El Bolsón: apremiante realidad para productores dulceros artesanales

Productores de la localidad temen perder la producción.

07 ABR 2020 - 10:38 | Actualizado

El productor de dulces artesanales Mario Méngoli reflejó ayer que “estamos en una situación muy crítica y desesperante. No quiero ser catastrófico, pero vamos a tener muchísimos problemas sociales porque no cosechamos, no estamos produciendo ni acaparando fruta. Quedó todo tirado, hasta las nueces, tampoco voy a poder juntar mosqueta. El gobierno no está prestando atención a las pymes, que somos los que generamos trabajo”.

En su crítica, sumó que “tenemos un Estado que no está a la altura de las circunstancias, con políticos sin ningún criterio de sentido humanitario, como decirnos que nos trasladan el vencimiento de los impuestos por 10 días. Es una tomada de pelo, no ven la realidad”.

Como ejemplo, explicó que “la factura de energía que energía que tengo en la mano es por $17.300, que me cobran hasta en dos cuotas o me cortan el servicio, además de tener un 45% en impuestos, como la contribución al uso del espacio aéreo. Encima que los cables me afectan la vista, me cobran por pasarlos frente a mi casa, es irrisorio”, ironizó.

“Que alguien me diga cómo hago para vivir con una jubilación de $17.000 y encima la cobro en el banco del Chubut, pero no puedo ir porque no me dejan pasar ni siquiera a firmar la constancia de que estoy vivo. Durante la temporada de verano podría haber hecho un colchoncito de reserva para afrontar estos meses, pero me pagaron a 90 y 120 días. En este momento me están llegando todos los cheques de vuelta, diciéndome que no pueden afrontarlos”, graficó.

Desde su óptica, “en este momento, debiéramos estar dándonos fuerza, hermanados como nunca, pero jamás imponer esta autoridad que nos está destruyendo. En mi caso, no puedo generar un centavo de ingresos: me dedico a fabricar dulces artesanales, pero nadie los puede comprar en este contexto, además de haber pasado a ser casi un artículo de lujo”.

De igual modo, destacó que “también estaba haciendo una pequeña obra, para darle trabajo a un albañil conocido, pero no puede salir por el aislamiento obligatorio. Me llamó para decirme que se está muriendo de hambre y que nadie lo ayuda. Los funcionarios viven en la estratosfera, encima anuncian que se bajan el sueldo un 30% para crear un fondo de emergencia, pero no dicen que ese salario los pago yo con mis impuestos”.

A su criterio, luego de la crisis sanitaria, “tiene que aparecer un nuevo concepto de vida y de respeto, sin mirar tanto en el bolsillo propio. Entonces seremos felices, pero en esta realidad estoy muy preocupado”.

Chilenos

Mario Méngoli vive sobre la ruta nacional 40, a metros del paralelo 42°, donde a diario los controles policiales de las provincias de Río Negro y Chubut detienen a más de un centenar de camiones chilenos de gran porte, en tránsito para abastecer a las localidades del sur trasandino. En su opinión, “tendrían que cerrar la frontera en el Paso Samoré, porque esto es una pandemia mundial. Quienes vienen conduciendo son humanos y es imposible que atraviesen toda la Patagonia argentina sin detenerse ni bajarse del camión. Tienen que hacer sus necesidades, descansar, comer. Acá enfrente los he visto bajarse, porque a algunos los detienen de noche y los largan recién al día siguiente. Cómo están seguros de que esa gente no contagia a nadie”, se preguntó.

De igual modo, se preguntó “quién arregla esta ruta, que es de montaña, porque son camiones que vinen con exceso de carga, algunos con 10 autos arriba. Claramente no son productos alimenticios, pero nadie controla nada. Los funcionarios se limitan a decirnos que hay un convenio binacional que hay que respetar y punto”.

Una semana

Por su lado, el albañil Luis Alberto Mella, vecino del barrio Usina de El Bolsón, adelantó ayer que “esta semana aguanto para dar de comer a mi familia, pero la siguiente estoy obligado a salir a trabajar”.

“Tengo obras en Lago Puelo y El Hoyo, pero no me dejan pasar”, indicó al tiempo que remarcó que “me da vergüenza tener que ir a la municipalidad a pedir una bolsa de comida. Aparte tengo los dos brazos sanos y siempre me gané el pan. Ojalá algún político se acuerde de los cuentapropistas y entienda que tenemos que seguir viviendo”.

“Y no es solo la comida, también es la garrafa y la leña. Por suerte, acá en el barrio las despensas son conscientes de la situación y no han aumentado los precios, están casi igual que en los supermercados del centro”, acotó.

