Editorial / Las lecciones que dejará la pandemia

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

Alberto Fernández en el momento clave. El presidente anunciando la cuarentena para todo el país.
21 MAR 2020 - 20:17 | Actualizado

Los temores, la ansiedad, la irresponsabilidad de muchos y la viralización de información falsa, por poner sólo algunos condimentos que hoy están al alcance de la mano, hacen difícil mirar un poco más allá del horizonte extremadamente cercano que hoy nos impone el coronavirus. Pero hay que intentarlo.

Una sociedad como la argentina, tan poco apegada a cumplir las reglas mínimas de convivencia, no parece estar preparada por sí sola para enfrentar una pandemia. Ni siquiera un mundo tan hiperconectado en el que todos saben todo –o creen saberlo- alcanza para convencer a muchos argentinos de que lo que está pasando en otros sitios es muy grave y requiere que acá, en donde todavía estamos a tiempo, se multiplique lo que a ellos tanto les cuesta tener: empatía social.

No parece una casualidad que los dos lugares en el mundo en donde el virus se expandió sin control sean dos países muy vinculados a la impronta cultural argentina: Italia y España. Desde hace varias semanas se vienen mostrando las imágenes desgarradoras de lo que puede causar la imprudencia. De eso hay que cuidarse en la Argentina, precisamente.

Por ahora, el gobierno central y las provincias parecen estar a la altura de las circunstancias. Alguna parte de la sociedad es la que, por ahora, no estaría comprendiendo dónde está parada.

A la altura

El virus todavía no entró con fuerza en la Argentina y todo lo que se está haciendo hasta ahora es al sólo efecto de evitar que ese ingreso sea descontrolado y cause un colapso sanitario.

A esta altura se puede decir que el gobierno de Alberto Fernández, que parecía destinado a tener que lidiar con la renegociación de la deuda como eje central para lograr el despegue, está dando la talla con una situación imprevista, que a todas luces es mucho más riesgosa que soportar las presiones de acreedores internacionales y fondos buitre.

Alberto se puso decididamente al frente de la situación cuando podría haberlo evitado dejando que sus ministros sean los paragolpes de una crisis sanitaria sinigual.

Esto puso al Presidente ante una oportunidad histórica de sentar a la misma mesa a todos los sectores políticos, que tanto como el primer mandatario comprendieron cuáles eran las urgencias. Si esta coincidencia sobre lo importante se termina abruptamente cuando el virus empiece a abandonar el cuerpo de los argentinos, no se habrá crecido mucho. Pero el ejemplo que están dando Alberto, Axel Kicillof, Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales y Mario Negri, por poner los nombres más relevantes, debería ser una señal que no todo está perdido.

No se trata de borrar las fronteras ideológicas. Se trata de pensar más en el bien común que en las urnas.

A la distancia

Que Chubut siga siendo hasta hoy una de las pocas provincias que no tiene casos confirmados de coronavirus parece una contradicción. Un distrito que vive una crisis económica, financiera, política y social espantosa, hasta ahora ha demostrado tener gente capacitada para manejar la situación.

Pero a diferencia de los gestos que ha habido a nivel nacional, los mensajes de unión de los distintos sectores políticos de Chubut brillan por su ausencia. Se ve a los intendentes de la mayoría de las ciudades y pueblos muy comprometidos con lo que pasa en sus lugares. Pero faltan gestos de coincidencia, esos que permitirían saber que lo importante está por encima de las disputas personales.

Por si fuera poco, el radicalismo macrista salió en los últimos días a pontificar sobre la responsabilidad de tal o cual en la crisis sanitaria de Chubut, en la que por supuesto ellos siempre aparecen orinando agua bendita (o alcohol en gel, para estar más a tono con la realidad). Todo para explicar que la presunta crisis sanitaria que aqueja a la provincia no tiene nada que ver con los nefastos cuatro años de Mauricio Macri. ¿Se olvidaron estos dirigentes que el expresidente eliminó el Ministerio de Salud, por ejemplo?

Al bronce

Un párrafo aparte para los profesionales de la salud de Chubut, que en medio de una de las situaciones más complejas, como lo es cobrar sus salarios tarde, no contar con todos los recursos materiales y económicos, o vivir de paro en paro hace más de un año, se vienen comiendo la cancha. Trabajan a destajo, con responsabilidad, compromiso y, sobre todo, profesionalismo.

Tampoco en este sentido se puede soslayar la tarea del ministro de Salud, Fabián Puratich, y su pequeño equipo de trabajo. Por supuesto que falta mucho para atravesar lo peor, pero se puede divisar detrás del ministro a un dirigente que sabe estar a la altura.

Sin siquiera llevarse del todo bien con muchos sectores gremiales, atravesando contrapuntos con los directivos de los principales hospitales públicos de la provincia, el ministro está llevando las velas con calma y un discurso de tono extremadamente prudente, algo que no abunda en todos los despachos de Fontana 50.

Que nadie defeccione, que esto recién empieza.

