La mediación en tiempos del coronavirus

14 MAR 2020 - 20:19 | Actualizado

Por Daniela Patricia Almirón (*) /Twitter: @almirond

El máster de mediación que estudio es presencial. Tomar cada clase implica llegar a la Estación de Moncloa y de ahí en un bus hasta el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid. Esto era así hasta hace tres días, en que todo está suspendido y la comunidad guardada en sus casas. Los típicos bares de tapas y cafés están cerrados. Las terracitas, inhabilitadas.

El máster hasta hace días combinaba lo presencial con las tareas en el campus y la participación en los foros. Lo “virtual” era la alternativa accesoria.

Desde el 11 de marzo la actividad vía on line asincrónica es la primera alternativa. Es la manera de que se pueda continuar con la programación del máster. Con una agenda de clases y trabajos en el campus virtual hasta tanto se pueda retornar a la universidad.

Tenía 20 años cuando leí “El amor en los tiempos del cólera”. Una historia que en mi sentimentalismo era un novelón. El genio de García Márquez situó la historia y escenas en hechos reales de su tierra natal Colombia, a fines del siglo XIX principios del XX.

Me parecía tan romántico que la cuarentena del cólera hiciera que Florentino y Fermina comenzaran a vivir un amor postergado durante cinco décadas, en ese mundo del barco a vapor, del que no podrían salir hasta que no fuera superada la alarma de la epidemia.

La palabra cuarentena está a la orden del día hoy. Por eso en este momento la mediación en los tiempos del coronavirus, la mediación electrónica, a distancia, on line, sincrónica, que podíamos conocer como alternativa de distancias geográficas a superar es el Plan A.

Las formaciones virtuales, un poco desdeñadas por la carencia de la inmediatez física con el docente, hoy son el Plan A también.

La sorpresa de lo que la Organización Mundial de la Salud informa que es una pandemia ha dejado petrificado a más de un ser humano. Impávidos. Así el ingenio también en estos tiempos aflora, no solo lo virtual, sino todo aquello que alguien que sí ande por la calle pueda acercarme a mí casa y resulte de beneficio económico como reformulación comercial.

Este mundo postmoderno, caótico, uno, hiperconectado en redes, no exactamente “hipercomunicado”, nos resulta por momentos agobiante y por otros facilitador.

Sí, facilitador real de una buena comunicación. Es bastante reciente la video llamada de celular, y en breve tiempo el salto ha sido cuántico hacia plataformas de On Line Dispute Resolutions/Resolución de disputas on line, como aplicaciones que permiten conversaciones sincrónicas acortando distancias.

Para que esto suceda hay que ensamblar tecnología, equipo humano de soporte informático, considerar normativas aplicables ya sea en un mismo territorio o entre países diferentes, co-mediación a distancia y conocerse con el/la colega. Conjugado todo y cuando sucede, es una maravilla, porque la mediación es posible y tiene resultados positivos.

La mediación a distancia se desarrolla desde hace al menos una década. En la provincia del Chubut, la primera mediación de esta naturaleza se concretó en el año 2012, una parte en Comodoro Rivadavia y la otra en Salta. Hasta la fecha se han vivenciado decenas de estas mediaciones entre provincias argentinas, a lo largo y ancho del país, entre funcionarios mediadores de los poderes judiciales del país.

También, incluso desde Chubut, se llevaron adelante mediaciones a distancia con personas radicadas en países limítrofes.

Nada reemplaza sin duda al encuentro personal, aunque en la balanza es superador poder contribuir al acceso de soluciones por quienes están implicados en un problema en el que se necesitan mutuamente para superarlo. Contribuye a una mejor calidad de justicia, y constituye responsabilidad social con la comunidad.

Estamos quizás atosigados de la información del COBID-19, aun así, considero que habrá un antes y un después mundial. Nada será igual a partir de ahora. Más allá de que todo cambia y cambiamos, implicará recalcularnos, por empezar hacia dentro de nosotros mismos y en el “encuentro” con los otros. Estamos todos en este barco llamado Planeta Tierra. Esto pasará, y nos quedará un registro, como dice García Márquez en esa belleza de obra literaria “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artilugio logramos sobrellevar el pasado”.#

(*) Daniela Almirón es abogada y mediadora. Se encuentra estudiando en Madrid desde finales de 2019, y relata las vivencias frente a la pandemia del coronavirus.

