Una gran historia de vida: Ladislao Kuthy, el cura que dejó miles de anécdotas en El Maitén

Llegó a la comarca a finales de los años ’60 y falleció en el pueblo ferroviario el 23 de junio de 2015.

Personaje. El tío Kuthy ya es patrimonio de los maitenenses.
22 ABR 2020 - 20:14 | Actualizado

Con su andar desgarbado y particular humor, apareció por El Maitén a finales de los años ’60 como el padre Thomás, auxiliar del histórico cura Urbano Salort y profesor del Instituto Fray Luis Beltrán, el colegio secundario creado apenas unos años antes por iniciativa de la propia comunidad.

Pronto, la gente comenzó a asistir masivamente a sus misas, con sermones donde no escatimaba señalar a los pecadores y hasta propinar un coscorrón al pibe que no hacía caso a su madre para callarse.

Ladislao Kuthy nació en Budapest (Hungría) el 23 de enero de 1930 y falleció en el pueblo ferroviario el 23 de junio de 2015, donde “desplegó su vida y enseñanza a partir de dos grandes ámbitos: la iglesia católica y el colegio secundario”, recordó ayer la profesora Laura Saez en una publicación a través de las redes sociales que tiene cientos de comentarios de los vecinos, quienes conocieron al singular sacerdote y guardan en su memoria cientos de anécdotas, siempre disparatadas.

A los años de residir en El Maitén, Kuthy terminó colgando los hábitos para casarse con Pía Reales, una monja riojana que terminó siendo la jefa de enfermería del hospital local y, lejos de ser repudiados, pronto fueron aceptados y muy queridos por su comunidad. Sus estudiantes primero y la gente después, comenzaron a nombrarlo como “el tío”. En realidad, fue él mismo quien se bautizó en los claustros de la escuela secundaria, ya que mientras era sacerdote le decían “padre”. Una de las anécdotas más recordadas por los lugareños se remonta a la afición para fabricar sus propios destilados alcohólicos (a partir de la rosa mosqueta, entre otras), en un alambique casero que montó al fondo de su patio.

Al parecer, una tarde, tanto probar la grapa que estaba elaborando, se quedó dormido. Un par de horas después, todo el barrio se alarmó con la enorme explosión que produjo el tanque principal, pasado de revoluciones. Sin embargo, el incidente no postergó sus ganas de seguir con el emprendimiento. La premisa “es rescatar para las generaciones futuras las particularidades y legado de una persona que impactó a muchos por su particular actitud y enseñanzas, su capacidad de relación con el otro, su generosidad con el saber y con lo material”, valoró Laura Saez.

Su salida de Hungría estuvo relacionada con las disposiciones de su congregación de los Capuchinos Conventuales Franciscanos y “a la situación política y social del país en la Segunda Guerra Mundial y su entrada en la órbita comunista”.

En noches taciturnas recordaba que allí dejó a su padre (un militar de alto rango), a su madre y a un hermano que se dedicó al trabajo de campo en una parcela familiar. Su pasaporte muestra su paso por Alemania e Italia y también estuvo en Roma, donde entre los años 1956 y 1960 estudió en la Pontificia Universidad Gregoriana, obteniendo el título de doctor en Filosofía, aunque tuvo problemas para su diploma como doctor en Teología, por “las diferencias dogmáticas con la cúpula de la Iglesia Católica”, destacaba.

En El Maitén, “tuvo una prolífica labor como docente, que finalizó el 1 de agosto de 2014 cuando se jubiló en la escuela 726, con 84 años.

Fueron 44 años de labor, donde nunca ejerció cargo directivo alguno porque no tuvo, ni quiso, una presencia decisoria. Sin embargo, siempre fue una personalidad reconocida en la institución. Incluso, la biblioteca escolar lleva su nombre”, valoró Laura Saez. De igual modo, el Concejo Deliberante designó en 2019 con el nombre de Ladislao Kuthy a la calle donde está emplazado el colegio.

“Excelente profesor y correcto más allá de los momentos de chistes y algunos ademanes que solía hacer. Recuerdo en el año 1979, en una de sus clases, se sacó un zapato y amagó tirarlo porque los compañeros del fondo estaban charlando. Siempre lo recuerdo con cariño”, escribió Adelina Huincalef. “Es que el tío Kuthy, en primer lugar, se distinguía por sus conocimientos amplios. Había aprendido la historia argentina con más detalle que muchos argentinos; psicología, filosofía, francés y, -lo que menos le gustaba-, civismo, eran su pasión. Su particular voz, sus gestos y expresiones constituían sus clases en especiales y para muchos alumnos inolvidables”, amplió Saez.

“De una ideología tradicional y positivista, se adaptaba sin dificultad a las charlas de distintos niveles y sin discusiones fuertes exponía argumentos y defendía sus posturas reconociéndose siempre su origen académico”, remarcó.

Por años, su medio de locomoción siempre fue una bicicleta. Más tarde, se compró una furgoneta Volkswagen para trasladar “a tantos alumnos como entraran en la caja” y luego una trafic con asientos para hacer más cómodos los viajes hasta El Hoyo, Epuyén, Lago Puelo donde confraternizar con sus “paisanos” húngaros, checos y rusos, siempre acompañado por algún vodka de fabricación casera y los infaltables frascos de dulce de frambuesas y grosella que el mismo matrimonio producía en su lote.

