Editorial / Muchos jugadores para tan pocas cartas

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

30 MAY 2020 - 20:43 | Actualizado

Que el árbol no tape el bosque, se suele decir cuando no se mira lo importante sino lo urgente, cuando no se aprecia la inmensidad sino los detalles menores. En el caso de Chubut, el bosque vendría a ser la gravísima crisis que afecta a todos los chubutenses desde hace varios años, agravada por la pandemia de Covid-19. Y el árbol, ni más ni menos que el tablero político, en donde todos jugaron y juegan cada vez más fuerte sin medir con certeza las consecuencias. Hay muchos jugadores mirando sus cartas pero pocos apreciando la complejidad del juego.

Nada de lo que pasó esta semana en la trastienda política de Chubut fue inesperado. Salvo, que el gobernador Mariano Arcioni haya recibido un fuerte espaldarazo político de la Casa Rosada justo cuando puertas adentro de la provincia se piensan en alternativas y ninguna incluye al gobernador.

Que en medio de su temblorosa actualidad Arcioni haya conseguido una foto con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y con los ministros Martín Guzmán y “Wado” de Pedro, no estaba en los planes de nadie. Ni siquiera del oficialismo.

El Gobierno nacional tiene muchos temas para resolver antes que pensar en ser el colchón político de Chubut. Sin embargo, no parece que haya sido una casualidad que tres de las espadas de Alberto Fernández (más Fernanda Raverta, la joven e influyente titular de la Anses que también estuvo en la reunión) hayan recibido al gobernador chubutense para darle un préstamo de $ 5.000 millones a tasa blanda y a pagar desde el año próximo en 36 meses.

No se puede soslayar que para la “enfermedad” que tiene Chubut, esos dos tramos de $ 2.500 millones (uno ahora y otro en julio) tienen el efecto de una aspirina y té con limón para un enfermo terminal.

Pero la señal política no puede pasar inadvertida. En el Gobierno nacional saben el gobernador heredó problemas, los agravó cometiendo más errores y ahora hacen cola para apurar su salida pero prefieren que las llamas no se conviertan en un incendio y que el mandato constitucional se cumpla.

El apoyo incondicional que le sigue dando Sergio Massa desde Buenos Aires también ayuda a Arcioni a esquivar algunos problemas y hasta ciertas torpezas que comete su Gobierno. Cuando parece que lo único que le queda por delante es chocarse la pared, siempre tiene un volantazo más para dar.

Un largo camino

En este contexto, la agenda política de Chubut no deja de ofrecer situaciones curiosas. El viernes, mientras el Gobierno anunciaba que terminaba de pagar los sueldos del rango 3 del mes de marzo y repartía $ 350 millones entre todos los municipios, que equivalen a la mitad de la masa salarial que tienen que juntar los intendentes para pagar los sueldos de mayo, dos pedidos de juicio político contra el gobernador ingresaron a la Legislatura.

Dos jubilados de Esquel y la madre de una víctima de femicidio de Trelew quieren que los diputados admitan enjuicien a Arcioni por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Desde 1990, cuando a Chubut la gobernaba Néstor Perl, que no había aroma a juicio político para un gobernador. No viene al caso, pero las consecuencias de aquella intentona fueron tan graves que hoy todavía siguen dando un poco de vergüenza ajena.

Ese camino siempre es riesgoso porque las esquirlas suelen hacer mucho daño y no distinguen bandos. Igual, para los ansiosos, sólo hay que leer la Constitución de Chubut desde el artículo 198 hasta el 208, y que cada uno saque sus propias conclusiones.

El papel del PJ

El viernes, después de la firma del reparto de los $ 350 millones para los municipios, un grupo de intendentes que responden al Frente de Todos se reunieron para sacar algunas conclusiones. En principio, agradecieron el gesto de Arcioni de repartir algo a lo que no estaba obligado. Y segundo, pusieron objeciones a algunos movimientos dentro del peronismo chubutense, que impulsan una cercanía parlamentaria del bloque del Frente Patriótico con el nuevo Interbloque.

Los intendentes se distancian de esa idea porque ellos, como Arcioni, quieren llegar hasta 2023 con la menor cantidad de golpes posibles. Además, advierten que las señales desde Nación no se condicen con algunas iniciativas políticas del kirchnerismo local.

Esos intendentes, y otros que todavía le responden al Gobierno provincial, vieron con buenos ojos la designación de Andrés Meiszner en un cargo que estaba apolillado por el inoperante abogado radical Carlos Relly. Ahora, dicen, la Secretaría General de Gobierno empezará a funcionar en serio.

Lo que viene seguirá requiriendo mucho de algo que desde esta Columna se ha pedido de manera insistente y que tiene muchos sinónimos: diálogo, concertación, consensos básicos, acuerdos. Que no es otra cosa que más y mejor política para salir del pozo.

El déficit de este año ($ 23 mil millones en el mejor de los casos), el atraso salarial, el reperfilamiento de la deuda, el capítulo local de la crisis del precio internacional petróleo y el diseño de una mínima estrategia productiva de cara al futuro, necesitará de muchos actores en la mesa de negociación. Deberían dejar de echarse la culpa unos a otros porque todos tienen un baúl lleno de culpas y responsabilidades en el placard, por omisiones o acciones.

Esta agonía económica, política y social no puede continuar así como está. La pandemia dejó al descubierto, más temprano que tarde, lo que ya asomaba en el horizonte antes de la llegada del Covid-19: desempleo creciente, falta de oportunidades, pobreza extrema y hasta hambre en miles de chubutenses.

La realidad está golpeando la puerta hace rato. Hay que abrirla y hacerse cargo. Sobre todo, aquellos que tuvieron y tienen la responsabilidad institucional de hacerlo.