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14 MAR 2020 - 20:19

Por Daniela Patricia Almirón (*) /Twitter: @almirond

El máster de mediación que estudio es presencial. Tomar cada clase implica llegar a la Estación de Moncloa y de ahí en un bus hasta el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid. Esto era así hasta hace tres días, en que todo está suspendido y la comunidad guardada en sus casas. Los típicos bares de tapas y cafés están cerrados. Las terracitas, inhabilitadas.

El máster hasta hace días combinaba lo presencial con las tareas en el campus y la participación en los foros. Lo “virtual” era la alternativa accesoria.

Desde el 11 de marzo la actividad vía on line asincrónica es la primera alternativa. Es la manera de que se pueda continuar con la programación del máster. Con una agenda de clases y trabajos en el campus virtual hasta tanto se pueda retornar a la universidad.

Tenía 20 años cuando leí “El amor en los tiempos del cólera”. Una historia que en mi sentimentalismo era un novelón. El genio de García Márquez situó la historia y escenas en hechos reales de su tierra natal Colombia, a fines del siglo XIX principios del XX.

Me parecía tan romántico que la cuarentena del cólera hiciera que Florentino y Fermina comenzaran a vivir un amor postergado durante cinco décadas, en ese mundo del barco a vapor, del que no podrían salir hasta que no fuera superada la alarma de la epidemia.

La palabra cuarentena está a la orden del día hoy. Por eso en este momento la mediación en los tiempos del coronavirus, la mediación electrónica, a distancia, on line, sincrónica, que podíamos conocer como alternativa de distancias geográficas a superar es el Plan A.

Las formaciones virtuales, un poco desdeñadas por la carencia de la inmediatez física con el docente, hoy son el Plan A también.

La sorpresa de lo que la Organización Mundial de la Salud informa que es una pandemia ha dejado petrificado a más de un ser humano. Impávidos. Así el ingenio también en estos tiempos aflora, no solo lo virtual, sino todo aquello que alguien que sí ande por la calle pueda acercarme a mí casa y resulte de beneficio económico como reformulación comercial.

Este mundo postmoderno, caótico, uno, hiperconectado en redes, no exactamente “hipercomunicado”, nos resulta por momentos agobiante y por otros facilitador.

Sí, facilitador real de una buena comunicación. Es bastante reciente la video llamada de celular, y en breve tiempo el salto ha sido cuántico hacia plataformas de On Line Dispute Resolutions/Resolución de disputas on line, como aplicaciones que permiten conversaciones sincrónicas acortando distancias.

Para que esto suceda hay que ensamblar tecnología, equipo humano de soporte informático, considerar normativas aplicables ya sea en un mismo territorio o entre países diferentes, co-mediación a distancia y conocerse con el/la colega. Conjugado todo y cuando sucede, es una maravilla, porque la mediación es posible y tiene resultados positivos.

La mediación a distancia se desarrolla desde hace al menos una década. En la provincia del Chubut, la primera mediación de esta naturaleza se concretó en el año 2012, una parte en Comodoro Rivadavia y la otra en Salta. Hasta la fecha se han vivenciado decenas de estas mediaciones entre provincias argentinas, a lo largo y ancho del país, entre funcionarios mediadores de los poderes judiciales del país.

También, incluso desde Chubut, se llevaron adelante mediaciones a distancia con personas radicadas en países limítrofes.

Nada reemplaza sin duda al encuentro personal, aunque en la balanza es superador poder contribuir al acceso de soluciones por quienes están implicados en un problema en el que se necesitan mutuamente para superarlo. Contribuye a una mejor calidad de justicia, y constituye responsabilidad social con la comunidad.

Estamos quizás atosigados de la información del COBID-19, aun así, considero que habrá un antes y un después mundial. Nada será igual a partir de ahora. Más allá de que todo cambia y cambiamos, implicará recalcularnos, por empezar hacia dentro de nosotros mismos y en el “encuentro” con los otros. Estamos todos en este barco llamado Planeta Tierra. Esto pasará, y nos quedará un registro, como dice García Márquez en esa belleza de obra literaria “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artilugio logramos sobrellevar el pasado”.#

(*) Daniela Almirón es abogada y mediadora. Se encuentra estudiando en Madrid desde finales de 2019, y relata las vivencias frente a la pandemia del coronavirus.


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