Homenaje / Rómulo, “el corazón” del equipo

A los 90 años murió Rómulo "Remo" Gallo, una gloria de Huracán de Trelew.

Rómulo Gallo (Medio), junto a dos hinchas de Huracán de Trelew. Se fue una gloria del fútbol valletano.
04 ABR 2020 - 19:42 | Actualizado

Corría, marcaba, desbordaba, gambeteaba y hacía goles. Así jugaba Rómulo Gallo. O “Remo” Gallo, porque ese era el apodo que tenía y la manera en que lo identificaba la gente del fútbol. Fue el primero de los Gallo en llegar a Huracán de Trelew a fines de la década del 40 del siglo pasado. A los 16 años debutó en primera y de ahí no paró hasta el final de su carrera.

Después de él, se sumaron sus hermanos Vicente, Ernesto, Pedro, Andrés, Sebastián y Agustín. La foto de los 7 hermanos posando con la casaca del “Globo” junto a Don Giuseppe Antonio Gallo es una las imágenes más emblemáticas de la historia de nuestro fútbol.

Fue figura clave en los 6 campeonatos ganados por Huracán entre 1952 y 1958. De no haber sido por el título que Brown les arrebató en la última fecha del certamen jugado en 1954, aquel equipo glorioso habría conseguido 7 títulos consecutivos.

Dicen los memoriosos que fue uno de los mejores equipos de la historia del fútbol valletano. Que hacían fácil lo más difícil: ganaban dando espectáculo todos los domingos. Que ganaban sin despeinarse. Que la pelota iba de acá para allá y que siempre la tenía un jugador de camiseta blanca. Un equipo al que respetaban todos los rivales porque ejercían la superioridad que provoca admiración, la supremacía que no ofende, la hegemonía que se admira y se aplaude.

Huracán fue lo que fue por la enorme calidad de sus individualidades. Soya volaba de palo a palo, Margusino “atendía” a los delanteros rivales, “El Taca” Fuertes, “El Ruso” Resnick y “La Chancha” Gallo se floreaban en la mitad de la cancha y Dencor, Harrys, “Fiaca” Gallo y “Coco” Bovcon destrozaban a las defensas adversarias.

En ese escenario, “Remo” Gallo era el alma de esa máquina de jugar al fútbol y ganar partidos. Era un jugador de otra época, un todoterreno que podía correr a un rival sin darle tregua y en la jugada siguiente llegar al área rival y convertir un gol. Su aporte goleador fue una constante en toda su carrera futbolística.

Era el preferido de Atilio Viglione, alma máter de aquel Huracán insuperable. Cuando surgían las comparaciones con respecto a la incidencia que cada jugador tenía en el equipo, el presidente del club decía: “ A mí, dame a Remo, con él voy a cualquier batalla”. Por sus virtudes técnicas y su temperamento ganador fue integrante de la Selección de Valle durante casi una década.

Su historia en el futbol excedió su trayectoria de 14 años en la Primera de Huracán. Jugó una temporada en el Deportivo Dolavon y luego, junto a sus hermanos y un grupo de amigos, fundaron el Deportivo Alberdi.

Fuera de la cancha, vivió con la misma entrega y pasión.

Se casó con Emilia Olivares y tuvieron cuatro hijos: Alejandra, Esteban, Daniel y Carina. Sus nietos y bisnietos también lo amaron y acompañaron hasta el último aliento.

Con él, se fue una gloria del fútbol valletano. Y uno de los últimos sobrevivientes de una escuadra irrepetible.

En aquel Huracán plagado de grandes figuras, Remo fue “la chispa” que encendía la pasión de los demás, “el corazón” de aquel equipo memorable.

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Rómulo Gallo (Medio), junto a dos hinchas de Huracán de Trelew. Se fue una gloria del fútbol valletano.
04 ABR 2020 - 19:42

Corría, marcaba, desbordaba, gambeteaba y hacía goles. Así jugaba Rómulo Gallo. O “Remo” Gallo, porque ese era el apodo que tenía y la manera en que lo identificaba la gente del fútbol. Fue el primero de los Gallo en llegar a Huracán de Trelew a fines de la década del 40 del siglo pasado. A los 16 años debutó en primera y de ahí no paró hasta el final de su carrera.

Después de él, se sumaron sus hermanos Vicente, Ernesto, Pedro, Andrés, Sebastián y Agustín. La foto de los 7 hermanos posando con la casaca del “Globo” junto a Don Giuseppe Antonio Gallo es una las imágenes más emblemáticas de la historia de nuestro fútbol.

Fue figura clave en los 6 campeonatos ganados por Huracán entre 1952 y 1958. De no haber sido por el título que Brown les arrebató en la última fecha del certamen jugado en 1954, aquel equipo glorioso habría conseguido 7 títulos consecutivos.

Dicen los memoriosos que fue uno de los mejores equipos de la historia del fútbol valletano. Que hacían fácil lo más difícil: ganaban dando espectáculo todos los domingos. Que ganaban sin despeinarse. Que la pelota iba de acá para allá y que siempre la tenía un jugador de camiseta blanca. Un equipo al que respetaban todos los rivales porque ejercían la superioridad que provoca admiración, la supremacía que no ofende, la hegemonía que se admira y se aplaude.

Huracán fue lo que fue por la enorme calidad de sus individualidades. Soya volaba de palo a palo, Margusino “atendía” a los delanteros rivales, “El Taca” Fuertes, “El Ruso” Resnick y “La Chancha” Gallo se floreaban en la mitad de la cancha y Dencor, Harrys, “Fiaca” Gallo y “Coco” Bovcon destrozaban a las defensas adversarias.

En ese escenario, “Remo” Gallo era el alma de esa máquina de jugar al fútbol y ganar partidos. Era un jugador de otra época, un todoterreno que podía correr a un rival sin darle tregua y en la jugada siguiente llegar al área rival y convertir un gol. Su aporte goleador fue una constante en toda su carrera futbolística.

Era el preferido de Atilio Viglione, alma máter de aquel Huracán insuperable. Cuando surgían las comparaciones con respecto a la incidencia que cada jugador tenía en el equipo, el presidente del club decía: “ A mí, dame a Remo, con él voy a cualquier batalla”. Por sus virtudes técnicas y su temperamento ganador fue integrante de la Selección de Valle durante casi una década.

Su historia en el futbol excedió su trayectoria de 14 años en la Primera de Huracán. Jugó una temporada en el Deportivo Dolavon y luego, junto a sus hermanos y un grupo de amigos, fundaron el Deportivo Alberdi.

Fuera de la cancha, vivió con la misma entrega y pasión.

Se casó con Emilia Olivares y tuvieron cuatro hijos: Alejandra, Esteban, Daniel y Carina. Sus nietos y bisnietos también lo amaron y acompañaron hasta el último aliento.

Con él, se fue una gloria del fútbol valletano. Y uno de los últimos sobrevivientes de una escuadra irrepetible.

En aquel Huracán plagado de grandes figuras, Remo fue “la chispa” que encendía la pasión de los demás, “el corazón” de aquel equipo memorable.


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