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30 MAY 2020 - 20:43

Que el árbol no tape el bosque, se suele decir cuando no se mira lo importante sino lo urgente, cuando no se aprecia la inmensidad sino los detalles menores. En el caso de Chubut, el bosque vendría a ser la gravísima crisis que afecta a todos los chubutenses desde hace varios años, agravada por la pandemia de Covid-19. Y el árbol, ni más ni menos que el tablero político, en donde todos jugaron y juegan cada vez más fuerte sin medir con certeza las consecuencias. Hay muchos jugadores mirando sus cartas pero pocos apreciando la complejidad del juego.

Nada de lo que pasó esta semana en la trastienda política de Chubut fue inesperado. Salvo, que el gobernador Mariano Arcioni haya recibido un fuerte espaldarazo político de la Casa Rosada justo cuando puertas adentro de la provincia se piensan en alternativas y ninguna incluye al gobernador.

Que en medio de su temblorosa actualidad Arcioni haya conseguido una foto con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y con los ministros Martín Guzmán y “Wado” de Pedro, no estaba en los planes de nadie. Ni siquiera del oficialismo.

El Gobierno nacional tiene muchos temas para resolver antes que pensar en ser el colchón político de Chubut. Sin embargo, no parece que haya sido una casualidad que tres de las espadas de Alberto Fernández (más Fernanda Raverta, la joven e influyente titular de la Anses que también estuvo en la reunión) hayan recibido al gobernador chubutense para darle un préstamo de $ 5.000 millones a tasa blanda y a pagar desde el año próximo en 36 meses.

No se puede soslayar que para la “enfermedad” que tiene Chubut, esos dos tramos de $ 2.500 millones (uno ahora y otro en julio) tienen el efecto de una aspirina y té con limón para un enfermo terminal.

Pero la señal política no puede pasar inadvertida. En el Gobierno nacional saben el gobernador heredó problemas, los agravó cometiendo más errores y ahora hacen cola para apurar su salida pero prefieren que las llamas no se conviertan en un incendio y que el mandato constitucional se cumpla.

El apoyo incondicional que le sigue dando Sergio Massa desde Buenos Aires también ayuda a Arcioni a esquivar algunos problemas y hasta ciertas torpezas que comete su Gobierno. Cuando parece que lo único que le queda por delante es chocarse la pared, siempre tiene un volantazo más para dar.

Un largo camino

En este contexto, la agenda política de Chubut no deja de ofrecer situaciones curiosas. El viernes, mientras el Gobierno anunciaba que terminaba de pagar los sueldos del rango 3 del mes de marzo y repartía $ 350 millones entre todos los municipios, que equivalen a la mitad de la masa salarial que tienen que juntar los intendentes para pagar los sueldos de mayo, dos pedidos de juicio político contra el gobernador ingresaron a la Legislatura.

Dos jubilados de Esquel y la madre de una víctima de femicidio de Trelew quieren que los diputados admitan enjuicien a Arcioni por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Desde 1990, cuando a Chubut la gobernaba Néstor Perl, que no había aroma a juicio político para un gobernador. No viene al caso, pero las consecuencias de aquella intentona fueron tan graves que hoy todavía siguen dando un poco de vergüenza ajena.

Ese camino siempre es riesgoso porque las esquirlas suelen hacer mucho daño y no distinguen bandos. Igual, para los ansiosos, sólo hay que leer la Constitución de Chubut desde el artículo 198 hasta el 208, y que cada uno saque sus propias conclusiones.

El papel del PJ

El viernes, después de la firma del reparto de los $ 350 millones para los municipios, un grupo de intendentes que responden al Frente de Todos se reunieron para sacar algunas conclusiones. En principio, agradecieron el gesto de Arcioni de repartir algo a lo que no estaba obligado. Y segundo, pusieron objeciones a algunos movimientos dentro del peronismo chubutense, que impulsan una cercanía parlamentaria del bloque del Frente Patriótico con el nuevo Interbloque.

Los intendentes se distancian de esa idea porque ellos, como Arcioni, quieren llegar hasta 2023 con la menor cantidad de golpes posibles. Además, advierten que las señales desde Nación no se condicen con algunas iniciativas políticas del kirchnerismo local.

Esos intendentes, y otros que todavía le responden al Gobierno provincial, vieron con buenos ojos la designación de Andrés Meiszner en un cargo que estaba apolillado por el inoperante abogado radical Carlos Relly. Ahora, dicen, la Secretaría General de Gobierno empezará a funcionar en serio.

Lo que viene seguirá requiriendo mucho de algo que desde esta Columna se ha pedido de manera insistente y que tiene muchos sinónimos: diálogo, concertación, consensos básicos, acuerdos. Que no es otra cosa que más y mejor política para salir del pozo.

El déficit de este año ($ 23 mil millones en el mejor de los casos), el atraso salarial, el reperfilamiento de la deuda, el capítulo local de la crisis del precio internacional petróleo y el diseño de una mínima estrategia productiva de cara al futuro, necesitará de muchos actores en la mesa de negociación. Deberían dejar de echarse la culpa unos a otros porque todos tienen un baúl lleno de culpas y responsabilidades en el placard, por omisiones o acciones.

Esta agonía económica, política y social no puede continuar así como está. La pandemia dejó al descubierto, más temprano que tarde, lo que ya asomaba en el horizonte antes de la llegada del Covid-19: desempleo creciente, falta de oportunidades, pobreza extrema y hasta hambre en miles de chubutenses.

La realidad está golpeando la puerta hace rato. Hay que abrirla y hacerse cargo. Sobre todo, aquellos que tuvieron y tienen la responsabilidad institucional de hacerlo.


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