La elegida por Merkel como sucesora renunció al partido y desató una crisis

A poco más de un año de ser ungida por la canciller de Alemania, Angela Merkel, como su sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer anunció hoy que no se presentará como candidata el año próximo y, además, renunciará a la presidencia del partido oficialista, la Unión Cristianodemócrata (CDU), luego de que sus correligionarios en un estado del centro del país desafiaran su liderazgo la semana pasada.

10 FEB 2020 - 15:45 | Actualizado

La decisión de Kramp-Karrenbauer deja al mayor partido alemán sin candidato claro para las elecciones del año próximo -las primeras en dos décadas en las que tendrá que competir sin Merkel como su máxima figura- y profundiza aun más las tensiones que empezaron a hacerse patente entre los conservadores desde que el gobierno de la canciller aceptó a alrededor de un millón de refugiados en 2015, durante la llamada crisis europea de refugiados.

"Pienso moderar el proceso para elegir candidato y mi renuncia a la candidatura me da más libertad; después creo que la jefatura y la candidatura deberán quedar en las mismas manos", explicó Kramp-Karrenbauer, más conocida como AKK, en su anuncio ante la prensa, citada por la agencia de noticias EFE.

En Alemania, la Cancillería y la cúpula del partido oficialista suelen estar controlados por la misma persona. Es una forma de evitar un doble comando y de garantizar un liderazgo indiscutido.

La dirigente de 57 años y ex gobernadora de un pequeño estado asumió al frente de la CDU a finales de 2018, luego que Merkel anunciara que el actual sería su último mandato, una decisión que buscó calmar las crecientes tensiones dentro de la coalición oficialista con el ala bávara conservadora, la Unión Socialcristiana (CSU), muy crítica a su política de inmigración.

Estas tensiones estuvieron acompañadas por el crecimiento del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), una fuerza que logró ingresar en la mayoría de los parlamentos del país, incluido el federal en Berlín, a partir de la pérdida de apoyo de los conservadores en las urnas.

La semana pasada, las tensiones dentro del campo conservadores volvieron a quedar al desnudo cuando el capítulo local de la CDU en el estado de Thuringia desoyó una orden directa y pública de Kramp-Karrenbauer y votó juntó a la AfD y otros partidos para garantizar la victoria electoral del liberal Thomas Kemmerich al frente del gobierno estadual.

Todos los esfuerzos de AKK fueron en vanos y, finalmente, Merkel tuvo que intervenir con un mensaje público desde un viaje oficial a Sudáfrica para recordarle a sus aliados en Thuringia que las coaliciones con la extrema derecha son "imperdonables".

"Haremos todo lo posible para que quede claro que esto no es lo que representa nuestro partido", prometió la canciller, quien no suele hablar de política nacional durante sus viajes al extranjero.

Tras su intervención y a solo tres días de asumir, Kemmerich renunció como jefe de gobierno de Thuringia.

10 FEB 2020 - 15:45

La decisión de Kramp-Karrenbauer deja al mayor partido alemán sin candidato claro para las elecciones del año próximo -las primeras en dos décadas en las que tendrá que competir sin Merkel como su máxima figura- y profundiza aun más las tensiones que empezaron a hacerse patente entre los conservadores desde que el gobierno de la canciller aceptó a alrededor de un millón de refugiados en 2015, durante la llamada crisis europea de refugiados.

"Pienso moderar el proceso para elegir candidato y mi renuncia a la candidatura me da más libertad; después creo que la jefatura y la candidatura deberán quedar en las mismas manos", explicó Kramp-Karrenbauer, más conocida como AKK, en su anuncio ante la prensa, citada por la agencia de noticias EFE.

En Alemania, la Cancillería y la cúpula del partido oficialista suelen estar controlados por la misma persona. Es una forma de evitar un doble comando y de garantizar un liderazgo indiscutido.

La dirigente de 57 años y ex gobernadora de un pequeño estado asumió al frente de la CDU a finales de 2018, luego que Merkel anunciara que el actual sería su último mandato, una decisión que buscó calmar las crecientes tensiones dentro de la coalición oficialista con el ala bávara conservadora, la Unión Socialcristiana (CSU), muy crítica a su política de inmigración.

Estas tensiones estuvieron acompañadas por el crecimiento del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), una fuerza que logró ingresar en la mayoría de los parlamentos del país, incluido el federal en Berlín, a partir de la pérdida de apoyo de los conservadores en las urnas.

La semana pasada, las tensiones dentro del campo conservadores volvieron a quedar al desnudo cuando el capítulo local de la CDU en el estado de Thuringia desoyó una orden directa y pública de Kramp-Karrenbauer y votó juntó a la AfD y otros partidos para garantizar la victoria electoral del liberal Thomas Kemmerich al frente del gobierno estadual.

Todos los esfuerzos de AKK fueron en vanos y, finalmente, Merkel tuvo que intervenir con un mensaje público desde un viaje oficial a Sudáfrica para recordarle a sus aliados en Thuringia que las coaliciones con la extrema derecha son "imperdonables".

"Haremos todo lo posible para que quede claro que esto no es lo que representa nuestro partido", prometió la canciller, quien no suele hablar de política nacional durante sus viajes al extranjero.

Tras su intervención y a solo tres días de asumir, Kemmerich renunció como jefe de gobierno de Thuringia.


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