Editorial/ Los mensajes que hay que saber escuchar

Leé La Columna del Domingo, la tradicional editorial de la edición dominical de Jornada, con la mejor información política de Chubut.

29 FEB 2020 - 21:25 | Actualizado

La rosca política no para nunca en Chubut. Ni en las épocas de bonanza, en donde hay poder de sobra para repartir; ni en las de vacas flacas -como ahora-, cuando el poder se atomiza y la disputa es por ver quién se quedará con la mayor tajada.

En la dirigencia política casi nadie para a descansar. Y muchas veces, ni siquiera a pensar un poco. Todos viven a mil, pensando dos jugadas más adelante y muchas veces sin mirar ni entender lo que está pasando alrededor. Y ya se sabe: la velocidad no suele llevarse bien con la precisión. En otras palabras, andar a las atropelladas nunca tiene un buen final.

Sabiendo de antemano esta lógica de la clase dirigente, se pueden entender mejor los movimientos que se vienen dando sobre el tablero político chubutense. Más de una vez se sostuvo desde esta Columna que la complejidad de la situación estaba dada por la peligrosa combinación de crisis económica, financiera y política, que terminaba generando un principio de caos social en donde cualquier sector se cree con derecho a defenderse a como sea.

El comienzo del año desequilibró los tantos. La situación económica y financiera, como se sabía de antemano, no mejoró ni va a mejorar sustancialmente por ahora.

Sin embargo, al amparo del malhumor social que sigue generando el pago desdoblado de los salarios públicos, lo que resurgió fue la crisis política. Muchos sectores con intereses distintos coinciden en ajustar la mira contra Mariano Arcioni.

Y si bien el gobernador ordenó un poco su discurso, muchos de sus funcionarios siguen cometiendo errores no forzados, como en el tenis. Esos que cuando las aguas parecen calmarse un poco, les dan pasto a los adversarios para que le sigan contando las costillas con fruición y sin esfuerzo encuentren una nueva excusa para golpearlo. Pasó con una campaña institucional con el uso de una polémica “pisada”; y también con la fallida primera invitación para la apertura de sesiones de la Legislatura.

“¿Qué pasa aquí, había una convención de pelotudos y yo no me enteré?”, dicen que escribió el presidente Alberto Fernández en un grupo de WhatsApp de funcionarios de alto rango de su gobierno, luego de que algunos salieran a hablar en público de un aumento de tarifas de servicios públicos cuando la medida no estaba decidida. Arcioni debería tomarlo de ejemplo.

Leer y entender

El revoltijo de análisis y operaciones incluyó la semana pasada un extemporáneo artículo del diario económico El Cronista, que tal vez por falta de fuentes o, peor aún, por intereses creados, publicó una lectura de la situación de Chubut a partir del acto del aniversario de Comodoro Rivadavia: “La Rosada la suelta la mano a Arcioni y prepara un sucesor”, publicó el diario porteño.

Nadie le suelta la mano al que nunca sostuvo. Arcioni nunca fue considerado un “hijo pródigo” de la nueva administración nacional y apenas si su relación con Sergio Massa y la necesidad de que la crisis de Chubut no se dispare y termine afectando la negociación de la deuda externa del país, fueron dos de los argumentos para que su gestión tenga un poco más de atención de la Rosada.

El festejo del aniversario de la ciudad petrolera, contradiciendo a El Cronista y a quienes internamente se alegraron por ese artículo, fue uno de los pocos alicientes que tuvo la gestión de Arcioni en mucho tiempo.

A pesar de lo vapuleado que está, dio un discurso sensato; recibió el apoyo explícito del intendente Juan Pablo Luque –uno de los que asoman para sucederlo en el próximo turno electoral, no ahora como “leyó” El Cronista-; se sacó fotos con un grupo de líderes sindicales fuertes que no quieren ver incendiada la Provincia; y juntó en la foto que ilustra esta Columna a decenas de intendentes y jefes comunales que le expresaron su respaldo.

Por si fuera poco, la Casa Rosada envió a un joven e influyente dirigente, el vicejefe de asesores del presidente, Julián Leunda, comodorense y de estrecho vínculo con Luque pero también con buen diálogo con Arcioni. Tanto, que fue quien logró sentar al gobernador junto a Alberto Fernández hace pocas semanas cuando la crisis arreciaba y muchos ansiaban una foto de “bendición” presidencial. El que la consiguió fue Arcioni y el gestor fue, precisamente, el joven Leunda.