Enterate de las noticias de PROVINCIA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.

Las más leídas

Alberto Fernández en el momento clave. El presidente anunciando la cuarentena para todo el país.
21 MAR 2020 - 20:17

Los temores, la ansiedad, la irresponsabilidad de muchos y la viralización de información falsa, por poner sólo algunos condimentos que hoy están al alcance de la mano, hacen difícil mirar un poco más allá del horizonte extremadamente cercano que hoy nos impone el coronavirus. Pero hay que intentarlo.

Una sociedad como la argentina, tan poco apegada a cumplir las reglas mínimas de convivencia, no parece estar preparada por sí sola para enfrentar una pandemia. Ni siquiera un mundo tan hiperconectado en el que todos saben todo –o creen saberlo- alcanza para convencer a muchos argentinos de que lo que está pasando en otros sitios es muy grave y requiere que acá, en donde todavía estamos a tiempo, se multiplique lo que a ellos tanto les cuesta tener: empatía social.

No parece una casualidad que los dos lugares en el mundo en donde el virus se expandió sin control sean dos países muy vinculados a la impronta cultural argentina: Italia y España. Desde hace varias semanas se vienen mostrando las imágenes desgarradoras de lo que puede causar la imprudencia. De eso hay que cuidarse en la Argentina, precisamente.

Por ahora, el gobierno central y las provincias parecen estar a la altura de las circunstancias. Alguna parte de la sociedad es la que, por ahora, no estaría comprendiendo dónde está parada.

A la altura

El virus todavía no entró con fuerza en la Argentina y todo lo que se está haciendo hasta ahora es al sólo efecto de evitar que ese ingreso sea descontrolado y cause un colapso sanitario.

A esta altura se puede decir que el gobierno de Alberto Fernández, que parecía destinado a tener que lidiar con la renegociación de la deuda como eje central para lograr el despegue, está dando la talla con una situación imprevista, que a todas luces es mucho más riesgosa que soportar las presiones de acreedores internacionales y fondos buitre.

Alberto se puso decididamente al frente de la situación cuando podría haberlo evitado dejando que sus ministros sean los paragolpes de una crisis sanitaria sinigual.

Esto puso al Presidente ante una oportunidad histórica de sentar a la misma mesa a todos los sectores políticos, que tanto como el primer mandatario comprendieron cuáles eran las urgencias. Si esta coincidencia sobre lo importante se termina abruptamente cuando el virus empiece a abandonar el cuerpo de los argentinos, no se habrá crecido mucho. Pero el ejemplo que están dando Alberto, Axel Kicillof, Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales y Mario Negri, por poner los nombres más relevantes, debería ser una señal que no todo está perdido.

No se trata de borrar las fronteras ideológicas. Se trata de pensar más en el bien común que en las urnas.

A la distancia

Que Chubut siga siendo hasta hoy una de las pocas provincias que no tiene casos confirmados de coronavirus parece una contradicción. Un distrito que vive una crisis económica, financiera, política y social espantosa, hasta ahora ha demostrado tener gente capacitada para manejar la situación.

Pero a diferencia de los gestos que ha habido a nivel nacional, los mensajes de unión de los distintos sectores políticos de Chubut brillan por su ausencia. Se ve a los intendentes de la mayoría de las ciudades y pueblos muy comprometidos con lo que pasa en sus lugares. Pero faltan gestos de coincidencia, esos que permitirían saber que lo importante está por encima de las disputas personales.

Por si fuera poco, el radicalismo macrista salió en los últimos días a pontificar sobre la responsabilidad de tal o cual en la crisis sanitaria de Chubut, en la que por supuesto ellos siempre aparecen orinando agua bendita (o alcohol en gel, para estar más a tono con la realidad). Todo para explicar que la presunta crisis sanitaria que aqueja a la provincia no tiene nada que ver con los nefastos cuatro años de Mauricio Macri. ¿Se olvidaron estos dirigentes que el expresidente eliminó el Ministerio de Salud, por ejemplo?

Al bronce

Un párrafo aparte para los profesionales de la salud de Chubut, que en medio de una de las situaciones más complejas, como lo es cobrar sus salarios tarde, no contar con todos los recursos materiales y económicos, o vivir de paro en paro hace más de un año, se vienen comiendo la cancha. Trabajan a destajo, con responsabilidad, compromiso y, sobre todo, profesionalismo.

Tampoco en este sentido se puede soslayar la tarea del ministro de Salud, Fabián Puratich, y su pequeño equipo de trabajo. Por supuesto que falta mucho para atravesar lo peor, pero se puede divisar detrás del ministro a un dirigente que sabe estar a la altura.

Sin siquiera llevarse del todo bien con muchos sectores gremiales, atravesando contrapuntos con los directivos de los principales hospitales públicos de la provincia, el ministro está llevando las velas con calma y un discurso de tono extremadamente prudente, algo que no abunda en todos los despachos de Fontana 50.

Que nadie defeccione, que esto recién empieza.


NOTICIAS RELACIONADAS