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Personaje. El tío Kuthy ya es patrimonio de los maitenenses.
22 ABR 2020 - 20:14

Con su andar desgarbado y particular humor, apareció por El Maitén a finales de los años ’60 como el padre Thomás, auxiliar del histórico cura Urbano Salort y profesor del Instituto Fray Luis Beltrán, el colegio secundario creado apenas unos años antes por iniciativa de la propia comunidad.

Pronto, la gente comenzó a asistir masivamente a sus misas, con sermones donde no escatimaba señalar a los pecadores y hasta propinar un coscorrón al pibe que no hacía caso a su madre para callarse.

Ladislao Kuthy nació en Budapest (Hungría) el 23 de enero de 1930 y falleció en el pueblo ferroviario el 23 de junio de 2015, donde “desplegó su vida y enseñanza a partir de dos grandes ámbitos: la iglesia católica y el colegio secundario”, recordó ayer la profesora Laura Saez en una publicación a través de las redes sociales que tiene cientos de comentarios de los vecinos, quienes conocieron al singular sacerdote y guardan en su memoria cientos de anécdotas, siempre disparatadas.

A los años de residir en El Maitén, Kuthy terminó colgando los hábitos para casarse con Pía Reales, una monja riojana que terminó siendo la jefa de enfermería del hospital local y, lejos de ser repudiados, pronto fueron aceptados y muy queridos por su comunidad. Sus estudiantes primero y la gente después, comenzaron a nombrarlo como “el tío”. En realidad, fue él mismo quien se bautizó en los claustros de la escuela secundaria, ya que mientras era sacerdote le decían “padre”. Una de las anécdotas más recordadas por los lugareños se remonta a la afición para fabricar sus propios destilados alcohólicos (a partir de la rosa mosqueta, entre otras), en un alambique casero que montó al fondo de su patio.

Al parecer, una tarde, tanto probar la grapa que estaba elaborando, se quedó dormido. Un par de horas después, todo el barrio se alarmó con la enorme explosión que produjo el tanque principal, pasado de revoluciones. Sin embargo, el incidente no postergó sus ganas de seguir con el emprendimiento. La premisa “es rescatar para las generaciones futuras las particularidades y legado de una persona que impactó a muchos por su particular actitud y enseñanzas, su capacidad de relación con el otro, su generosidad con el saber y con lo material”, valoró Laura Saez.

Su salida de Hungría estuvo relacionada con las disposiciones de su congregación de los Capuchinos Conventuales Franciscanos y “a la situación política y social del país en la Segunda Guerra Mundial y su entrada en la órbita comunista”.

En noches taciturnas recordaba que allí dejó a su padre (un militar de alto rango), a su madre y a un hermano que se dedicó al trabajo de campo en una parcela familiar. Su pasaporte muestra su paso por Alemania e Italia y también estuvo en Roma, donde entre los años 1956 y 1960 estudió en la Pontificia Universidad Gregoriana, obteniendo el título de doctor en Filosofía, aunque tuvo problemas para su diploma como doctor en Teología, por “las diferencias dogmáticas con la cúpula de la Iglesia Católica”, destacaba.

En El Maitén, “tuvo una prolífica labor como docente, que finalizó el 1 de agosto de 2014 cuando se jubiló en la escuela 726, con 84 años.

Fueron 44 años de labor, donde nunca ejerció cargo directivo alguno porque no tuvo, ni quiso, una presencia decisoria. Sin embargo, siempre fue una personalidad reconocida en la institución. Incluso, la biblioteca escolar lleva su nombre”, valoró Laura Saez. De igual modo, el Concejo Deliberante designó en 2019 con el nombre de Ladislao Kuthy a la calle donde está emplazado el colegio.

“Excelente profesor y correcto más allá de los momentos de chistes y algunos ademanes que solía hacer. Recuerdo en el año 1979, en una de sus clases, se sacó un zapato y amagó tirarlo porque los compañeros del fondo estaban charlando. Siempre lo recuerdo con cariño”, escribió Adelina Huincalef. “Es que el tío Kuthy, en primer lugar, se distinguía por sus conocimientos amplios. Había aprendido la historia argentina con más detalle que muchos argentinos; psicología, filosofía, francés y, -lo que menos le gustaba-, civismo, eran su pasión. Su particular voz, sus gestos y expresiones constituían sus clases en especiales y para muchos alumnos inolvidables”, amplió Saez.

“De una ideología tradicional y positivista, se adaptaba sin dificultad a las charlas de distintos niveles y sin discusiones fuertes exponía argumentos y defendía sus posturas reconociéndose siempre su origen académico”, remarcó.

Por años, su medio de locomoción siempre fue una bicicleta. Más tarde, se compró una furgoneta Volkswagen para trasladar “a tantos alumnos como entraran en la caja” y luego una trafic con asientos para hacer más cómodos los viajes hasta El Hoyo, Epuyén, Lago Puelo donde confraternizar con sus “paisanos” húngaros, checos y rusos, siempre acompañado por algún vodka de fabricación casera y los infaltables frascos de dulce de frambuesas y grosella que el mismo matrimonio producía en su lote.


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