En síntesis, pensar que el actual Gobierno nacional va a apurar una encerrona a Arcioni, como creen y ansían algunos, es no entender las lógicas de la política. O conocer poco a Alberto Fernández.

Primero Chubut

Era el anfitrión y no se esperaba menos de él, pero el discurso del intendente Luque el domingo pasado no dejó de sorprender por la mesura que destiló. Lejos de marcarle la cancha al gobernador, pidió poner los intereses colectivos de los chubutenses por delante de las cuestiones personales.

Apartándose de los típicos planteos de regionalismos y localismos baratos, que inclusive solían exacerbar antecesores como Néstor Di Pierro y Carlos Linares, el actual jefe comunal comodorense apeló a no mirarse su propio ombligo y alejarse de cualquier planteo individual.

La aparición de Luque en los primeros planos de la política, como en su momento lo fueron Ricardo Sastre y Adrián Maderna, y más recientemente Gustavo Sastre (Puerto Madryn), Damián Biss (Rawson) o Darío James (Gaiman), por poner sólo algunos casos, representan una bocanada de aire fresco.

Aun a costa de cometer errores, que seguramente los cometerán, hay que seguir dando paso a la nueva dirigencia y jubilar a los que quieren mantenerse cerca del poder aferrados a cargos que nadie votó.

La conducción del PJ es el mejor ejemplo de esta patética situación. Una Orquesta de Derrotados Crónicos que no se cansa de perder elecciones y ahora propone a Linares como el “mejor” para presidir el partido. ¿A quién se le puede ocurrir que un dirigente con poco recorrido, que fue el último gran derrotado de las elecciones de 2019 y que ni siquiera pudo ganar en su ciudad, deba ser el líder del pueblo peronista? ¿Alguien cree que sacarse selfies con Cristina alcanza?

La salida de la crisis se encontrará con más política, no con internismo permanente. Y eso le vale tanto a los opositores a Arcioni, como al propio gobernador.

El camino que viene hay que recorrerlo con muchos sectores sin perder las diferencias. Juntos, no mezclados. Parafraseando al peronismo que recuperó el poder del país que había caído en manos de una derecha disfrazada de republicana, “es con todos”. O no será.

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29 FEB 2020 - 21:25

La rosca política no para nunca en Chubut. Ni en las épocas de bonanza, en donde hay poder de sobra para repartir; ni en las de vacas flacas -como ahora-, cuando el poder se atomiza y la disputa es por ver quién se quedará con la mayor tajada.

En la dirigencia política casi nadie para a descansar. Y muchas veces, ni siquiera a pensar un poco. Todos viven a mil, pensando dos jugadas más adelante y muchas veces sin mirar ni entender lo que está pasando alrededor. Y ya se sabe: la velocidad no suele llevarse bien con la precisión. En otras palabras, andar a las atropelladas nunca tiene un buen final.

Sabiendo de antemano esta lógica de la clase dirigente, se pueden entender mejor los movimientos que se vienen dando sobre el tablero político chubutense. Más de una vez se sostuvo desde esta Columna que la complejidad de la situación estaba dada por la peligrosa combinación de crisis económica, financiera y política, que terminaba generando un principio de caos social en donde cualquier sector se cree con derecho a defenderse a como sea.

El comienzo del año desequilibró los tantos. La situación económica y financiera, como se sabía de antemano, no mejoró ni va a mejorar sustancialmente por ahora.

Sin embargo, al amparo del malhumor social que sigue generando el pago desdoblado de los salarios públicos, lo que resurgió fue la crisis política. Muchos sectores con intereses distintos coinciden en ajustar la mira contra Mariano Arcioni.

Y si bien el gobernador ordenó un poco su discurso, muchos de sus funcionarios siguen cometiendo errores no forzados, como en el tenis. Esos que cuando las aguas parecen calmarse un poco, les dan pasto a los adversarios para que le sigan contando las costillas con fruición y sin esfuerzo encuentren una nueva excusa para golpearlo. Pasó con una campaña institucional con el uso de una polémica “pisada”; y también con la fallida primera invitación para la apertura de sesiones de la Legislatura.

