El Bolsón se viste de tango y milonga

Tanguero. Una postal de Daniel Palermo poniéndole ritmo tradicional a uno de los eventos que él mismo organiza en El Bolsón.
05 ENE 2020 - 20:51 | Actualizado

Permiso, voy a hablar de tango”, se presenta Daniel Palermo, organizador de las milongas del verano en el centro de El Bolsón: “Son más de seis horas continuas de baile, con dos pistas habilitadas todos los sábados de enero, febrero y marzo, con música instrumental especialmente seleccionada. Sólo se corta 15 minutos para el sorteo de algún champagne o un vino entre la concurrencia, por cuenta de la casa”.

A su criterio, “el piso de madera es ideal porque se le saca viruta. Todos los milongueros llegamos con los zapatos en una bolsa, ya que el calzado para bailar sólo pisa la pista, nunca la calle, la tierra, ni siquiera el auto”.

“En cada abrazo hay una historia y eso es lo que se baila –remarca-. Es una verdadera milonga, en la zona somos unos 30 o 40 los habitués, pero hay unos cuantos feriantes, quienes muchas veces no pueden venir los sábados porque terminan muy cansados”.

En El Bolsón, “desde hace dos años, estamos logrando continuidad en este espacio de las Terrazas del Piltri, en la galería de los Pioneros, frente a la plaza Pagano. Hay una comunidad tanguera bastante grande y nos conocemos entre todos. Estuve siete años en una escuela de tango en Mar del Plata. Volví con las pilas recargadas y ahora mi tarea es sumar, coordinar y acompañar toda esta movida, que termina siendo todo un fenómeno social”, refleja.

Palermo lo atribuyó a que “nuestra población es heterogénea, con mucha gente que llegó desde las grandes ciudades y trajo esa cultura intrínseca. En verano se suman cientos de turistas y termina siendo una fiesta”.

“Tuve la suerte y la oportunidad de bailar con varias orquestas y es sublime”, valora. “En Buenos Aires, los viejos tangueros me decían: ‘Che pibe, vos sos muy joven para ser milonguero’ y me explicaron que el tango es como una mesa de cuatro patas: la primera es la elegancia, llegar bien empilchado, preferentemente con un traje. Las damas vienen maravillosamente bien vestidas y con sus tacos. La segunda es el abrazo, que debe ser contenedor y de seguridad. La tercera pata es que la mujer siempre debe pisar a tiempo, lo que implica muchas horas de práctica; y la cuarta es un buen final, forma de agradecer a la orquesta por haber tocado”. Desde su óptica, “el tango tiene dos aspectos muy marcados: por un lado, la poesía para escuchar; y por el otro aquellos locos que necesitamos abrazar y bailar por los menos dos o tres veces por semana”.

“Muy seguido nos visitan milongueros de Esquel y Bariloche. Nos visitaron desde General Roca los chicos que salieron campeones argentinos; tuvimos subcampeones mundiales y bailarines del extranjero y de todo el país. Pudimos traer desde Mar del Plata a un musicalizador de vinilo, quien nos hizo bailar varias horas seguidas”, graficó. “En este país somos una cantidad impresionante los milongueros. Cada cuatro meses nos juntamos en distintos lugares solamente para bailar tango, convocados a través del Encuentro de Tango del Interior, somos 1.500 en cada encuentro. Estamos comunicados desde Ushuaia hasta Salta, Jujuy y Misiones, además de Uruguay, Chile, Colombia y Bolivia”. En la región andina “también hay profesores de tango, quienes los jueves, sábados y domingos hacen prácticas en la pista urbana al aire libre, incluyendo clases a la gorra”. El lugar queda en pleno centro de El Bolsón, entre el Correo y la Biblioteca Sarmiento y todo termina “con una milonga entre todos los que se animen, hasta bien entrada la noche”.

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05 ENE 2020 - 20:51

Permiso, voy a hablar de tango”, se presenta Daniel Palermo, organizador de las milongas del verano en el centro de El Bolsón: “Son más de seis horas continuas de baile, con dos pistas habilitadas todos los sábados de enero, febrero y marzo, con música instrumental especialmente seleccionada. Sólo se corta 15 minutos para el sorteo de algún champagne o un vino entre la concurrencia, por cuenta de la casa”.

A su criterio, “el piso de madera es ideal porque se le saca viruta. Todos los milongueros llegamos con los zapatos en una bolsa, ya que el calzado para bailar sólo pisa la pista, nunca la calle, la tierra, ni siquiera el auto”.

“En cada abrazo hay una historia y eso es lo que se baila –remarca-. Es una verdadera milonga, en la zona somos unos 30 o 40 los habitués, pero hay unos cuantos feriantes, quienes muchas veces no pueden venir los sábados porque terminan muy cansados”.

En El Bolsón, “desde hace dos años, estamos logrando continuidad en este espacio de las Terrazas del Piltri, en la galería de los Pioneros, frente a la plaza Pagano. Hay una comunidad tanguera bastante grande y nos conocemos entre todos. Estuve siete años en una escuela de tango en Mar del Plata. Volví con las pilas recargadas y ahora mi tarea es sumar, coordinar y acompañar toda esta movida, que termina siendo todo un fenómeno social”, refleja.

Palermo lo atribuyó a que “nuestra población es heterogénea, con mucha gente que llegó desde las grandes ciudades y trajo esa cultura intrínseca. En verano se suman cientos de turistas y termina siendo una fiesta”.

“Tuve la suerte y la oportunidad de bailar con varias orquestas y es sublime”, valora. “En Buenos Aires, los viejos tangueros me decían: ‘Che pibe, vos sos muy joven para ser milonguero’ y me explicaron que el tango es como una mesa de cuatro patas: la primera es la elegancia, llegar bien empilchado, preferentemente con un traje. Las damas vienen maravillosamente bien vestidas y con sus tacos. La segunda es el abrazo, que debe ser contenedor y de seguridad. La tercera pata es que la mujer siempre debe pisar a tiempo, lo que implica muchas horas de práctica; y la cuarta es un buen final, forma de agradecer a la orquesta por haber tocado”. Desde su óptica, “el tango tiene dos aspectos muy marcados: por un lado, la poesía para escuchar; y por el otro aquellos locos que necesitamos abrazar y bailar por los menos dos o tres veces por semana”.

“Muy seguido nos visitan milongueros de Esquel y Bariloche. Nos visitaron desde General Roca los chicos que salieron campeones argentinos; tuvimos subcampeones mundiales y bailarines del extranjero y de todo el país. Pudimos traer desde Mar del Plata a un musicalizador de vinilo, quien nos hizo bailar varias horas seguidas”, graficó. “En este país somos una cantidad impresionante los milongueros. Cada cuatro meses nos juntamos en distintos lugares solamente para bailar tango, convocados a través del Encuentro de Tango del Interior, somos 1.500 en cada encuentro. Estamos comunicados desde Ushuaia hasta Salta, Jujuy y Misiones, además de Uruguay, Chile, Colombia y Bolivia”. En la región andina “también hay profesores de tango, quienes los jueves, sábados y domingos hacen prácticas en la pista urbana al aire libre, incluyendo clases a la gorra”. El lugar queda en pleno centro de El Bolsón, entre el Correo y la Biblioteca Sarmiento y todo termina “con una milonga entre todos los que se animen, hasta bien entrada la noche”.


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