Fernando Bonansea / Especial para Jornada

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07 ABR 2020 - 10:38

El productor de dulces artesanales Mario Méngoli reflejó ayer que “estamos en una situación muy crítica y desesperante. No quiero ser catastrófico, pero vamos a tener muchísimos problemas sociales porque no cosechamos, no estamos produciendo ni acaparando fruta. Quedó todo tirado, hasta las nueces, tampoco voy a poder juntar mosqueta. El gobierno no está prestando atención a las pymes, que somos los que generamos trabajo”.

En su crítica, sumó que “tenemos un Estado que no está a la altura de las circunstancias, con políticos sin ningún criterio de sentido humanitario, como decirnos que nos trasladan el vencimiento de los impuestos por 10 días. Es una tomada de pelo, no ven la realidad”.

Como ejemplo, explicó que “la factura de energía que energía que tengo en la mano es por $17.300, que me cobran hasta en dos cuotas o me cortan el servicio, además de tener un 45% en impuestos, como la contribución al uso del espacio aéreo. Encima que los cables me afectan la vista, me cobran por pasarlos frente a mi casa, es irrisorio”, ironizó.

“Que alguien me diga cómo hago para vivir con una jubilación de $17.000 y encima la cobro en el banco del Chubut, pero no puedo ir porque no me dejan pasar ni siquiera a firmar la constancia de que estoy vivo. Durante la temporada de verano podría haber hecho un colchoncito de reserva para afrontar estos meses, pero me pagaron a 90 y 120 días. En este momento me están llegando todos los cheques de vuelta, diciéndome que no pueden afrontarlos”, graficó.

Desde su óptica, “en este momento, debiéramos estar dándonos fuerza, hermanados como nunca, pero jamás imponer esta autoridad que nos está destruyendo. En mi caso, no puedo generar un centavo de ingresos: me dedico a fabricar dulces artesanales, pero nadie los puede comprar en este contexto, además de haber pasado a ser casi un artículo de lujo”.

De igual modo, destacó que “también estaba haciendo una pequeña obra, para darle trabajo a un albañil conocido, pero no puede salir por el aislamiento obligatorio. Me llamó para decirme que se está muriendo de hambre y que nadie lo ayuda. Los funcionarios viven en la estratosfera, encima anuncian que se bajan el sueldo un 30% para crear un fondo de emergencia, pero no dicen que ese salario los pago yo con mis impuestos”.

A su criterio, luego de la crisis sanitaria, “tiene que aparecer un nuevo concepto de vida y de respeto, sin mirar tanto en el bolsillo propio. Entonces seremos felices, pero en esta realidad estoy muy preocupado”.

Chilenos

Mario Méngoli vive sobre la ruta nacional 40, a metros del paralelo 42°, donde a diario los controles policiales de las provincias de Río Negro y Chubut detienen a más de un centenar de camiones chilenos de gran porte, en tránsito para abastecer a las localidades del sur trasandino. En su opinión, “tendrían que cerrar la frontera en el Paso Samoré, porque esto es una pandemia mundial. Quienes vienen conduciendo son humanos y es imposible que atraviesen toda la Patagonia argentina sin detenerse ni bajarse del camión. Tienen que hacer sus necesidades, descansar, comer. Acá enfrente los he visto bajarse, porque a algunos los detienen de noche y los largan recién al día siguiente. Cómo están seguros de que esa gente no contagia a nadie”, se preguntó.

De igual modo, se preguntó “quién arregla esta ruta, que es de montaña, porque son camiones que vinen con exceso de carga, algunos con 10 autos arriba. Claramente no son productos alimenticios, pero nadie controla nada. Los funcionarios se limitan a decirnos que hay un convenio binacional que hay que respetar y punto”.

Una semana

Por su lado, el albañil Luis Alberto Mella, vecino del barrio Usina de El Bolsón, adelantó ayer que “esta semana aguanto para dar de comer a mi familia, pero la siguiente estoy obligado a salir a trabajar”.

“Tengo obras en Lago Puelo y El Hoyo, pero no me dejan pasar”, indicó al tiempo que remarcó que “me da vergüenza tener que ir a la municipalidad a pedir una bolsa de comida. Aparte tengo los dos brazos sanos y siempre me gané el pan. Ojalá algún político se acuerde de los cuentapropistas y entienda que tenemos que seguir viviendo”.

“Y no es solo la comida, también es la garrafa y la leña. Por suerte, acá en el barrio las despensas son conscientes de la situación y no han aumentado los precios, están casi igual que en los supermercados del centro”, acotó.

Fernando Bonansea / Especial para Jornada


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