“¿Qué pasa aquí, había una convención de pelotudos y yo no me enteré?”, dicen que escribió el presidente Alberto Fernández en un grupo de WhatsApp de funcionarios de alto rango de su gobierno, luego de que algunos salieran a hablar en público de un aumento de tarifas de servicios públicos cuando la medida no estaba decidida. Arcioni debería tomarlo de ejemplo.

Leer y entender

El revoltijo de análisis y operaciones incluyó la semana pasada un extemporáneo artículo del diario económico El Cronista, que tal vez por falta de fuentes o, peor aún, por intereses creados, publicó una lectura de la situación de Chubut a partir del acto del aniversario de Comodoro Rivadavia: “La Rosada la suelta la mano a Arcioni y prepara un sucesor”, publicó el diario porteño.

Nadie le suelta la mano al que nunca sostuvo. Arcioni nunca fue considerado un “hijo pródigo” de la nueva administración nacional y apenas si su relación con Sergio Massa y la necesidad de que la crisis de Chubut no se dispare y termine afectando la negociación de la deuda externa del país, fueron dos de los argumentos para que su gestión tenga un poco más de atención de la Rosada.

El festejo del aniversario de la ciudad petrolera, contradiciendo a El Cronista y a quienes internamente se alegraron por ese artículo, fue uno de los pocos alicientes que tuvo la gestión de Arcioni en mucho tiempo.

A pesar de lo vapuleado que está, dio un discurso sensato; recibió el apoyo explícito del intendente Juan Pablo Luque –uno de los que asoman para sucederlo en el próximo turno electoral, no ahora como “leyó” El Cronista-; se sacó fotos con un grupo de líderes sindicales fuertes que no quieren ver incendiada la Provincia; y juntó en la foto que ilustra esta Columna a decenas de intendentes y jefes comunales que le expresaron su respaldo.

Por si fuera poco, la Casa Rosada envió a un joven e influyente dirigente, el vicejefe de asesores del presidente, Julián Leunda, comodorense y de estrecho vínculo con Luque pero también con buen diálogo con Arcioni. Tanto, que fue quien logró sentar al gobernador junto a Alberto Fernández hace pocas semanas cuando la crisis arreciaba y muchos ansiaban una foto de “bendición” presidencial. El que la consiguió fue Arcioni y el gestor fue, precisamente, el joven Leunda.

En síntesis, pensar que el actual Gobierno nacional va a apurar una encerrona a Arcioni, como creen y ansían algunos, es no entender las lógicas de la política. O conocer poco a Alberto Fernández.

Primero Chubut

Era el anfitrión y no se esperaba menos de él, pero el discurso del intendente Luque el domingo pasado no dejó de sorprender por la mesura que destiló. Lejos de marcarle la cancha al gobernador, pidió poner los intereses colectivos de los chubutenses por delante de las cuestiones personales.

Apartándose de los típicos planteos de regionalismos y localismos baratos, que inclusive solían exacerbar antecesores como Néstor Di Pierro y Carlos Linares, el actual jefe comunal comodorense apeló a no mirarse su propio ombligo y alejarse de cualquier planteo individual.

La aparición de Luque en los primeros planos de la política, como en su momento lo fueron Ricardo Sastre y Adrián Maderna, y más recientemente Gustavo Sastre (Puerto Madryn), Damián Biss (Rawson) o Darío James (Gaiman), por poner sólo algunos casos, representan una bocanada de aire fresco.

Aun a costa de cometer errores, que seguramente los cometerán, hay que seguir dando paso a la nueva dirigencia y jubilar a los que quieren mantenerse cerca del poder aferrados a cargos que nadie votó.

La conducción del PJ es el mejor ejemplo de esta patética situación. Una Orquesta de Derrotados Crónicos que no se cansa de perder elecciones y ahora propone a Linares como el “mejor” para presidir el partido. ¿A quién se le puede ocurrir que un dirigente con poco recorrido, que fue el último gran derrotado de las elecciones de 2019 y que ni siquiera pudo ganar en su ciudad, deba ser el líder del pueblo peronista? ¿Alguien cree que sacarse selfies con Cristina alcanza?

La salida de la crisis se encontrará con más política, no con internismo permanente. Y eso le vale tanto a los opositores a Arcioni, como al propio gobernador.

El camino que viene hay que recorrerlo con muchos sectores sin perder las diferencias. Juntos, no mezclados. Parafraseando al peronismo que recuperó el poder del país que había caído en manos de una derecha disfrazada de republicana, “es con todos”. O no será.


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