalizar, bastaba con ir a la vivienda del padre”, cuestionó el fallo.

La fiscal Carolina Marín en su acusación contra el padre no explicó la coincidencia entre la fecha del abuso y la de la búsqueda del niño, lo que haría imposible la imputación.

Preguntas

“¿Es posible basar una condena a partir de un testimonio que no puede superar el test de credibilidad?, ¿es posible admitir que se acreditó un hecho distinto al que se refirió la víctima? La respuesta negativa, por obvia, se impone”, escribió Defranco.

El mejor amigo de la víctima declaró que el chico le había contado sobre un abuso. Pero lo que le confió ocurrió entre que terminó 6º grado y comenzó 1º año del secundario. O sea, varios meses antes de mayo de 2017.

El escrito de apertura de investigación habla de agosto; el chico dijo enero y luego agosto; la acusación se sitúa en mayo. Nadie explicó estos cambios de mes. “Luego de repasar toda la prueba, en particular la declaración del niño y las pericias, surge diáfano que la imputación fue más que deficiente”.

Está verificado que el joven sufrió un abuso crónico que dejó efectos graves en su psiquis. Pero Fiscalía acusó por un solo hecho, que si bien podría coincidir con los síntomas, no puede detallarse por falta de credibilidad de su víctima.

Toda la investigación insistió con su teoría “pese a la categórica constatación, a través de las capturas de pantalla y la declaración del niño y su tía, de que ese único hecho no era ni por asomo capaz de ser verosímil”. No es real que toda su familia lo haya buscado hasta las 23 y que tras ser hallado y después de sufrir un ataque sexual de su padre, se quedó a dormir con él.

El camarista Barrios, en su voto, consideró que el problema del caso fueron las “innumerables contradicciones e imprecisiones” del testimonio de la víctima. Relató un episodio único de violación pero sus síntomas son de varios abusos y de larga data.

Fiscalía tuvo dos opciones: acusar por un hecho y probarlo con el testimonio del menor, o por un abuso crónico y sustentarlo en pericias. “Optó por la primera alternativa pero no se hizo cargo de los dictámenes psicológicos y médicos que lo ponían en jaque”.

La psicóloga dijo que el chico pudo ocultar información, como otros posibles abusos de otras personas. “La declaración del menor fue compleja, dijo menos de lo que le pasó, y lo que dijo es confuso, contradictorio y no creíble”.

“El niño contó una mentira con partes de verdades: le pasó muchas veces, muchas cosas, posiblemente con el papá y/o con otras personas. Que haya construido una mentira con verdades no torna al hecho en verídico. De ahí lo crudo de decir que su relato concreto no es creíble”, insistió Barrios.

“El niño contó lo que pudo, como pudo, y cuando pudo; con vergüenza porque se refiere a su sexualidad, y de seguro con dolor, porque se refiere a su padre”, agregó el camarista. Cuando su versión se mide con las pericias psicológicas y médicas, “no sostiene ni justifica la condena”.

Secuencia

El juez Dal Verme reconstruyó la presunta secuencia que contó el chico: de clases fue a la casa de su padre. Salió a jugar a la pelota y al volver se acostó, cansado. Entonces ocurre el abuso. Se quedó dormido, lo despertó su hermano menor y cerca de las 21 fue a la casa de un amigo sin permiso y sin decirle a nadie. Lo salieran a buscar parientes, amigos, Policía y su propio padre. Lo halló su hermana a las 23 cuando regresaba a la casa de su papá, donde se quedó a dormir.

Pero de acuerdo a las capturas de pantalla de Facebook, tras salir del trabajo el imputado comenzó a buscar al niño cuando salió de la escuela. Eran las 18, no las 21. El niño no apareció en su casa hasta las 23. Las tres horas de diferencia “debieron alertar sobre la complejidad del caso y la necesidad de profundizar la pesquisa para determinar si ambos sucesos ocurrieron el mismo día”.

La fiscal prefirió no interrogar familiares para precisar el episodio y sus horarios. “Habrá tenido sus razones para no hacerlo pero el costo que asumió fue mantener un velo de duda”, deslizó el camarista.

Duda razonable

Si un relato tiene fisuras, la duda debe operar a favor del imputado “por más grave y repudiable que pueda resultar la conducta”.

“La versión del niño es incoherente. No se sabe cómo comenzó la búsqueda. Si abusó de él, ¿su propio padre difundió la desaparición? Nada se probó. ¿Por qué participó tanta gente si sólo se ausentó por dos horas? ¿Por qué razón tanta preocupación si, al parecer, los hermanos de la víctima, iban y venían a la del padre por su cuenta?”.

Si el relato tiene “inconsistencias”, es posible que otros tramos sean sido inventados. “No puede obviarse la posibilidad de que la víctima hubiera sindicado al padre como autor, cuando en realidad los hechos pudieron ser perpetrados por otro integrante de la familia, tan o más próximo en los afectos del niño”.#

“A mi hijo lo puedomirar de frente”

El padre de la víctima e imputado declaró: “Sería incapaz de cometer ese hecho, realmente, más con mis hijos, tanto que viví dos años solo con ellos cuando mi mujer se fue del hogar, me abandonó y los crié, les saqué los pañales (…) Este año fue bastante complicado, pagando algo que no tengo nada que ver. Nunca se me pasó por la mente. Recibí al nene y lo abracé delante de muchísima gente que lo buscó. A las 21 le mandé un mensaje a la madre y me dijo ´Vengo del gimnasio, el nene debe estar por ahí´. Me atengo a lo que la justicia quiere pero a mi hijo lo puedo mirar de frente. Mis hijos no me pueden reprochar nada. Únicamente quiero ser feliz, nada más. Muchísimas gracias y mil disculpas”.


NOTICIAS RELACIONADAS